Criando a los hijos para la Gloria de Dios, Segunda Parte

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English: Parenting for the Glory of God, Part 2

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Por John Piper sobre Crianza de los Hijos
Una parte de la serie Exalt '94 Cincinnati OH

Traducción por Luximar Arenas Petty


Lo que vimos ayer fue que Dios es más glorificado en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos en Él. La grandeza, la belleza y toda la suficiencia de Dios se ven más claramente cuando su pueblo está tan satisfecho en Él que toda competencia de seducción pierde su poder. Por tanto, la esencia de la adoración es estar satisfecho en Dios. Adorar es cuando mostramos el valor de Dios. Y el valor de Dios es mejor visto cuando es Él quien más nos importa.

Esto tiene consecuencias impresionantes puesto que somos padres y por el cumplimiento de nuestro deber bíblico de transmitir la verdad de Dios a nuestros hijos y llevarlos a la experiencia de la adoración auténtica.

Podemos reducirlo a una consecuencia principal: La pasión bíblica de todo padre debe ser buscar la satisfacción en Dios tanto como le sea posible en esta vida.

Por qué ser un cristiano hedonista es lo mejor para la crianza de los hijos.

Permítanme explicar detalladamente algunas de las razones por las cuales ésta es la manera de Dios de cumplir con su responsabilidad de transmitir la realidad de Dios a sus hijos y ayudarlos a que vengan a adorar a Dios.

1. Esta es la única manera de mantener la verdadera adoración como lo principal en su hogar.

Hay millones de cristianos quienes han absorbido una ética popular que viene más de Immanuel Kant que de la Biblia: esto es moralmente deficiente buscar nuestra felicidad, perseguir el deleite, ansiar la satisfacción, y dedicarnos a su búsqueda.

Esto es absolutamente mortal para la adoración auténtica y para el gozo espiritual auténtico en la familia. En la medida que esta ética florece, en esa medida la adoración y el gozo auténtico mueren. Porque la esencia de la adoración es la satisfacción en Dios. Ser indiferentes a, o aún temerosos de, la búsqueda de lo que es esencial para la adoración (esto es, su propia satisfacción en Dios) es oponerse a la adoración.

Pero por otra parte, Dios es poderosamente honrado cuando una persona sabe que morirá de hambre y sed si no tiene a Dios. Y así nuestro anhelo y nuestro deseo y nuestra búsqueda después de todo es que Dios es por nosotros en Jesús lo cual aumenta su valor y es por lo tanto la esencia y el centro de la adoración.

Si usted quiere mantener a Dios auténticamente adorado, en el centro de su hogar, usted debe ser un padre con una pasión por la satisfacción en Él.

La segunda razón es que una pasión por la satisfacción en Dios es la meta principal de la crianza de los hijos.

2. Esto coincide con el principio # 1 que mencioné ayer: La primacía de la influencia inconsciente.

Noventa y nueve por ciento de las acciones que usted lleva a cabo que influyen en sus hijos son acciones no premeditadas. Jesús dijo, “Porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Si, y no solamente la boca sino también los ojos y las manos y los pies. Si usted está satisfecho en Dios lo hará público en cientos de maneras que usted ni ha pensado, porque eso es lo genuino y lo que abunda dentro de usted. Si no está ahí puede intentar con una docena de manuales para padres y construir un sistema para crianza de los hijos, y va a ser contradictorio 100 a 1 por la realidad de quien es usted.

Lo mejor que usted puede hacer por sus hijos para mostrarles la verdad y el valor de Dios es poner su rostro como un pedestal para maximizar su satisfacción en Dios – hasta que usted esté tan saturado de Dios que cuando sus hijos lo hieran, usted supure a Dios.

La tercera razón que una pasión por la satisfacción en Dios es la meta principal de la crianza de los hijos es que

3. Está de acuerdo con el principio # 2 que mencioné ayer: el poder contagioso de un ejemplo feliz.

Sus hijos lo más probable es que imitarán lo que ellos ven que le hace más feliz, no lo que ellos le oyen decir que hagan o aún lo que ellos le ven hacer pero que no le gusta hacer. Ellos harán lo que ellos le ven hacer que parece que le hace más feliz.

Si esto es cierto, entonces el propósito de influenciar a sus hijos para adorar a Dios exige que usted busque su propia satisfacción en Dios. Ellos no son ciegos. De hecho, ellos ven directo a través de nosotros. Ellos saben si Dios es un simple rito externo o una simple tradición heredada, o si Él es la pasión de nuestras vidas. Ellos pueden decir si Él nos brinda gozo. Ellos pueden ver si nuestros corazones están satisfechos en Él. Y si nuestros corazones no están satisfechos, ¿por qué razón ellos deberían hacer caso a nuestras palabras que Él es verdadero y grandioso y digno de ser adorado y amado y obedecido?

No funcionará. Lo único que funciona en la crianza de los hijos es la realidad. La única influencia que funciona es la autenticidad. Lo verdadero engendra verdad. Lo auténtico engendra autenticidad. Sin error alguno. El mejor padre puede perder un hijo en el mundo. Pero el gozo auténtico en Dios es la manera señalada por Dios. Y es la que más probablemente los ganará.

La verdad asombrosa es esta: si usted quiere que sus hijos sean felices en el Dios verdadero, usted debe hacer de la pasión de su vida el ser feliz en el Dios verdadero. Ellos no tienden a imitar lo que ellos ven que nos hace desdichados o aburridos. Ellos tienden a imitar lo que nos hace felices. Si Dios no se ve que es nuestra verdadera satisfacción, es poco probable que 18 años de asistencia a la iglesia les haga pensar que Dios vale mucho.

La estrategia número uno para transmitir la verdad acerca de Dios y la adoración de Dios a nuestros hijos es ser padres cuya principal pasión es buscar la satisfacción en todo lo que Dios es por nosotros en Cristo.

La cuarta razón que una pasión por la satisfacción en Dios es la meta principal de la crianza de los hijos es que

4. Esto rompe el poder del pecado de los padres.

Un gran impedimento para transmitir la realidad de Dios a nuestros hijos es que nosotros estamos tan propensos a pecar en contra de ellos. Los usamos para nuestra conveniencia. Sacamos nuestras frustraciones en ellos con irritabilidad y enojo. Rehusamos disculparnos cuando hemos sido injustos con ellos. Los desatendemos porque deseamos otras cosas. Algunas veces pecamos contra ellos directamente. Frecuentemente pecamos contra ellos indirectamente al pecar contra nuestro cónyuge. El dolor y la decepción de la relación matrimonial imponen una carga pesada en los hijos.

¿De dónde viene el poder práctico para romper con el poder de cancelar pecados, como Carlos Wesley señaló? ¿Dónde encontramos recursos espirituales para tener paz y aún gozo en medio de una relación matrimonial que simplemente no es lo que usted quiere que sea?

Viene de lo que Thomas Chalmers llamó “el poder excluyente de un nuevo afecto”. En otras palabras, cuando su corazón está cada vez más satisfecho en Dios, ese nuevo afecto expulsa gradualmente viejos deseos y viejas frustraciones del corazón.

¿Y si usted siente que precisamente debe tener un cónyuge que lo toque de una cierta manera, o que debe estar con usted una cierta cantidad de tiempo, o compartir en asuntos espirituales con usted como usted desea, o perder peso, o dejar de usar lo que él o ella usa, o preparar la comida diferente, o llegar a tiempo a los lugares, o no hablar tanto en público, o no gastar dinero? Suponga que usted siente que tiene que cambiar o será desdichado por el resto de su vida.

Sus hijos ven esto. Ellos están midiendo – muchas veces inconscientemente – dónde está su tesoro, lo que usted realmente valora, de dónde viene su gozo, cuán suficiente es Dios para usted.

¿Cuál es la respuesta a este tipo de frustración y a todo el pecado que viene con ella? Jesús señala a través de la respuesta en Mateo 13:44, “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.”

Observe lo que lo motivó: en su alegría el fue y vendió todo lo que tenía. La manera señalada por Dios rompe el poder de los placeres pecaminosos en nuestras vidas, o el poder de una frustración por la pérdida de un placer legítimo, es por el incomparable gozo que viene de descubrir el tesoro del reino – esto es, la comunión con Dios. Cuando encontramos que Dios es nuestra completa satisfacción, somos liberados para vender todo con el fin de maximizar nuestro gozo de ese tesoro.

No tome esto a la ligera. Vender todo no es una pequeña pérdida. Podría ser la pérdida de algún negocio o de algún hábito arraigado por mucho tiempo, o de algún deseo marital legítimo – cualquiera que sea, Cristo es más satisfactorio. Y cuando usted experimente eso, será liberado del poder esclavizador del resentimiento y de la irritabilidad y del enojo y de la auto-compasión y de las distracciones del mal humor.

En otras palabras, el poder del pecado y el poder de la decepción y de la frustración son rotos por el poder del incomparable gozo de conocer a Dios en una relación íntima. Esto fue el testimonio de Pablo en Filipenses 3:8 “Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo”.

Esto es lo que yo quiero decir por una pasión de ser satisfechos en Dios. Cuando todo lo que Dios es por nosotros en Cristo satisface nuestros corazones de esta manera – así que por comparación todo lo demás es basura – entonces somos libres del dominio del pecado. Nuestros hijos verán esto y sentirán esto. Significará nuestra libertad para ellos. Ellos reconocerán que es el valor de Cristo que nos guarda de ser aplastados por las tensiones financieras, o por el deterioro de la salud, o por las decepciones laborales.

Oh, cuánto recuerdo la fe de mi padre en medio de las crecientes dificultades financieras. Nunca hubo ninguna duda en mi mente cuando era joven acerca de donde venía el gozo de mi padre. Venía de Dios y el confiaba en que Él implícitamente iba a cuidar de nosotros. Mi padre no estaba agobiado por la ansiedad sombría de tal manera que él no pudiera jugar conmigo. El no se dejó llevar por arrebatos de irritabilidad. ¿Por qué? No era que las dificultades no estuvieran allí. Era porque el tenía su esperanza y su gozo y satisfacción en Dios, y no en las circunstancias. El tenía una pasión por permanecer satisfecho en Dios. Y eso rompe el poder de la pérdida y la frustración y la ansiedad y el pecado. Yo era el beneficiario de la búsqueda de mi padre de satisfacción en Dios.

Cómo criar con placer en Dios.

Permítame concluir con algunas sugerencias de cómo ser esa clase de padre – un padre cuya pasión es estar tan satisfecho en Dios como pueda estar en esta época.

Oración.

Una parte crucial de la respuesta es la oración.

Estar satisfechos con todo lo que Dios es por nosotros en Cristo no es natural para los seres humanos pecadores. Si nosotros vamos a tener esa clase de satisfacción, será un trabajo sobrenatural en nuestras vidas por Dios mismo.

Por lo tanto, si deseamos experimentar esta satisfacción de liberación en Dios, debemos pedir de la manera que Moisés lo hizo en el Salmo 90:14-15,

Sácianos por la mañana con tu misericordia,
y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.
Alégranos conforme a los días que nos afligiste,
y a los años en que vimos adversidad.

Si queremos ser satisfechos en el amor de Dios y ser felices en su bondad, debemos clamar por ello en nuestras oraciones. A menudo no tenemos porque no pedimos (Santiago 4:2).

El motivo de la oración es tan decisivo en la economía de Dios más que cualquier otra cosa que pone de manifiesto la verdad que Dios es más glorificado en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos en Él. En oración obtenemos satisfacción como beneficiarios y Dios recibe gloria como el benefactor.

Es por eso que Jesús dijo, “… pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo… Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. (Juan 16:24; 14:13). La oración es la admisión de nuestras debilidades y de la fortaleza del Padre, nuestro vacío y su plenitud, nuestra necesidad y su toda suficiencia. Deje que su hijo cumpla 13 años y si usted no ha orado – orar desesperadamente – usted no se dará cuenta lo que está en juego. Tanto en su profunda necesidad de satisfacción en Dios, como para su protección.

Meditación en la Palabra de Dios.

La oración es uno de los más profundos y satisfactorios trabajos cuando se combina con la Palabra de Dios en nuestras vidas. Sin oración la Palabra está ante nosotros como una página en blanco. Tenemos que clamar una y otra vez como el salmista, “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley”. (Salmos 119:18). “Bendito tú, oh SEÑOR; enséñame tus estatutos”. (Salmos 119:12).

Cuando Dios se acerca a una persona y responde estas oraciones, la Palabra viene a ser como una fuente deleitosa que cambia la vida. “… sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!” (Salmos 1:2) “Los preceptos del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón…” (Salmos 19:8)

“El temor del SEÑOR es limpio, que permanece para siempre;
los juicios del SEÑOR son verdaderos, todos ellos justos;
deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino,
más dulces que la miel y que el destilar del panal.” (Salmos 19:9-10)

Meditar en la Palabra de Dios con un espíritu de oración es el medio primordial para reponer la satisfacción en Dios quien nos libera para el amor sacrificial. La Palabra da vida (Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23); genera y sustenta la fe (Romanos 10:17; Juan 20:31); alienta la esperanza (Romanos 15:4); nos hace libres (Juan8:32); nos hace santos (Juan 17:17); restaura el alma (Salmos 19:7); da luz a los ojos (Salmos 19:8); sustenta la seguridad de la vida eterna (1 Juan 5:13); derrota al diablo (Efesios 6:17; 1 Juan 2:14).

No es de extrañar lo que Jesús dijo de sus propias palabras, “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto”. (Juan 15:11). Y no es de extrañar porque Jeremías y los salmistas se regocijaron en conocer y “comer” la Palabra de Dios. “¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. (Salmos 119:97). “Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón”. (Salmos 119:11). “Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón…”. (Jeremías 15:16).

Esta experiencia ha sido real para el pueblo de Dios a través de los siglos. Considere por ejemplo la historia de “Little Bilney”, uno de los pioneros de la Reforma Inglesa quien nació en 1945. El era riguroso externamente en sus esfuerzos religiosos. Pero no tenía vida en su interior. Entonces sucedió que recibió una traducción en latín del Nuevo Testamento Griego de Erasmo.

Me atreví a creer en esta frase de San Pablo (¡Oh la más dulce y cómoda oración para mi alma!) en 1 Timoteo 1:15, “Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero”. Esta sola frase, a través de la instrucción de Dios y el obrar interior, el cual yo no percibí, alegró tanto mi corazón, que estaba antes herido con la culpa de mis pecados, y estando casi en desesperación, que… inmediatamente yo… sentí consuelo y quietud, tanto que “mis huesos magullados brincaron de gozo”. Después de esto, las Escrituras comenzaron a ser más gratas para mí que la miel o que el panal de miel.[1]

Otro gran hombre de oración y fe descubrió el poder de la satisfacción y santificación de la Palabra en su tiempo de oración. George Mueller vivió de 1805 a 1898 y fue famoso por fundar orfanatos en Inglaterra y por depender de Dios para todas sus necesidades. En su Autobiografía él cuenta la historia de cómo descubrió la necesidad de usar las Escrituras para satisfacer su alma cada mañana.

Vi más claro que nunca, que la principal y más grande ocupación a la cual debía asistir cada día era, tener mi alma feliz en el Señor. Lo primordial por lo que estar preocupado no era, cuánto puedo servir al Señor, cómo puedo glorificar al Señor; sino cómo puedo tener mi alma en un estado de felicidad, y cómo mi hombre interior puede ser alimentado… Vi, que lo más importante que tenía que hacer era entregarme a la lectura de la Palabra de Dios y a meditar sobre ella, de esta manera mi corazón seria consolado, animado, advertido, reprendido, instruido; y así, mientras meditaba, mi corazón podría experimentar comunión con el Señor. Comencé por consiguiente, a meditar en el Nuevo Testamento, desde muy temprano en las mañanas.[2]

  1. De una carta citada en el Libro de Norman Anderson, La Palabra de Dios para el mundo de Dios, p. 25.
  2. Autobiografía de George Mueller, recopilada por Fred Bergen, (Londres: J. Nisbet Co., 1906) pp. 152-4


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