Cinco beneficios acerca de la adoración congregacional

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Por David Mathis sobre Alabanza

Traducción por Susana Belvedere

Adorar juntos a Jesús puede ser una de las cosas más importantes que hacemos. Esto juega un importante papel en volver a encender nuestro fuego espiritual y mantenerlo encendido. La alabanza congregacional reúne la Palabra de Dios, la oración y la comunión y también viene a ser el más importante medio por lo cual la gracia de Dios fluye en la vida de un cristiano. 

Pero creer que la adoración es un medio en sí mismo podría ser peligroso. La verdadera adoración es fundamentalmente una experiencia del corazón, y no un medio para alcanzar otra cosa. Por lo tanto es importante distinguir entre cuáles beneficios nos motivarían a reunirnos para adorar regularmente en la congregación y cuál es el enfoque que nuestra mente y nuestro corazón deberían buscar en ese momento.

Acorde con Don Whitney, "Existe un elemento en la adoración y en la cristiandad que no se puede experimentar adorando en privado o mirando en la televisión. Existen una clase de gracias y bendiciones que Dios otorga solamente cuando estamos juntos reunidos con otros creyentes" (Disciplinas Espirituales, 92). Seguramente, muchas más podrían observarse pero aquí van cinco "gracias y beneficios" que se experimentan únicamente en el contexto de la adoración congregacional.

1. Despertar

A menudo entramos en la adoración congregacional sintiéndonos como con una niebla espiritual. Durante una semana muy dura y difícil, los golpes de la vida real en un mundo perdido podrían desorientarnos drásticamente acerca de la realidad y de lo que es verdaderamente es importante. Necesitamos aclarar nuestra mente, recalibrar nuestro espíritu y darle energía a nuestro lento corazón. Martin Lutero encontró en la alabanza congregacional un poderoso despertar a su fuego espiritual: " En casa, en mi propio hogar, no existe esa calidez o vigor en mí, solo en la iglesia cuando toda la multitud se reúne el fuego se enciende e irrumpe internamente".

Aún mejor que Lutero es la experiencia del salmista inspirado. En el salmo 73, comienza a medida que se acerca conscientemente a la presencia de Dios: "Cuando pensaba, tratando de entender esto, fue difícil para mí, hasta que entre en el santuario de Dios; entonces comprendí el fin de ellos" (Salmo 73:16-17) (NBLH).

Él estaba abatido. La niebla espiritual era espesa. Pero el despertar vino en el entorno de la adoración. La cual luego desencadena en la expresión culmine de alabanza: " ¿A quién tengo yo en los cielos, sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre". (Salmo 73: 25-26)(NBLH).

¿Cuántas veces encontramos este pensamiento como una verdad para nosotros mismos? En vez de estar alejados de la alabanza congregacional cuando nos sentimos aletargados, precisamente es el despertar de la adoración lo que más necesitamos. Cuando nuestros corazones se sienten vacíos necesitamos recordarle a nuestra alma: "Para mí estar cerca de Dios es mi bien" (Salmo 73:28) (NBLH).

2. Confianza

Otro beneficio es la dinámica comunitaria− que significa no solo satisfacer nuestros propios deseos de pertenecer y compartir la misión (comunión) sino también proveer un aumento de nuestra confianza.

Mientras muchos de nosotros admiramos personajes como Atanasio y Lutero que se plantaron en contra del mundo, solos, (contra mundum), debemos recordar lo que Dios dijo acerca que no es bueno que estemos solos (Génesis 2:18). Estos héroes fueron producto de días extremadamente difíciles e inevitablemente sus historias han sido un poco olvidadas en la memoria colectiva con el paso del tiempo. Ni Atanasio ni Lutero estuvieron solos en la lucha sino que fueron parte de comunidades que los amparaban y sostenían en sus radicales y no populares creencias.

Y lo mismo con nosotros. No fuimos creados para estar solos sin compañeros. Aún en tiempos de dificultad como los de Elías, Dios le entregó siete mil que no abandonaron la fe (1 Reyes 19:18). Dios nos hizo para funcionar en comunidad− digamos "la iglesia"− y ser parte de esta comunidad local y global juega un papel importante asegurándonos no sólo en que no estamos engañándonos a nosotros mismos en pretender que nuestra profesión es creíble sino también en que sabemos verdaderamente en quién hemos creído (2 Timoteo 1:12)

La adoración en nuestra iglesia local nos lleva a mirar la adoración de la iglesia universal y que Jesús tiene un pueblo formado por todas las naciones y un día todos estaremos incluidos (Apocalipsis 7:9).

3. Crecimiento

La adoración congregacional es parte importante en nuestra santificación—en nuestro crecimiento progresivo de ser conformados a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). La adoración congregacional es para nuestra propia edificación, ánimo y consuelo (1 Corintios 14:3) y también en la exaltación unánime de Jesús, "...estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria" (2 Corintios 3:18).

El crecimiento espiritual no es algo que se saca de aplicar un sermón y que funciona en nuestras vidas esa semana. Como Tim Keller afirma, la santificación puede pasar "en el mismo lugar" así como durante la predicación del evangelio, como en la adoración congregacional. Existen momentos− Dios puede crear muchos− cuando el Espíritu Santo toma la palabra leída, la oración dicha, la canción cantada por el coro o la verdad predicada y presiona justo en el punto que más necesitamos y no sólo como una mera información acerca de nuestro caminar en el Señor sino como sanidad en ese preciso momento.

Cuando nos reunimos a adorar en la congregación a Dios le gusta no solo cambiarnos mentalmente sino también cambiar nuestro corazón ahí mismo.

4. Aceptar el Liderazgo de Otro

Una diferencia importante entre la adoración en público y la adoración privada es la posición de nuestra iniciativa. La adoración en la congregación nos recuerda que nuestra fe es fundamentalmente recepción y no nuestra propia iniciativa. En nuestros devocionales privados nosotros nos lideramos en un sentido. La adoración en grupo nosotros estamos recibiendo el liderazgo de otros cristianos.

En la adoración privada nosotros estamos en el asiento del conductor. Nosotros decidimos qué versículos leer, cuándo orar, qué orar, cuánto tiempo pasar recorriendo la Biblia y meditando en la Palabra, qué canciones escuchar o cantar, qué verdad del evangelio predicarnos a nosotros mismos y qué aplicaciones considerar. Pero en la adoración en la iglesia, nosotros respondemos. Otros predican y oran y eligen las canciones y deciden la duración de cada actividad. Nosotros sólo nos posicionamos para recibir.

Es bueno tomar esas decisiones en nuestros propios devocionales pero también es positivo para nosotros practicar el adorar a Dios cuando otros hacen las selecciones. La adoración congregacional demanda una disciplina de nuestra parte para responder y no sólo buscar a Dios en nuestros términos. Es una oportunidad para dejarnos liderar y no asumir el liderazgo.

5. Un gozo Acentuado

Por último, de esta lista, es la elevada alabanza que se alcanza con la congregación. Cuando adoramos juntos nuestro propio asombro es acentuado, nuestra adoración aumenta, nuestra porción de gozo se duplica. Como dice un viejo proverbio sueco, la alegría compartida es doble alegría. En la adoración congregacional las "gracias y beneficios" que únicamente disfrutamos no son solamente el despertar, confianza, aceptación del liderazgo de otros o un gozo remarcable sino también el gran gozo de una adoración más rica, profunda y asombrosa porque nuestro deleite en Jesús se expande a medida que lo magnificamos todos juntos.

El secreto del gozo en la adoración congregacional no es sólo el olvidarnos de nosotros mismos− o poner positivamente preocupación en Jesús y su gloria− pero también la grata toma de conciencia de que no estamos solos en la satisfacción de nuestras almas en El.


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