Por el amor de Dios, volumen 1/2 de octubre

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/October 2

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 277 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Arturo Valbuena M.


2 DE OCTUBRE

1 Reyes 4-5; Efesios 2, Ezequiel 35, Salmo 85

A LOS CRISTIANOS SE SUELEN ENSEÑAR a memorizar Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros pues es don de Dios, no por obras para que nadie se vanaglorie.” Ciertamente maravillosas verdades se expresan en estas líneas. Pero me voy a centrar en algunas de las cosas que Pablo dice en los versículos circundantes.

(1) Antes de nuestra conversión, nosotros, al igual que los Efesios, estábamos muertos en nuestros “delitos y pecados” (2:1). Debido a nuestra adicción a la transgresión y el pecado, por nuestra costumbre de seguir los caminos del mundo (2:2), porque fuimos engañados por el Diablo al mismo tiempo (2:2) y comprometidos a deseos y pensamientos gratificantes de nuestras naturalezas pecaminosas (2:3), simplemente no había manera de que pudiéramos responder positivamente al Evangelio. Peor aún, la trágica incapacidad era una imposibilidad moral: “Como los demás, éramos por naturaleza hijos de la ira” (2:3). No había esperanza para nosotros, a menos que Dios mismo interviniera y diera vida donde sólo había muerte, y mostrase misericordia donde su propia justicia exigiese ira.

(2) Eso es lo que Dios hizo: cuando aún estábamos muertos, de su gran amor por nosotros: “Dios, quien es rico en misericordia, nos dio vida juntamente con Cristo” (2:4-5). Esto estaba fuera de su pura gracia: desde luego, no podíamos ayudarnos nosotros mismos, porque “estábamos muertos” (2:5).

(3) En efecto, Dios nos une a Cristo y en sus ojos ya estamos resucitados con él, y sentados “en el cielo con Cristo Jesús” (2:6). Dios ha tomado estas medidas “con el fin de que en los tiempos venideros muestre las abundantes riquezas de su gracia, expresado en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (2:7). Así que nuestra última esperanza y expectativa es lo que aún nos espera. Ningún cristiano es estable, que no ve y valora esta perspectiva futurista.

(4) En este momento Pablo insiste en la bondad absoluta del don de la salvación, un don que se recibe por la fe que es en sí misma un don de Dios, y es muy aparte de cualquier obra que podríamos llevar a cabo. Porque si pudiéramos, presumiríamos de ellos.

(5) Pero nada de esto significa que continuamos viviendo como lo hacíamos antes, muertos en pecados, siguiendo nuestros propios deseos y pensamientos. En vez de ello, los que hemos recibido la gracia de Dios, y la fe para agarrarla, son “hechos por Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que las hiciésemos” (2:10). Uno no puede disfrutar la gracia salvadora sin realizar buenas obras, que uno puede experimentar la gracia salvadora sin conocer la incomparable riqueza de lo que nos espera en los tiempos venideros. ¡Esta gran salvación es un gran negocio!


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