Bueno y enojado

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Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Yenis Figuereo


Permítanme presentarles a dos hombres enojados, empezando por Tom. Tom ha estado enojado por mucho tiempo. La ira es el tema que corre a través de cada uno de sus días; la forja que da forma a las situaciones y relaciones de su vida. La esposa de Tom y los chicos están acostumbrados a su ira. Se mantienen fuera de su camino en la mañana, porque Tom saluda al día como un poseído. Él no permite nada que altere su rutina de la mañana. El cuarto de baño debe estar vacío para cuando Tom lo necesite, y el café y las tostadas deben estar listos para cuando él lo desee. Después de todo, sólo hay una cantidad determinada de minutos en el día, con muchas tareas para completar, lo que no deja tiempo para imprevistos o "molestias".

Los hijos de Tom han aprendido a no hablarle en la mañana sobre necesidades de dinero, o problemas en la escuela; en realidad sobre casi nada. Han aprendido de manera difícil a no discutir en presencia de su papá. También han aprendido que cuando él dice que es la hora de la adoración en familia (la última cosa que sucede antes de que Tom se vaya a trabajar), tienen que dejar lo que están haciendo y venir rápidamente.

Tom va discutiendo con el tráfico a medida que se hace camino a través del embotellamiento (tapón) hacia al trabajo. Antes de que llegue al estacionamiento ya está quejándose sobre cómo será su día y acerca de los trabajadores que "no tienen la más mínima idea de lo que están haciendo." Tom es el jefe, pero él no se siente como tal. Se siente como un hombre acorralado. Siente que pocas personas lo escuchan y nadie respeta su autoridad. Claro, Tom puede ser amable, y no se dirige como un autócrata. Pero cuando las cosas van mal, la ira viene a él rápidamente.

No es raro que al final del día, Tom llegue a casa un poco disgustado --- no con su vida en el hogar, sino simplemente porque lleva los problemas del día, a casa con él--. Sus hijos han aprendido a levantar el humor de su padre antes de acercársele demasiado. Ellos saben que él inmediatamente buscará el periódico, por lo que es mejor que esté en su lugar, y luego preguntará en cuánto tiempo estará lista la cena, así que es mejor que este pronto.

Sí, Tom es un gran trabajador y un buen proveedor. Y sí, con su negocio y sus cuatro hijos tiene mucho en su haber. Y no, Tom no es abusivo ni violento, pero si un hombre muy furioso cuya ira mancha todo lo que toca.

La historia de Jim

Jim se enfurece demasiado --- realmente enojado --- pero la suya no es una ira que hace a su familia caminar sobre cáscaras de huevo. La ira de Jim no le hace refunfuñar de camino al trabajo. No le hace ser despreciado por las personas que trabajan para él. No condiciona su llegada a casa al final de su jornada de trabajo. Sin embargo, Jim es sin duda un hombre enfadado.

Jim está enojado porque los años de corrupción política han dejado en la ciudad,- en la que vive y ama-, una sombra de lo que alguna vez fue. Jim está enojado con la pobreza y la violencia que han convertido a los barrios cercanos, en lugares peligrosos e inhabitables. Jim está enojado porque el arte y la cultura han sido tan infectados con el sexo y la violencia, que es casi imposible entretenerse sin tener que agredir la moral. Jim está enojado ya que no puede enviar a sus hijos a las escuelas--por las cuales pagan impuestos--, porque son tan imperfectas que encontrar camino hacia una buena educación es lo menos que puede ocurrir allí. A Jim le indigna que la iglesia haya estado tan aislada de la cultura que le rodea, o en guerra contra ella, y que haya perdido su capacidad de ser la sal y la luz que Dios quiere que sea. Jim está enojado con el materialismo y la pasividad que mantienen él y sus hermanos en la fe, de hacer las cosas transformadoras que sólo los creyentes podrían hacer.

Pero el enojo de Jim no es un enojo que requiera más control. El no ora para que las cosas sigan su camino: Jim usualmente ora para que de alguna forma, o de alguna manera, el pueda ser parte de lo que Dios está haciendo en el lugar donde ha sido enviado. Como puede ver, la ira de Jim no tiene que ver del todo con él. Esta ira no se forma a partir de los planes y propósitos del claustrofóbico reino de una sola persona. En su lugar, Jim es un hombre que sabe lo que significa ser bueno y enojarse al mismo tiempo. La ira de Jim es la justa ira de un hombre que ama a Dios y su corazón se ha visto envuelto en los propósitos del reino de Dios. La ira de Jim no es la ira de tonos exigentes y palabras feas. No es el "yo soy el que manda aquí", una ira de impaciencia y de rápida irritación. No es la ira que provoca las quejas de venir rápidamente y la insatisfacción de ser un tema de todos los días.

Jim está enojado, muy enojado, a lo que el pecado ha hecho al mundo en el que vive. Esto hace que su ira esté llena de compasión, sabiduría, justicia, bondad y amor. La ira de Jim alivia el dolor de los demás, en lugar de añadir a la misma. La ira de Jim no le permite auto enfocarse: No, lo llama a participar en el sufrimiento de los demás y buscar maneras de bendecirlos con lo que es bueno. La ira de Jim no le permite ser egoísta con su tiempo o estricto con su dinero. La ira de Jim le hace encontrar alegría al invertirse él y sus recursos en el reino que ha ganado su corazón.

Radicalmente diferente

Tom y Jim son dos hombres enojados, con vidas radicalmente diferentes y cuyas iras producen resultados radicalmente diferentes. Tom se enoja porque quiere ser Dios, por lo que ha reducido todo en su vida hasta el tamaño de su pequeño reino. Su ira está dejando un legado de miedo, dolor y separación. Pero la ira de Jim honra a Dios por poner a Dios y su reino en el lugar que le corresponde. La ira de Jim está dejando un ministerio de legado de amor, compasión, disposición, y curación.

Piense en usted mismo: probablemente nunca habrá un día en su vida personal y en su ministerio en el que no se enoje de alguna manera. La pregunta crucial es: "¿Eres bueno y estas enojado, al mismo tiempo?" Mire en su corazón y humildemente hágase esta pregunta: ¿Qué del todo tiene algo que ver mi ira diaria con el reino de Dios? Luego, suponga y confiese los momentos en los que no y celebre los momentos en donde sí. Celebre donde la gracia ha transformado su ira y busque la ayuda del Salvador donde esa transformación sigue siendo necesaria. Ore para que usted tenga un corazón que sea capaz de ser bueno y estar enojado al mismo tiempo.


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