Abramos el almacén de gracia de Dios

De Libros y Sermones Bíblicos

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(La llave para el Almacén)
(Detenga la Revisión del Déficit)
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En estas promesas Dios nos muestra Su almacén de abundante provisión. La fe es la llave que abre el almacén, ¡y Dios desea que nosotros abramos Su almacén! ¡Él desea que tengamos Su abundante gracia! Aun así, Dios nos pide fe, porque “sin fe es imposible agradar ''a Dios''”, pero Él “es remunerador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
En estas promesas Dios nos muestra Su almacén de abundante provisión. La fe es la llave que abre el almacén, ¡y Dios desea que nosotros abramos Su almacén! ¡Él desea que tengamos Su abundante gracia! Aun así, Dios nos pide fe, porque “sin fe es imposible agradar ''a Dios''”, pero Él “es remunerador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
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Ahora, si eres como yo, en este punto dirás, “¡Lo sé! Pero diciéndome que no tengo suficiente fe, no me ayuda a tener más. ¡Sólo me muestra mi déficit y me hace sentir derrotado! ¡Muéstrame cómo tener más fe!”  
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Ahora bien, si son como yo, en este momento dirán: “¡Lo sé! Pero que me digas que no tengo suficiente fe no me ayuda a tener más. ¡Eso sólo me muestra mi escasez y me hace sentir derrotado! ¡Muéstrame cómo tener más fe!”.
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¡Bien! Cuando estamos enfermos y cansados de ser un discípulo con “poca fe” (Lucas 12:28), estamos listos para tomar los pasos para cambiar.  
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¡Bien! Cuando nos hartamos y nos cansamos de ser discípulos de “poca fe” (Lucas 12:28), estamos listos para dar los pasos para cambiar.
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Y el cambio comienza dejando nuestra revisión de déficits. Debemos dejar de contemplar nuestras faltas: nuestras faltas de recursos, sabiduría, y poder, incluso nuestra falta de fe. Nuestros déficits nos desmotivan y nos derrotan. Nuestros déficits agotan la fe. Por esta razón Satanás te acusa, intenta resaltar tu bancarrota, y por todo te motiva a pensar sobre tí msimo tanto como sea posible. No quiere que contemples a Jesús y toda la abundante gracia que Él adquirió para ti.  
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El cambio comienza cuando dejamos de observar nuestra escasez. Debemos dejar de contemplar nuestras carencias: carencia de recursos, de sabiduría y de poder, incluso nuestra carencia de fe. Nuestra escasez nos desmotiva y nos derrota. Nuestra escasez agota la fe. Por esta razón Satanás nos acusa, intenta resaltar nuestra bancarrota y, sobre todo, nos motiva a pensar en nosotros mismos tanto como sea posible. No quiere que busquemos a Jesús ni toda la abundante gracia que él adquirió para nosotros.
==== Busca Primero al Reino  ====
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Revisión de 17:15 18 dic 2015

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English: Unlock God’s Storehouse of Grace

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Por Jon Bloom sobre Fe

Traducción por Carlos Diaz


Nada disminuirá nuestra fe como mirar aquello de lo que carecemos.

Descubro que mientras más me fijo en mi falta de recursos, en las fortalezas que no tengo y en las debilidades que tengo más pesado se vuelve el peso de la falta de creencia y más difícil se vuelve la carrera de la fe (Hebreos 12:1).

Observar la escasez da energía a nuestros miedos y drena nuestra esperanza. La escasez nos dice que no tenemos lo suficiente para efectuar un pago, para satisfacer las necesidades, para cumplir un plazo de entrega, para predicar un sermón, para arreglar el matrimonio, para instruir a los hijos, para consolar a los necesitados, para derrotar el pecado o para superar las debilidades. No nos arriesgamos cuando prevemos escasez.

Por otra parte, mirar el excedente da energía a nuestro valor y nos llena de esperanza. Un excedente significa que hay más que suficiente para satisfacer nuestras necesidades y nos motiva a soñar en grande y a ser generosos con los demás.

Contenido

No tenemos escasez

Abandonados a nosotros mismos, tenemos una escasez horriblemente real. Sin Dios en este mundo tendríamos una muy buena razón para sentirnos desesperanzados (Efesios 2:12).

Pero la buena nueva es que somos cristianos y ya no tenemos escasez, nadie. Cristo no sólo pagó nuestros pecados inconmensurables (Colosenses 2:14), sino que también adquirió para nosotros “todas las cosas” (Romanos 8:32). ¡Todas las cosas! Lo que tenemos es una vasija de aceite de la provisión de Dios que nunca se agotará (1 Reyes 17:14). Tenemos una cuenta bancaria que no podremos sobregirar.

Si esta no ha sido nuestra experiencia, nos veremos tentados a limitar esta afirmación casi increíble. Pero no podemos limitarla y ser fieles a la Biblia. Esta no es una escatología totalmente cumplida de la teología de la prosperidad. Es lo que la Biblia nos dice inequívocamente sobre lo que debemos esperar experimentar justo en esta era:

Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Filipenses 4:19)
Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra. (2 Corintios 9:8)

Son promesas fabulosas. No son promesas de salud inquebrantable (Filipenses 2:25-27) o de prosperidad extravagante (Filipenses 4:12). Son promesas de que Dios satisfará toda necesidad para que abundemos en toda buena obra y seamos enriquecidos en todo para ser generosos en todo (2 Corintios 9:11).

La llave del almacén

Estas promesas de provisión son inequívocas, pero no son incondicionales. La condición es la fe (Mateo 17:20; Juan 11:40; Santiago 1:5–7). Abrimos la vasija de las provisiones de Dios y accedemos a la cuenta bancaria ilimitada de Dios ejercitando la fe. Debemos actuar conforme a las promesas, o no nos beneficiaremos de su contenido.

La incredulidad contempla lo que percibimos como escasez y desalienta. La incredulidad no piensa que habrá algo en la vasija y por eso no la abre. La incredulidad no piensa que los fondos en la cuenta estarán disponibles y por lo tanto no los retira.

La incredulidad puede existir con alarmante facilidad junto con un asentimiento a una doctrina firme. Podemos afirmar la verdad de estas promesas, pero si somos renuentes a actuar conforme a ellas, estas no nos darán su generosidad, ya que en realidad no creemos en ellas.

En estas promesas Dios nos muestra Su almacén de abundante provisión. La fe es la llave que abre el almacén, ¡y Dios desea que nosotros abramos Su almacén! ¡Él desea que tengamos Su abundante gracia! Aun así, Dios nos pide fe, porque “sin fe es imposible agradar a Dios”, pero Él “es remunerador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Dejemos de observar la escasez

Ahora bien, si son como yo, en este momento dirán: “¡Lo sé! Pero que me digas que no tengo suficiente fe no me ayuda a tener más. ¡Eso sólo me muestra mi escasez y me hace sentir derrotado! ¡Muéstrame cómo tener más fe!”.

¡Bien! Cuando nos hartamos y nos cansamos de ser discípulos de “poca fe” (Lucas 12:28), estamos listos para dar los pasos para cambiar.

El cambio comienza cuando dejamos de observar nuestra escasez. Debemos dejar de contemplar nuestras carencias: carencia de recursos, de sabiduría y de poder, incluso nuestra carencia de fe. Nuestra escasez nos desmotiva y nos derrota. Nuestra escasez agota la fe. Por esta razón Satanás nos acusa, intenta resaltar nuestra bancarrota y, sobre todo, nos motiva a pensar en nosotros mismos tanto como sea posible. No quiere que busquemos a Jesús ni toda la abundante gracia que él adquirió para nosotros.

Busca Primero al Reino

Pero si buscamos a Jesús, Él nos muestra cómo incrementar la fe. Primero dice,

“Tampoco tienen que preocuparse por lo que van a comer o beber; no se inquieten. Porque son los paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas y tu Padre sabe que ustedes las necesitan. Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura.” (Lucas 12:29–31)

Jesús nos dice que no contemplemos los déficits del mundo, sino que busquemos el Reino del Padre. Hagamos las prioridades de su reino nuestras principales prioridades y él nos proveerá de todas las necesidades. ¿Qué propiedades específicas? Pregúntale a Dios y busca en las Escrituras. Él aclarará eso.

Luego Jesús dice,

“No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.” (Lucas 12:32–34)

En realidad Jesús nos dice que ejercitemos la fe despojándonos nosotros mismos de nuestros ídolos de seguridad y obsequiar más de lo que creamos que podamos. El desafío de Jesús: Poner a prueba la promesa y no temer. ¡Nuestro Padre se deleita en darnos el reino y todos sus tesoros!

Aparta el peso de tus déficits:

La promesa de Dios es que si hacemos esto, lo veremos actuar y nuestra fe aumentará.



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