Hechos: visibles e invisibles

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English: Facts: Seen and Unseen

© Desiring God

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Por John Piper sobre Fe
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Mario Muniz


Jesucristo murió. Fue sepultado. Resucitó al tercer día. Fue visto por muchos testigos diversos.

Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce; luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún. (1 Corintios 15:3-7)

Cuando la Biblia dice: "Porque por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5:7), no significa que nunca ha habido evidencias visibles. Tampoco significa que no hay evidencias visibles hoy en día.

Los cielos proclaman la gloria de Dios [hoy], y la expansión anuncia la obra de sus manos. (Salmos 19:1)
Porque desde la creación del mundo [e incluso hasta el día de hoy] sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado. (Romanos 1:20)

Con la primera generación de creyentes, Dios no pensó que estuviera contradiciendo las bases de la fe al darles como prueba las apariciones visibles del Cristo resucitado, y tampoco más adelante, al confirmarles la palabra de verdad por medio de señales y prodigios.

A estos [los apóstoles] también, después de su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo concerniente al reino de Dios. (Hechos 1:3)

Después de que [nuestra gran salvación] fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios. (Hebreos 2:3-4)

Entonces, ¿qué quiere decir Pablo cuando afirma: "por fe andamos, no por vista"? Como de costumbre, el contexto es la clave para entenderlo.

Porque asimismo, los que estamos en esta tienda [es decir, el cuerpo], gemimos...[anhelando] que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía. Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista) [...]. (2 Corintios 5:4-7)

Sí, hubo un tiempo en que Cristo fue visto con los ojos físicos. Sí, él hizo señales y prodigios que ocurrían infaliblemente con solo una palabra o un toque de su mano. Sí, él murió y resucitó, y se apareció a muchos. Pero AHORA ya no está a la vista. Ya no podemos verlo de esa manera. Como dice Pablo: "[Cuando estamos] presentes en el cuerpo, [estamos] ausentes del Señor". En otras palabras, no lo vemos ahora; y no solo eso, sino que en este nuestro cuerpo gemimos. Es decir, todavía no podemos siquiera ver el efecto completo de su poder en nuestras vidas. Más bien, Pablo dice que tenemos su Espíritu como una promesa. El Espíritu es una garantía invisible, pero concreta, que experimentamos como anticipo de la visión de Cristo en gloria.

Así pues, ¿en qué sentido caminamos por fe y no por vista? Caminamos por fe y no por vista porque, sobre la base de los actos visibles de Dios en Cristo en el pasado y sobre la base del testimonio convincente que los apóstoles dieron de esos actos, confiamos en este Cristo viviente y en sus promesas de que él es por nosotros, a pesar de que ahora no lo vemos. Pablo lo dice así en Romanos 8:24-25: "Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos".

Pedro lo expresa de la siguiente manera: "A quien sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria" (1 Pedro 1:8). Nunca he visto al Cristo resucitado en la carne. Sin embargo, el Espíritu me ha permitido ver su gloria a través de los testigos de la Biblia, por medio de los cuales Él da testimonio de sí mismo. El Cristo que veo allí ha ganado mi mente y mi corazón. Así que puedo decir con Pablo lo que afirma Gálatas 2:20: "Vivo por fe [no por vista] en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".

Andando por fe (por ahora) contigo,

Pastor John


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