Dice el Perezoso: ¡El león está fuera! Seré muerto

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Sobre esta Traducción
English: The Sluggard Says, There Is a Lion Outside! I Shall Be Slain

© Desiring God

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Traducción por Javier Matus


Proverbios 22:13

Dice el perezoso: “¡El león está fuera! ¡Seré muerto en la calle!”.

Esto no es lo que esperaba que dijera el proverbio. Habría esperado que dijera: “Dice el cobarde: ‘¡Hay un león afuera! ¡Seré muerto en la calle!’”. Pero dice “perezoso”, no “cobarde”. Así que la emoción que controla aquí es la pereza, no el miedo. Pero ¿qué tiene que ver la pereza con el peligro de un león en la calle? No decimos: “Este hombre es demasiado perezoso para ir a hacer su trabajo porque hay un león afuera”. La presencia de un león no produce pereza, produce miedo. ¿Cuál es el punto del proverbio?

El punto es que el perezoso crea circunstancias imaginarias para justificar el no hacer su trabajo, y así mueve el enfoque del vicio de su pereza al peligro de leones. Nadie aprobará que se quede en casa todo el día sólo porque es perezoso. Pero podrían simpatizar con él y aprobar que se quede en casa si hay un peligro real afuera. Así que para ocultar su pereza y autojustificarse, desvía la atención de la verdad (pereza) a una ilusión (leones).

Si queremos ser personas sabias —personas en camino a ser “sabios”— debemos entender cómo funcionan nuestros corazones y mentes humanas pecaminosas. Una profunda comprensión bíblica que necesitamos conocer es que nuestro corazón explota nuestra mente para justificar lo que el corazón quiere. Es decir, nuestros deseos más profundos preceden al funcionamiento racional de nuestras mentes e inclinan a la mente a percibir y pensar de una manera que hará que los deseos parezcan correctos. Es una ilusión pensar que nuestros corazones son neutrales y se inclinan de acuerdo con la fría observación racional de la verdad. Al contrario, sentimos deseos o temores poderosos en nuestro corazón, y ENTONCES nuestra mente tuerce la realidad para justificar los deseos y temores.

Esto es lo que está haciendo el perezoso. Desea profundamente quedarse en casa y no trabajar. No hay una buena razón para quedarse en casa. ¿Entonces qué hace? ¿Supera su mal deseo? No, usa su mente para crear circunstancias irreales para justificar su deseo. Hasta puede creer en la creación de su mente. El engaño puede pasar de la depravación moral al trastorno mental —desde engañar a otros hasta engañarnos a nosotros mismos.

Entonces Proverbios 26:16 dice: “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar”. ¿Y por qué es así? ¿La pereza hace a una persona altiva? No necesariamente. Pero los hace resistentes a cualquier verdad que expone su pereza. Así que cuando siete hombres dicen: “No hay un león en la calle”, el perezoso no puede conceder. Debe insistir en que su propia respuesta es más sabia: Hay un león en la calle. De lo contrario, su pereza es expuesta por lo que es. Y así, la verdad se sacrifica en el altar de la autojustificación.

Es un cuento antiguo. Desde Caín (Génesis 4:9) hasta Clinton, la verdad ha sido sacrificada al deseo, y la mente ha sido empleada astutamente por el corazón oscurecido para cubrir sus pasiones. Todos somos dados a esto. Nuestra única esperanza es la obra transformadora de Dios en nuestros corazones para liberarnos de la esclavitud de un corazón endurecido que produce una mente inútil (Efesios 4:17-18, Romanos 6:17).

Esto es lo que vimos el domingo pasado en Romanos 1:18: “Ellos detienen con injusticia la verdad”. La verdad es mantenida como rehén por los compromisos injustos del corazón. Luego el corazón injusto emplea a la mente para distraer y engañar. Como dice Jesús: “Todo aquel que hace lo malo aborrece la Luz” (Juan 3:20). El hacer el mal que amamos nos hace hostiles a la luz de la verdad. En esta condición, la mente se convierte en una fábrica de medias verdades, equivocaciones, sofismos, evasiones y mentiras —cualquier cosa para proteger a los malos deseos del corazón de ser expuestos y destruidos.

Oh sabios en crecimiento de [la iglesia de] Bethlehem, considerad y sed sabios.

El Pastor John


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