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English: God Will Give You Something to Say

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Ilduara Escobedo


Me gustaría animarte a disfrutar una experiencia particular del ministerio del Espíritu Santo prometido por nuestro Señor Jesús.

Cuando hizo esta promesa, tenía en mente principalmente los momentos tensos y peligrosos en los que los adversarios del cristianismo lo llevan ante las autoridades y le dan la oportunidad de hablar. Por ejemplo, dijo:

"Cuando os lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis de cómo o de qué hablaréis en defensa propia, o qué vais a decir; porque el Espíritu Santo en esa misma hora os enseñará lo que debéis decir" (Lucas 12:11–12, LBLA).

O más tarde dijo:

"Cuando os lleven y os entreguen, no os preocupéis de antemano por lo que vais a decir, sino que lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo" (Marcos 13:11; compárese con Mateo 10:19).

Quizás algo como esto te haya pasado. Pero la mayoría de nosotros en Occidente aún no hemos encontrado ese tipo de acusación oficial por ser un seguidor de Jesús.

Contenido

Sí, se aplica a ti

¿Significa eso que esta promesa de Jesús no se aplica a nosotros? No. Sí que se aplica a nosotros. Fíjate, cuando Jesús dice en Lucas 12:11 que pueden llevarnos ante “sinagogas, gobernantes y autoridades”, no está pensando en un solo tipo de comparecencia. Ser interrogado en la sinagoga no era lo mismo que ser interrogado por un gobernador romano.

La promesa de Jesús de que el Espíritu Santo nos enseñará lo que deberíamos decir no significa librarnos de la ansiedad en un solo tipo de prueba y luego dejarnos a nosotros mismos en otra. La promesa es que el Espíritu Santo nos ayudará en los entornos más aterradores, y por lo tanto, ¡cuánto más podemos depender de Él en situaciones menos amenazadoras!

Una de las razones por las que quiero que disfrutes esta obra particular del Espíritu Santo es que la he encontrado muy verdadera, asombrosa y preciosa en mi propia vida. Estoy pensando particularmente en dos tipos de situaciones. Una es el evangelismo callejero en frío y la otra son sesiones espontáneas de preguntas y respuestas frente a cientos o miles de personas.

Corriendo en Minnesota

Durante los ocho meses en que salgo a correr fuera en Minnesota, llevo regularmente folletos y Evangelios de Juan en mi bolsillo. Oro pidiendo guía de alguien con quien hablar acerca de Jesús y por la ayuda del Espíritu Santo en lo que debo decir. Por lo general, es bastante temprano en la mañana, y corro en lo que la mayoría de la gente llamaría "un barrio pobre". Si encuentro a un hombre solo, puedo detenerme y decir: “¡Buenos días! Mi nombre es John. Corro por el barrio y oro por la gente. ¿Hay algo por lo que pueda orar por ti?" A partir de este punto, es impredecible.

Pero, normalmente, me darán algo por lo que orar. De vez en cuando es algo realmente significativo. Hace un par de meses, un joven dijo que su novia lo había echado, y que estaba devastado. Había pensado que sería una relación a largo plazo. Tarde o temprano en mi interacción, digo algo como: "¿Conoces las mejores noticias del mundo?" Dependiendo de lo que digan, les pregunto: "¿Puedo contártelas?" El noventa por ciento de las veces dicen que sí. Así que pongo el evangelio en tan pocas palabras como puedo y veo hasta dónde están dispuestos a ir con eso.

Salgo de estos breves encuentros agradecido y asombrado por lo que acaba de suceder. Sí, a menudo me siento frustrado por no haber dicho mejor las cosas. Pero también estoy realmente feliz de que el Espíritu Santo me haya dado algo que decir. No solo eso, sino que me inclinó a decirlo. Me hizo amarlo. Despertó la compasión. Superó la ansiedad. Él puso esperanza en mi corazón. Cumplió la promesa de Jesús: "El Espíritu Santo en esa misma hora os enseñará lo que debéis decir".

Preguntas y respuestas sin guión

Otra situación en la que disfruto de este ministerio del Espíritu Santo es durante las sesiones de preguntas y respuestas en conferencias o durante las entrevistas con los medios. Primero, oro por ayuda (a menudo usando ARCAA). Si conozco el tema general que se aborda, es posible que piense con anticipación sobre algunos textos bíblicos relacionados con el tema. Pero si me consultan si quiero ver las preguntas antes de tiempo, les digo que no, gracias. Una razón es que, si tengo las preguntas, tiendo a sentir más ansiedad y entonces me preparo en exceso. Otra razón es que realmente disfruto al ver cómo el Espíritu Santo me trae a la mente las respuestas sin pensarlo. Es, para mí, una experiencia increíble.

De nuevo, sí, a menudo siento que podría haber respondido mejor las cosas. A veces me quiero morir por haber dejado que salga de mi boca algún comentario inútil. A veces me siento estúpido por no recordar un versículo obvio de las Escrituras que, al parecer, habría sido un punto perfecto. Así que pueden ver que no me tomo la promesa de Jesús acerca de la ayuda del Espíritu Santo como si significase que me vuelvo infalible o impecable.

Incluso cuando Jesús promete en Lucas 21:15, “os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni refutar”, no quiere decir que siempre tendremos el efecto que queremos. Lucas usa las palabras de la promesa de Jesús para describir el discurso de Esteban ante el concilio en Hechos 6:10–15. "No podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba", pero mataron a Esteban en lugar de estar de acuerdo. Este asombroso ministerio del Espíritu Santo no es garantía de éxito evangelizador o edificante.

Preparación para la vida, no un ensayo ansioso

Además de pensar que la promesa nos da una efectividad infalible y segura, también debemos evitar pensar que la promesa implica que el Espíritu Santo dará sabiduría, gracia y poder a una mente que está habituada a la necedad, la carne y la autosuficiencia. La promesa dice que no debemos estar ansiosos, no que debamos tener las manos vacías. Debemos estar libres del miedo, no libres de la verdad y la fe.

Está claro en la vida y la enseñanza de Jesús, y del ministerio de los apóstoles, que la obra del Espíritu Santo en "enseñarnos en esa misma hora lo que debemos decir" no incluye crear nuevas Escrituras en nuestra cabeza. La forma en que funciona el Espíritu es recordando la verdad bíblica que ya hemos atesorado en nuestros corazones (Salmo 119:11) y al ayudarnos con claridad, convicción, oportunidad, discernimiento y amor situacionales. Decenas de factores intelectuales, emocionales, verbales, físicos y espirituales se unen en un testimonio espontáneo de la verdad. El Espíritu Santo los gobierna a todos.

Pero Él no empieza de cero con cada oportunidad que enfrentamos. Agita a su pueblo para que "la palabra de Cristo habite en abundancia en [ellos], con toda sabiduría enseñándolos y amonestándolos unos a otros" (Colosenses 3:16). Si esperamos apoderarnos de su promesa de enseñarnos lo que necesitamos decir en un momento de presión, entonces deberíamos recordar otra promesa: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho" (Juan 15:7).

Las palabras de Jesús ya nos han sido dadas. Los cuatro evangelios, formados a partir de las enseñanzas de Jesús, son una montaña de tesoros. Debemos escuchar las palabras de Cristo (Marcos 9:7), darles un hogar en nuestras mentes (Juan 8:37) y atesorarlas (Colosenses 3:16). Esta es la materia prima con la que trabaja el Espíritu Santo cuando nos enseña qué decir. Él inspiró las palabras de Jesús la primera vez. Le encanta usarlas cuando llega el momento.

Cómo funciona el Espíritu

Jesús modeló esto para nosotros cuando fue guiado por el Espíritu para dar una respuesta en medio de una crisis. Cuando Satanás lo desafió en el desierto, Jesús se llenó del Espíritu Santo (Lucas 4:1), y se le dio la palabra correcta en cada momento. Está escrito:

Jesús citó las Escrituras todas las veces. Claramente, Jesús no solo estaba lleno del Espíritu Santo, sino que estaba lleno de la palabra escrita de Dios. Así es como el Espíritu Santo le enseñó "en esa hora".

Siempre preparado

Y así es como funciona con nosotros: "La palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno" (1 Juan 2:14). El Espíritu Santo inspiró las Escrituras en el siglo primero. Luego, en nuestro siglo, nos impulsa a amar, a leer, a comprender y a almacenar las Escrituras. Él nos transforma con esto. Y luego, en el momento de necesidad, pone esa verdad bíblica a trabajar de una manera sorprendente mientras nos enseña qué decir.

Esto es lo que Pedro estaba tratando de explicar cuando dijo:

Pero aun si sufrís por causa de la justicia, dichosos sois. Y no os amedrentéis por temor a ellos ni os turbeis, sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:14-15).

Esto no es una contradicción de las instrucciones de Jesús de que no "meditáramos de antemano cómo responder" (Lucas 21:14). Jesús está advirtiendo contra los ensayos temerosos. Pedro nos está diciendo que estemos siempre nutriendo nuestra esperanza, amontonando la verdad bíblica en el fuego de la confianza. Si alimentamos los fuegos de nuestra esperanza todos los días con los motivos de la Palabra de Dios, el Espíritu Santo tomará ese combustible de "preparación" y "te enseñará en esa misma hora lo que debes decir".

Considera los lirios

Y para que no pensemos que el único conocimiento que el Espíritu Santo usa es el conocimiento de la Biblia, recuerda que Jesús dijo: "Mirad las aves del cielo... Observad cómo crecen los lirios del campo" (Mateo 6:26–28). En otras palabras, aprende, aprende, aprende tanto del mundo de Dios como de la palabra de Dios.

Cuando estás ante un tribunal, o frente al salón de clases, o almuerzas, tienes una entrevista o testificas en la calle, el Espíritu Santo siempre pone en uso tu experiencia de la palabra y tu experiencia del mundo.

Es sobrenatural

Por lo tanto, nada es más natural que estar ansioso por saber si tu almacén será suficiente para el momento de la crisis. Es por eso que Jesús promete algo sobrenatural, no algo simplemente natural. "El Espíritu Santo te enseñará en esa misma hora lo que debes decir" (Lucas 12:12). Dios va a trabajar para ti. ¡Dios!

Si crees que puedes conocer la Biblia y el mundo lo suficientemente bien como para quitarte la ansiedad, anulas esta promesa. El punto es que lo que se necesita en este momento está más allá de ti. Necesitas el Espíritu Santo. Jesús promete que Él estará allí. Así que vive con Él día a día. Y cuando llegue la hora de la prueba, Él estará allí para darte lo que necesitas. Es una experiencia increíble y preciosa. Ven, disfrútalo.


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