Él me ama, no me ama
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Greg Morse sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Alejandra Franco Alvarado
Contenido |
Cómo saber que Dios realmente te ama
La clase ese día empezó muy tranquilamente. Mi profesora de la universidad empezó la clase de “Amor y Matrimonio” con una “pequeña tarea divertida para dejar fluir la creatividad”.
La tarea era simple: Dibujar lo que piensas cuando visualizas el amor de Dios. Ella fue pasando y repartiendo unas crayolas y hojas de papel en blanco para nuestro proyecto. Teníamos 15 minutos.
Los primeros 5 sólo me senté ahí. ¿Cómo podría dibujar yo, quien a duras penas puede trazar bien las líneas rectas de los muñecos de palitos, el amor de Dios?
Mientras mis compañeros hacían garabatos alegremente, tomé la crayola negra. Todavía puedo recordar los siguientes 10 minutos de alabanza.
La alarma sonó —tiempo de mostrar y compartir. Cada uno de nosotros pasó explicando el porqué dibujamos lo que dibujamos.
La primera estudiante reveló su dibujo: un collage con corazones rojos de lápiz labial, burbujas brillantes, y más o menos una docena de caritas sonrientes.
El segundo reveló un unicornio galopando sobre un arcoíris.
El tercero, un prado con el sol brillando sobre mariposas sonrientes.
El cuarto, un osito de peluche desgastado.
Al cada uno explicar su dibujo, una cosa se hizo obvia: a pesar de mis anteriores suposiciones, ninguno estaba bromeando. Todos los artistas tomaron el trabajo en serio.
“El amor de Dios me hace sentir una especie de calor por dentro.” explicó una chica.
“Sí, su amor es mágico, como el mejor sueño del que no quieres despertar”, agregó otro.
“Yo sólo veo un ramo grande de mariposas cuando pienso en cómo Dios nos ama a todos”
“Yo sólo siento una especie de hogar con el amor de Dios, como me pasa cuando recuerdo a mi osito de peluche de la infancia”
Revelé mi imagen. Mis compañeros al principio quedaron impactados. Luego confundidos. Luego indignados.
“Eso es demasiado violento de tu parte” dijo la primera.
“No creo que un evento tan sangriento como este muestre el amor de Dios” contribuyó el segundo.
“Es por esto que algunas personas no quieren explorar el cristianismo” rezongó el tercero.
En mi dibujo, una montaña tembló. Relámpagos destellaron. La oscuridad lo cubrió todo. Dos cruces oscuras enmarcaban la tercera. Mi mano adolorida sostenía mi dibujo casi roto, que mostraba a mi Salvador muriendo en la cruz por mis pecados.
Creo que esta es la propia imagen del amor de Dios” dije.
"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." (Romanos 5:8)
¿Hecho o sentimiento?
Mira lo que pasó: cuando nos instruyeron de dibujar lo que cada uno visualizaba del amor de Dios, cada uno dibujó lo que sintió al considerar el amor de Dios.
No buscaron respuestas afuera, sino dentro de sí mismos. La realidad objetiva del amor de Dios para los pecadores fue evidenciada para ellos - no en el sufrimiento y la tortura del Hijo de Dios hace dos mil años, sino que fue revelada en las emociones agitadas dentro de sus propios corazones.
¿Cómo sabían que Dios los amaba? Los sentimientos se los dijeron.
Y su interior no les dijo del feroz amor de Dios, demostrado en el Hijo de Dios que fue brutalmente ejecutado al llevar la ira de Dios en nombre de los pecadores. El corazón humano caído es demasiado políticamente correcto, demasiado “sello distintivo”, demasiado civilizado para mencionar que Dios amó tanto al mundo que envió a su único Hijo para que fuese brutalmente asesinado por este.
Cuando Dios mostró su amor por los pecadores, fue clasificado como contenido restringido.
Él me ama, no me ama
Si pasan una caja de crayolas y un papel, me sorprendería, que muchos dibujen lo que mis compañeros católicos hicieron. Pero muy a menudo comparto su inclinación de mirar hacia dentro, y no hacia afuera, para ver si Dios realmente me ama día tras día.
- Tuve la sensación de que hoy puse los intereses de mi familia por encima de los míos: Él me ama.
- No experimenté mucho gozo en la Palabra las mañanas anteriores: Él no me ama.
- Estoy feliz porque finalmente le compartí el evangelio a mis compañeros de trabajo: Él me ama.
- Tenía una rabia profunda en el corazón contra mi cónyuge anoche: Él no me ama.
- Mi corazón rebosó hoy en adoración colectiva: Él me ama.
- No sentí ninguna sensación cálida de su presencia durante la oración: Él no me ama.
Esta vida es extremadamente agotadora. Podría no ser legalismo, pero el “emocionalismo” es igual de tiránico.
Aunque es cierto que, si nunca tenemos alguna experiencia subjetiva del amor de Dios, es probable que no seamos hijos de Dios (Romanos 5:5; 8-16). Pero no debemos confundir la mirada de la fe desde la cruz hasta nuestros sentimientos. El Espíritu en Romanos 5:5 nos dirige la mirada a la cruz en Romanos 5:6
Jesús me ama, eso lo sé
El evangelio tiene un mensaje muchísimo mejor que nuestros sentimientos cambiantes.
- El Padre envió a su único Hijo a este mundo para que yo no muriera en mis pecados (Juan 3:16): Él me ama.
- Ese Hijo se despojó y se hizo humano para rescatar a su pueblo (Filipenses 2:6-7): Él me ama.
- Jesucristo amó a su Padre y le obedeció perfectamente por mí, incluso hasta la muerte en una cruz (Filipenses 2:8-11): Él me ama.
- Jesús salió al encuentro en Getsemaní (Juan 18:4), postrándose a la voluntad de su Padre (Mateo 26:42): Él me ama.
- Fue golpeado hasta ser irreconocible (Isaías 52:14). Fue azotado, flagelado, escupido, burlado, abofeteado, ensangrentado, golpeado y avergonzado: Él me ama.
- El Padre quebrantó a su propio Hijo (Isaías 53:10). Le dio la copa de la ira que llevaba mi nombre (Juan 18:11). Dios no escatimó a su propio Hijo (Romanos 8:32): Él me ama.
- La luz de este mundo fue apagada, el pan de vida, quebrado; El Rey de Reyes. ejecutado; el cordero de Dios, manchado; el Hijo del Hombre, torturado; el Hijo de Dios, olvidado; la Roca de los siglos, herida; la sangre de Cristo, derramada: Oh, cuánto Él me ama.
- Y el Padre levantó al Hijo de la muerte. El Hijo reina sobre el universo como mi gran Profeta, Sacerdote y Rey. El Espíritu me ha hecho nuevo, está sosteniendo el arrepentimiento y la fe, y me ha sellado para el día en que *Cristo venga. Él me ama.
- Jesús, nuestra vida, regresará. Se casará con nosotros. Nos llevará a su reino para reinar con Él. El tiempo se acelera. Él me ama.
Como cristianos, ya no recurrimos a la flor marchita de nuestro propio amor por Dios, quitando pétalo por pétalo, murmurándonos frenéticamente a nosotros mismos: Él me ama, Él no me ama.
En vez de eso cantamos:
Cuando Satanás nos tienta a la desesperación
Recordándonos de la escasez del interior
Hacia arriba miramos y lo vemos a Él allí
Quien probó su amor al conquistar el pecado.
Nos la pasamos mirando fuera de nosotros a Jesús, el fundador y perfeccionador de nuestra fe (Hebreos 12:1-2), quien ha probado el amor de Dios de una vez por todas, y quien asombrará a su pueblo otra vez con ese amor por siempre.
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