La Ascensión

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English: The Ascension

© Ligonier Ministries

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Por R.C. Sproul sobre Jesucristo
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Gabriella Maldonado


Estos hombres estuvieron 3 años en un estado de alegría inexplicable. Ellos fueron testigos de lo que ningún ser humano jamás hubo visto en todo el curso de la vida. Sus ojos se asomaron abiertamente a cosas que los mismos ángeles han ansiado ver pero no han sido capaces. Sus oídos escucharon lo que antiguos santos hubieran deseado ferozmente oír con sus propios oídos. Estos hombres fueron los discípulos de Jesús de Nazaret. Ellos fueron sus estudiantes. Ellos fueron sus compañeros. Donde Él iba, ellos iban. Ellos escuchaban, lo que él decía. Lo que él hizo, ellos lo vieron con sus propios ojos. Estos fueron los testigos verdaderos del ministerio terrenal del Hijo de Dios.

Pero un día, estos hombres escucharon de la propia boca de su maestro la peor noticia posible. Jesús, les dijo que los iba a dejar. Les dijo que sus días en este mundo de acompañamiento personal estaban rápidamente terminando. Imagínense el trauma y el pánico profundo que llenó los corazones de estos discípulos cuando Jesús les dijo que todo estaba por terminar.

En Juan 16 leemos lo que dijo Jesús: “Dentro de poco ya no me verán; pero un poco después volverán a verme”. Así que algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto que nos está diciendo?; “¿Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y porque yo voy al Padre?”. Entonces ellos estuvieron diciendo: “¿Qué quiere decir con “dentro de poco?. No sabemos que qué está hablando”.

“Jesús sabia que ellos querían preguntarle, así que les dijo: ¿se están preguntando entre ustedes qué quiero decir con “Dentro de poco ya no me verán; pero un poco después volverán a verme?”. Realmente, realmente, les digo que llorarán y se lamentarán, pero el mundo se alegrará, sentirán pena pero esta pena se convertirá en alegría. Cuando una mujer da luz a un niño, ella siente pena porque la hora ha llegado, pero cuando ya nace el bebé ya no recuerda la angustia, ahora hay alegría porque un ser humano ha nacido en el mundo. Así que ahora ustedes sienten pena, pero los veré otra vez, y sus corazones se alegrarán y nadie les quitará esa alegría” (Juan 16:16-22).

Poco después de esta enigmática declaración, Jesús dijo a sus discípulos: “Pero ahora voy a Él, quien me envío, y ninguno de ustedes me preguntará ¿A dónde voy?, pero como les he dicho estas cosas a ustedes, pena ha llenado sus corazones. Sin embargo, te digo la verdad: es por sus beneficios que me voy, si no me voy, el salvador no vendrá a ti. Pero si me voy se los enviaré a ustedes” (vv.5-7).

En primer lugar, Jesús dice que sus corazones no serán simplemente llenados de pena y dolor, o de decepción, sino que habrá un limite de dolor que saturará las cámaras del corazón. Ellos serán vencido por el dolor. El sufrimiento alcanzará los limites de la capacidad humana. Pero Jesús dice que lo que experimentarán será temporal, y que la sensación de abandono que pueden sentir por un momento dará lugar a una alegría inexplicable.

Jesús también explicó porque Él debía dejarlos. Él dice que es conveniente o necesario para él irse para que los discípulos puedan llenarse del Espíritu Santo. Lo que ahora suena como una desventaja absoluta, Jesús promete que se convertirá en una ventaja. En Hechos 1:9-11 leemos, "Y después que había dicho estas cosas, Él fue levantado mientras estaban viéndolo, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, se unieron ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, “¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” Los discípulos vieron como Jesús los dejaba. Ellos contemplaron, mirando fijamente e intensamente en los cielos hasta que sus ojos dejaron de verlo, en ese momento dos ángeles vinieron y les preguntaron porque estaban viendo fijamente al cielo. Los ángeles entonces les dijeron que ése mismo Jesús cuyo cuerpo visiblemente ascendió vendría de la misma manera en otro momento.

Lucas nos dice en su relato de la ascensión en el evangelio (24:50-53): “Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, entonces, lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría. Y estaban continuamente en el templo, alabando a Dios”. Notamos acá el total cumplimiento de lo que predicó Jesús. La abundancia de sus penas que sumieron totalmente en la audiencia sobre la noticia de su partida, les dio no sólo paso a las satisfacción, no sólo a la aceptación, no sólo a la alegría, sino a una gran alegría Ellos retornaron con sus corazones llenos de jubilo de la última vez que vieron a Jesús. ¿Cómo pudo esto ocurrir?; la respuesta obvia está en que los discípulos vinieron a entender la significancia de la ascensión. Así como fue tan difícil entender, ellos vinieron a creer que la ausencia de Jesús de ellos fue más beneficiosa que su presencia física; estando el motivo en el lugar donde él iba y de lo que él estaba a punto de encargarse.

En Juan 3:13 Jesús declaró: “ Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” Este verso suena difícil a primera vista cuando nos damos cuenta que en el viejo testamento Enoc ascendió a los cielos con el sentido de que el fue transportado allá, así como Elijah cuando un carruaje de fuego lo subió a los cielos. Cuando Jesús habla de la ascensión, él no está explicando de ir exactamente “arriba”. Él está hablando de algo en términos técnicos. Él está pensando en términos del Salmo de Ascenso que celebra la unción de un rey (Pss. 120-34). Cuando Jesús dice que nadie ascienda a los cielos, es cierto que nadie asciende o va al cielo en la misma manera o por el mismo propósito en que él fue. Él fue subido en nubes de gloria con el fin de ir con su Padre, por el propósito de su coronación como nuestro Rey; como el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Él ascendió en el cielo para cumplir su papel de nuestro Gran Padre, diario interceptor de su gente. El mejoró nuestra condición dramáticamente. No sólo por esto, sino antes de que Pentecostés pudo venir y el Espíritu Santo pudo ser derramado sobre la iglesia, fortaleciendo la iglesia como empresa misionera del mundo entero, fue necesario para Cristo ascender para que junto con el Padre, Él pudiera enviar del cielo al espíritu Santo con todo su poder.

Tan difícil como es imaginarlo, la condición de la que disfrutamos ahora mismo en este lado de expiación, en este lado de la resurrección, este lado de la ascensión, y en este lado del Pentecostés es, hablando en forma de redención, una situación mejor que aquella donde los discípulos disfrutaron durante sus 3 años de ocupación con la presencia del Señor Jesús. Nosotros celebramos la ascensión porque celebramos a nuestro Rey.


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