Ella aún me encanta

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English: She Still Enchants Me

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Relaciones

Traducción por Kaired Pereira


A mi mediana edad estoy enamorado. En honor al Día de los Enamorados, tal vez me conceda la indulgencia de alabar a mi amada. Además, permítame explicar el por qué comparto mis elogios con usted.

Ella me encantó.

Después de tres semanas de comenzar a salir con ella supe que podría ser mi esposa. El cómo lo supe es un misterio del Espíritu. No puedo explicarlo. Sólo lo he experimentado unas pocas veces en mi vida. Este Nuevo Testamento, un regalo de “conocimiento” dado por El Espíritu (1 Corintios 12:8) vino claro como el cristal cuando estacioné mi Dodge Aspen del 78 en el estacionamiento del Restaurante Perkins. Por años no se lo dije a nadie excepto a Dios.

Ella estaba hermosa. Pero estaba encantado por algo mucho más profundo que su apariencia (Un milagro del Espíritu en sí mismo en un joven). Hubo algo más, algo que trato de describir con palabras. Su amor por Jesús era extraño para su edad ― o para cualquier edad según mi experiencia―. Ella irradiaba pureza, amaba la diversión mas no coqueteaba. Ella poseía el poderoso encanto de la modestia descarada. Y ella habló con perspicacia y sabiduría piadosa. Mis palabras, aunque ciertas, no pueden capturar el momento en su totalidad. Fui encantado por su belleza espiritual.

Nos casamos en 1988.

El Encanto Crece con La Edad

Eso fue hace más de treinta años. Nuestro matrimonio ahora es más viejo de lo que fue aquel día inusualmente caluroso de mayo, cuando nos juramos fidelidad hasta la muerte ante Dios.

El pasar de los años nos ha traído títulos educativos, trabajo en el reino, temporadas de profunda lucha espiritual, cinco hijos hermosos, incontables alegrías, y tormentas de muchos tipos Y se han llevado la mayor parte de mi cabello, nuestra piel sin arrugas, nuestro metabolismo más rápido y nuestra confianza excesiva. Nuestro amor ya no es joven.

Pero aún se siente joven. No, no precisamente. Nuestro amor se siente joven, pero maduro. Comparar nuestro amor de recién casados con uno de mediana edad es como comparar uno de quince años de edad con otro de 30 años. Ambos son hermosos a su tiempo (Eclesiastes 3:11) y podría exudar un Joie de vibre juvenil. Pero el primero carece de la experiencia de vida esencial para la madurez del segundo. El de 30 años de edad mira con un cario nostálgico hacia el de 15 años que alguna vez fue, sin embargo no cambiaría la sabiduría ganada con tanto esfuerzo debido a la ingenuidad de la adolescencia.

Nuestro amor continúa su curso con gozo juvenil, pero ahora está lleno de la riqueza compleja de la experiencia. Tiene períodos de lágrimas y risas, provisión y perseverancia y la humildad que sólo viene con los errores y la confrontación de nuestras limitaciones y debilidades y la absoluta necesidad de Dios. Este es un amor atado con gracia ― una creencia compartida de que no merecemos uno del otro y que dios ha sido sumamente misericordioso con nosotros. Este es un amor más rico.

De hecho, yo estoy más enamorado de ella en la actualidad que hace treinta años. “Cada pequeña cosa que ella hace es (y sigue siendo) mágico”. Esa vejez, aunque juvenil, me aplasta en las momentos más normales: cuando corta vegetales en la cocina, leyendo en la sala de estar, caminando hacia la casa desde el garaje, cuando mi teléfono suena y aparece su nombre. Nosotros intercambiamos miradas como novios y frecuentemente nos besamos como recién casados, generando bromas y volteadas de ojos de nuestros hijos.

Ella es aún muy hermosa. Pero como al principio, es su alma la que me mantiene. Hechizado Todas las cualidades espirituales de una notable señorita de la que quedé enamorado, pero éstas han crecido más fuertes y profundas y que irradian de ella de una forma tan adorable que no puedo capturar y ella no lo puede ver.

Si, ella me encanta, más que nunca.

Que tiene que Ver contigo

Entonces, ¿Por qué te cuento esto?

Primero, en un mundo donde la engañosa seducción y la belleza banal son diosas culturales, una mujer que teme al Señor es la que debe ser alabada públicamente (Proverbios 31:10), especialmente por su esposo (Proverbios 31-.28). Mi esposa no preferiría esta alabanza pública; ella es demasiado humilde. Pero sé que no me negará la alegría de cantar su alabanza. Algo que actualmente completa mi júbilo.

Segundo, si usted está recién casado o espera casarse algún día, sabe de demasiados matrimonios que se han roto en los arrecifes del pecado humano. Y estás inundado de historias que distorsionan y pervierten el amor. La cultura pop celebra los altibajos enamorados del nuevo amor, y dice muy poco de la riqueza profunda y madura del amor de mediana edad. Entonces, quiero alentarte con una palabra de esperanza: el mejor amor matrimonial está por delante de ti, aunque es probable que no lo sepas por un tiempo. Atravesarás algunas montañas empinadas, valles profundos y grandes pantanos para llegar allí. Te preguntarás si sucederá; dudarás Pero si confías en Dios, te mantienes fiel a tus votos y sigues adelante, descubrirás que la recompensa relacional del amor firme y perseverante vale cada lucha. Deja que el vino envejezca.

Tercero, si te han roto el corazón y su amor encalló en el arrecife, tu historia de amor no ha terminado, no si es parte del matrimonio de Cristo. Tu verdadera historia de amor tendrá un final salvajemente feliz. Los mejores matrimonios en esta época son reflejos tenues y defectuosos del amor que Cristo tiene por ti (Efesios 5: 22–32). Pero son reflejos. Cuanto mejor sea el matrimonio, mayor visión tendremos de lo que viene para todos nosotros: un amor en constante crecimiento, más profundo, más rico y más fuerte por toda la eternidad.

Yo sigo maravillosamente encantado con mi amada terrenal después de muchos días de san Valentín. Y lo que es aún más maravilloso es que es solo una pequeña muestra del Gran Encantamiento, la profunda intoxicación, el divino amor loco de remate que todos conoceremos algún día con nuestras verdaderas amadas.


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