¿Visualizas la eternidad?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Randy Alcorn sobre Cielo & Infierno
Traducción por María Belén
Apenas comenzaba a ser creyente en 1970 y ya muchos cristianos escuchaban con entusiasmo mientras los maestros "sustentaban" con las Escrituras que Cristo regresaría en 1980. La agonía del gran planeta Tierra nos dijo que la higuera mencionada en Mateo 24:32–35 era Israel, y que aquellos que fueron testigos del regreso de Israel como nación en 1948 no morirían hasta el regreso de Cristo. Uno de mis amigos, que estaba convencido de esto, no iba al dentista, porque afirmaba: "¿Por qué gastar dinero si Cristo regresará con nosotros en algunos años?" (Terminó arrepintiéndose).
Después de algunos años como pastor, dudaba mucho en si predicar acerca de la Segunda Venida de Cristo o no, porque estaba cansado de que se obsesionaran con la profecía y de que esta dejara de ser sobre Jesús y se convirtiera en especulaciones sobre las adversidades, sobre el Anticristo, sobre la Unión Soviética convirtiéndose en Gog y Magog, sobre la Armada china preparándose para el Armagedón, sobre la comparación de las langostas del Apocalipsis 9 con helicópteros, entre otras cosas.
Sin embargo, hacer énfasis en el regreso de Cristo es importante para los creyentes, gracias a que "nuestra patria está en el cielo, y allí esperamos al Salvador” (Filipenses 3:20). Cristo aparecerá "para salvación de los que ansiosamente le esperan" (Hebreos 9:28) y recompensará "a todos los que anhelaron su venida gloriosa" (Timoteo 2, 4:8). Las Escrituras denominan su regreso como "la manifestación gloriosa de esperanza" (Tito 2:13), y esta esperanza no es producto de nuestra imaginación, sino algo certero, algo que se paga con sangre.
Teniendo en cuenta que el regreso de Cristo es la gran esperanza del creyente, deberíamos preguntarnos: ¿qué significará su regreso?
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Aquel día alegre
No es necesario que entendamos detalladamente cómo el futuro colapsará, pero la pieza clave de toda escatología ortodoxa es creer en la Segunda Venida de Cristo, su regreso físico a la Tierra.
Charles Spurgeon dijo, con respecto a predicar sobre la Segunda Venida, que "quedarse contemplando las profecías con la boca abierta no es lo correcto. Lo mejor sería ir a trabajar para el Señor, prepararse para servirle cuando aparezca y alentarnos constantemente a nosotros mismos, pensando: ‘Mi Señor podría aparecer mientras trabajo. Mi Señor podría regresar antes de que llegue el agotamiento’”.
El regreso inminente de Cristo puede significar su pronto regreso, en un periodo corto de tiempo, como se ha evidenciado por dos mil años. Él puede regresar cuando menos lo imaginemos (Tesalonicenses 1, 5:1–3). Tal como el mismo Jesús dijo: "El Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos esperan" (Mateo 24:44) y al final, todos vamos a morir, a menos de que Cristo regrese mientras sigamos vivos.
El tiempo de Dios es perfecto, y él nos llevará a cada uno de nosotros lejos de este mundo que colapsa. Luego, cuando él lo considere, enviará a su Hijo de vuelta, establecerá su reino e iniciará una resurrección de creyentes de la vida eterna en la Nueva Tierra. Somos afortunados de contar con la promesa que nos hizo Dios de resucitar los cuerpos y renovar las mentes; ¡así seremos capaces de glorificarlo y disfrutar de su presencia para siempre!
John Calvin escribió: “No dudemos al esperar la venida del Señor, no solo con anhelo, sino también con quejidos y suspiros, celebrando la ocasión más feliz de todas. Él vendrá a nosotros como un Redentor" (Instituciones 3.9.5).
Y ese será el día en el que todo cambie.
Solo el comienzo
Nuestro interés en el fin de los tiempos a menudo se extiende a los períodos que preceden y suceden inmediatamente al regreso de Cristo. Pero a pesar de que su regreso será inexplicablemente maravilloso, también terminará muy rápido. Por el contrario, nuestra relación continua y cada vez más profunda con Jesús nunca terminará. Se enriquecerá cada vez más día tras día, porque "en tu presencia hay gozo y plenitud, y a tu derecha, delicias para siempre" (Salmo 16:11). Y mientras esperamos a Jesús por sobre todas las cosas, también podemos anhelar nuestra casa eterna. "Nosotros esperamos, según la promesa de Dios, cielos nuevos y una Nueva Tierra en la que reine la justicia" (Pedro 2, 3:13).
Una mujer comprometida con un hombre que vive lejos espera alegremente el día en el que él regrese para su boda, un evento que cambiará sus vidas. Lo mismo pasa con nosotros, que debemos actuar como si estuviésemos casados con Cristo, mientras esperamos su retorno. Sin embargo, una boda, por más maravillosa que sea, es solo el comienzo. Recuerdo el día de mi boda con mucha ternura, pero cuando pienso en los 54 años que he conocido a Nanci y en nuestros 47 años de matrimonio, puedo decir que de todas las memorias que compartimos, solo unas pocas son del día de nuestra boda.
Del mismo modo, el regreso de Cristo no es solo un evento explosivo que termina la historia, sino un evento que hace que comience una nueva y que se termine la maldición; así, nunca se nos presentarán obstáculos en nuestra relación con Jesús. "Cuando se manifieste el que es nuestra vida, también ustedes se verán con él en la gloria" (Colosenses 3:4). Experimentaremos la revelación diaria y continua de esta persona mientras vivamos en su presencia directa.
Lo mejor de todo es que, una vez él regrese, nunca más nos dejará.
Cara a cara con nuestra pareja
Cuando estás enamorado, anhelas estar en presencia de la persona que amas. El saber a dónde van y de qué van a hablar son aspectos que no importan tanto como la alegría de experimentar la vida juntos. Lo mismo pasará cuando estemos en la presencia directa de Jesús, nuestra verdadera pareja y nuestro mejor amigo.
A veces pienso en lo que sería ver a Jesús cara a cara, arrodillarme frente a él, hablar, comer y caminar con él como una persona resucitada viviendo en una tierra resucitada. Como Job, quedé impresionado al darme cuenta de que "yo lo contemplaré, yo mismo. ¡Mi corazón desfallece esperándolo!" (Job 19:27).
A veces esperamos demasiado cuando hablamos de la vida eterna. Pero, usualmente, el problema no es que imaginemos, sino que lo que imaginamos puede no tener fundamento en la Biblia. No logramos visualizar en nuestra mente las realidades que Cristo nos revela en su mundo. En vez de ignorar nuestra imaginación, creo que debemos avivarla con las Escrituras, atravesando las puertas que abre la Biblia.
Solo anhelamos lo que podemos imaginar. Entonces, imaginen lo que sería caminar con Jesús en la Nueva Tierra, tal como lo hicieron los primeros discípulos. Vivir en presencia de Cristo será el cumplimiento definitivo de la vida abundante y desbordante que Dios prometió.
Mientras tanto, muchas preguntas quedarán sin respuesta. Como, por ejemplo, ¿cómo todo ojo lo verá cuando regrese (Apocalipsis 1:7)? ¿Cómo harán los millones inconmensurables de creyentes en la Nueva Tierra para hablar y caminar mano a mano con Jesús? ¿Nos turnaremos para poder disfrutar de su presencia física? ¿O será que el cuerpo de Jesús estará simultáneamente presente con sus siervos en millones de lugares? Abundan las preguntas, pero todo lo que sabemos es que Dios es capaz de hacer más de lo que imaginamos.
Todo lo que nos rodeará en la Nueva Tierra —las personas, los banquetes, el trabajo, la cultura, las artes— nos llevará hacia Jesús. A pesar de que siempre seremos finitos, nuestro conocimiento acerca del Dios infinito seguirá creciendo. En los siglos venideros, él nos mostrará "la extraordinaria riqueza de su gracia en su generosidad para con nosotros" (Efesios 2:7). ¿Qué aprenderemos de él mientras lo adoramos junto a los cuatro Seres Vivientes? (Apocalipsis 7:11). ¿Qué aprenderemos de los ángeles (Apocalipsis 5:11) y qué aprenderán ellos de nosotros? ¿Qué información obtendremos de los animales en la Nueva Tierra? (Isaías 11:6–9; 65:25).
Mientras miramos fijamente a las personas, los ángeles y los animales, veremos la infinidad de maneras en las que nuestro Creador se ha revelado ante nosotros. Siempre buscaremos el alcance y la profundidad en nuestra relación con Jesús: primero, directamente con él y luego, a través de otros seres vivos y del fascinante nuevo mundo que va a crear. Nuestra vida se centrará en él, y aprenderemos más sobre él a través de las incontables aventuras que nos esperan.
Ven, Señor Jesús
Jesús volverá después de la muerte del último mártir (Apocalipsis 6:11), la última persona convertida. Pero, "por lo que se refiere a ese día y cuándo vendrá, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni aun el Hijo, solamente el Padre" (Mateo 24:36). Mientras esperamos, le serviremos fielmente y confiaremos en que Jesús regresará cuando él lo crea oportuno, ya sea mientras aún estemos vivos o cientos de años después. Pondremos nuestras esperanzas en Cristo y sus promesas. Él volverá y nosotros resucitaremos en la Nueva Tierra, para contemplar la cara de Dios, conocerlo y servirle para siempre.
Entonces, digamos juntos con la mirada hacia el cielo: ¡Ven, Señor Jesús!
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