La Maternidad al Llegar a Mi Límite

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English: Mothering at the End of Me

© Desiring God

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Por Liz Wann sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Natalia Micaela Moreno


Entré a la maternidad con ciertas expectativas. Pensé que sería más feliz de lo que era, y pensé que la maternidad sería más natural y fácil. Todavía me encantaba ser mamá, pero notaba que Dios estaba usando la maternidad para cambiarme, y a veces ese cambio era doloroso. Algunas veces llegué a mi límite.

Cuando tuve hijos por primera vez, acumulé cargas innecesarias sobre mí misma, creyendo la mentira de que tenía que ser todo y hacerlo todo (y todo el tiempo). En mi orgullo y culpa, no quería pedir ayuda. Dios usó los desafíos de la maternidad para exponer mi autosuficiencia en la maternidad. Cuantos más niños tuve, y más difíciles comportamientos surgieron en ellos, más dificultades tuve para evitar que mi fachada de fortaleza se cayera. Esto era parte del diseño amoroso de Dios para mí (y para todas las madres).

Parte de nuestro llamado como madres es aceptar nuestra dependencia de Dios: aceptar y admitir nuestras debilidades y apoyarnos en nuestras limitaciones humanas con su ayuda. Nuestras debilidades son donde Cristo nos encuentra con mayor gracia, poder y fuerza. Encontramos la verdadera fuerza, como dice el apóstol Pablo, cuando somos débiles (2 Corintios 12:10). La única esperanza de una madre está en un Salvador que será suficiente para nosotros cuando no nos sintamos suficientes.

Madres Débiles y Necesitadas

Cuando el Hijo de Dios vino a la tierra, no solo nos mostró quién es Dios, sino también lo que significa ser humano.

[Él] se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:7–8, LBLA)

Abrazó las limitaciones de la humanidad, incluyendo nuestra necesidad de descanso (Marcos 4:38; 6:31–32), mientras que también se derramó por el bien de los demás hasta el punto del agotamiento. Estaba exhausto porque era completamente humano. Él necesitaba al Padre, y por eso no debemos sorprendernos de que nosotros también lo hagamos. “Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba” (Marcos 1:35).

Ser humano es ser dependiente. Ser humano es ser débil. Ser madre es ser una humana débil y necesitada que requiere fuerza desde fuera de sí misma.

Todos Los Que Están Cansados

Algunas de nuestras cargas y cansancio pueden estar arraigadas en el orgullo. Pensamos que podemos ser como Dios en formas que están reservadas solo para Dios. Además, muchas de las cargas que nos imponemos como madres son las que no tenemos que soportar, cargas que no nos impone la ley de Dios, sino las leyes hechas por el hombre en la sociedad o las expectativas onerosas en la iglesia. Jesús nos invita a desecharlos y aprender de Él la humildad de la dependencia:

Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mateo 11:28–29)

Pablo nos dice que aprendamos la misma mentalidad humilde que Cristo tenía (Filipenses 2:5). Volvemos al diseño original de Dios para nosotros como mamás cuando admitimos y aceptamos nuestra debilidad: que necesitamos a alguien fuera de nosotros mismos. Cuando recordamos que Él es nuestro Creador, y que nosotros somos sus criaturas, encontraremos descanso en Él aun cuando nuestros días estén llenos.

Cómo Ejercer la Dependencia

La oración es una manera práctica de expresar la humilde dependencia de Dios. A menudo he descuidado la ayuda del Espíritu Santo cuando me siento triste y débil o agotada en la crianza de los hijos. Pero no venir a Dios en oración realmente nos debilita más, porque Dios quiere refrescarnos y fortalecernos a través de la oración.

Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6–7)

La paz y el descanso que anhelamos como madres se pueden encontrar cuando traemos nuestras peticiones y necesidades ante él.

También podemos expresar dependencia de Dios a través del descanso físico: alejarnos para recargarnos, tomar una siesta, dejar tareas sin hacer para dormir bien, hacer ejercicio, participar en un pasatiempo, unirnos a un club de lectura o estudiar la Biblia. Cuando hacemos tiempo para todos los aspectos del descanso en nuestras vidas (físico, espiritual, mental y emocional), estamos diciendo: “Hice lo que pude; ahora dejo lo que no puedo hacer para ti, Dios.”

Nuestra necesidad de descanso nos recuerda que, en última instancia, no depende de nosotros mantener nuestros hogares. Debemos confiar nuestros hogares a Dios, en lugar de tratar de mantener el control hasta el punto del agotamiento. Participar consistente e intencionalmente en actividades de descanso es un acto de confianza.

Encontrándolo al Llegar a Tu Límite

Dios tiene un propósito para nosotros al llegar a nuestro límite. Si siempre nos sintiéramos fuertes y serenos, entonces no sentiríamos nuestra necesidad de Jesús. Como dice el viejo himno: “En cada momento te necesito”. La maternidad puede hacernos sentir necesitadas a cada momento. Dios regularmente nos trae a este lugar para que podamos poner nuestras cargas delante de él y aprender a abrazar la humilde dependencia que nuestro Salvador modeló para nosotros.

Así que, aunque es natural para nosotros enfurecernos contra nuestras debilidades, presumamos de ellas. Vamos a apoyarnos en nuestras limitaciones. Dios sabe que todas las partes difíciles de la maternidad están más allá de nosotras. No necesitamos ser supermamás fuertes y duras, sino madres humildes que conocemos nuestra necesidad de Él. Comenzaremos a encontrar paz y descanso cuando humildemente dependamos de la fuerza del Espíritu para ayudarnos, en lugar de pensar que todo depende de lo que podamos hacer como madres.


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