Santificado Sea Tu Nombre: En Toda La Tierra

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English: Hallowed Be Thy Name: In All the Earth

© Desiring God

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Por John Piper sobre La Gloria de Dios
Una parte de la serie Hallowed be Thy Name: Eight Sermons on the Names of God

Traducción por Laia Imhoff


Semana de las Misiones

Mateo 6:5 – 15 (LBLA)

“ Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

“ Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, orad de esta manera:

“ Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan nuestro de cada día.
Y perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
Y no nos metas en tentación
mas líbranos del mal.

“Porque si perdonas las deudas de las personas, tu Padre celestial también te perdonará. Pero si tu no perdonas las deudas de las personas, tu Padre tampoco te perdonará las tuyas.”

Hace siete semanas empezamos una serie de mensajes en el nombre de Dios. Fue inspirado por el Psalmo 9:10, “Aquellos que conocen tu nombre ponen su fe en ti.” Cuanto más conocemos el nombre de Dios, más confiamos en él. Y como más confiemos, estaremos dispuestos a tomar más riesgos por el bien de su gloria. Y como más riesgos estemos dispuestos a tomar por el bien de su gloria, seremos más atrevidos en nuestro testigo, seremos menos dependientes en materiales reconfortantes, y estaremos más preparados para presentarnos voluntarios para dar servicio activo en la linea de fuego.


Contenido

Un preludio ampliado a la Semana de las Misiones

Las series han sido realmente un preludio ampliado dela Semana de las Misiones. Estoy convencido de que un gran movimiento misionero empezará no centrado en una nueva visión del Mundo sino con una nueva visión de Dios - y después, del Mundo. Cuando hablamos con David y Faith Jaeger el pasado Miércoles por la noche en Liberia, David transmitió este mensaje alto y claro.

Dijo que lo que es más importante que todas las preparaciones para misiones es tener confianza en la soberanía de Dios. Nos leyó Juan 6:37 y 44 como los grandes textos de esperanza para misionarios: “ Todo lo que el Padre me dé, vendrá a mí; y él que viene a mí, yo no expulsaré en ningún aspecto... Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, quién me ha enviado, le acerque.” La clave para un nuevo movimiento misionero en la BBC, en nuestra conferencia, y en todo el mundo es una nueva visión de la majestad y soberanía de Dios, y su propósito de reunir para si mismo personas redimidas de todas las tribus, idiomas y naciones.


La plegaria del Señor y el nombre de Dios

El texto para esta mañana es el bien conocido “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.”

  1. Primero examinaremos cuál es este nombre que debemos santificar.
  2. Después nos preguntaremos que significa santificar este nombre.
  3. Y finalmente nos preguntaremos “Para quién rezamos cuando decimos estas palabras?”

1. Cuál es Su nombre?

Me gusta pensar en la revelación bíblica de Dios como la punta de un iceberg flotando en un océano de misterio. El 90% de la majestad de Dios se encuentra bajo la superficie de la revelación. Y la punta del iceberg desvelada en Escritura es tan alta que se pierde de vista entre las nubes, más allá de la habilidad de cualquier persona para comprender completamente. Sólo una décima parte de su carácter se nos es dada para contemplar, e incluso esa parte es tan grande que nunca agotaremos su riqueza.

Siete miradas fugaces de el Nombre de Dios

Por favor no pienses que en estos ocho mensajes pretendo haber escalado todos los picos del iceberg. Hay grandes áreas que siguen inexploradas. Pero aquí en breve, están las siete miradas fugaces que hemos echado al nombre de Dios durante las últimas siete semanas.


  1. Dios dijo a Moisés. “ YO SOY QUIEN SOY. Di esto a la gente de Israel, YO SOY te ha enviado a mi” (Exodo 3:14). Lo más fundamental que se puede decir sobre Dios es que él es. Y lo más asombroso para nuestra imaginación es que él nunca tubo un comienzo. Simplemente es de toda la eternidad.
  2. Dios dijo Moisés otra vez, “Proclamaré mi nombre ante ti: Seré piadoso a quien seré piadoso, y seré misericordioso a quién seré misericordioso” (Exodo 33:19). En el corazón del nombre de Dios se halla la realidad de su libertad soberana. Él hace sus decisiones en la base de su propia sabiduría infinita. Solo él en el universo entero es decidido por si mismo.
  3. Otra vez Dios dijo a Moisés, “Aparecí a Abraham, Isaan y Jacobo como DIOS TODOPODEROSO” (Exodo 6:3). Dios no sólo existe en libertad soberana, tiene poder infinito, y es por eso que no puede fallar en ninguna de sus decisiones libres. La omnipotencia es la garantía de su fidelidad.
  4. Cuándo Dios bajó al Monte Sinaí por segunda vez, lo primero que hizo fue declarar su nombre: “El SEÑOR, el SEÑOR, un Dios piadoso y misericordioso, lento a la ira, y abundante en amor incondicional y fidelidad, manteniendo amor incondicional para miles, perdonando injusticia, transgresión y pecado” (Exodo 34:6-7). Así que aprendemos en el Monte Sinaí que la existencia, la libertad y la omnipotencia de Dios permanecen al servicio de su piedad y su amor.
  5. En el Apocalipsis (21:6) Dios le dice a Juan “Está echo! Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin.” Cada ser humano, pequeño o grande, tubo su comienzo con Dios. Pero lo que es aun más importante es que tendrán su fin con Dios. Dios es el Omega de todos. Todos le veremos en la fuente de la vida o como a un lago de fuego.
  6. Dios le dice a Isaías “Soy el más alto y magnánimo y mi nombre es Sagrado” (57:15). Él es sagrado. Él está por encima y separado de todo aquello que es corriente y ordinario, porque el tiene un valor extraordinario. Monedas, sellos y diamantes tienen valor proporcionalmente a su rareza. Si son únicos, separamos estas monedas, sellos y diamantes de los normal y corrientes y los ponemos en algún sitio separado. Así que Dios habita un lugar infinitamente más elevado que nuestro mundo común. Y la maravilla del evangelio es que Cristo nuestro Señor casi vive con santos aplastados y humildes.
  7. Finalmente, Dios dice otra vez en el Monte Sinaí, “No venerarás a ningún otro dios, porque el Señor, que tiene como nombre Celoso, es un Dios Celoso” (Exodo 34:14). Dios nos creó para amarle y gozar de él, y él siente una indignación sagrada cuando nuestros corazones son atraídos a amar y gozar de otras cosas aún más.


Así que la punta del iceberg que hemos visto en estas siete semanas es sin embargo, mucho. Nuestro Dios existe por toda la eternidad, es libre, es omnipotente, es misericordioso, es el principio y el final de toda persona que vivirá jamás, el es santo, y es celoso por todo nuestro afecto. Ese es su nombre.


Pedirle a Dios hacer lo que ya quiere hacer de todos modos

Ahora en la Plegaria del Señor, Jesús enseña que la primera prioridad en la plegaria es pedir que el nombre de nuestro Padre divino sea santificado. “ Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.” Hay que prestar atención a que esto es una petición o una solicitud. No es una declaración (a diferencia de lo que yo mismo creí durante años). Es una petición a Dios para que él haga que su propio nombre sea santificado.

Es como otro texto misionario en Mateo 9:38 donde Jesús nos dice que debemos rezar a Dios de la cosecha para que envíe agricultores a su propia cosecha. Nunca deja de asombrarme que nosotros, los agricultores, deberíamos estar instruidos a preguntar al dueño de la granja, quien sabe como cosechar mejor que nosotros, sabe como añadir más manos obreras. Pero no es esto lo mismo que tenemos aquí con la Plegaria del Señor – Jesús pidiéndonos que le preguntemos al Señor, que está infinitamente celoso de su propio nombre, para hacer que su nombre sea santificado.
Es asombroso, pero así es. Y nos enseña dos cosas.


Dos cosas que esta sorprendente petición nos enseña

La primera es que la plegaria no hace que Dios haga cosas que él no desea hacer. Él tiene intención de hacer que su nombre sea santificado. Nada es más sagrado en la lista de prioridades de Dios.

La segunda es que la plegaria es la manera de Dios de traer nuestras prioridades en regla con las suyas. Dios desea hacer grandes cosas como consecuencia de nuestras plegarias cuando nuestras plegarias son la consecuencia de sus grandes intenciones. Pon tu corazón en regla con la celosía de Dios para santificar su nombre, y entonces tus plegarias surtirán efecto. Deja que todas tus plegarias sean para santificar el nombre de Dios, y tus plegarias serán conectadas en el poder de la celosía de Dios.

2. ¿Qué Significa Santificar Su Nombre?

Debemos hacernos esta pregunta, ¿Qué significa la palabra “santificar”? ¿Qué estamos pidiéndole a Dios cuando le pedimos que su nombre sea santificado?

Tratar a Dios como sagrado

La palabra “santificar” significa consagrar. El mismo nombre en griego permanece detrás de las dos palabras en español. Jesús nos pide que recemos. “Santificado sea tu nombre”. Consagrar puede significar hacer bendito o tratar como bendito. Cuando Dios nos consagra, significa que nos hace benditos, sagrados. Pero cuando nosotros santificamos a Dios, significa que le tratamos como bendito y sagrado.

Así que Jesús nos enseña a rezar para que Dios haga que su nombre sea tratado como sagrado. Y nuestra pregunta se convierte en ¿qué significa tratar a Dios como sagrado? ¿Qué le estamos pidiendo a Dios que haga cuando rezamos para que él haga que su nombre sea tratado como sagrado?

Cuatro Escrituras que Hablan de Tratar a Dios como Sagrado

Para responder a esta pregunta, he encontrado cuatro sitios en las Escrituras donde aparecen las palabras “santificar”, “consagrar”, o “tratar como sagrado” en relación a Dios. Cada una de estas nos da una idea de que significa santificar el nombre de Dios.

1. Números 20:12

Números 20:12. Mientras la gente de Israel deambulaba como salvajes, hubo un tiempo en que no tenían agua. Y la gente se quejaba contra Moisés. Pero Dios le dijo a Moisés que hablara con las rocas y eso traería agua para la gente. Pero el espíritu de Moisés estaba amargo,así que habló a las rocas severamente y las golpeó dos veces con su vara.

El agua vino, pero también lo hicieron las palabras duras de Dios a Moisés: “Como no has creído en mi, para santificarme (o consagrarme) delante de la gente de Israel, no podrás traer esta asamblea a la tierra que les he dado.”

Concentrémonos en estas palabras: “Como no has creído en mi, para santificarme (o consagrarme).” Estas palabras nos dan la primera respuesta a la pregunta “¿qué significa santificar o consagrar el nombre de Dios?”. Significa creer en él. La primera manera de tratar a Dios como sagrado es creer en lo que dice.

En vez de tener una confidencia pacifica en el poder de Dios de responder a una simple palabra,Moisés estaba enfadado y actuó impulsivamente. Dios no es santificado cuando nuestro espíritu no está calmado con confidencia y paz en su palabra.

Juan dijo, “Aquél que no cree en Dios le hace mentiroso” (1 Juan 5:10). Cuando haces a alguien mentiroso, estás profanando su nombre. Eso es lo contrario a tratarle como santo. La falta de fe en Dios es lo contrario a santificar su nombre. Lo primero que queremos decir, cuando rezamos para que Dios haga que su nombre sea bendito, es que el cause que la gente crea en él. “Bendito sea su nombre” significa “Que se crea en tu palabra”.

'2.  'Isaías 8:12-13

Otro documento que explica lo que significa santificar el nombre de Dios es Isaías 8:12-13 (cf. 1 Pedro 3:14-15). Dios le habla a Isaías y le advierte de que no se vuelva como la gente de Israel. “No digáis: "Es conspiración", a todo lo que este pueblo llama conspiración, ni temáis lo que ellos temen, ni os aterroricéis. Al Señor de los ejércitos es a quien debéis tener por santo. Sea El vuestro temor, y sea El vuestro terror.”

¿Cómo santificamos el nombre de Dios según este texto? Le santificamos cuando no tememos lo que otros hombres temen, excepto temer a Dios. Significa que cuando Dios te pide que tomes
partido en una situación hostil y le defendas a Él, temas contrariar a Dios más de lo que temes la hostilidad de otros hombres.

¡No tengas miedo de perder tu casa, tu esposa, tus hijos, tu cuenta bancaria o tu prestigio! Ten miedo de la posibilidad de decirle no a Dios. Él te compensará por todas tus perdidas terrenales cuando le obedezcas. Pero cuando decidas oponerte a su voluntad, nadie podrá compensar las consecuencias eternas de ese acto.

Así que cuando rezamos “Santificado sea su nombre” queremos decir “Señor, haz que tu nombre sea temido.” O, más exactamente “Padre, haz que la gente tenga tal visión superior de ti, que sería mucho más terrible perder tu aprobación que perder cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer.”

3.  Levítico 22:31-32

El tercer texto que trae luz al significado de santificar el nombre de Dios es Levítico 22:31-32. “Deberéis guardar mis mandamientos y llevarlos a término: Yo soy el Señor. Y vosotros no profanaréis mi santo nombre, y seré santificado entre la gente de Israel; Yo soy el Señor que os santifica.”

Santificamos el nombre de Dios cuando seguimos sus mandamientos. Profanamos el nombre de Dios cuando rompemos sus mandamientos. Así que cuando rezamos, “Padre, santificado sea tu nombre” queremos decir “Padre, haz que tus mandamientos sean obedecidos.” “Santificado sea tu nombre” significa “Que tus mandamientos sean obedecidos.”

4. Levítico 10:3

Un último documento para ilustrar el significado de santificar el nombre de Dios es Levítico 10:3. “Entonces Moisés dijo a Aarón: Esto es lo que el Señor habló, diciendo: “Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado.”
Este texto parece decir que Dios mostrándose a si mismo como santificado y ser honrado son virtualmente lo mismo. Así que cuando rezamos “Santificado sea tu nombre”, también queremos decir “Honrado sea tu nombre”.

Pongamos todo lo que hemos visto hasta ahora en resumen. “Santificado sea tu nombre” es una petición, no una declaración. No estamos diciendo “Señor, ¡tu nombre es santificado!” sino que estamos diciendo, “Señor, ¡haz que tu nombre sea santificado!”. Lo que quiere decir, causa que tu palabra sea creída, haz que tu desagrado sea temido, haz que tus mandamientos sean obedecidos, y haz que te honren. Santificamos el nombre de Dios cuando creemos en él, le veneramos, le obedecemos y honramos.

3. ¿Para Quién Rezamos?

La gran pregunta que nos queda es: ¿Para quién rezamos cuando rezamos “Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre”? ¿Qué corazón le pedimos a Dios que cambie cuando rezamos “Padre, haz que su corazón crea en tí, te tema, te obedezca y te honre”? Si tomamos la pista de las siguientes demandas en la Plegaria del Señor, creo que oiremos dos respuestas.

Nosotros mismos y la gente en la Tierra no alcanzada por la palabra de Dios

Una respuesta es que rezamos para nosotros mismos. La otra respuesta es que rezamos para difundir el Evangelio a las personas que no han sido alcanzadas por la palabra de Dios.

Después de aprender a rezar para que el nombre de Dios sea santificado, Jesús nos enseña a rezar: “Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo.” Cada una de estas demandas tiene una dimensión tanto personal como mundial.

La dimensión personal

Por ejemplo, en Mateo 6:33, Jesús nos ordena buscar el Reino de Dios antes que buscar comida y ropa. En otras palabras, debemos buscar que Dios sea el Rey y Soberano de nuestras vidas. Su reino es una realidad presente dondequiera que él gobierne como Rey. (Ver Mateo 12:28.)

Así que cuando rezamos: “Señor, venga a nosotros tu Reino,” queremos decir “Señor, reina en mi vida. Se mi rey. Toma la victoria por encima de mi ansiedad por las necesidades de la vida.” Esta es la dimensión personal de la venida de su Reino.

La dimensión mundial

Tan importante como la dimensión personal, es la dimensión mundial. Jesús dijo a sus discipulos en la Ultima Cena (en Lucas 22:18), “Os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios .” En otras palabras, la venida del reino no es solamente una experiencia espiritual presente, sino también un acontecimiento histórico futuro. Se refiere al tiempo en que el Rey vendrá en gloria con sus ángeles entre llamas intensas y reunirá a sus elegidos des de los cuatro vientos, y establecerá su reino en la Tierra.

Jesús lo describió en Mateo 13:41-43, “El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol.”

Así que cuando rezamos, “Venga a nosotros tu Reino”, le estamos pidiendo a Dios que traiga la Historia a su fin y que establezca su reino en la Tierra. ¿Y quién será parte de su reino? Escucha a lo que Juan describe en la Revelación 5:9-10, “Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para nuestro Dios, y reinaremos sobre la tierra”.

Cuando el reino por el que rezamos en la Plegaria del Señor venga, será compuesto por gente de todos los pueblos y lenguas de la tierra redimidos por Cristo. Por eso cuando rezamos “Venga a nosotros tu reino” le estamos pidiendo a Dios que extienda su brazo divino para completar el propósito de las misiones del mundo – concretamente los reunidos de entre todos los pueblos, lenguas y naciones.

Así que la respuesta a la pregunta ¿Para quién rezamos cuando decimos “Santificado sea tu nombre”, es sencilla. Estamos rezando no solo para nosotros mismos, sino por aquellos pueblos, lenguas y naciones del mundo que aún no han escuchado el mensaje del evangelio. El propósito de Dios es ser santificado: creído, temido, obedecido y honrado por aquellos grupos de personas en la Tierra que han sido redimidos.

“Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”

Lo mismo sucede cuando nos centramos en la tercera demanda del Plegaria del Señor: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

En el nivel personal significa: “Por favor Señor, haz que obedezca tu voluntad de la misma manera que los ángeles la obedecen en el cielo. (Salmo 103:21, “¡Bendigan al Señor, todos sus ejércitos, sus servidores, los que cumplen su voluntad!”) Ayúdame a hacer tu voluntad impecablemente y a hacerla con la misma pasión y integra devoción que ellos poseen. Haz mi obediencia una obediencia celestial.”

Pero a nivel mundial, el significado es mucho más grande. En el cielo no hay nada más que obediencia a la voluntad de Dios. Así que cuando rezamos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, estamos rezando para que la tierra sea ocupada solo por personas que hacen la voluntad de Dios de la misma manera que los ángeles lo hacen en el cielo.

En otras palabras, estamos rezando para que el reino de Dios venga. Estamos rezando para que la tierra se llene del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar. (Habacuc 2:14). Rezamos para que la causa de las misiones en el mundo prosperen en nuestro día para que todos aquellos rescatados de cada pueblo, lengua y nación sean alcanzados y agrupados, y el Rey vendrá. ¿Para quién rezamos cuando decimos “Santificado sea tu nombre”? Para aquellos que no han sido alcanzados por la palabra de Dios y para nosotros mismos, para que Dios nos ayude a alcanzarlos.

Tres Implicaciones

Dejadme finalizar con tres cortas implicaciones para nosotros.

1. Haz la principal prioridad de Dios tu principal prioridad

Primeramente, ya que la primera de las tres peticiones de la Plegaria del Señor nos da la prioridad del corazón de Cristo, deberíamos aprender que la principal prioridad de Dios es hacer que su nombre sea santificado en toda la Tierra. Si esa es la principal prioridad de Dios, debería ser nuestra principal prioridad – que Dios sea creído, temido, obedecido y honrado por gente de todos los pueblos, lenguas y naciones. La consumación de nuestra dicha en Dios será alcanzada cuando su nombre sea santificado en toda la Tierra.

2. Reza para que las plegarias se hagan realidad

Segundo, aprendemos que la plegaria es la raíz de todo avance en una misión. Jesús nos enseña sus prioridades en forma de plegaria porqué quiere que recemos para que esas plegarias se hagan realidad. Si el reino viene durante nuestra vida, será porque la iglesia de Jesucristo en todo el mundo ha empezado a tomar en serio la Plegaria del Señor. Será porque habremos reconocido que la plegaria “Santificado sea tu nombre” y “Envía trabajadores a tu cosecha” son la misma plegaria, y son una orden directa del Señor Jesús. Si 90 por 90 se convierte en una realidad en Belén, será porque está apoyada por un movimiento de plegaria coordinada, con el distintivo de “Santificado sea tu nombre en toda la tierra!”

3. Busca que su plegaria tenga respuesta en tu vida.

La implicación final emerge cuando consideramos que la evangelización del mundo no está terminada. El propósito de Dios al llamar una novia de cada pueblo, lengua y nación aún no ha sido cumplida.

El próximo sábado y domingo Ralph Winter estará con nosotros para hablar del amanecer de la era final en la evangelización del mundo. Habla de 17.000 grupos de personas en el mundo que aún no han sido alcanzadas por la palabra de Dios. Esos son grupos culturalmente tan diferenciados que no se pueden alcanzar a través de métodos convencionales de evangelismo, y deben ser alcanzadas por misioneros multiculturales.

Pero vamos a suponer que eres escéptico a esos números. Simplemente considera las estatísticas más conservativas de la Enciclopedia Cristiana del Mundo de 1980. Dice que hay 432 grupos etnolinguísticos en el mundo. De esos, 81 (el 19%) tienen poblaciones en donde menos del 1% afirma ningún tipo de asociación con la Cristiandad. Esos 81 grupos son 1.7 billones de personas – Aproximadamente un tercio de la población mundial.

De esos 81 grupos, 43 están catalogados en la enciclopedia con un 0.00% de cristianos. Hablan 220 idiomas diferentes, y solamente 54 de ellos tienen escrituras. Así que aunque veas el mundo dividido en 432 grandes grupos etnicolinguísticos, en vez de 20.000 grupos de personas, la comisión de nuestro Señor y el propósito de su plegaria no están completos.

Es por eso que encargo esta misión a nuestra iglesia. Si aspiramos a obedecer al Señor, debemos tratar de que su plegaria tenga respuesta en nuestras vidas. Debemos santificar su nombre más profundamente. Debemos creer, temer, obedecer y honrar su nombre con una nueva intensidad. Debemos estar dispuestos a ir dondequiera que él nos guíe. Debemos simplificar nuestras vidas y dejar tiempo y dinero para las últimas décadas de estos esfuerzos de guerra. Debemos trabajar y convertir Belén en un campamento de entrenamiento de reclutas y una base de operaciones y centro de reclutamiento. Y debemos estar tan cautivados por el amor y la majestuosidad de Dios que no hay felicidad más poderosa en nosotros que la felicidad de contar todo como perdido por el bien de Cristo.


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