La Extraña Tarea de Ser Testigo de la Luz

De Libros y Sermones Bíblicos

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English: The Strange Task of Witnessing About Light

© Desiring God

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Por John Piper sobre el Evangelismo
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Natalia Micaela Moreno


Ser testigo de la luz es una tarea extraña si tu objetivo es que la gente vea la luz y crea en la luz. La luz ilumina por sí misma. Cuando quieres que alguien vea una luz, no eres testigo de la luz, sino que sostienes la luz. Si tienes una antorcha en la mano, y quieres que alguien la vea, no dices: “Esto es una antorcha.” Tú sostienes la antorcha.

Pero Juan 1:7 dice que Juan el Bautista “vino como testigo, para testificar de la luz” (LBLA). Así que por extraña que sea esta tarea, esa era la misión de Juan. Y también es la nuestra.

Entonces, ¿qué aprendemos sobre nuestra tarea cuando se describe como ser testigo de la luz?

1. Aprendemos que Cristo, la Luz del mundo (Juan 8:12), brilla no como una antorcha física ante el ojo físico, sino como una gloria espiritual ante el ojo espiritual. Esta es la razón por la cual Jesús dijo, “Porque viendo no ven” (Mateo 13:13). Y es por eso que Pablo oró en Efesios 1:18, para que “los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento.” Hay una forma de ver que hacemos con “los ojos del corazón”, no simplemente con los ojos de la cabeza.

2. Aprendemos que la luz de Cristo, esta gloria espiritual que vemos con los ojos del corazón, brilla principalmente a través del evangelio. Es decir, brilla principalmente a través del testimonio de los seres humanos sobre lo que Jesús realizó cuando murió y resucitó. Esto es extraño. La luz brilla a través de las palabras. Pablo dice en 2 Corintios 4:4–6,

El dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. . . . Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.

La gloria de Cristo es su luz. Esta gloria, dice Pablo, brilla como “la luz del evangelio.” Eso significa que brilla a través de un testigo. Cuando damos testimonio de lo que Cristo logró por nosotros al morir, estamos “siendo testigos de la luz.” Así es como la luz de Cristo brilla en este mundo. Las obras de amor son cruciales en este resplandor (Mateo 5:14–16). Pero las obras por sí solas no pueden atestiguar eficazmente la mayor gloria de Cristo, es decir, su logro en la cruz. Esa luz brilla a través del evangelio en las bocas de los testigos.

3. Aprendemos que las personas necesitan tener los ojos de sus corazones abiertos para ver la luz de Cristo en el evangelio. Jesús le dijo a Pablo cuando lo envió a dar testimonio de la luz: “yo te envío, para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados” (Hechos 26:17–18).

Dios hace esta obra reveladora a través de testigos humanos. Lucas nos dice que la manera en que Lidia vio la luz fue que “el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía.” (Hechos 16:14). Pablo fue testigo. Dios abrió su corazón. Así que Pablo ora para que esto suceda: “no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones; pidiendo que los ojos de vuestro corazón sean iluminados” (Efesios 1:16–18). La respuesta de Dios a esa oración se describe en 2 Corintios 4:6: “[Dios] ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.”

Así que somos testigos de la luz, aunque sabemos que la gente está ciega a esta luz. Pero eso no nos desalienta, porque sabemos que el poder revelador de Dios acompaña al testimonio de su Hijo.

4. Aprendemos que el milagro de la visión espiritual a través del evangelio sucede cuando los testigos le dicen a las personas ciegas que miren a Cristo y luego describen lo que verán cuando miren allí. Hay una analogía mental para esta realidad espiritual. Considera una ilusión óptica típica como esta:

https://cdn.desiringgod.org/images/blog/optical_illusion.jpg

Ilusión óptica que puede ser tanto una imagen de un saxofonista como de una dama.

Supongamos que una persona solo ve una imagen en esta ilustración. Esta persona está “ciega” a la otra. Entonces tú “eres testigo” para ellos: “Mira esto, hay dos imágenes: la cara de una chica y un hombre tocando un saxofón. Ese mismo testigo abre sus ojos para ambas imágenes.

Es solo una analogía, porque en el reino espiritual el proceso no es meramente mental o natural. Es espiritual y sobrenatural. Pero podemos tener alguna idea de cómo es posible ser espiritualmente ciegos y, sin embargo, Dios puede usar un testigo para abrir nuestros ojos.

Por lo tanto, no dejes que la extrañeza de ser testigo de la luz te detenga. Es gloriosamente extraño. Es extraño de una manera que nos da esperanza de que realmente podemos ayudar a los ciegos a ver. Es extraño de una manera que obtendrá toda la gloria para Dios, tanto en el evangelio mismo como en la forma en que la gente ve la gloria de Cristo en él.

Viendo y hablando de la Luz contigo,

Pastor John


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