Fortalecidos para Sufrir: Cristo, Noé y el Bautismo

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English: Strengthened to Suffer: Christ, Noah, and Baptism

© Desiring God

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Por John Piper sobre Bautizo
Una parte de la serie 1 Peter: Grow in the Grace & Knowledge of Christ

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


1 Pedro 3:18-22

Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu, en el cual, Él fue y predicó a los espíritus prisioneros, quienes en otro tiempo fueron desobedientes, cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua. Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva - no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una conciencia buena - mediante la Resurrección de Cristo, quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de habérsele sometido los ángeles, las autoridades y las potestades.

La Conexión con lo que Precede y con lo que Continúa

Para comprender todo lo que refiere este párrafo, tenemos que entender cómo se relaciona con lo que lo precede y con lo que le sigue. Justo antes, en el versículo 17, Pedro llama a los cristianos a sufrir si esa es la voluntad de Dios: “Es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal.” A veces, es la voluntad de Dios que suframos por hacer el bien. No es fácil de entender. Necesitamos ayuda con esto. Necesitamos entendimiento, estímulo y esperanza, si es la voluntad de Dios que suframos por hacer el bien.

Por eso, en el versículo 18, Pedro comienza este párrafo diciendo: “Porque también Cristo murió [padeció] por los pecados una sola vez…” La palabra “porque” nos muestra que Pedro está empezando a explicar por qué, a veces, es la voluntad de Dios que suframos por hacer el bien. Por lo cual, el párrafo comienza como una explicación o una razón del llamado a sufrir como cristianos por hacer el bien.

Fíjense en la conexión entre el párrafo y lo que sigue en 4:1. La parte siguiente continúa así: “Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito” - es decir, el propósito de sufrir por hacer el bien, como lo hizo Cristo. Por consiguiente, justo antes (en 3:17) y justo después del texto (en 4:17), el punto es: estén preparados para sufrir por hacer el bien, en caso de que sea la voluntad de Dios. Prepárense para ese propósito.

Pedro nos está Preparando para Sufrir

Entre estos dos llamados a sufrir, está nuestro texto, versículos 18-22. Por lo tanto, el tema principal de estos versículos es ayudarnos a que estemos preparados para sufrir con Jesús por hacer el bien, no por hacer lo que está mal. Aunque en este versículo haya cosas enigmáticas, no debemos olvidar el punto principal – en este texto, la intención de Pedro es ayudarnos a armarnos en la fe para sufrir por el bien de Cristo y su reino.

Lo Normal en la Mayor Parte de la Historia

Si esto les parece irrelevante, puede ser porque ustedes, como la mayoría de los norteamericanos, están separados del gran mundo más allá de nuestro pequeño país (cerca del 5% del total) y más allá de nuestra pequeña era americana (cerca del 5% de los últimos 6.000 años). Para la mayor parte del mundo y de la historia, ser cristiano no ha sido seguro. Stephen Neil dice, en su Historia de las Misiones Cristianas (p.43), que en los primeros tres siglos, cuando la iglesia se expandía como un fuego incontrolable: “Cada cristiano sabía, que tarde o temprano, tendría que dar testimonio de su fe a riesgo de costarle la vida”.

¡Piensen en eso! Imaginen evangelizar en un marco donde no podían prometerle a la gente que las cosas mejorarían para ellos en la tierra, pero que si ellos creían en lo que les ofrecían, podrían poner en riesgo sus vidas. ¿Esto nos dice algo sobre nuestros mensajes y métodos evangélicos? Esto era normal en el contexto de esta carta, en la mayor parte del mundo y la mayoría de las veces, incluso lo es en la actualidad.

Pero, hemos inventado nombres para los lugares en donde es peligroso ser cristiano. Los llamamos países “restrictivos”. Lo cual es realmente extraño. Nuestra falsa suposición, de que tener seguridad es algo normal, la usamos para determinar dónde puede avanzar la misión de la iglesia. Toda esta idea habría resultado incomprensible para Pedro y Pablo.

Lo Normal en la Mayor Parte del Mundo

En la actualidad, es normal sufrir por ser cristianos en la mayoría de los lugares. Estar seguros y ser respetados es la excepción, no la regla. Solo un ejemplo. Los misioneros evangelistas llegaron a Camboya en la década del 20. Cuando fueron expulsados, en 1965, había cerca de 600 creyentes. Entre 1965 y 1975, durante la guerra civil, la población cristiana subió a 90.000, aproximadamente. Fue una extraordinaria obra de Dios. Pero, cuando la organización guerrillera Khmer Rouge (los Jemeres Rojos) asumió el poder, y Pol Pot (su líder) desató su furia sobre la nación, la mayoría de estos cristianos murieron o huyeron del país.

Esta historia puede ser repetida cientos de veces, una y otra vez, en todo el mundo y a lo largo de los siglos. Es normal, no anormal, que los cristianos sean odiados. Jesús dijo algo contundente en Mateo 24:9: “Seréis odiados por todas las naciones por causa de mi nombre”. Acá hay una advertencia para nosotros en Estados Unidos. Tengo la impresión de que tenemos un modo implacable y revolucionario en Estados Unidos. La atmósfera parece ser de aspereza, rencor y perversa animosidad en la plaza pública – como si las elites liberales, humanísticas, seculares, culturales relativistas nos hubieran quitado nuestro mundo cristiano.

Creo que es el tiempo correcto para una dosis intensa de las enseñanzas de 1 Pedro – como en 4:12: “No os sorprendáis cuando el fuego de prueba caiga sobre vosotros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo”. Pedro desarrolla detalladamente esta carta para decirnos que somos extranjeros y expatriados acá y que NO es sorprendente ni anormal cuando los poderes culturales agravian al Cristianismo. “Si al dueño de la casa lo han llamado Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!” (Mateo 10:25).

En este texto de hoy – y en toda la carta – Pedro está poniendo énfasis en ayudarnos a estar preparados para sufrir, si esa fuera la voluntad de Dios. Con ese objetivo fueron escritos los versículos 18-22.

Cinco Maneras en las que Pedro nos Prepara para Sufrir

Presten atención a las cinco maneras en las que Pedro nos fortalece para esa posibilidad.

1. Recuerden que Cristo sufrió

Primero, él insiste que no olvidemos que Cristo, nuestro gran Rey y Salvador, sufrió.

Versículos 17-18: “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si esa es la voluntad de Dios, que por hacer el mal, PORQUE también Cristo sufrió”. A lo largo del Nuevo Testamento, la actitud del Cristianismo es: Nuestro Señor sufrió, nosotros vamos a imitarlo.

Tenemos a Pablo que dice: “Y conocerle a Él y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como Él en su muerte” (Filipenses 3:10). A Hebreos que dice: “Padeció fuera de la puerta. Así pues, salgamos con Él fuera del campamento, cargando su oprobio” (13:12-13). A Jesús que dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Marcos 8:34). Yo cargo la cruz; ustedes cargarán la cruz.

El primer gran estímulo, para prepararnos para sufrir por hacer el bien, es que eso es lo que le pasó a Jesús, el hombre santo más grande, más amoroso, más bondadoso, más sincero que jamás haya existido.

2. Cristo Triunfó y nos Llevó salvos a Dios

Pedro nos fortalece para sufrir al decirnos que Cristo ha triunfado sobre nuestro más grande enemigo y nos llevó salvos a Dios.

Alguien podría preguntar: “¿Por qué las personas se convertirían en cristianas, si lo que se les podía ofrecer era que las cosas en este mundo probablemente empeorarían para ellas y sus vidas estarían en riesgo?” La respuesta es que las mayores necesidades humanas no son vivir más o estar cómodo en la tierra. Las necesidades humanas más grandes son cómo hacer para que se nos perdonen los pecados y vencer nuestra separación de Dios, para vivir eternamente con felicidad en su presencia, en vez de vivir miserablemente en el infierno para siempre. Eso es mil veces más importante que vivir largo tiempo en la tierra y sentirse cómodos por un porcentaje inconmensurable de nuestra existencia.

Esto es lo que logra la muerte de Cristo. Versículo 18: “Porque Cristo también murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. Presten atención a cuatro cosas.

  1. Cristo murió “por los pecados”. Esto es lo que me separa de Dios. Esta es mi mayor necesidad. Estos son mis más grandes enemigos – no Satanás. Isaías 59:2: “Vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios”. Esto es muchísimo más aterrador que sufrir en bien de la rectitud – sufrir la ira de Dios porque mis pecados no han sido perdonados. Pero, Jesús murió “por los pecados”. Esto es lo más grandioso del mundo. No tengo que morir con mis pecados. Hay perdón. Esta es la razón por la que la gente creería en Jesús, aún si les costara la vida.
  2. Cristo murió, “el justo por los injustos”. Su muerte fue una sustitución. Él tomó mi lugar. Él soportó la ira y el castigo que yo merecía y lo hizo por mí. Su muerte fue totalmente inocente. Todo fue por los pecados de otros, no por los suyos.
  3. Cristo murió “una sola vez” – es decir, su muerte fue definitiva y lo satisfizo todo para llevar a cabo el perdón de todos los que creen en Él. No tiene que ofrecer otro sacrificio nunca más. Se terminó. Eso fue todo lo que era necesario para quitar la culpa de mis pecados. La deuda se pagó por completo.
  4. Todo esto me lleva a Dios. “Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”.

Este es el gran bienestar de los mártires y los cristianos que sufren. Nuestro peor enemigo – el pecado – ha sido derrotado. Y Jesús se aseguró que estuviéramos en casa a salvo con Dios. Nos llevó a Dios. Se eliminó la separación. Dios está cerca de nosotros y es para nosotros. Nuestras vidas están protegidas en Él.

¿Cómo nos ayuda esto a sufrir? Porque una de las terribles tentaciones del diablo, en el sufrimiento, es hacernos pensar que Dios nos ha abandonado. Lo que está diciendo aquí es: ¡El sufrimiento no es una señal de que Dios nos ha abandonado y se ha vuelto contra nosotros! Cristo ha cargado con nuestros pecados, padeció la ira de Dios y nos llevó salvos a Dios.

3. Recuerden los Tiempos de Noé

La tercera manera en la que Pedro nos fortalece para el sufrimiento es con la situación en los tiempos de Noé.

Después de referirse a Jesús vivificado en el espíritu (v.18), los versículos 19 y 20 dicen:

“En el cual (es decir, en el espíritu), Él (Jesús) también fue y predicó entre los encarcelados, 20 quienes en otro tiempo eran desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas por medio del agua.”

Existe mucha controversia con respecto a qué se refiere esto. Les voy a decir lo que creo y cómo se relaciona con el punto principal. Creo que se refiere al tiempo en que la gente era desobediente en los días de Noé, burlándose de él porque era un hombre honrado, que obedecía a Dios (como en la situación de las vidas de los lectores de Pedro), y que Jesús, en el espíritu, fue enviado por Dios en esos días, para predicar a aquellas personas a través de Noé.

Así como en 1:11, el Espíritu de Jesús estaba en los profetas del Antiguo Testamento, que predicaban su venida, por lo tanto, el Espíritu de Jesús estaba en Noé cuando predicaba a las personas desobedientes de su tiempo. AHORA, ellos están en prisión – es decir, en un lugar de tormento esperando el juicio final (Lucas 16:24). No tomo este versículo para referirme a la ida de Jesús al lugar de los muertos, para predicar a los espíritus allí – aunque mucha gente buena y sabia lo tome así. Una razón primordial es esta: si el argumento de Pedro es que Jesús fue a predicar a todos los muertos, ¿por qué diría que una vez ellos fueron desobedientes en los días de Noé? Había miles de millones de espíritus allí que no habían vivido en los tiempos de Noé.

Por eso, creo que significa que Jesús fue a predicar en los días de Noé a quienes están AHORA prisioneros, esperando el juicio final, porque rechazaron esa predicación.

Hay tres maneras en las que esto nos fortalece para sufrir.

  1. Una es que nos garantiza la grandeza de Cristo. Él no está limitado en espacio y tiempo. Estaba allí predicando hace miles de años y está aquí predicando hoy. Estará con ustedes, como dijo, hasta el fin del mundo – en China, Guinea, Congo, Bangkok, Kazakstán, Uzbekistán, Japón, Papúa Nueva Guinea, Siberia, Filipinas, Costa de Marfil, Austria, Chipre, Alemania y Minneapolis – donde sea que puedan sufrir, ahora y siempre.
  2. Segundo, es mejor obedecerlo y sufrir, que desobedecer y ser arrojados a la prisión del versículo 19. Eso es lo que pasó a los espíritus en los tiempos de Noé. Ellos pensaron que era absurdo hacer caso al llamado de Dios, como lo hizo Noé. Por lo tanto, permanecieron cómodos y moderadamente bien hasta que empezó a llover. Nuevamente, esta es la razón por la que se puede convertir a la gente con un mensaje que convoca al sufrimiento – es un sufrimiento que va mantenerlos fuera de la prisión eterna.
  3. Tercero, no es una desventaja para ustedes ser una pequeña minoría rechazada. Ese es el punto del versículo 20, donde dice que en el arca “unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua”. Debe haber parecido insignificante pertenecer a esa minoría tan pequeña. Pero, lo esencial es: si ustedes son una minoría con Dios, se salvarán y se revertirá la situación. Por eso, cuando llegue el momento del sufrimiento, no desperdicien su confianza, porque tiene una gran recompensa.

4. Conocer el Significado del Bautismo

La cuarta manera, en la que Pedro nos fortalece para el sufrimiento, es describiendo el significado del Bautismo.

Las inundaciones, que llevaron al juzgamiento del mundo en los días de Noé, le hacen recordar a Pedro el bautismo cristiano. Versículo 21: “Y correspondiendo a esto [la inundación], el bautismo ahora os salva - no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una conciencia buena - mediante la Resurrección de Cristo”.

El versículo 18 decía que Cristo murió por los pecados y nos llevó a Dios. En otras palabras Cristo nos salvó. Pero, la pregunta es ¿Quiénes son nosotros? ¿A quién salvó realmente la muerte de Cristo? Eso es lo que el versículo 21 responde: aquellos que están bautizados. Pero, Pedro sabe que esto se va a malentender si no lo califica. Por eso, cuando dice: “el Bautismo os salva”, agrega: “No quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una conciencia buena”. Virtualmente, esta es una definición del bautismo. Bautismo es una expresión exterior de una apelación a Dios, interior y espiritual, para la purificación. En otras palabras, el bautismo es una manera de decirle a Dios: “Confío en Ti, para que, para mí, la muerte de Jesús sea relevante por mis pecados, y para que me lleves, a través de la muerte y el juicio, a la vida nueva y eterna mediante la resurrección de Jesús”.

El bautismo podía limpiar el cuerpo porque era por inmersión. Pero, no es por esto que él dice que salva. Salva por una razón: es una expresión de fe. Es una petición de fe. En Romanos 10:13, Pablo dice que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. El bautismo es todo un llamado. Es una petición al Señor.

¿Cómo nos fortalece esto para sufrir con Cristo?

Así: Cuando pasamos por el agua del bautismo, pasamos por la muerte y el juicio. Hemos sido enterrados con Cristo y hemos resucitado con él. Hemos pasado de la muerte a la vida. El juicio terminó. El sufrimiento que experimentamos no puede ser la condenación de Dios. Cristo ya lo ha experimentado por nosotros. Lo recibimos a través de la fe y expresamos nuestra fe por el bautismo. Este representa un recordatorio constante que se evitó el peor sufrimiento. Cristo lo sufrió por nosotros. Nunca tendremos que ir a juicio. Ahora no existe la condenación. Ya hemos pasado esa muerte en Cristo y resucitado en Él. Por consiguiente, nuestro sufrimiento actual no se debe a la ira de Dios, sino a la amorosa disciplina de nuestro Padre y la preparación para la gloria.

5. Recurran a Cristo, Quien está a la Diestra de Dios, Reinando sobre Todo

Una última manera en la que Pedro nos fortalece para el sufrimiento: nos muestra que Cristo está a la diestra de Dios, reinando sobre los ángeles, las autoridades y los poderes.

Versículo 22: “Quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de habérsele sometido los ángeles, las autoridades y las potestades”.

Tengan presente este pensamiento en preparación para el sufrimiento. Ningún demonio que acose, oprima, engañe y acuse es libre de hacer lo que quiere. Todos los ángeles, autoridades, poderes, demonios y Satanás mismo están sometidos a Jesucristo.

Cuando al final de su carta (5: 8-9), Pedro dice que el diablo anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar y que resistamos firmes en la fe. Esta es la fe a la que se refiere. La fe en la que los ángeles, autoridades, poderes están sometidos a Jesús. Esto es con lo que reprendemos y resistimos al diablo: estamos sometidos a Jesús. Jesús reina a la diestra de Dios y ustedes están subordinados a Él. No pueden hacer nada sin su permiso. Son como un gato con cadena. No me pueden tocar a menos que Él lo permita. Y solo lo permitirá hasta el punto en que ese contacto sea para mi bien y para su gloria.

Manténganse firmes como creyentes. Manténganse firmes en esta gran fe y hagan del propósito de Cristo un instrumento. El Hijo de Hombre no vino para que lo sirvan, sino para servir y dar su vida por muchos como rescate. Sigámoslo.


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