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English: The SBJT Forum: Heroes of the Faith

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Por D.A. Carson sobre Biografía Cristiana
Una parte de la serie The Southern Baptist Journal of Theology

Traducción por Alexandra Tapia


D.A.Carson: Cuando me solicitaron escribir sobre un héroe de la fe de mi selección, empecé a revisar en mi mente algunos de mi gusto personal: John Chrysostom, Agustín, John Hus, John Calvin, William Perkins, George Whitefield, Andrew Murray M’Cheyne, Adoniram Judson, la Condesa de Huntingdon, Charles Spurgeon, y muchos más. Luego revisé algunos candidatos de esa categoría del siglo veinte, algunos de ellos aún vivos, todos ellos extraordinarios: D. Martyn Lloyd-Jones, John R. W. Stott y bastantes otros. Luego pensé en algunos líderes Cristianos talentosos que he conocido alrededor del mundo, algunos de los cuales han sufrido en gran manera, mientras otros han ejercido ministerios magníficamente fructíferos, algunas veces bajo muy difíciles circunstancias. Luego reflexioné sobre los mártires Cristianos en Cambodia, en la gente Karen de Burma, pastores en Irán, aquellos quienes han sufrido y algunas veces muerto en Indonesia y al sur del Sudán, uno de los pocos que puedo nombrar. ¿En dónde debería comenzar? ¿Cómo podría escoger uno, cuando temperamentalmente nunca me he fijado en una persona (excepto Jesús), en un solo libro (excepto La Biblia), o únicamente en un movimiento?

Finalmente decidí que, como Dios anula muchas de las categorías que nosotros los seres humanos consideramos que son importantes, yo haría lo mismo. Les contaré sobre Tom.

No les mencionaré su apellido, o dónde él ha servido, ya que alguien que lea estas líneas puede adivinar quién es él. Ciertamente Tom nunca se consideró a sí mismo como un héroe de la fe, ni una sola vez. El fue un muy conocido pastor Bautista, trabajando en un difícil contexto transcultural. En la mitad de sus veinte años, el Señor le dejó tal carga, por el gran grupo de personas ignoradas que motivó allá y empezó a aprender su lenguaje. En sus veinticinco años de edad, edificó dos iglesias pequeñas. Nunca escribió un libro. Nunca fue solicitado predicar en largas conferencias. Nunca viajó a países del Tercer Mundo como un tipo de embajador influyente del evangelio. No era brillante en el nivel conceptual; sin embargo, poseía una mente cuidadosa que prestaba atención a detalles. Administrativamente era un trabajador diligente pero lento.

Por otro lado, cada día de su vida adulta el oró, en rodillas, por lo menos 45 minutos, e incluso más que ello. Era un hombre de integridad intachable, y en medio de un conflicto sectario extraordinariamente difícil, escogió el camino de la rectitud sin ninguna señal de malicia perceptible hacia aquellos que trataron de anularlo. El y su esposa criaron tres niños en la naturaleza y consejo del Señor. Pobres en ciertos períodos de su vida, dependieron para su alimento y vestido en calladas oraciones intercesoras, y nada más. Luego de veinticinco años de ministerio, Tom se convirtió en fabricante de carpas, manteniendo a su familia y a sí mismo, mientras continuaba su ministerio en su grupo de personas escogido.

Posteriormente en sus sesentas, finalmente fue testigo de un algún movimiento del Espíritu de Dios, pero el liderazgo estaba en otras manos. Se regocijó ver crecer a la iglesia, pero muy en su interior algunas veces se preguntaba si el desarrollo había tomado tanto tiempo debido a que no era suficientemente capaz y un líder espiritual, y otros, más talentosos que él, tenían que aparecer en escena. En sus tempranos sesentas, su esposa empezó a incursionar en la larga demencia asociada con la enfermedad de Alzheimer. Cuidó de ella por nueve largos años. Liberado de su responsabilidad, empezó a predicar y visitar y servir nuevamente. Tom administraba tranquilas sesiones matutinas regionales para animar a pastores jóvenes en su área. Luego de tres años, se sintió enfermo con alguna desagradable gripe, y tuvo que ser llevado al hospital. Allí un joven doctor cometió una equivocación y le prescribió una medicina incorrecta. Tom murió. Tenía 81 años de edad.

De alguna manera, su ministerio fue muy extraordinario. Predicó innumerables sermones, aconsejó a muchas personas, preparó y lideró servicios, escribió cartas. Era asombrosamente fiel en su pastoral, no menos en la pastoral evangelística. Escrupuloso ante el error se dedicó al estudio, y a pesar de no haber sido un talentoso orador, sus ovejas no se fueron con hambre. Era un hombre dócil, y generalmente la gente se aprovechaba de él. En los primeros años de su ministerio, entre las personas donde fue enviado, existía una gran virulenta oposición, incluyendo amenazas a la vida y propiedad. Fue llevado por la policía. Algunos otros ministros Bautistas en su área pasaron un total de ochos años en prisión, pero durante este tiempo Tom trató de escaparse, únicamente para ver a uno u otro de sus hijos ser golpeados por peligrosos vecinos que eran alentados en su violencia por la religión local. Su resistencia y absoluta fidelidad, integridad, amor a pecadores perdidos, preocupado por iglesias nuevas, manteniendo su paz, pensando bien de las personas – estas eran las virtudes que hacían de él un héroe de la fe.

Tom representa a muchos otros héroes de la fe. Que cuidan a tres exigentes niños menores de cinco años y aún los amaban y leían para ellos. Ellos perseveraban con confianza en la sabiduría de Dios incluso cuando estaban asustados y debilitados por los estragos de un cáncer terminal. Usaron su retiro para ayudar a los más desvalidos en uno de los países más pobres y peligrosos de África. Es raro escuchar que un quejido escape de sus labios. Sonríen fácilmente, ríen rápidamente, perdonan de buena gana, aman gentilmente, y esperan incesantemente por mejores cosas. Puedes encontrarlos generalmente cargando la parte pesada de la carga. Cuando cometen errores, se disculpan, y tratan de enmendarlas. Muchos de ellos están bendecidos con el don del estímulo. Son conocidos en un círculo muy limitado, y evitan los elogios de las personas, pero sus nombres se encuentran escritos en los libros del paraíso. Son descritos en las Escrituras: Son “vencedores” no solo porque son más sabios o más famosos que otros, no sólo porque están en TV, no sólo porque ellos resisten hasta el final, retienen la esencia de la doctrina cuando otros siguen a alguna insensata Jezabel, continúan reconstruyendo su primer amor, y viven su vida con un pie en la eternidad. Ellos son los vencedores, los héroes de la fe. Y Tom era uno de ellos.

Tom Carson era my Padre. R.I.P. (Descansa en Paz)


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