Deprimida y agradecida

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English: Depressed and Thankful

© Desiring God

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Por Stacy Reaoch sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Paola Montano

Seis maneras de encontrar gozo

Fue sólo alrededor de un año desde que nos casamos cuando tuve mi primer episodio de depresión leve. Y no tenía sentido para mí. Finalmente me casé con el hombre de mis sueños. Había conseguido mi primer trabajo como maestra. Habíamos comenzado una nueva vida juntos y estábamos haciendo nuevos amigos. Pero por alguna razón, mi corazón estaba abatido. La vida se sentía abrumadora, como si quisiera esconderme bajo las sábanas y permanecer en cama todo el día.

La constante tristeza en mi corazón finalmente me llevó a visitar al médico para hablar sobre cómo me había estado sintiendo. En lugar de escribir rápidamente una prescripción, mi médico sabiamente mencionó los grandes cambios en vida que había experimentado en los últimos doce meses — mi graduación de la universidad, alejarme de mi familia, mi matrimonio, mi primer trabajo real — y me aseguró que esa montaña rusa de emociones era normal a la luz de todo lo que había experimentado en un año.

Eventualmente salí de ese lugar oscuro, pero a lo largo de mis años de vida adulta ha habido otras ocasiones en las que he comenzado a deslizarme en el pozo de la desesperación. El lado melancólico de mi personalidad me hace propensa a ver el vaso como medio vacío. Ahora comprendo que para muchos la medicación es realmente necesaria. Pero el arma que ha hecho la mayor diferencia en mi vida en la lucha contra la depresión, y algo de lo que todos pueden beneficiarse, es la gratitud.

La adoración aumenta en gratitud

En el excelente libro de Nancy DeMoss Wolgemuth, Choosing Gratitude [Sea Agradecido], ella enfatiza que o estamos lloriqueando o estamos adorando. Nuestro estado natural y pecaminoso nos hace propensos a ver lo que nos hace falta, lo que no tenemos y lo que ha salido mal en nuestras vidas.

La queja es a menudo mi respuesta predeterminada. Justo el otro día me di cuenta que, aunque había tenido un día relativamente bueno, tan pronto como mi esposo entró por la puerta después del trabajo, comencé a hablarle sobre la pelea de los niños después de la escuela, el accidente de nuestro pequeño en su entrenamiento para ir al baño, y ¿ya mencioné que la nevera no funciona bien?

A menudo, las cosas que salen de nuestra boca pueden ser quejas de cosas que no nos han salido bien o de como otros nos han tratado. Somos una cultura orientada a los derechos, y si no obtenemos lo que por derecho nos pertenece, nos llenamos de ira o desesperación. A menudo, nos deslizamos por los pecados del derecho y el descontento hacia la ansiedad y la depresión. Podemos llegar a rodearnos de pensamientos oscuros y expectativas insatisfechas que pesan nuestros corazones y ponen una nube sobre nuestras mentes.

Por otro lado, nunca podremos llevar nuestros corazones de la desesperación a la adoración sin expresar gratitud a Dios. El tema de la gratitud se extiende a lo largo de toda la biblia. En los Salmos se nos manda dar gracias a Dios:

Dad gracias al Señor, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos. (Salmo 105:1, LBLA)
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres. (Salmo 107:8)

El libro de Colosenses también aborda el tema de la gratitud. En Colosenses 3:14-17, Pablo menciona la gratitud en tres ocasiones diferentes, una de ellas es: “Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”. (Colosenses 3:15). Del mismo modo, 1 Tesalonicenses 5:18 nos recuerda que es la voluntad de Dios que demos gracias en todas las circunstancias.

Seis tácticas para vencer la ingratitud

Dios nos llama a ser personas agradecidas. Y es esa actitud de gratitud la que puede transformar nuestras vidas. Si te encuentras deambulando por el oscuro camino de la depresión y la desesperación, aquí hay seis maneras sencillas para luchar por el gozo a través del agradecimiento.

1. Llena tu mente con las verdades de la Palabra de Dios.

Medita en versículos sobre la gratitud como Colosenses 3:15–17. Comprométete a recordar los mandamientos de Dios para estar agradecido.

2. Recuerda la bondad y la fidelidad de Dios hacia ti.

Así como los israelitas eran propensos a olvidar todo lo que Dios había hecho por ellos durante su tiempo en el desierto, también nosotros podemos olvidarlo. La disciplina de recordar al escribir o al contar a otros las bendiciones de Dios es una manera de despertar la gratitud en nuestros corazones.

3. Pídele a Dios que ponga vigilancia sobre tu boca.

En lugar de desahogar tus frustraciones de cada día, busca razones para regocijarte. Una actitud de gratitud se propaga tan fácilmente como un espíritu de queja. Trata de ser conocido como una persona llena del Espíritu Santo, alegre, en lugar de una persona quejita, malhumorada.

4. Intenta hacer del agradecimiento tu reacción automática a tus circunstancias.

Cuando escuches las noticias, pregúntate: "¿Por qué podría agradecer en esta circunstancia?” Siempre recuerdo la historia de una familia que descubrió que su hija había muerto repentinamente. Mientras se unieron para orar y llorar, el padre, antes que nada, agradeció al Señor por todos los años que pasaron juntos. Gran ejemplo de gratitud, incluso en medio de una gran pérdida.

5. Expresa tu agradecimiento con palabras.

Escribe cinco cosas por las que estar agradecido tan pronto como sientas que te diriges a la desesperación. A veces es tan simple como una taza de té caliente en un día frío o una flor que florece fuera de mi ventana. Hacer una lista de las bendiciones diarias de Dios ha sido una de las cosas más transformadoras en mi vida. Al expresar nuestro agradecimiento con palabras — ya sean habladas o escritas— una idea abstracta como el agradecimiento se vuelve mucho más concreta.

6. Busca evidencias específicas de la gracia de Dios.

Busca gracia en tu vida y en las vidas de las personas que te rodean. Mi fe se fortalece cuando veo a Dios responder una oración, cuando noto el fruto de la paciencia cuando ya no lloro por la leche derramada, o cuando una tan esperada respuesta de oración por el deseo de mi amiga de ser madre se cumple a través de la adopción. Observar a Dios obrando me da mucho que agradecer.


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