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English: A Pastor for Now

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Por Mark Dever sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Julio Santoyo


Me encanta pensar en la interinidad de mi ministerio pastoral.

No porque no me guste el ministerio pastoral. De hecho me encanta.

No porque esté cansado de eso. Prediqué mi primer sermón hace 31 años, y aún llego al púlpito el día de hoy con un sentido de privilegio mayor que en ese entonces.

Tal vez me encanta pensar en la naturaleza temporal del ministerio porque he estado con esta congregación durante casi 15 años, lo que me ha enseñado a estar conciente de mis limitaciones. Me acuerdo de que – a menos que el Señor regrese pronto – no soy el último pastor mayor que esta congregación tendrá.

Una forma en que puedo medir que tan bien me estoy enfocando en las cosas correctas es haciendo la sencilla pregunta, ¿estoy preparando esta congregación para el siguiente hombre? ¿Estoy edificando este lugar en torno a mí, o les estoy recordando que esta es la iglesia de Cristo, y que su Espíritu continuará aquí mucho después que yo me haya ido?

Estas son preguntas desafiantes. Y son humillantes. Me recuerdan que el trabajo pastoral es un privilegio. Me ayudan a vencer las tentaciones de pensar equivocadamente. Me ayudan a recordar que estoy aquí para hacer lo mismo que cualquier otro pastor que predica el evangelio en Washington DC está aquí para hacer – traer gloria a Dios al traer pecadores a Cristo y edificando el cuerpo de Cristo.

Se sorprendería hermano pastor de que tan rápido me olvido de que Dios es el punto. Empiezo a pensar que todo es acerca de mí. Alguien deja la congregación, y lo tomo como un rechazo personal. Así que construyo con precaución para ayudarme a evitar pensar de esta forma. Trato de desarrollar relaciones con otros pastores evangélicos. Normalmente oro los Domingos por la mañana por la prosperidad de otras iglesia evangélicas – aún de otras denominaciones. Oro por sus pastores, por nombre. Oro porque prosperen.

La iglesia – la verdadera iglesia – es la iglesia de Dios. Ha sido comprada por su sangre (Hechos 20:28). Está destinada a traerle Gloria (Efe. 3:10-11).

Me encanta como Charles Bridges lo describe en su libro clásico El Ministerio Cristiano:

La iglesia es el espejo que refleja la entera refulgencia del carácter Divino. Es la escena majestuosa en la que las perfecciones de Jehová son mostradas al universo. (p. 1)

!Asombroso! Y a eso es a lo que Dios me ha llamado – a mí – y a usted también, si usted es pastor, a administrar. Sabemos que enfrentaremos un juicio más estricto como maestros (Santiago 3:1). Pero si puedo ser usado de esta forma, ¿por qué viviría por algo menor? ¡Que manera tan privilegiada de dar mis días!

Pero entonces, ¿por qué mencionar que tan temporal es todo esto? Si me encanta pastorear tanto, ¿por qué valorar tanto el hecho de que mi ministerio pastoral es temporal?

Tanto como amo la iglesia de Cristo, por la gracia de Dios, amo a Cristo aún más. Y deseo estar con él. Estoy cansado del pecado en este mundo – especialmente del mío.

Hace poco empecé a sollozar – lágrimas de gozo anticipado – mientras escuchaba este inolvidable himno del Arpa Sagrada “Todo está bien”, en el que un creyente describe la llegada de la muerte.

¿Qué es esto que roba, que roba sobre mi cuerpo? ¿Es la muerte, es la muerte?
Eso pronto apagará, apagará esta llama mortal, es la muerte, es la muerte?
Si esta es la muerte, pronto me libraré de todo dolor y aflicción,
Veré al Rey de gloria, Todo está bien, todo está bien.
No lloren, mis amigos, mis amigos no lloren por mí, Todo está bien, todo está bien!
Mis pecados han sido perdonados, perdonados y yo soy libre, Todo está bien, todo está bien!
No hay nube que se levante, para esconder a mi Jesús de mis ojos,
Pronto me remontaré a los cielos más altos, Todo está bien, todo está bien!
Escucha! Escucha! La voz de mi Señor y Amo me llama, me llama!
Pronto veré – disfrutaré mi feliz opción, ¿por qué demorar, por qué demorar?
Adiós mis amigos, adiós, adiós, ya no puedo quedarme con ustedes,
Ya se ve mi brillante corona, todo está bien, todo está bien!

Si lo que apreciamos más es nuestro estado y posición terrenal y éxito y reputación, nunca diremos “Todo está bien" cuando se acerque la muerte. Pero si realmente lo que queremos es nuestro Salvador, y si todo lo que hacemos es fundamentalmente por amor a él, entonces usted y yo podemos unirnos con el escritor de este himno y exclamar, "Todo está bien, todo está bien," porque al tener a Cristo, lo tenemos todo!


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