¿Cómo podemos mejorar las predicaciones en nuestra iglesia? (Parte 1)

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Sobre esta Traducción
English: How can we improve the preaching in our church? (Part 1)

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Por Patricio Ledesma sobre La Predicación y la Enseñanza

Traducción por 9Marks


Una característica vital de una iglesia sana es la buena predicación expositiva. En esencia, predicar expositivamente significa extraer el mensaje principal de un pasaje concreto de la Biblia, explicarlo en su contexto y aplicarlo a la vida de las personas de forma relevante. Pero una iglesia sana no solo debería caracterizarse por tener predicadores expositivos, sino que también debería mostrar un constante deseo de tener mejores predicadores y mejores predicaciones. Nunca podremos enfatizar lo suficiente la tremenda importancia de la predicación de la Palabra de Dios en una iglesia local, pues es el principal medio que Dios ha establecido para convertir y santificar a su pueblo (Stg. 1:18; Jn. 17:17). Por tanto, nunca deberíamos dejar de anhelar ver mejores predicadores en nuestros púlpitos.

Entonces, ¿cómo podemos mejorar las predicaciones en nuestra iglesia? El progreso de nuestros sermones es responsabilidad de toda la congregación. En este primer artículo nos centraremos en cosas prácticas que los líderes pueden hacer. En un segundo escrito examinaremos el importante papel que juegan los miembros para que la iglesia sea bendecida mediante la predicación.

UNA RESPONSABILIDAD DE LOS PREDICADORES

Una tarea para toda la vida

Los predicadores son los primeros que deberían preocuparse por mejorar sus predicaciones. El predicador debe ser humilde y reconocer que la mejora de su predicación es una tarea que va a durar hasta el final de su vida. Jamás deberíamos pensar que ya somos lo suficientemente buenos como para estar exentos del deber de progresar en la exposición de la Palabra. Pablo se lo explicó a Timoteo de la siguiente manera: “Ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti… Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” (1 Ti. 4:13-15). El predicador Timoteo recibió el mandato apostólico de ocuparse permanentemente en la enseñanza de las Escrituras. Timoteo nunca vería el día, al menos durante sus años de servicio activo al Señor, en el que pudiera permitirse el lujo de descuidar el don que había en él. De la misma manera, debemos ocuparnos de mejorar nuestras predicaciones hasta que el Señor decida retirarnos del ministerio.

Algunos consejos prácticos

A continuación sugiero cinco cosas que podemos hacer, como líderes, para mejorar las predicaciones en nuestra iglesia:

1. Ora por la predicación y los predicadores. Ora regularmente por tu propio ministerio de predicación y por el de tus compañeros predicadores, tanto por los predicadores de tu iglesia como por otros pastores de tu ciudad, para que con todo denuedo hablen la Palabra (Hch. 4:29). No limites estas oraciones a los tiempos previos al sermón; debería ser un tema central de oración durante toda la semana. La dependencia del Espíritu Santo es fundamental en el ministerio de la predicación. Sin la obra del Espíritu no habrán frutos verdaderos y todo será en vano. Seamos fieles en la exposición, pero también en la oración. No nos apresuremos en querer ver resultados inmediatos; roguemos al Señor para que el evangelio no llegue “en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu santo y en plena certidumbre” (1 Ts. 1:5).

2. Insta a los miembros de tu iglesia a orar por la predicación y los predicadores. Haz ver a los miembros la importancia de interceder por los predicadores de la iglesia (2 Ts. 3:1), para que el Señor los bendiga no solo en la preparación de sus mensajes sino que también en su santidad diaria. Promueve desde el púlpito las oraciones por las predicaciones para que los miembros no descuiden su responsabilidad. El gran predicador Charles Spurgeon solía llevar a sus visitas a la sala de oración que había en el sótano de su iglesia, donde había gente de rodillas orando, y les decía: “Aquí está la central eléctrica de esta iglesia” [1]. A menudo Spurgeon pedía a su congregación que intercediera tanto por él como por la iglesia. Imitemos el ejemplo del gran predicador.

3. Corrige y anima a tus compañeros predicadores. Una de las formas más efectivas para mejorar nuestras predicaciones es que alguien nos indique aquellos aspectos que podemos perfeccionar, especialmente poco después de haber predicado el sermón. Esto no es fácil porque (1) tendemos a no querer corregir a nadie por temor a ofender, (2) a todos nos cuesta recibir corrección con humildad y (3) dar y recibir corrección puede ser delicado (se requiere sabiduría y amor). No obstante, a pesar de todo, la corrección entre predicadores es una fuente de enorme beneficio para la iglesia y debería practicarse. Como ejemplo, en la iglesia de Capitol Hill en Washington, D.C., cada domingo por la noche los líderes se reúnen para analizar conjuntamente las reuniones del domingo. Entre otras cosas, el predicador de ese día es sometido a una crítica bastante exhaustiva que incluye todo tipo de aspectos (interpretación, aplicación, gestos…). Se trata de un ejercicio que no solamente mejora la predicación de la iglesia semana tras semana, sino que también hace crecer a los participantes en sabiduría, amor y humildad. Por cierto, la crítica constructiva siempre va acompañada de mucho ánimo. Estas “críticas piadosas” son un ejemplo exportable a nuestras congregaciones. Otra idea para comenzar es usar un formulario sencillo de evaluación de predicación con preguntas predefinidas. Entrega estas hojas a miembros adecuados que puedan hacer una valoración sabia del sermón (considerando la introducción, estructura, contexto, aplicación, etc.). Los informes pueden entregarse al predicador para su posterior autoevaluación en casa.

4. Aprende lo mejor de los mejores. Escucha predicaciones y visualiza videos de buenos predicadores. Escuchar y ver a buenos expositores en acción te enriquecerá como predicador. Fíjate en cómo hacen sus introducciones, cómo estructuran sus sermones, cómo explican y aplican los textos, cómo manejan los tiempos, cómo proclaman con pasión, etc. Un buen predicador observará y sacará provecho de las virtudes de otros para ir forjando su propio estilo.

5. Lee buenos libros y otros recursos sobre la predicación. A continuación tienes algunos materiales de gran provecho que pueden ayudarte a mejorar tus exposiciones:

La Palabra de Dios es la fuente de vida de nuestra iglesia. No descuidemos las cosas prácticas que podemos hacer para tener mejores predicadores y mejores predicaciones. Ocupémonos pues en esto para que el evangelio de Cristo sea proclamado mejor cada día.

[1] C. H. Spurgeon on Spiritual Leadership, por Steve J. Miller, página 32.


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