Esta Gran Salvación/Esta Gran Salvación
De Libros y Sermones BÃblicos
Por C.J. Mahaney
sobre El Evangelio
Capítulo 3 del Libro Esta Gran Salvación
Traducción por Covenant Life Church
La semana antes de mi proyectada conferencia en un retiro matrimonial, mi esposa Carolyn mencionó una deficiencia específica en nuestra relación. En realidad, se trataba de mi egoísmo. Estaba cada día más absorto con mis estudios y había fallado en tener un tiempo de comunicación efectiva con ella. Sin embargo, sentía tanta presión por terminar los preparativos para el retiro y el mensaje del siguiente domingo que no respondí ni cambié. Pensé que tenía una excusa legítima.
Pero en medio de mis preparativos, mientras desarrollaba el tema de que el egoísmo era un problema básico en muchos matrimonios, sentí que el Espíritu Santo me daba un golpe con toda la fuerza de la profecía de Natán al Rey David: “¡Tú eres ese hombre!” Mi culpa era evidente. Así que llamé inmediatamente a Carolyn para pedirle perdón. Tal como lo esperaba, ella me perdonó de inmediato. (Estar casada conmigo le ha dado mucha práctica en eso.)
Pero al reanudar mis estudios, experimenté la dolorosa y muy conocida realidad de la acusación. Un insistente pensamiento interrumpió mis esfuerzos: “¿Qué te califica para enseñar sobre la intimidad matrimonial en vista del hecho de que has pisoteado lo que vas a enseñar? ¡Lo pisoteaste aún mientras lo preparabas!”
- J.I. Packer
No tuve ningún problema en identificar de dónde provenía la culpa que amenazaba paralizarme. El desafío era, ¿cómo podía deshacerme de ese sentimiento de culpabilidad?
Otro escenario se me había presentado una o dos semanas antes. Al parecer, varios de los artefactos eléctricos de casa habían conspirado en averiarse simultáneamente. (¿Te has dado cuenta que siempre sucede eso? ¿Por qué es que las cosas no pueden averiarse individualmente, en una secuencia manejable?) Se averió la aspiradora. Se averió el microondas - un gran desastre en mi hogar. Se me hace difícil esperar 15 segundos para que el microondas caliente mi comida, ¿cómo puedo esperar 15 minutos por el horno? ¡De ninguna manera! Además, nos pareció que la máquina de la calefacción no funcionaba bien cuando recibimos la cuenta eléctrica con el doble del cobro normal.
Me encontré con una sorpresa final antes de que termine la semana. Carolyn se había levantado temprano para ir a trotar. Después de haber salido de la casa, regresó y preguntó con mucha calma: “¿Dónde está el automóvil?” Yo simplemente la miré, sin estar seguro de cómo contestar. ¿Dónde está el automóvil?, pensé. Está en la entrada del garaje. Ahí es donde estacionamos los automóviles. Pero no estaba ahí. Esperé 45 minutos antes de notificar a las autoridades, esperando que uno de mis amigos llamara y confesara que nos jugaba una broma pesada. El teléfono nunca sonó. Más tarde ese día la policía encontró mi automóvil abandonado a varios kilómetros de distancia, intacto con excepción de las ruedas. ¡Nuestro automóvil fue robado frente a nuestra propia casa!
- ¿Te sientes seguro–no sólo te das cuenta, sino que te sientes consistentemente seguro–del amor de Dios hacia ti? ¿Te admiras de la gracia de Dios?
<-No-------Poco-------Si->
- ¿Puedes típicamente resistir las dudas y la depresión en medio de las pruebas?
¿Cómo hemos de responder a ese molestoso sentimiento de culpa (acusación), combinado con circunstancias difíciles y confusas (adversidad)? Tú quizás hayas experimentado cosas parecidas, o quizás más serias. Muy frecuentemente nos damos más cuenta de las acusaciones que de la gracia de Dios; nos sentimos aturdidos, hasta amargados durante la adversidad en vez de sentirnos seguros de la soberanía de Dios.
Antes de proceder con este capítulo, por favor toma un momento ahora para leer Romanos 8:28-39. Tan increíble como parezca, un sólido entendimiento de las verdades que contienen estos doce versículos te permitirá responder con un convincente “¡Sí!” a cada una de las preguntas en el cuadro a la izquierda. No existe una respuesta más eficaz a la acusación y la adversidad que ésta magnífica sección de las Escrituras.
Contenido |
¿Sabias?
Dos de los versículos en nuestro pasaje de Romanos muy bien podrían encontrarse en cualquier lista de secciones “más citadas” de la Biblia:
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo a su propósito. (v. 28)
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? (v. 31)
Pero permíteme presentar algo para tu consideración. Yo creo que muy frecuentemente tratamos de exhortarnos y animarnos unos a otros con estos versículos sin entender el contenido de los dos versículos del medio. Es inútil tratar, pues a menos que comprendamos el contexto que ofrecen los versículos 29 y 30 no podremos apreciar totalmente las promesas en los versículos 28 y 31 y en el pasaje que los sigue. Examina detenidamente estos dos versículos esenciales:
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. (v. 29-30)
- James Cantelon
Si hubieras llegado a mi casa el día que me robaron el automóvil y que mi microondas se averió, me hubieras aconsejado legítimamente que creyera que “Dios dispone todas las cosas para el bien”. Yo espero que hubiera respondido a esta verdad bíblica. Así mismo, tu podrías haberme exhortado a que rechazara el sentimiento de culpa que permaneció después de haber pedido perdón a Carolyn al recordarme que “si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica”. De nuevo, no hubiera podido haber negado la certeza de esta verdad. Pero si no se entienden dentro del contexto, estas promesas no pueden hacer nada más que efectuar un cambio o alivio temporal. Su eficacia está limitada hasta que comprendamos las doctrinas que contienen los versículos 29 y 30.
Al leer Romanos 8:28-39 vemos claramente que Pablo estaba convencido de las cosas que escribió. Él sabía que Dios dispone todas las cosas para el bien de su vida, a pesar de las pruebas y sufrimientos de naturaleza que jamás experimentaremos nosotros. (Pablo definía “bien” no en términos de placer y prosperidad personal, sino conforme la imagen de Cristo.) El sabía que Dios lo había justificado aún cuando experimentaba acusación. El sabía que nada–ni la adversidad, la tribulación, la acusación, la persecución demoníaca, la muerte misma–podría separarlo del amor de Cristo (v. 35). ¿Qué le daba tal confianza y seguridad? Era su íntima familiaridad con estas cinco importantes doctrinas: conocimiento de antemano, predestinación, llamado, justificación, y glorificación.
Grandes problemas financieros
Diagnosis de cáncer
Muerte repentina de un amigo íntimo o miembro de familia
Desempleo por tiempo indefinido
Pensar en el infierno
Otro___________________Ese mismo grado de convicción y fe te llenará al meditar en el contenido de los versículos 29 y 30. Cuando vengan las acusaciones tu podrás responder con confianza: “Dios es el que justifica”. Podrás decir con toda certeza: “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”, aún cuando estés experimentando circunstancias que parecen confusas, aturdidoras, y hasta contradictorias a lo que deseas.
Pablo basaba su confianza en las cinco doctrinas que cita Romanos 8:29-30: conocimiento de antemano, predestinación (o elección), llamado, justificación, y glorificación. En estas palabras tenemos una descripción del plan soberano y redentor de Dios.
- Sinclair Ferguson
Si lees cuidadosamente, notarás que Pablo usa el pasado pretérito en la lista de estas doctrinas (ej., “a los que predestinó, también los llamó”). No hay nada indeciso ni especulativo en estas declaraciones. Todo aspecto del plan redentor de Dios se menciona como si ya se hubiera cumplido en nuestra vida. Esa es la eterna perspectiva, según lo ha notado el conocedor de la Biblia F.F. Bruce:
El conocer de antemano y predestinar pertenecen al eterno consejo de Dios; el llamado y la justificación han sucedido en la experiencia de su pueblo; pero la gloria, en lo que concierne a su experiencia, está en el futuro. Entonces ¿por qué Pablo usa el mismo tiempo pasado para esto que usa para los otros hechos de Dios? Quizás está imitando el uso hebreo del ‘pasado profético,’ en el que un evento predicho se toma como tan seguro que se describe como si ya hubiera ocurrido. Como asunto de historia, el pueblo de Dios todavía no ha sido glorificado. Pero en cuanto al decreto divino, su gloria ha sido determinada desde la eternidad.[4]
Yo tuve una experiencia hace varios años que quizás ayude a clarificar todo esto. Como procedente de la zona de Washington, D.C. y ávido aficionado a los deportes, yo tenía más que un ligero interés en el partido de fútbol americano del Superbowl de 1988 entre los “Redskins” de Washington y los “Broncos” de Denver. También era un tanto cínico con respecto a la habilidad de los Redskins para desempeñarse bien bajo presión–especialmente después de ver al jugador de los Broncos, John Elway, dar un touchdown (similar a un gol en fútbol) de 80 yardas en la primera jugada. Pasé la primera parte del partido en cierto grado de tormento, el cuerpo contorsionado con cada jugada como si mis espasmos involuntarios y nerviosos pudieran mejorar el desempeño de los Redskins.
Poco después, los Redskins recuperaron el partido cuando Doug Williams lanzó cuatro touchdowns como nadie jamás lo había hecho antes. Poco a poco mi cinismo desapareció y el equipo pasó a ganar convincentemente.
- James Cantelon
Lo interesante es la manera en que miré el partido mientras se desarrollaba y la manera en que miré la grabación del partido en video. La segunda vez fue muy diferente. Yo estaba relajado. Estaba disfrutando lo que comía. Yo sabía cuál sería el resultado antes de comenzar a mirar el partido. No importaba cuánto celebraran los aficionados de los Broncos el rápido touchdown de Elway, yo sabía que en pocos minutos comenzaría la dominación.
¿Cuál es el punto? Dios conoce tan bien el futuro como nosotros el pasado. El quiere impartir esa certeza y seguridad en nosotros aquí en el presente. El quiere que nosotros sepamos que hemos sido justificados, que sepamos que el dispone todas las cosas para el bien, que sepamos que nada puede apartarnos del amor de Cristo.
¿Lo sabes tú? ¿Tienes la misma seguridad que tenía Pablo? ¿O acaso todavía dudas del plan o la providencia de Dios?
Dios quiere que nosotros acojamos y gocemos de su plan de redención como un hecho cumplido en nuestra vida. Aunque es cierto que nuestra glorificación todavía no ha sucedido–eso no pasará hasta que Jesús vuelva y recibamos un cuerpo nuevo. Pero nosotros debemos vivir en lo bueno de este plan que se nos presenta y que comienza en la eternidad pasada y se extiende hasta la eternidad futura.
El impacto en nosotros en el presente es que podemos vivir con certeza y estar seguros de que el que comenzó tan buena obra en nosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. Cuando entiendes lo que es el conocimiento de antemano (aún al pequeño grado que es posible), cuando captas lo que es la elección, cuando aprecias el llamado, cuando te beneficias de la justificación, cuando anticipas la glorificación, entonces te das cuenta de que Dios está totalmente y obviamente de tu parte. ¡Nada te puede separar del amor de Jesucristo! Y aunque tu microondas se descomponga mañana o desaparezca tu automóvil, puedes saber con certeza que Dios dispone todas las cosas para tu bien porque amas a Dios y has sido llamado de acuerdo a su propósito.
Por el resto de nuestra vida y por toda la eternidad nos maravillaremos de estos aspectos del carácter y el plan de Dios. ¡Cuán indignos somos de su conocimiento de antemano, su predestinación, su llamado, su justificación, y su glorificación! Aunque todo se podrá entender mejor una vez que seamos glorificados con él, no estaremos menos maravillados de nuestra gran salvación.
Pero no esperemos hasta el final de la vida. Explorar nuestra gran salvación ahora hará una gran diferencia en la manera en que respondemos a la acusación y la adversidad mientras cumplimos con el propósito de Dios.
El Poder de la Teología
Ocurre una transición crucial en Romanos 8:31. Pablo pregunta: “¿Qué diremos frente a esto?” Resulta que Pablo tiene mucho que decir en los próximos nueve versículos. Y una vez que nos familiaricemos con el conocimiento de antemano, con la predestinación, con el llamado, con la justificación, y con la glorificación, podremos responder a esta gran salvación con la misma intensa convicción de Pablo. Considera esto.
Dios está de nuestra parte (v. 31). ¿Podría ser cierto esto? Si comenzaste este capítulo inseguro de la predisposición de Dios, no lo dudes más. El está de tu parte. El ha demostrado eso convincentemente, como veremos dentro de unos cuantos párrafos. La base para entender si Dios está de nuestra parte o no, no es subjetiva. Nuestro estado emocional no tiene importancia. El hecho objetivo y eterno del asunto es que Dios está de nuestra parte.
¿Quién puede estar en contra nuestra (v. 31)? )? Esta promesa podría fácilmente ser malinterpretada. Pablo no dice que nadie jamás se opondrá a ti. De hecho, ¡tanto él como Jesús garantizaron todo lo contrario! Sin embargo, nadie que esté en tu contra triunfará al final porque Dios está de tu parte. Ningún adversario puede desafiar con éxito la soberanía de Dios.
- Jerry Bridges
Considera las implicaciones de esta declaración. Quizás estés en una situación de trabajo en la que tu jefe parece tener algo personal contra ti. Quizás él hasta ha promovido a otros sin tomar en cuenta el hecho de que tú eras el más calificado. Esa puede ser una prueba muy difícil. Entonces, ¿qué puedes hacer en esa situación? Podrías comenzar a buscar otro trabajo, o ir a casa y aliviar tu tensión observando los peces tropicales en la pecera por un rato. Pero hay una manera mejor: Recuérdate que el Dios soberano está de tu parte. No importa lo que haga tu jefe, el Dios Todopoderoso está de tu parte y su propósito para tu vida no será frustrado.
Si puedes comprender esto, te garantizo que mañana irás a tu trabajo con una actitud diferente. ¡En vez de resentirte o resistir a tu jefe, te sentirás motivado a servirlo! Una transformación tan dramática sólo puede ocurrir si es que tú has comprendido lo que es el conocimiento de antemano, la predestinación, el llamado, la justificación, y la glorificación. Un correcto entendimiento de las doctrinas de la gracia cambiará para siempre la forma en que ves y respondes a las circunstancias. En vez de vengarte de tus adversarios, podrás amarlos, orar por ellos, y servirlos.
Ni siquiera Satanás puede lograr oponerse a nosotros. Después de todo, tendemos a exagerar su poder y autoridad. Debemos estar conscientes de él y guardar cierto grado de respeto a sus artimañas, pero él es un ser creado. El no puede hacer nada sin obtener el permiso de Dios. Y escucha bien, Dios no es indiferente a tu situación. El te ha escogido. El te conoce por nombre. El está de tu parte.
Dios entregó a su propio Hijo por nosotros (v. 32). Si necesitas prueba de que Dios está de tu parte, sólo mira a la Cruz. No puedo imaginarme el dolor que habrá sentido el Padre cuando oyó a Jesús clamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” El desamparó a su propio Hijo para que nosotros podamos conocerlo como Padre y no seamos desamparados jamás. ¿Qué más demostración necesitamos? Esa sangrienta figura colgó ahí en la Cruz para hacer esta eterna proclamación: “¡YO ESTOY DE TU PARTE!”
Nadie puede acusar a los que Dios ha escogido (v. 33). Puede ser que estés entre los que saben lo que es el tormento de la acusación. Los pecados y fracasos pasados te vienen a la mente implacablemente. No importa cuántas veces confieses tu pecado, el recuerdo de lo que has hecho siempre regresa. Pero el versículo 33 es una declaración legalmente obligatoria: “¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica”. El santo y justo Juez de todos ha pronunciado un veredicto que no puede ser revocado. El ha declarado que por el sacrificio expiatorio de su Hijo, tu estás ahora justificado ante él. Cada vez que oigas acusaciones, afirma y declara que has sido justificado por la obra consumada de Cristo.
¿Quién condenara (v. 34)? Aunque estar libre de las acusaciones demoníacas es importante, el hecho de que Dios mismo no nos condenará es de mucha mayor importancia. En ese día cuando toda rodilla se doblará ante el trono del juicio de Cristo, una innumerable multitud oirá las horrendas, irreversibles palabras: “Jamás los conocí. Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Dios no quiere decir esto a nadie. El ha puesto la Cruz justo en medio de nuestro camino para que no tengamos que oír esas aterradoras palabras. Pero los que neciamente la han pasado de lado, los que se han negado a someterse a ella, serán sentenciados al tormento eterno. Pero debido a que tú has recibido el sacrificio expiatorio de Cristo, nadie puede lograr acusarte–no sólo en esta vida sino en ese crítico momento cuando estés ante el trono del juicio de Dios.
- Anthony Hoekema
No hay ninguna otra manera más eficaz de luchar contra la condenación que concentrarse en la Cruz. Si a ti te falta seguridad o aceptación, llena tus pensamientos, tu corazón y tu alabanza con la Cruz de Jesucristo.
Jesús intercede por nosotros (v. 34). Además del hecho maravilloso de que estuvo dispuesto a morir, nuestro Señor ora por nosotros desde su puesto de autoridad a la diestra del Padre. El no está esperando pasivamente hasta el fin de los tiempos, consultando su reloj de vez en cuando. Ni tampoco está solamente descansando y recibiendo el sacrificio de nuestra alabanza y nuestro servicio. Durante toda tu vida, el intercede por ti–mencionándote por nombre.
¿No te anima saber que Jesús mismo está orando por tus necesidades en este preciso momento?
Nada nos apartará del amor de Cristo (v. 35-39). Cuando Pablo dice que nada, él quiere decir nada. La tribulación. La angustia. La persecución. El hambre. El peligro. La muerte. Ninguno de éstos puede interponerse entre nosotros y el amor de nuestro Señor.
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor (Ro. 8:38-39).
- F.F. Bruce
Cuando nos asedia la acusación o nos persigue la adversidad, puede que nos sintamos separados del amor de Dios, como si el nos hubiera abandonado. Un entendimiento de lo que es el conocimiento de antemano, la predestinación, el llamado, la justificación, y la glorificación nos libra de la noción no-bíblica e inútil dependencia de nuestras fluctuantes emociones del momento.
Conozco a un hombre en Inglaterra que pudo haber reaccionado a sus circunstancias culpando a Dios. Conocí a Henry años atrás en una conferencia. El es un respetado maestro de la Biblia y autor en Inglaterra y es un hombre de carácter probado. En el curso de nuestra relación a través de los años me he sentido impresionado con la bondad y solicitud que demuestra consistentemente.
Durante una reciente visita a Inglaterra supe que la esposa de Henry tenía una seria enfermedad y que no se esperaba que viviera más de seis meses. Me sorprendí al verlos presentes en la conferencia. Todavía más sorprendente fue el gozo tan evidente en sus rostros. Casi era increíble la forma en que ministraban a los demás. En vez de aislarse en la autocompasión, seguían sirviendo normalmente. Me sentí profundamente afectado.
Henry y yo nos encontramos en el desayuno una mañana durante la conferencia. “C.J.”, me dijo, “estoy seguro de que ya sabes lo que le sucede a mi esposa. He buscado a Dios, yo lo he visto sanar a muchas personas, pero no tengo palabra de que ella será sanada”. Yo no sabía qué decir. Pensaba: ¿Cómo puedo responder? La próxima vez que lo vea, su esposa ya no estará con él.
Resultó que no fue necesario que dijera nada, porque durante los próximos 15 minutos Henry compartió conmigo una valiosa lección de las Escrituras y de la historia de la Iglesia sobre el tema de la muerte. Citó a Charles Spurgeon, quien indicó estar más consciente de la gloria de Dios al estar al lado de un santo al borde de la muerte. También citó esta declaración de John Wesley de una generación anterior: “Nuestra gente muere bien”.
- Sinclair Ferguson
El pesar de Henry era evidente. No trataba de esconder su dolor. Pero él estaba convencido de que la muerte no podía separarlos, ni a él ni a su esposa, del amor de Jesucristo. Décadas de estudio y de impartir enseñanza sobre las grandes verdades del conocimiento de antemano, la predestinación, el llamado, la justificación, y la glorificación los habían convencido de la soberanía y del amor de Dios. No temían. Estaban firmes. Cuando Henry se puso de pie y se alejó yo le comenté a un amigo: “Ese es el poder del entendimiento de la doctrina de la gracia que cambia la vida de una persona y la sostiene en medio de la adversidad”.
En otro punto de la conferencia me encontraba de pie detrás de Henry mientras él alababa a Dios. Se dio la vuelta y me dijo: “Estoy revisando mi colección de libros y tengo algunos libros seleccionados para ciertos hombres que quiero pasar a otras generaciones. Te voy a mandar un libro”. Henry no sólo estaba preparado para la muerte de su esposa, sino que se estaba ocupando en preparar a la próxima generación de líderes.
Don’t feel sorry for him. I was the one all broken up inside. There he was, worshiping with a soft smile on his face. Why wasn’t he bitter, depressed, complaining, or withdrawn? How could he minister joy to people in the midst of such deep, personal sorrow? Because Romans 8:38-39 was engraved on his heart: He knew that nothing could separate him from the love of Christ.
No le tengas lástima. Yo era el que estaba quebrantado por dentro. Ahí estaba él, alabando con una tierna sonrisa en su rostro. ¿Por qué no estaba amargado, deprimido, quejándose, o retraído? ¿Cómo podía él suministrar gozo a las personas en medio de un dolor tan profundo, tan personal? Porque Romanos 8:38-39 estaba grabado en su corazón: El sabía que nada podría apartarlo del amor de Cristo.
A medida que las verdades sobre esta gran salvación penetren tu corazón, el resultado será una habilidad para responder a la acusación y a la adversidad al saber y declarar que si Dios está de tu parte nadie podrá lograr oponerse a ti, que él te ha justificado, y que nada puede apartarte de su amor.
Si este libro tratara de explorar todas las cinco doctrinas que se subrayan en este primer capítulo–el conocimiento de antemano, la predestinación, el llamado, la justificación, y la glorificación–tendría varios cientos de páginas más. (En realidad, ¡todavía estaríamos en el proceso de escribirlo!) Hemos optado por usar los próximos seis estudios para concentrarnos en una sola: la magnífica doctrina de la justificación por fe.
Discusión en Grupo
- ¿Cuál es tu temor más grande?
- Un entendimiento de nuestra gran salvación es el remedio perfecto para dos males comunes. ¿Cuáles son estos males? (Página 4)
- ¿Alguna vez has culpado a Dios cuando algo resultó mal?
- ¿Cómo manejas la ansiedad y la presión?
- ¿Hay algún área en tu vida en que Satanás te acusa constantemente?
- Vuelve a ver la historia del partido del Superbowl en la página 5. ¿Cómo afecta esto tu entendimiento de Romanos 8:29-30?
- ¿Cómo respondiste a la pregunta #4 en la página 9?
- Es demasiado fácil mantener la teología bajo llave en nuestro cerebro en vez de dejar que influencie nuestro comportamiento.
- ¿Qué efecto tendrá este capítulo en tu vida diaria?
Lectura Recomendada
God’s Words: Studies of Key Bible Themes por J.I. Packer (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1981)
El Progreso del Peregrino por John Bunyan
Romans por John Stott (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1995)
Still Sovereign por Thomas R. Schreiner and Bruce A. Ware, eds. (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 2000)
Referencias
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life: A Doctrinal Introduction (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989), p. ix.
- ↑ James Cantelon, Theology for Non-Theologians (New York: Macmillan Publishing, 1988), p. 6.
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life, p. 2.
- ↑ F.F. Bruce, Tyndale New Testament Commentaries—Romans (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1983), pp. 177–78.
- ↑ James Cantelon, Theology for Non-Theologians, p. 101.
- ↑ Jerry Bridges, Trusting God [Confiando en Dios Aunque la Vida Duela] (Colorado Springs, CO: NavPress, 1988), p. 71.
- ↑ Anthony Hoekema, Saved By Grace (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1989) p. 177.
- ↑ F.F. Bruce, Tyndale New Testament Commentaries—Romans, p. 181.
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life, p. 187.
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