Agar y la Esclavitud Versus Sara y la Libertad

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Gálatas 4:21:31
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“Decidme, los que deseáis estar bajo la ley, ¿no entienden la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de una esclava  y otro de una mujer libre. Pero, el hijo de la esclava nació según la carne y el hijo de la mujer libre nació en virtud de la promesa. Esto contiene una alegoría, pues estas mujeres representan dos pactos; uno procede del monte Sinaí,  que engendra hijos para ser esclavos; está representado por  Agar; Agar está en el Monte Sinaí en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, porque está en esclavitud con sus hijos. Pero la otra Jerusalén, la de arriba, es libre y es nuestra madre. Porque está escrito:
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´Regocíjate, oh estéril, tú que no concibes
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Prorrumpe y clama, tú que no tienes dolores de parto
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Que los de la que tiene marido´
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Nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Así como entonces, el que nació según la carne persiguió al que nació según el Espíritu, así también sucede ahora. ¿Pero, qué dice la Escritura?: ´Echa afuera a la esclava y a su hijo, pues el hijo de la esclava no será heredero con el hijo de la mujer libre´. Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre.”
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La alegoría de Agar y Sara se escribió para persuadirnos (junto con los gálatas) a no obedecer a los judaizantes  y ser esclavos como Agar e Ismael, sino a seguir el ejemplo de Sara e Isaac para ser libres. Quiero comenzar con una definición de la libertad, que creo que está implícita acá. Luego vamos a analizar todo este simbolismo y aprender cómo tener libertad.
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Libertad Plena
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La libertad plena se alcanza cuando ni la falta de oportunidad, ni la falta de habilidad, ni la falta de deseo evitan que hagamos lo que nos hace más felices por miles de años. Para ser felices en el sentido máximo, tenemos que tener la oportunidad, la habilidad y el deseo de hacer lo que nos hace felices por miles de años. Otra forma de decirlo es que hay cuatro clases de libertad, o mejor, cuatro etapas de libertad en el camino a la libertad plena que todos anhelamos: libertad de oportunidad para hacer lo que podemos, libertad de habilidad para hacer lo que deseamos y libertad de deseo para hacer lo que nos traerá una alegría interminable.
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Por ejemplo, tomemos el salto en esquí. Supongamos que están en camino al aeropuerto para el primer salto verdadero, pero su auto golpea contra un hoyo en el pavimento en Hiawatha, debido a un reventón y chocan contra un poste telefónico. No se sienten libres para saltar,  tengan o no la habilidad de hacerlo, porque pierden la oportunidad mientras esperan la grúa de remolque. Les falta la libertad de oportunidad.
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O supongan que pueden llegar al aeropuerto pero no tienen ninguna habilidad en absoluto – nunca aprendieron salto en esquí ni saben cómo funciona un paracaídas. La oportunidad está allí, pero no tienen la libertad de habilidad – son esclavos de su propia falta de conocimiento.
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Pero supongan que llegan al aeropuerto, concurrieron a la escuela, se entrenaron, tienen la habilidad necesaria y despegan para hacer su primer salto. Pero cuando miran hacia abajo se desvanece el deseo de hacerlo y un miedo enorme se instala en su lugar. Tienen la oportunidad, la habilidad y el conocimiento, pero no tienen la libertad de deseo. Lo interesante sobre la libertad de deseo es que podrían saltar sin desearlo, pero no sería un acto libre. Por ejemplo, pueden sentirse tan avergonzados frente a su instructor (o a su novia) que el deseo de no sentirse así supera al deseo de no saltar. Por lo tanto saltan. Pero la experiencia emocional no es lo que llamamos libertad. Actúan bajo limitaciones externas incómodas. Son como Herodes cuando su hijastra le pidió la cabeza de Juan, el Bautista. Él no quería matar a Juan, pero menos aún quería sentirse avergonzado ante sus invitados. Entonces actuó, pero no con libertad de deseo. Tenemos libertad de deseo cuando hacemos lo que nos gusta.
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Esa es la manera en la que muchos cristianos profesos tratan de observar los mandamientos de Cristo. No les da placer hacerlo, pero sienten algunas limitaciones incómodas, como presiones sociales, miedo al infierno o el deseo de impresionar a alguien. Experimentan impulsos externos de obediencia, pero el deseo que sienten en sus corazones se concentra en otro lado. No disfrutan de la libertad de deseo que nos da Cristo cuando toma forma en el corazón (Gálatas 4:19).
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Hay un último requisito para llegar a la libertad plena. Supongan que llegan al aeropuerto sin ningún problema, poseen todo el conocimiento necesario, ven los pequeños  grupos de silos, los graneros, las casas de campo y están ansiosos por saltar. Tienen  la libertad de oportunidad, de habilidad y de deseo. Entonces saltan. Cuando van descendiendo libremente, algo desconocido para ustedes, el paracaídas falla y no se abre. ¿Se sienten libres? En tres sentidos, sí, pero en ese cuarto sentido crítico, no. Lo que están haciendo tan alegremente, tan libremente los va a matar. Lo sepan o no, son esclavos de la destrucción. Habría sido una burla exultarse en la libertad de una caída estimulante si sabían que los llevaría a la destrucción. Para sentirse totalmente libres, no es suficiente tener la oportunidad, la habilidad y el deseo de actuar. Los actos que desean y realizan tienen que conducirlos a la vida, en realidad, a la vida eterna, no a la destrucción.
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Para una persona cristiana joven es ingenuo envidiar la tan llamada libertad de aquellos que se lanzan a través de la ventana del pecado, por un tiempo de regocijo en salto libre al sexo, a la codicia, a las drogas o al lujo. Van a morir como una exhalación, pero los que hacen la voluntad del Señor van a permanecer para siempre (1 Juan 2:17). La verdadera libertad no es solo la oportunidad y la libertad de hacer lo que desean. Es la oportunidad, habilidad y el deseo de hacer lo que los hará felices por miles de años.
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En consecuencia, los verdaderos cristianos son las personas más libres del mundo. En Gálatas, Pablo pelea con todas sus fuerzas para demostrar lo que significa realmente la enseñanza de los judaizantes: esclavitud. Para Pablo, la experiencia de la libertad no es glasé sobre la torta del Cristianismo. La libertad en Cristo es el Cristianismo. Es una cuestión de eternidad. Ese es el primer punto de la alegoría. Veamos si podemos entenderlo y fortalecer nuestra posición con respecto a la libertad.
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Lo que la Ley Enseña sobre la Libertad

Revisión de 15:56 28 nov 2011

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English: Hagar and Slavery Vs. Sarah and Freedom

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Por John Piper sobre La Libertad Cristiana
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


Por John Piper sobre La Libertad Cristiana

Parte de la Serie Broken by His Cross and Healed by His Spirit

Gálatas 4:21:31

“Decidme, los que deseáis estar bajo la ley, ¿no entienden la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de una esclava y otro de una mujer libre. Pero, el hijo de la esclava nació según la carne y el hijo de la mujer libre nació en virtud de la promesa. Esto contiene una alegoría, pues estas mujeres representan dos pactos; uno procede del monte Sinaí, que engendra hijos para ser esclavos; está representado por Agar; Agar está en el Monte Sinaí en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, porque está en esclavitud con sus hijos. Pero la otra Jerusalén, la de arriba, es libre y es nuestra madre. Porque está escrito:

´Regocíjate, oh estéril, tú que no concibes

Prorrumpe y clama, tú que no tienes dolores de parto Porque más son los hijos de la mujer abandonada Que los de la que tiene marido´

Nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Así como entonces, el que nació según la carne persiguió al que nació según el Espíritu, así también sucede ahora. ¿Pero, qué dice la Escritura?: ´Echa afuera a la esclava y a su hijo, pues el hijo de la esclava no será heredero con el hijo de la mujer libre´. Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre.”

La alegoría de Agar y Sara se escribió para persuadirnos (junto con los gálatas) a no obedecer a los judaizantes y ser esclavos como Agar e Ismael, sino a seguir el ejemplo de Sara e Isaac para ser libres. Quiero comenzar con una definición de la libertad, que creo que está implícita acá. Luego vamos a analizar todo este simbolismo y aprender cómo tener libertad.

Libertad Plena

La libertad plena se alcanza cuando ni la falta de oportunidad, ni la falta de habilidad, ni la falta de deseo evitan que hagamos lo que nos hace más felices por miles de años. Para ser felices en el sentido máximo, tenemos que tener la oportunidad, la habilidad y el deseo de hacer lo que nos hace felices por miles de años. Otra forma de decirlo es que hay cuatro clases de libertad, o mejor, cuatro etapas de libertad en el camino a la libertad plena que todos anhelamos: libertad de oportunidad para hacer lo que podemos, libertad de habilidad para hacer lo que deseamos y libertad de deseo para hacer lo que nos traerá una alegría interminable.
Por ejemplo, tomemos el salto en esquí. Supongamos que están en camino al aeropuerto para el primer salto verdadero, pero su auto golpea contra un hoyo en el pavimento en Hiawatha, debido a un reventón y chocan contra un poste telefónico. No se sienten libres para saltar,  tengan o no la habilidad de hacerlo, porque pierden la oportunidad mientras esperan la grúa de remolque. Les falta la libertad de oportunidad.

O supongan que pueden llegar al aeropuerto pero no tienen ninguna habilidad en absoluto – nunca aprendieron salto en esquí ni saben cómo funciona un paracaídas. La oportunidad está allí, pero no tienen la libertad de habilidad – son esclavos de su propia falta de conocimiento.

Pero supongan que llegan al aeropuerto, concurrieron a la escuela, se entrenaron, tienen la habilidad necesaria y despegan para hacer su primer salto. Pero cuando miran hacia abajo se desvanece el deseo de hacerlo y un miedo enorme se instala en su lugar. Tienen la oportunidad, la habilidad y el conocimiento, pero no tienen la libertad de deseo. Lo interesante sobre la libertad de deseo es que podrían saltar sin desearlo, pero no sería un acto libre. Por ejemplo, pueden sentirse tan avergonzados frente a su instructor (o a su novia) que el deseo de no sentirse así supera al deseo de no saltar. Por lo tanto saltan. Pero la experiencia emocional no es lo que llamamos libertad. Actúan bajo limitaciones externas incómodas. Son como Herodes cuando su hijastra le pidió la cabeza de Juan, el Bautista. Él no quería matar a Juan, pero menos aún quería sentirse avergonzado ante sus invitados. Entonces actuó, pero no con libertad de deseo. Tenemos libertad de deseo cuando hacemos lo que nos gusta.

Esa es la manera en la que muchos cristianos profesos tratan de observar los mandamientos de Cristo. No les da placer hacerlo, pero sienten algunas limitaciones incómodas, como presiones sociales, miedo al infierno o el deseo de impresionar a alguien. Experimentan impulsos externos de obediencia, pero el deseo que sienten en sus corazones se concentra en otro lado. No disfrutan de la libertad de deseo que nos da Cristo cuando toma forma en el corazón (Gálatas 4:19).

Hay un último requisito para llegar a la libertad plena. Supongan que llegan al aeropuerto sin ningún problema, poseen todo el conocimiento necesario, ven los pequeños grupos de silos, los graneros, las casas de campo y están ansiosos por saltar. Tienen la libertad de oportunidad, de habilidad y de deseo. Entonces saltan. Cuando van descendiendo libremente, algo desconocido para ustedes, el paracaídas falla y no se abre. ¿Se sienten libres? En tres sentidos, sí, pero en ese cuarto sentido crítico, no. Lo que están haciendo tan alegremente, tan libremente los va a matar. Lo sepan o no, son esclavos de la destrucción. Habría sido una burla exultarse en la libertad de una caída estimulante si sabían que los llevaría a la destrucción. Para sentirse totalmente libres, no es suficiente tener la oportunidad, la habilidad y el deseo de actuar. Los actos que desean y realizan tienen que conducirlos a la vida, en realidad, a la vida eterna, no a la destrucción.

Para una persona cristiana joven es ingenuo envidiar la tan llamada libertad de aquellos que se lanzan a través de la ventana del pecado, por un tiempo de regocijo en salto libre al sexo, a la codicia, a las drogas o al lujo. Van a morir como una exhalación, pero los que hacen la voluntad del Señor van a permanecer para siempre (1 Juan 2:17). La verdadera libertad no es solo la oportunidad y la libertad de hacer lo que desean. Es la oportunidad, habilidad y el deseo de hacer lo que los hará felices por miles de años.

En consecuencia, los verdaderos cristianos son las personas más libres del mundo. En Gálatas, Pablo pelea con todas sus fuerzas para demostrar lo que significa realmente la enseñanza de los judaizantes: esclavitud. Para Pablo, la experiencia de la libertad no es glasé sobre la torta del Cristianismo. La libertad en Cristo es el Cristianismo. Es una cuestión de eternidad. Ese es el primer punto de la alegoría. Veamos si podemos entenderlo y fortalecer nuestra posición con respecto a la libertad.

Lo que la Ley Enseña sobre la Libertad


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