Hombres mayores, los hombres jóvenes los necesitan

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English: Older Men, Younger Men Need You

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Por Paul Maxwell sobre Hombre

Traducción por Laura Coloma

Hoy en día existe un abismo triste y grande entre los hombres mayores y los jóvenes. La discriminación y segregación generacionales estan vivas y son, bueno, desalentadoras.

Tenemos que pasar la antorcha de alguna manera, pero muchos de los puentes han sido quemados. Los hombres jóvenes necesitan a los mayores. Señores mayores, por diseño y gracia de Dios, hay cosas que solo obtendremos de ustedes y de nadie más. Especialmente los que no tenemos padre, o un padre cristiano, o un padre cristiano comprometido y voluntarioso. Aun así, lamentablemente, las décadas rara vez parecen funcionar bien juntas.

Como hombre joven que soy, he intentado identificar de qué manera pueden los hombres mayores amar, exhortar e invertir en los hombres jóvenes que están a su alrededor – hombres como yo. En nombre de otros jóvenes, con humildad y coraje, pido cinco cosas a nuestros hermanos mayores.

Contenido

1. Amor

Los hombres jóvenes con frecuencia preguntan a los mayores, “¿Se preocupan por mí?” “¿Realmente se preocupan?” Podemos ver videos en YouTube en búsqueda de consejos, sabiduría e inspiración para las cosas complejas de la vida. Con los blogs cristianos de hoy en día, tenemos las respuestas a casi todas las preguntas acerca de la vida, sin siquiera levantar el teléfono. Todavía deberíamos preguntarles, pero no necesitamos a los hombres mayores solamente porque son más inteligentes.

Los jóvenes necesitan amor constante, un amor que sea como la sombra del amor del Padre (1 Juan 2:13-14). Necesitamos eso, y estamos en un viaje con monstruos en el horizonte – monstruos en lo profundo de nuestros corazones y a nuestro alrededor. Usted, el hombre mayor, no es necesariamente nuestro padre, pero es el “amigo de un padre” – un “vecino cerca” (Proverbios 27:10), que nos enseña sobre “reproche,” “prudencia,” “sufrimiento,” “adulterio” y “maldiciones” – cómo hacer (o evitar) todo esto. El rey dice “no abandones . . . al amigo de tu padre”. Así que aquí estamos. Por lo menos algunos de nosotros. Sin abandonar. Tal vez fastidiando, pero no abandonando.

2. Historias

Los jóvenes necesitan escuchar que “todo va a estar bien”. Casi a diario estamos convencidos de que nuestra vida es un completo fracaso, incluso una zona de desastre.

Escuchamos: “No eres un hombre”. Necesitamos: “Eres un hombre. Actúa como tal”. Escuchamos: “No puedes superar esto”. Necesitamos: “Conozco esa voz. Así es como la vences”. Escuchamos: “Ella no te quiere, así que la vida no vale la pena”. Necesitamos: “Esto es una etapa. Dios conoce tus necesidades. Habla conmigo al respecto”.

Dios les enseñó lecciones cuando eran jóvenes. Ustedes oran, “tú me has enseñado desde mi juventud”, y “aun en la vejez y las canas, no me desampares, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a esta generación, tu poderío a todos los que han de venir” (Salmos 71:17-18, LBLA). Ahora, por cada cana queremos una historia acerca de la fidelidad de Dios, una lección de años aprendiendo sobre Dios y su mundo. Un “estarás bien” de cada mechón blanco.

¿Alguna vez tuvieron la misma experiencia en la vida? Cuéntennos. Necesitamos escuchar, “Dios es fiel en esa situación porque lo hemos visto – lo hemos sentido. No sé cómo será en tu caso, pero Él está contigo y es fiel. Y yo también”. Cuenten historias relevantes y útiles. No podrán ver el final de la historia de cada hombre joven, pero pueden ser un pilar histórico de la esperanza en que Dios está realmente involucrado en este mundo trágico – en la vida trágica de un joven – porque a veces no estamos seguros.

3. Oración

Es difícil para la mayoría de los cristianos pasar tiempo a solas con Dios. Que se tomen tiempo con el Padre – con vuestro Padre – para interceder por nosotros, para orar por nuestro bien y para pedir sabiduría para nosotros, significa más de lo que piensan. Con toda la separación entre generaciones que existe hoy en día, sería una bendición inusual e inmerecida dar por hechas vuestras oraciones.

Pablo temía que los efesios “desmayaran”, por lo que oró para que Dios les “conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu” (Efesios 3:13,16). Con frecuencia desmayamos buscando nuestro camino. Necesitamos fuerzas. Oramos entregando por completo nuestros corazones inmaduros. Utilicen esos diez o quince años más que tienen y hagan con ellos, en oración, lo que no hemos aprendido a hacer aun como jóvenes incompetentes, inexpertos y asustados.

4. Autoconfianza

No sientan la necesidad de competir con nosotros. No somos sus iguales, así que no se midan con nosotros. Si necesitamos su ayuda más madura y paternal lo más seguro es que no la estemos recibiendo de nuestros padres. Muchos que tienen padres distantes o ausentes sienten que han estado compitiendo con otros hombres toda su vida – por estadísticas, por afecto, por aprobación y aceptación.

Sean amigos en la guerra de la vida – compañeros de milicia. Necesitamos apoyo, amistad, una camaradería no competitiva – necesitamos a alguien que nos muestre, cara a cara, la falta de interés de Dios en el rendimiento comparativo. Es realmente difícil no hacer nada “por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro más importante que a sí mismo” (Filipenses 2:3). Pero debemos aprender a hacerlo por los demás a través de vuestro ejemplo.

Una de las formas prácticas de esto está en escuchar bien. Al escuchar a un hombre joven hablar de sí mismo, escucharán incrustada en sus palabras “la voz de sus súplicas” (Salmos 86:6) y estarán mejor preparados para decir “la palabra dicha a tiempo”, la cual es “como manzanas de oro en engastes de plata” (Proverbios 25:11).

También necesitaremos ayuda para escucharlos, porque podemos ser impacientes, tercos y defensivos (¿para qué sirve una manzana de oro de todas formas?). Dios modela esta humildad y paciencia: “la bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4). Dios es bondadoso porque no tiene nada que probar. Esa seguridad produce resultados increíbles en las relaciones y en los hombres en general.

5. Vulnerabilidad

Sean pacientes. Somos lentos. No sientan que tienen que gritarnos. Ya nos han gritado. Sean firmes si lo necesitamos. Debemos ser capaces de preguntarles cualquier cosa – y obtener una respuesta honesta, no enjuiciadora. Esto incluye sabiduría para el crecimiento cristiano en general – para combatir el pecado. Necesitamos sentir que, “estamos juntos en esto”, no que “somos unos fracasados”.

La mayoría de los hombres ya se sienten fracasados. Sean originales y quédense con nosotros. ¿Tiene razón 1 Corintios 10:13? “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres”. Ayúdennos a aprender a practicar la tensión de este versículo: que es “común” – no raro o estigmatizado o algo que mantener en la oscuridad – y para aceptar el llamado a “superarlo”, lo cual es casi imposible sin comunidad. Necesitamos un lugar – un hombre- que nos desafíe a crecer, pero al mismo tiempo nos haga sentir seguros para confesar.

Todo niño quiere ser un hombre

Padres, esto no fue escrito para el juzgado. Estas “necesidades” no son una condena de ustedes. No, son utilizadas para vuestra veneración. “Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio” (1 Juan 2:13). Los hombres jóvenes han defraudado a los hombres mayores en muchas formas - por medio de la incompetencia e inconsistencia, por medio de faltas y actos vergonzosos, por medio de la crítica hacia otros y consintiéndonos a nosotros mismos – nuestras vidas están cargadas de fracasos. Es verdad.

No importa lo que diga el joven terco y punk de vuestras vidas, queremos madurar; queremos la mano hábil, dura y curadora de la disciplina correctiva (no castigadora); queremos que nos digan que estamos equivocados; queremos crecer. Todo hombre joven quiere ser un hombre que puede recibir el amor de Cristo, y con eso, convertirse en un amante competente de Dios, un compañero útil para los amigos, y un sirviente amante de una mujer.

Queremos ser como ustedes, así como ustedes son como Cristo (1 Corintios 11:1).


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