¿Te sentís amado por Dios?
De Libros y Sermones BÃblicos
Traducción por Ian Bepmale
Por Marshall Segal
sobre Santificación y Crecimiento
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
Algunos de los que están leyendo esto necesitan volver a sentirse amados por Dios. No lo sienten ahora mismo, al menos no en los peores momentos. Es posible que sepas que eres amado por Dios, pero te cuesta creerlo realmente (y aún más sentirlo). Algo está nublando el amor de Dios por ti: nubes diferentes en historias diferentes.
Quiero que sientan lo amados que son en Cristo. Así que permítanme llevarlos al versículo más familiar del mundo y mostrarles cuatro tipo de amores en Juan 3:16.
Contenido |
1. Dios ama a los indignos de amor
El primer amor es el amor de Dios por los que no son dignos de ser amados. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…” Cuando escuchan a Jesús decir mundo, ¿qué piensan? ¿Piensan en lugares como Kenia, Japón o Brasil? ¿O escuchan mundo y piensan en oscuridad, maldad? “Porque de tal manera amó Dios a los pecadores, que ha dado a su Hijo unigénito…”
Lo primero es verdadero y hermoso: Dios ama y redime a hombres y mujeres de toda tribu, lengua, pueblo y nación (Apocalipsis 5:9–10). Pero el punto principal en Juan 3:16 es que Dios ama a los indignos. Él ama a los pecadores.
¿Qué tipo de mundo ama? Ama al mundo que lo despreció y lo rechazó. “La luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19). No solo hacíamos cosas malas; amábamos las cosas malas. Ese es el mundo que Jesús buscó. Ese es el mundo que Dios amó. Éramos personas malvadas, tramando el mal, haciendo el mal, saboreando el mal, y sin embargo, Dios nos amó, incluso mientras nos escondíamos en la oscuridad. Dios ama a los indignos de amor
2. Dios ama a los suyos
Segundo, Dios ama a los creyentes. Él ama a los suyos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Dios ama a los creyentes ahorrándonos la muerte, la peor muerte, y dándonos la mejor vida imaginable.
Sin embargo, ¿cómo llega Dios a amar a los creyentes? ¿Envía a su Hijo y luego espera que alguien crea para así amarlo? No, hay más en este amor. Unos versículos antes, Jesús le dice a Nicodemo:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios… Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” (Juan 3:3, 6–7)
Cualquiera puede asombrarse ante un hombre que sana ciegos, convierte agua en vino o lee la mente de las personas. Pero algo profundo, algo espiritual, tiene que suceder para que alguien vea esas mismas señales y adore; o, como dice Juan 3:16, vea lo que Jesús hizo y crea. Debemos nacer de nuevo.
¿Y cómo pasa eso? Jesús explica: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:8). No se puede predecir, y mucho menos controlar, el Espíritu. Es como intentar controlar el viento. Dios da vida a quien él elige; ese es el punto. Este amor no espera una respuesta. Este amor entra en la oscuridad y da vida a los muertos a través de un nuevo y mejor nacimiento.
Así que cuando digo “Dios ama a los creyentes”, no significa solo que ama a los que lo aman. Significa que Él mismo nos da el amor que le tenemos. Dios ama a los que creen, a todos los que creen, con un amor que resucita, restaura la vista y despierta el amor.
3. Dios ama a su Hijo
Este tercer amor es del cual dependen todos los otros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La oración no tiene sentido si el Padre no amara de verdad, profunda e intensamente a su Hijo.
Este amor, desde la eternidad pasada, fue tan dulce, tan intenso, tan puro, que se derramó en un universo. Dios hizo el mundo para compartir el amor que disfruta dentro de la Deidad: Padre, Hijo y Espíritu. Así es como ora Jesús:
“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria… porque me has amado desde antes de la fundación del mundo… Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos. (Juan 17:24, 26)
Dios siempre ha amado a su Hijo y siempre lo amará.
Y sin embargo, para mostrar la altura, anchura, profundidad y gloria de ese amor, el Hijo tuvo que morir. Si los pecadores no iban a perecer sino a tener vida eterna, si íbamos a conocer este amor y disfrutar de este Dios, alguien tenía que morir por nuestro pecado. Ese alguien fue el Hijo de Dios, el Hijo que encontramos en Jesús: completamente Dios (Dios lo suficiente como para hacer galaxias y mover montañas) y completamente hombre (hombre lo suficiente como para sudar, sangrar y morir).
Dios ama tanto a su Hijo. Y aun así, por más que lo amaba infinitamente, entregó a ese Hijo, ese Tesoro, su propio Corazón, para que tú puedas ser suyo para siempre.
4. Dios te ama.
Dios ama a los indignos de amor. Dios ama a los creyentes. Dios ama a su Hijo. Y finalmente, Dios te ama a ti.
Mientras Juan revive la conversación entre Jesús y Nicodemo, y escucha a Jesús explicarle, al curioso y confundido fariseo, que “el Hijo del Hombre debe ser levantado, para que todo aquel que en él cree tenga vida eterna” (Juan 3:14–15), él no puede evitar intervenir y decir: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Casi podemos verlo volviéndose de Jesús y Nicodemo hacia nosotros y preguntar: "¿Y ustedes, creen? ¿Ven? ¿Dejarán el pecado y pasarán bajo la cascada de este amor?
Si crees, estos cuatro amores son tuyos. Dios dio a ese precioso Hijo por ti en la cruz. El cuerpo de Jesús fue partido por ti. Su sangre fue derramada por ti. La ira que estaba destinada para ti cayó sobre él. ¿Qué más tiene que hacer Dios para demostrar su amor por ti?
¿Tiene que curar esa enfermedad? ¿Necesita enviar un esposo, una esposa o un hijo? ¿Necesita darte ese trabajo? Escucha esto: Dios no tiene que responder esa oración para demostrar que te ama. No tiene que hacerlo. En Jesús, ya lo ha demostrado. Detrás de todas las nubes que te impiden sentirte amado por Dios, hay un amor ardiente, irresistible e imparable, más grande y caliente que el sol. Él te ama. Él te ama. Él realmente te ama.
Vota esta traducción
Puntúa utilizando las estrellas
Libros y Sermones Bíblicos