¿Quién es Este Hombre Dividido? Parte 6

De Libros y Sermones Bíblicos

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Romanos 7:14-25
Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. 15Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. 17Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. 20Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. 24¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? 25Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado”.

Contenido

No Se Puede Amar la Biblia y Despreciar la Mente

Usted no puede amar la Biblia y despreciar la mente. Es cierto que si usted ama la Biblia, no tendrá creerá en lo más mínimo que solo con el poder de razonamiento humano se salvará a alguien, o se resolverán los problemas más profundos de nuestras vidas. Pero tampoco será capaz de apartarse de la mente y decir: la emoción, el Espíritu, o las obras, son la clave para vivir para Cristo.

Digo esto porque, a medida que me acerco al final de los siete primeros capítulos de Romanos, vuelvo a quedar fascinado por el asombroso nivel de razonamiento que este libro, divinamente inspirado, demanda de las mentes de sus lectores. Dios, quien inspiró este libro, debía tener la intención de que su pueblo (los que son llamados a meditar en la Palabra de Dios día y noche), empleara su mente y se entregara a la labor mental necesaria para seguir el hilo del pensamiento en este libro. No permita que su mente se vuelva débil y vaga. Si lo hace, usted mismo se estará privando de una gran bendición.

También digo que usted no puede amar la Biblia y despreciar la mente, por la razón que Pablo expresa aquí, en Romanos 7:25: “yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado”. El instrumento con el cual Pablo sirve a Dios, es su mente. “Con la mente sirvo a la ley de Dios”. Por tanto, no desprecie la mente. No menosprecie la mente. No descuide la mente. No críe a sus hijos sin fuertes ejercicios y entrenamientos mentales. Dedique su mente a Dios. Ayuden a sus hijos a usar sus mentes para la gloria de Dios. Dios la destinó a ser un instrumento de servicio. “Con la mente sirvo a la ley de Dios”. Que se pueda decir esta expresión al referirse a cada uno de nosotros.

Entonces, Razonemos Detenidamente Acerca de Este Versículo que Concluye Romanos 7

He dado nueve razones para creer que este hombre dividido, descrito en Romanos 7:14-25 es un cristiano, un hombre converso, realmente salvo y justificado, que ha vuelto a nacer, con el Espíritu Santo morando dentro de sí; pero que también vive con un remanente de corrupción, es habitado por el pecado, y en ocasiones es dominado por el poder de la carne. Ahora concluyo esta exposición de Romanos 7 con un último argumento, específicamente, del versículo 25. He aquí la forma en que este argumento funciona.

10. El Resumen Sensato del Versículo 25b

Aquellas personas que creen que estos versículos describen una experiencia pre-cristiana, generalmente ven en el versículo 24 y en la primera parte el versículo 25, un momento decisivo que conduce a la vida triunfal de Romanos 8. Romanos 7:24 plantea la pregunta: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Y después la respuesta en el versículo 25a, “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”. Usualmente la interpretación que se le da a este versículo es que, después de la falla de Romanos 7:14-24, Pablo llega a un momento de triunfo y transición. Él avanza desde la derrota experimentada en Romanos 7, a la experiencia triunfal de Romanos 8.

Pero para esta interpretación, Romanos 7:25b es una vergüenza y una piedra de tropiezo. El versículo 25b no se ajusta a esta interpretación. Justo cuando este punto de vista espera una declaración triunfante, acerca de cómo este hombre dividido alcanza la victoria y finalmente queda unido, libre de conflicto, y completamente bajo la influencia del Espíritu Santo, ¿qué se encuentra en el versículo 25b? Pues, justo lo que se esperaría escuchar si Romanos 7 tratara realmente acerca de la experiencia normal de conflicto y lucha que existe en un cristiano. Usted se encuentra con una declaración resumen de una vida de lucha dividida y. El versículo 25b dice: “Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado”.

Este versículo es el resumen de la experiencia de Pablo después del glorioso grito de triunfo, en el versículo 24-25a: “¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”. Pablo pregunta “¿Quien me libertará?”, no dice: « ¿Quién me ha liberado?» Luego, después de la exclamación de agradecimiento porque Cristo será quien le libertará, Pablo dice: «hasta esa liberación final y definitiva, seré un hombre dividido y acosado». Versículo 25b: “Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado”.

Así que el décimo argumento es que el grito de victoria de Pablo en el versículo 25a: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”, no es una señal de que Pablo ha avanzado hacia una nueva clase de vida, por encima de las batallas y pérdidas de Romanos 7. En cambio, este grito de esperanza está seguido por un resumen serio y realista de todo lo que hemos visto; a saber, que Pablo, el cristiano, es tanto el hombre nuevo, como el antiguo. Él está tan habitado por el Espíritu, como asediado por la carne. Es liberado del dominio del pecado, y habitado por un remanente de corrupción. Esta condición será su destino hasta que muera, o hasta que Cristo venga. Aquí tenemos el realismo bíblico de Romanos 7.

Pero razonemos detalladamente acerca de esta última parte del versículo 25: “Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado”. ¿Qué clase de vida está describiendo Pablo? Pablo no está describiendo una vida solo de fracasos, o una vida solo de éxitos. Su objetivo aquí, no es dar a conocer cuán exitoso es, o con qué frecuencia triunfa o es derrotado. Pablo simplemente está diciendo que estas dos realidades existen en él, y que estas realidades explican por qué él y todos los cristianos en general, no somos perfectos. La Ley de Dios no es la culpable. La carne es la culpable. O lo que él llama en el versículo 17 y 20: “el pecado que habita en mí”, o llama en el versículo 21: “el mal [que] está presente en mí”.

La Mente No Es Intrínsicamente Buena y el Cuerpo No Es Intrínsicamente Malo

Hay otra aclaración que debemos hacer sobre este versículo. No debemos llevarnos la impresión de que “la mente” es intrínsicamente buena y que “el cuerpo” es intrínsicamente malo. No, el término “carne” en este versículo, no quiere decir simplemente “cuerpo”, y el término “mente” no se refiere sencillamente al órgano natural con que razonamos. La “mente” que sirve a la Ley de Dios es la mente renovada de Pablo, no la “mente depravada” a la que se hace referencia en Romanos 1:28. Recuerden que Romanos 12:2 dice: “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. En otras palabras, la mente tiene que ser “renovada” para poder comprobar cuál es la buena voluntad de Dios. Así que, cuando Pablo dice en Romanos 7:25 que está sirviendo a la Ley de Dios con su mente, se refiere a que Dios está renovando su mente y dándole una medida de victoria, por encima de la carne, para discernir y aprobar la voluntad de Dios.

Y la “carne” no es simplemente el cuerpo. En Gálatas 5:20 las “obras de la carne” incluyen “pleitos, celos, enojos”, no solo inmoralidad, impureza, o sensualidad. La carne es la parte de la naturaleza humana caída de Pablo que todavía no ha sido transformada por el Espíritu Santo. Esta naturaleza caída puede llegar a expresarse mediante el cuerpo, y también por medio de la mente. Colosenses 2:18 hasta hace referencia a “la mente carnal”. Así que, aquí debemos tener cuidado de no elevar la mente hasta una posición de perfección mientras bajamos al cuerpo hasta una posición de impureza. Ese no es el objetivo del texto. La carne no es lo opuesto a la “mente”, sino lo opuesto a una mente renovada. Y la carne puede ser también, lo opuesto al cuerpo, cuando el cuerpo está siendo presentado ante Dios como un instrumento de justicia.

Por tanto Pablo está diciendo en este último versículo que su vida de obediencia viene de su mente ya renovada por el Espíritu Santo, para poder discernir y aprobar la voluntad de Dios, y que cuando falla en su mente, o en sus sentimientos, o en su palabra, o en sus acciones, quien falla es la carne (la antigua naturaleza caída) que le acosa y le toma ventaja.

Ahora bien, volvamos atrás y preguntemos de nuevo, ¿cómo debemos vivir ante este realismo bíblico que hemos visto en Romanos 7? Adentrémonos en las otras verdades que Pablo ha dicho acerca de nuestra naturaleza como cristianos.

Ya somos: Decisiva e Irrevocablemente Libres; Todavía no somos: Definitiva y Perfectamente Libres

Dos verdades deben quedar profundamente arraigadas en nuestras mentes como cristianos:

La primera es que cuando creímos en Cristo, fuimos unidos a él, y experimentamos una liberación decisiva del dominio del pecado. Pablo lo dice una y otra vez en Romanos 6:6: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado”. Versículo 14: “Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia”. Versículos 17-18: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fuisteis entregados 18 y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia”. También en Romanos 8:2: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”. Cuando confíanos en Jesús como nuestro Tesoro, ocurrió un evento de liberación decisivo e irrevocable.

La segunda verdad que debe quedar profundamente arraigada en nuestras mentes es que, aunque haya tenido lugar una liberación decisiva del dominio del pecado, todavía no ha ocurrido la liberación total y perfecta del pecado que habita en nosotros. Por esa razón, hemos expuesto cinco mensajes, exponiendo en Romanos 7:14-25: “el pecado que habita en nosotros”. La “carne” y el “mal”, todavía están presentes en nosotros, y amenazan con cautivarnos en cualquier momento.

Entonces, la pregunta es: ¿cómo viviremos teniendo en cuenta esta doble verdad acerca de nosotros? La respuesta nos llega, al ver la asombrosa manera en que Pablo nos habla acerca de nuestra liberación y de nuestra renovación en Cristo. Pablo hace, una y otra vez, dice: «Usted se convierte en este nuevo hombre una vez que está en Cristo. Este hombre libre es su más profunda y verdadera identidad. Ahora, actúe de acuerdo a esta nueva identidad. Busque a Cristo, confíe en su ayuda, y por medio de su Espíritu conviértase en el hombre nuevo que ya es».

Si su pecado dominante se altera, afirme que en Cristo usted ha muerto a esa identidad, y que en Cristo usted tiene la paciencia y bondad divinas. Busque a Cristo, crea en él, y regocíjese en él. Y pelee contra la ira, como alguien que ya ha conseguido la victoria sobre ella.

Si su pecado dominante es la lujuria heterosexual u homosexual, afirme que la verdad es que en Cristo usted ha muerto a esa identidad caída y distorsionada. Recuerdo muchas conversaciones con Joe Hallett, quien salió de la vida homosexual, vivió entre nosotros con SIDA durante 10 años, y murió hace unos pocos años. Él nunca se cansaba de decir: No digan: “soy homosexual”. Más bien digan: “yo lucho contra los deseos homosexuales”. Esta expresión no era un artificio proveniente de una mente superficial acerca del asunto. Esta expresión era una profunda interpretación bíblica de Romanos 6 y 7: En Cristo nuestro viejo hombre ha muerto (cualquiera que haya sido su distorsión y corrupción) y somos decisiva e irrevocablemente nuevos. En Cristo Jesús, el homosexual, el fornicario, el adúltero, el codicioso, el ladrón y el alcohólico, no son quienes realmente son. Afirme esta verdad mediante la fe en Cristo. Confíe en Cristo como su tesoro plenamente satisfactorio y búsquelo para que le ayude a convertirse (tanto como sea posible en esta vida) en quien usted realmente es en Cristo Jesús.

Conviértase en Quien Usted Realmente Es

Concluyamos examinando la forma en que Pablo expone esta verdad acerca de nuestra renovación, para que puedan verla en realidad, aquí en la Palabra de Dios. Pablo expone esta verdad afirmando fuertemente que los cristianos somos hechos nuevos; y luego, anuncia un mandamiento igualmente fuerte: que nos volvamos nuevos. Aquí están algunos de los ejemplos del Nuevo Testamento:

1. Afirmación de renovación: Romanos 6:14: “Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia”. Romanos 6:12: “Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias”.

2. Afirmación de renovación: Romanos 6:18: “y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia”. Mandato a volvernos nuevos: Romanos 6:19: “así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia”.

3. Afirmación de renovación: Romanos 6:6: “nuestro viejo hombre fue crucificado con Él”. Mandato a volvernos nuevos: Romanos 6:11: “consideraos muertos para el pecado”.

4. Afirmación de renovación: Colosenses 3:9: “habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos”. Mandato a volvernos nuevos: Efesios 4:22: “que… os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos”.

5. Afirmación de renovación: Colosenses 3:10: “y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento”. Mandato a volvernos nuevos: Efesios 4:24: “y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad”.

6. Afirmación de renovación: Gálatas 3:27: “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido”. Mandato a volvernos nuevos: Romanos 13:14, “vestíos del Señor Jesucristo”.

7. Afirmación de renovación: Gálatas 5:24: “Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Mandato a volvernos nuevos: Romanos 13:14b: “y no penséis en proveer para las lujurias de la carne”.

8. Mandato a volvernos nuevos: 1ra a los Corintios 5:7a: “Limpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura”. Afirmación de renovación: 1ra a los Corintios 5:7b: “…sin levadura como sois”.

Cuando Pablo dice en Romanos 7:25b: “yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios”, quiere decir: «Mediante el poder transformador del Espíritu, pongo mi mente en el tesoro que es Jesucristo, y en todo lo que Dios es para mí en Cristo (2da a los Corintios 5:19; 1ra a los Corintios 1:30; Colosenses 2:3, 9); en todo lo que yo soy en él (2da a los Corintios 5:17), y en todo lo que me convertiré a través de él (Filipenses 1:11). Creo en Cristo y confío en su ayuda y en su poder. Actúo en esa fe. Y si tropiezo, no sucumbiré a la tentación de negar a Cristo o a mi verdadera identidad en él. Me arrepiento y me deleito en su perdón, y sigo luchando.

Unámonos a él ¡No andemos conforme a este mundo, más bien, mediante la renovación de nuestras mentes, sirvamos a la Ley de Dios!


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