El peligro: Perecer

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English: The Danger: Perishing

© Desiring God

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Por John Piper sobre El Evangelio
Una parte de la serie John 3:16

Traducción por Pilar Daza Pareja

Juan 3:16

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Introducción a la serie

Durante los últimos cuatro domingos de 1994, incluido el día de Navidad, quiero centrarme en las palabras de Jesús en Juan 3:16. Os invito a verlo conmigo. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna." ¿Cuantos de vosotros, en algún momento de vuestra vida, os habéis aprendido de memoria el texto de Juan 3:16? Una de las razones por las que este versículo ha sido memorizado y apreciado por tanta gente es porque resume el evangelio de forma extraordinaria y completa.

Las cuatro letras[1] del Evangelio

Lo he separado en cuatro partes, que forman una presentación natural del evangelio. Cuatro letras.

  1. La primera letra: El versículo habla del riesgo en el que nos encontramos si no estamos con Cristo: "...que no nos perdamos" Todos los seres humanos corremos el riesgo de perecer, que no es simplemente morir, sino lo opuesto a la vida eterna. Es muerte eterna.
  2. La segunda letra: Este versículo habla del designio de Dios de rescatarnos de la muerte, concretamente del designio del amor. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito." Es el amor de Dios al darnos a su Hijo en la encarnación y la muerte, lo que nos salva de perecer.
  3. La tercera letra: El versículo habla del deber que debemos cumplir si hemos de ser parte del amor de Dios al rescatar a los pecadores de perecer. El deber es tener fe, confianza, o creer en el Hijo que Dios nos envía. "...que todo aquel que cree en El, no se pierda".
  4. Finalmente, la cuarta letra: EL versículo se refiere al destino de aquellos que creen, y que es la vida eterna. "...Que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna."

En este versículo no se mencionan todas las cosas importantes (la gloria de Dios, la elección, la llamada, la regeneración, la justificación, la santificación, la muerte expiatoria de Cristo, etc.), pero lo que hay en él es tan básico, tan precioso y tan poderoso en su sencillez, que pocos versículos constituyen un resumen tan importante del Evangelio.

  1. El riesgo: perecer.
  2. El designio: el amor.
  3. El deber: la fe.
  4. El destino: la vida eterna.

Probad y ved la bondad del Evangelio

Dedicaremos una semana a cada uno de estos temas, y con esto escasamente rozaremos la superficie. Cada una de estas cuatro cosas es inagotable en grandeza e importancia en vuestras vidas. Son cientos de miles de veces más importantes que la derrota de los Bears a manos de los Vikings[2]. Y os ruego que oréis conmigo para que Dios nos despierte, y despierte a muchos que no tienen vida eterna. Que nos despierte a la inmensidad, la gloria, la importancia, la seriedad, la temerosa y maravillosa supremacía de lo que se revela en Juan 3:16. Que sea real para nosotros; más real que aquello que vemos, oímos, tocamos, saboreamos y olemos en todas las ciudades en esta época festiva.

¡Que Dios nos dé una muestra espiritual de aquello que aparece en Juan 3:16! Es como miel espiritual. ¿Cómo podéis describir la miel a una persona que no tiene papilas gustativas? ¿Cómo se puede describir el sabor? La forma de convencernos de que la dulzura de la miel es real es simplemente probándola. A esto nos referimos cuando hablamos del despertar espiritual o renacimiento: cuando Dios se mueve en poder por su Espíritu para dar papilas gustativas espirituales a muchas personas a la vez. A eso llamamos renacimiento. Es una obra de Dios. Porque yo puedo predicar y vosotros podéis hablar del evangelio, pero sólo Dios puede crear papilas gustativas espirituales, de modo que lo que digamos sea aceptado como valioso más allá de los adornos navideños. Orad. Por favor, orad a Dios para que estos mensajes no se prediquen en vano.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.

El peligro: Perecer

La verdad alcanzada hoy mediante estos versos es sencilla; y quizás la tercera o cuarta cosa más importante que os pueden decir en vuestra vida. Y es que tu, yo y todo el mundo pereceremos si no confiamos en Cristo. Todos estamos pereciendo, excepto Cristo.

Y os haré tres preguntas:

  1. ¿Qué es perecer?
  2. ¿Porqué perecemos cuando no creemos en Cristo?
  3. ¿Nos resulta útil conocer estas alarmantes noticias?

¿Qué es perecer?

De todas las cosas que la Biblia enseña sobre lo que sucede a los no creyentes al morir, permitidme que os mencione cuatro.

1. Perecer significa estar sometido a la ira de Dios

Versículo 18: "El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado." El asunto no es sólo morir, sino ser juzgado por Dios. El versículo 36 es el más aleccionador de todos en este evangelio: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él."

Esto nos muestra que si nos salvamos de perecer es debido a que el amor de Dios nos ha rescatado de la ira de Dios. Perecer significa permanecer bajo la ira de Dios por no confiar en Cristo. Y ese es un lugar aterrador.

2. Perecer significa tormentos abrasadores

En otro de sus libros, el Apocalipsis (14:10), Juan describe a aquel que perece de la siguiente forma:

Él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero.

Perecer no es, como algunos dicen, dejar de existir. Es seguir existiendo y sufriendo los abrasadores tormentos del infierno.

Un personaje famoso bromeaba la semana pasada diciendo que él no quería ir al cielo porque allí no podría mejorar nada. Que es demasiado perfecto. Prefería el infierno porque allí tendría algo que aportar. Oremos para que Dios lo despierte antes de que esa frivolidad se convierta en un rigor irredimible. Es difícil hacer mejoras cuando se sufre.

3. Perecer significa separarse de la gloria de Dios

Pablo describe a los que perecen en 2 Tesalonicenses 1:9:

Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder.

En este mundo Dios se revela de mil formas todos los días, si queremos verlo. En el infierno los que perecen serán separados de toda su obra, excepto de la ira.

4. Perecer es eterno e irreversible

Aquí, en Juan 3:16, es lo opuesto a la vida eterna. En Mateo 25:46, Jesús lo llama "castigo eterno". En Lucas 16:26 dice que hay un gran abismo entre el cielo y el infierno de modo que los que quieren pasar de un lado al otro, no lo consiguen. Perecer es eterno e irreversible.

Perecer significa ira. tormento abrasador, separación de Dios, y es para siempre. Ahora os digo esto simplemente como advertencia, escapad de la ira de Dios e id hacia su amor a través de la puerta que representa Jesucristo. Este es un momento increíble para nosotros en este servicio. Porque significa que cualquiera de nosotros que se presente ante el trono del juicio sin ser creyente, no podrá decirle al señor: "Nadie me dijo nunca lo que estaba en juego". El Señor dirá: "El 4 de diciembre de 1994 en la iglesia baptista Bethlehem de Minneapolis (EE.UU) os avisé para que estuvieseis ahí, y elegí a mi siervo John Piper para que os lo advirtiera. Vosotros estabais ahí y el os advirtió".

Ahora es el tiempo propicio; ahora es el día de salvación (2 Corintios 6:2). Las buenas nuevas en el texto de Juan 3:16 es que el amor de Dios nos rescata de la ira de Dios a través de la fe en Jesucristo.

¿Porqué perecemos si no confiamos en Jesús?

La mejor respuesta es citar al apóstol Pablo en Romanos 3:23 — "...todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios." Y Romanos 6:23 — "...la paga del pecado es muerte", es decir perecer. Todos hemos pecado. Y el pecado se merece la muerte.

Existe una forma menos simple, pero mucho más crucial y bíblica de profundizar un poco más. ¿Qué hace tan grave al pecado para que merezca la muerte? La respuesta es que Dios es la persona que merece más respeto en el universo. Su grandeza y su valía son infinitas. Todas las cosas se miden por él. Es el principio y el fin de todas las cosas. Cada persona depende de él para todo. Le debemos plena confianza, lealtad, amor, alabanza, honor, respeto y obediencia, porque él nos ha hecho, es nuestro dueño y nuestro sustento.

Por tanto rechazarle, no confiar en él, desobedecerle, desatenderlo y disfrutar más de otras cosas que de él, es una injuria infinita pues él es un tesoro infinito. Y una injuria infinita —o una vida de infinitas injurias— merece un castigo infinito.

Entre más insistimos en eso, más valioso resulta Juan 3:16: Dios nos ama tanto que nos dio a su propio Hijo para rescatarnos de la muerte.

Finalmente,

¿Nos resulta útil conocer estas alarmantes noticias?

Muchos de nosotros podremos dar testimonio de cómo la ira de Dios nos llevó al evangelio donde el amor de Dios ahuyentó nuestros temores.

John Newton, que nació en 1725 y llegó a ser capitán de barco, tratante de esclavos, y un contumaz rebelde contra Dios, fue llevado a la fe de Cristo a través de una serie de peligros tremendos, que le indujeron a una profunda convicción espiritual y le hicieron tomarse en serio el cielo y el infierno. Estuvo a punto de naufragar. Y después, mientras Dios se ocupaba de él, hallándose de cacería en Londonderry, Irlanda le sucedió esto:

A medida que subía por un empinada orilla, llevando la escopeta colgada verticalmente a la espalda, ésta se disparó tan cerca de mi cara que me quemó la esquina del sombrero. (Out of the Depths [Desde las profundidades]: Autobiografía, pag. 70)

Newton comprendió que estas experiencias eran la forma en que Dios le llamaba la atención y le enseñaba a temer para que buscara consuelo en el único lugar donde lo podría encontrar: en Cristo.

Así que finalmente compuso esta gran himno:

Fue la gracia la que enseño a mi corazón a temer
Y la gracia mis temores ahuyentó,
Cuan preciosa se me apareció,
Cuando empecé a creer.

Que Dios haga lo mismo por algunos de vosotros esta mañana.

Igual que lo hizo por una joven mujer en mi oficina hace nueve años.

He aquí lo que me escribió en 1992:

1985—Me pregunto si Ud. se acuerda de mi, cuando era mucho más joven, sentada en su oficina diciéndole que temía que Dios se viera obligado a utilizar un accidente de coche o algún otro evento terrible para llamar mi atención. Ud. me señaló que la consecuencia de la elección voluntaria que había hecho de continuar pecando sería nada menos que el mismo infierno. Nadie me había dicho jamás que iría directamente al infierno, a mí, la hija de un Misionero, "salvada" a la edad de seis años. ... Fue un punto de no retorno en mi vida, y siempre he querido agradecérselo.

Le he asegurado a mi madre que aquella advertencia, en esa conversación de 1985, me hizo sentir más querida tras conocer lo que Ud. realmente opina sobre el infierno. Que le importara lo suficiente como para decírmelo, una extraña para Ud. en ese momento, significa mucho, y aún resuena en mis oídos.

Así que respondo nuestra última pregunta: si, es útil advertir a la gente lo que está en juego en la vida. Ruego porque vuestra experiencia sea la misma que la de esta joven mujer y que la de John Newton. No hay motivo para retrasarse.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
  1. En el original se mencionan "Cuatro Ds" pero para adaptar la traducción al español se ha omitido la letra D (N. del T.)
  2. Se refiere a los equipos de fútbol americano Chicago Bears y Minnesota Vikings (N. del T.)

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