La Iglesia Deliberante/Introducción

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English: The Deliberate Church/Introduction

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Por Mark Dever sobre Liderazgo Espiritual
Capítulo 5 del Libro La Iglesia Deliberante

Traducción por 9Marks


¿Qué estamos edificando?

Sería patentemente estúpido comenzar a construir un edificio sin antes primero conocer que clase de edificio estamos planeando construir. Un complejo apartamento es diferente de un complejo de oficinas, el cual es diferente aun más de un restaurante. Todos tienen diferentes planos, diferentes clases de cuartos, diferentes materiales, usos y formas. De manera que el proceso de construir será diferente, dependiendo en que clase de estructura estamos planeando construir.

Lo mismo es en construir una iglesia. Una iglesia no es una compañía de Fortune 500. No es simplemente otra organización no lucrativa, menos aun es un club social. De hecho, una iglesia saludable es diferente a cualquier organización que el hombre pudiera crear, porque el hombre no la ha creado.

Solo tiene sentido, entonces, para nosotros echamos un vistazo a la Palabra de Dios para darnos una idea de lo que exactamente El quiere que nosotros edifiquemos. Una negligencia aquí resultaría en una inutilidad temporal y eterna. Temporalmente, una iglesia es espiritualmente algo muy pesado de construir, y esta diseñada para un uso relacional fuerte. Se requiere de materiales resistentes, y esos materiales deben ser colocados en las posiciones y lugares correctos especificados en los planos bíblicos con el propósito de que la integridad estructural sea incorporada. No importa que tan bonita sea la fachada, nuestra estructura se desmenuzará si construimos sobre fundamentos arenosos o con materiales de mala calidad.

Eternamente, nuestro trabajo resistirá el fuego del último día solo si construimos con “oro, plata y piedras preciosas” especificadas en los planos bíblicos (1 Cor. 3:12). Construir sin esos planos estamos virtualmente garantizando que estamos construyendo con lo mas barato y mas abundante de los recursos: “madera, heno, hojarasca”, todos serán consumidos y se acabarán (vv. 13-15). Ignorando el plan de Dios para iglesia y reemplazándolo por el suyo propio asegurará un fracaso eterno en su obra. Desde un principio, entonces, es crucial reflejar bíblicamente sobre la cuestión fundamental: ¿Qué es la iglesia local?

Fundamentalmente, Dios quiere que la iglesia local sea un despliegue corporativo de Su Gloria y sabiduría, tanto hacia los incrédulos como a los poderes espirituales invisibles (Juan 13:34-35; Efes. 3:10-11). Mas específicamente, somos la morada corporal del Espíritu de Dios (Efes. 2:19-22; 10 Cor .3:16-17), el cuerpo orgánico de Cristo en el que El magnifica Su gloria (Hech. 9:4, 10 Corintios 12). La palabra griega para iglesia es ekklesia, una reunión o pueblo congregado. La iglesia es el vehículo de Dios para mostrar Su gloria a Su creación.

La singularidad de la iglesia es su mensaje: El Evangelio. La iglesia es la única institución en la cual Dios le ha confiado el mensaje de arrepentimiento de pecado y de creer en Jesucristo para perdón de pecados. El evangelio es visualizado en las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor, ambas instituidas por el Señor. Las marcas distintivas de la iglesia, son la correcta predicación de este evangelio y la correcta administración de las ordenanzas bíblicas escenificadas.

La estructura que estamos construyendo, entonces, es fundamentalmente centrada en Dios, es una estructura de Dios, diseñada para mostrar las glorias del carácter de Dios y la verdad de Su Evangelio. Es también una estructura con apariencia exterior, pero aun cuando en su apariencia exterior es centrada en Dios, miramos hacia afuera con el propósito de extender el carácter de Dios y el Evangelio a través de todas las naciones, para reunir mas adoradores para El y magnificar Su gloria.

Este es nuestro ministerio de magnificación haciendo que la gloria de Dios sea vista por los ojos del mundo tan grande como lo es realmente, haciéndola mas cercana a una vista cercana con un enfoque mas nítido en la forma de la iglesia local. Lo que estamos construyendo, entonces, no es una simple organización no lucrativa o una compañía cristiana. Estamos construyendo una estructura corporal y orgánica que magnificará con exactitud la gloria de Dios y fielmente comunica Su Evangelio.

Jesús es el Único quien en última instancia construye Su Iglesia (Mat. 16:18). Pero El gentilmente nos permite participar en el proceso de construcción, y por lo tango esta de acuerdo con sus planos bíblicos para poder construir la estructura y la vida de la iglesia. ¿Qué es lo que estas tratando de construir?

¿Cómo debemos construirlo?

¿Cómo puedes construir tal iglesia sana? Incontables respuestas se han ofrecido de diferentes partes del evangelicalismo. Algunos piensan que con conocer la audiencia objetivo y atrayéndolos a satisfacer sus necesidades[1]. Otros proponen que la clave es tener una vibrante red de grupos pequeños, donde “una comunidad verdadera” tenga lugar. Muchos aconsejan que necesitamos echar por la borda los “antiguos” métodos que han funcionado por 50 años atrás y abrazar otros nuevos que trabajen en nuestros contexto postmoderno[2].

Algunos defienden un regreso a los símbolos religiosos en la adoración para dar a la gente la experiencia sagrada y la conexión con el pasado para que puedan buscar la iglesia[3]. Otros dicen que la manera de salir adelante es vender nuestros edificios de la iglesia y comenzar a desarrollar iglesias en las casas[4]. Aun otros dicen que somos libres de hacer cualquier cosa que funcione en nuestro contexto local, mientras sea ético.

Así que, ¿cómo debemos navegar en el laberinto de los métodos modernos? ¿Hay una regla que podamos usar para que nos guíe hoy? ¿Existe una manera de resurgir de la maleza de los modelos de ministerio artificial de manera que tengamos una vista aguda para salir adelante?

Lo que estos modelos de ministerio y muchos otros asumen es que el método es todo lo que le importa a Dios. “Si trae a las personas a la iglesia o les ayuda a hacerlos sentir que están realmente adorando en el domingo, debe ser algo bueno, verdad?”

Cuando se trata de edificar a personas para Su nombre y gloria, Dios cuida de cómo estamos participando en sus propósitos redentores. Como hemos visto en el capítulo 1, El evangelio mismo es el poder constructivo de Dios para edificar el cuerpo de Cristo (Isa. 55:10-11; Rom. 1:16; 10 Ped. 1:23-25). La Palabra edifica la iglesia. Nuestro poder no esta en tener grupos pequeños, o satisfaciendo las necesidades de nuestra audiencia objetivo, o usar el programa evangelístico correcto, o teniendo sketches chistosos, o proveer servicio de estacionamiento, enfocando nuestros ministerios a los postmodernos. Nuestro poder esta en nuestro mensaje único (El Evangelio [griego: evangelion]) o en nuestras innovaciones. Así mismo, nuestro método principal debe ser comunicar claramente ese mensaje tan extensamente como sea posible. Bíblicamente, eso significa que debemos predicarlo fielmente (Griego, evangelizo), valientemente llamando al arrepentimiento y a creer como la única respuesta salvífica (Marcos 1:14-15).

Así que antes de comenzar a hablar sobre las clavos y los pernos para construir la iglesia seamos responsablemente claros en la relación entre el Evangelio de Cristo y el método de sus ministerios.

  1. La teología impulsa los métodos. Démonos cuenta o no, nuestro pensamiento acerca del Evangelio formara la manera en que lo compartimos. Nuestra teología de las Buenas Nuevas persuadirá e influirá en como edificamos la iglesia.
  2. Los métodos de Dios determinan lo nuestros. Los métodos que usamos en plantar y regar en la viña del Señor debe estar en total armonía con el método de Dios para el crecimiento (El Evangelio, fielmente predicado por sus siervos). Trabajar en contra de los procesos de Dios significa ir en contra de Sus propósitos[5].
  3. El evangelio habilita e informa nuestra participación en los propósitos de Dios. Nos somos capaces de entrar en el reino de Dios, muchos menos de ministrarlo, a menos que Su Evangelio primero obre en nosotros; ni nosotros sabemos como ministrar en Su reino a menos que Su Evangelio primero nos provea de los parámetros para hacerlo. Como tal, solo el Evangelio debe formar y evaluar el método que usamos en el ministerio. 
  4.  La fidelidad al Evangelio debe ser nuestra medida de éxito, y no nuestros resultados. El poder de Dios para la vida espiritual y la santidad genuina esta en el Evangelio. La fidelidad es primordial, no la innovación, y no los resultados inmediatos observables. Simón el mago soltó la cuerda, el incluso pidió el poder de Dios; pero su poder, motivos y mensaje eran fraudulentos (Hech. 8:9-11). Nuestro llamado es a la fidelidad como mensajeros. Solo Dios provoca el crecimiento real (10 Cor. 3:6-7), y El lo realiza por medio del Evangelio (Rom. 10:14-17; Gal. 3:1-5).

Este evangelio, entonces, es que Dios es nuestro Creador santo y justo Juez. El nos creó para glorificarse y disfrutarlo para siempre, pero todos hemos pecado en Adán como nuestra cabeza representativa, y en nuestros propios actos individuales (Rom. 5:12; 3:23). Por tanto merecemos la muerte: separación eterna espiritual de Dios en el infierno (Rom. 6:23; Efes. 2:3) y estamos en realidad muertos desde que nacemos, sin esperanza en nuestros pecados (Sal. 51:5; Rom. 5:6-8; Efes. 2:1) y en necesidad de Dios para impartirnos vida espiritual (Ezeq. 37:1-14; Juan 3:3) Pero Dios envió a Su Hijo Jesucristo, que es cien por ciento Dios y cien por ciento hombre (Fil. 2:5-11), a morir la muerte que merecíamos, y el resucitó para nuestra justificación, demostrando que El es el Hijo de Dios (Rom. 5:1; 1:4). Si hemos de tener la justicia perfecta de Cristo acreditada a nuestro favor, y la penalidad de nuestros pecados sobre El, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y creer en Jesucristo para salvación (20 Cor. 5:21; Marcos 1:14-15).

Solo el Evangelio (Gal. 1:6-9) es lo único que se nos ha ordenado predicar (20 Tim 4:2). Este Evangelio es lo único que Dios usa para crear personas para El. Este Evangelio nos capacita e informa nuestra participación en los propósitos redentores de Dios. Consecuentemente, solo con el Evangelio podemos dar forma y evaluar nuestros métodos y nuestros ministerios.

GRUPO DE EXPERTOS
  1. ¿Que es los que mueve a tu iglesia: el contenido del mensaje, o la singularidad de la presentación?
  2. ¿Está tu método en el ministerio guiado por teología bíblica, o sobre que base trabaja?
  3. ¿Mides tu éxito por los resultados, o por al fidelidad a la Palabra de Dios?


  1. Rick Warren, The Purpose Driven Church (Gran Rapids, Mich.; Zondervan, 1995).
  2. James White¸ Rethinking the Church (Gran Rapids,: Mich. Baker, 2003).
  3. Dan Kimball, The Emerging Church (Grand Rapids, Mich: Zondervan, 2003).
  4. Wolfgang Simson, Houses That Change the World (Grand Rapids, Mich. Zondervan, 2003).
  5. Esto no es decir que tenemos textos de prueba para todas nuestras practicas. La entrevista con el nuevo miembro no se encuentra en la Biblia. Pero es una expresión metodológica de nuestro entendimiento en el contenido y la primacía del Evangelio, y la importancia de la pureza de la membresía de la iglesia local y el testimonio del Evangelio en la comunidad circundante.

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