¡Un hombre digno de confianza, ¿quién lo hallará?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Adriana Blasi
Comencé a conocer al hombre que se convirtió en mi suegro cuando comencé a salir con su hermosa y piadosa hija. Eso fue hace ya la mitad de su vida y tres cuartas partes de la mía. No tardé mucho en calarlo, Glenn era un hombre de una inmensa y transparente integridad.
Su reputación lo precedía. En nuestra Iglesia se lo conocía como un hombre que amaba a Jesús, que amaba a su mujer y que amaba sus hijas. También se lo consideraba y respetaba como líder.
Pero cuando su hermosa y piadosa hija me colocó en una lugar privilegiado de proximidad a él, descubrí quién era realmente: superó su reputación. Y ahora, luego de cuarenta años de una experiencia de primera mano, puedo decir con honestidad que mi respeto por este hombre ha incrementado.
Si tuviese que resumir el carácter de mi suegro en una sola palabra (que en realidad no le hace justicia) elegiría el término fiel. Glenn es un hombre fiel, por lo que me refiero a que es fiel a su palabra. Esto también significa que es un hombre excepcional en este mundo caído.
Excepcional como Dios
El escritor sabio e inspirado por el Espíritu estaba en lo cierto cuando redactó estas palabras:
Muchos hombres proclaman su propio amor inquebrantable,
pero un hombre digno de confianza, ¿quién lo hallará? (Proverbios 20:6).
El autor se refería al tipo de hombre que muestra una coherencia entre sus palabras y su obras, entre lo que profesa creer y cómo se comporta, entre lo que promete y lo que lleva a cabo.
Esta es la manera en que casi todo hombre quiere pensar de sí mismo, o al menos desea que otros piensen de él. Pero lo verdad es que no muchos hombres son en esencia y constantemente fiables.
Sin embrago mi suegro es uno de esos hombres excepcionales. Al igual que el oro, es difícil de encontrar. De hecho, se trata de un tipo de fidelidad poco común, que excede al de la gracia común. Su fidelidad es una consecuencia sobrenatural de estar unido por la fe con Jesús, su Señor. Su fidelidad es el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22).
Y uno de los beneficios que he recibido por estar en una proximidad privilegiada a una hombre de este tipo es ser testigo de cómo es este fruto luego de una vida de fidelidad.
El fruto de no ser cuestionado
Tal fruto es mi suegro, un hombre que uno puede dar por sentado. A menos que ello suene insultante más que honorable, esto es lo que quiero decir: Glenn es un hombre en cuya palabra se puede confiar. Tal como explico en True to His Word.
En las Escrituras, cuando una persona se la describe como “fiel”, casi nunca se refiere a cuánta fe posee esa persona, sino a cuánta fe pueden depositar los demás en esa persona —en cómo los demás pueden confiar en sus promesas. Una persona fiel honra, valora, mantiene y cuida la fe que los demás depositan en él. (12)
Hay pocos regalos que un hombre pueda ofrecer que sea más valioso que el regalo de poder confiar en su integridad. Podríamos sentirnos tentados a decir que el amor es más valioso, pero en el fondo, la fidelidad es un expresión inherente del amor (1 Corintios 13:7-8). Es el amor de una persona que honra, valora, mantiene y cuida la fe que los demás depositan en él. Este es un amor santo, ya que las Escrituras describe repetidamente a Dios mostrando “fidelidad y amor inagotable” hacia quienes lo siguen (Salmo 25:10).
El regalo que mi suegro le ha ofrecido a su esposa, sus hijas, todos nosotros en su familia extendida, sus amigos, sus compañeros de la iglesia, sus vecinos, las innumerables personas para quienes o con quienes trabajó durante su vida vocacional: es el fruto de asumir su confiabilidad.
¿Quién puede siquiera ponerle precio a eso?
Lo que un hombre fiel construye.
Es casi poético que mi suegro vivió su vida profesional en la construcción, porque lo que construyó en relación con su carácter íntegro es fuerte, durable y hermoso, semejante a lo que construyó con sus manos expertas.
Lo veo en su matrimonio. Su amor inquebrantable y fidelidad a su hermosa y piadosa esposa de su juventud han significado que, durante 57 años (y contando), Lois ha sido capaz de mantener los votos que Glenn le hizo ante Dios sin el temor que la solidez de su fidelidad colapsase bajo sus pies.
Lo veo en su familia. Al igual que todos los padres y abuelos él recibe su porción de burla y sufre la indignidad de necesitar ser instruido en la cultura pop y en las nuevas tecnologías. Pero cuenta con el respecto amoroso de sus hijas, sus yernos y sus nietos porque todos han sido los beneficiarios de su amor inquebrantables y fidelidad. Todos confían en él. Esto se ve quizá más claramente cuando uno de ellos le presenta alguna falta o pecado; lo hacen porque saben que se puede confiar en él para acogerlo.
Lo puedo ver en la Iglesia donde él ha sido una miembro fiel e involucrado durante más de cuarenta años. Aún se lo conoce como el hombre que ama profundamente a Jesús, su esposa, su familia y su iglesia. Y continúa siendo respetado como líder, aunque no solo por lo que hace sino por quién es. Los líderes y laicos lo respetan porque él realmente se preocupa por ellos, los escucha, los sirve, los alienta y ora por ellos —en otras palabras— él les extiende su amor y fidelidad inquebrantable. Por ende, ellos confían en él.
Lo veo en sus vecinos, sus antiguos vecinos, debería decir. El año pasado luego que mi esposa y yo adquirimos y nos mudamos a la casa donde Glenny Lois vivieron por 44 años, presenciamos una picnic de despedida que le brindaron. ¡Si hubieses podido escuchar esas historias! Mientras escuchaba, me di cuenta de que esta gente había llegado a contemplar a Glenn como una especie de capellán del barrio. No solo conocía a todo el mundo, él los conocía personalmente. Se había interesado especialmente por cada uno de ellos; había acudido en su ayuda cuando lo necesitaban; había ofrecido su oído, su consejo y sus oraciones cuando estaban sufriendo. Aún hoy, cuando acude a sus casas, sus antiguos vecinos comienzas a movilizarse para saludarlo. Esto es muy elocuente, ¿verdad?
Mi suegro construyó muchas cosas impresionantes con sus manos a través de su vida. Pero de acuerdo con mi valoración —y aún más importante la valoración de Dios— las cosas más impresionantes que construyó fueron las relaciones de amor y confianza a través de su amor y fidelidad inquebrantable.
Exhibir a Dios
Como maestro constructor experto, mi suegro sabe mejor que la mayoría cuán importante es el cimiento con relación a la estructura que soporta. De manera que no es una detalle menor cuando digo que el fundamento en la vida de Glenn, el granito sobre el que construye su vida, es Dios y todas las promesas de Dios para él en Jesús.
Para un hombre que ama la gloria de Dios, Glenn no querría que esta metáfora fuera malinterpretada. Tal como dice John Piper:
Los cimientos son invisibles y pocas veces se los tiene en cuenta en la vida diaria de una casa. Se dan por sentado. Se asumen en silencio. Pero Dios desea no solo ser el cimiento enorme, silencioso e invisible bajo la paredes de nuestras… vidas, él también desea ser la piedra angular de la gloria más alta y brillante que adorna y llena la casa para que todos vean.
Por eso, cuando nos encontramos recientemente para desayunar con Glenn, él me dijo al igual que ha repetido a través de los años, esta vez con lágrimas en sus ojos: “solo quiero exhibir a Dios”. Ese es el grito del corazón de un hombre excepcional, un hombre que ha conocido por experiencia el amor inquebrantable y la fidelidad de Dios y no puede más que anhelar extender esa clase de amor a los demás con la esperanza de que, a través de él, ellos también lleguen a conocer la Fuente de la que brota.
Glenn ha exhibido a Dios tanto en palabra como en obra. Dios no ha sido simplemente el cimiento sólido de la vida de Glenn; Dios ha sido visible en todos los niveles del edificio de su vida.
El honor de toda una vida
El apóstol Pablo nos dice que debemos “pagar cada uno lo que corresponda”, inclusive “al que debamos respeto, mostremos respeto; al que debamos honor, rindamos honor” (Romanos 13:7). Por lo tanto, es correcto que le rinda el respecto y el honor que le adeudo a este hombre fiel. Es una deuda inmensa y llena de gozo, de profunda gratitud.
Sin embargo, a Glenn le espera una paga mucho mejor de respeto y honor. Y llega directamente de la boca del Dios que Glenn tanto ama y que tan hermosamente exhibe. Es la sobreabundante riqueza de respeto y honor que Dios concederá a todos sus hijos fieles, y pagará con creces todas las deudas pendientes que cualquiera de nosotros tenga con los demás:
Bien hecho, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor. (Mateo 7:7-11)
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