La Búsqueda de Cristo en las Devocionesde un Pastor

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English: The Pursuit of Christ in the Devotions of a Pastor

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Por Mike Gilbart-Smith sobre Ministerio Pastoral
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Traducción por Ruben Saenz Serrano


«Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo. Y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Filipenses 3:8-11)

Contenido

Examina tu Motivación

Todo pastor sabe, al menos en su cabeza, la importancia de una vida devocional vibrante. Al igual que ventanas abiertas en la barra de tareas, él puede llenar su vida cinco veces con la preparación de sermones, consejería, correo electrónico, reuniones con los ancianos, reuniones con su equipo, conferencias, y mucho más. Pero él sabe que todo es una vergüenza, si no se reúne diariamente con su Señor.

Pero, ¿por qué es esencial tal vida devocional? Me temo que un pastor puede reconocer la necesidad de una vida devocional saludable, pero tener motivos malsanos para asegurarse de que eso suceda. Irónicamente, muchos de nuestros motivos para querer una rica vida devocional, deben ser las mismas cosas que nuestras devociones ayudan a socavar.

Pablo, apasionadamente afirma en Filipenses 3 que no hay nada más esencial en la vida de un pastor, que una constante búsqueda de Cristo. La necesidad primaria de un pastor (y aún la de un apóstol) es precisamente la misma necesidad primaria de todos los cristianos: una relación vibrante con Jesús.

Para aquellos que creen, para la salvación del alma, El es y siempre ha sido precioso, el sol, la roca, la vida, el pan para sus almas –todo lo que es bueno, útil, amable, deseable, aquí o en la eternidad, dentro, desde y por El, es su vida espiritual y eterna, luz, poder, crecimiento, consolación y gozo aquí; con salvación eterna en la otra vida. En esta y en otras consideraciones, el principal motivo de toda la vida, sobre quien es de este modo precioso, es que ellos le conozcan a El –el misterio de la sabiduría, gracia y amor a Dios, en su persona y en su mediación, como nos fue revelado en la Escritura, la cual es «vida eterna» (Juan 17:3) --para confiar en El, y sobre El, como la preocupación eterna de sus almas –para amarle y honrarle con todo su corazón –para hacer lo mejor en conformidad con El, en todos esos caracteres de divina bondad y santidad que son representados sobre ellos en El. En estas cosas consisten el alma, la vida, el poder, la belleza y la eficacia de la religión cristiana; sin la cual, cualquier ornamento superficial puesto sobre el ejercicio, es un cadáver inútil y sin vida.

Si intentamos buscar a Cristo, entonces debemos buscar una vida devocional activa. En este lado del cielo, nosotros vivimos por fe y no por vista (2 Corintios 5:7) Esta fe viene por el oír fielmente la Palabra de Dios. Por lo tanto, nuestra vida devocional es de importancia vital para el mantenimiento de nuestra fe. Porque nos alimentamos de Cristo, al alimentarnos de su Palabra.

¿Tenemos el deseo de una unión y comunión con El? Debemos estar en mucha meditación en El, en hablarle a El y en permanecer en su presencia. Por tanto, aquellos que van día con día, sin tener conversaciones privadas con Dios, o consolando sus almas en El, ¿Qué afecto tienen para El? El amor es comunicativo; y ¿Qué deseo de comunión puede tener esa alma que vive como un extraño a su Creador? ¿Podemos decir que amamos a alguien con quien nunca consultamos o hablamos de ningún propósito?

Este debe ser el objetivo de nuestras devociones: buscar a Cristo a través de su Palabra, en oración, con el canto, en meditación, y varios otros medios bíblicos. Y si hacemos esto, nosotros debemos, igual que Pablo en Filipenses 3, considerar aquellas cosas que nuestra carne desea, como basura.

Entonces, de acuerdo a Filipenses 3, ¿Qué implica la búsqueda de Cristo?

La Búsqueda de Cristo Relativiza Nuestros Dones y Ministerio

Los pastores son una bendición, de tal manera que ellos puedan ser también una bendición para la iglesia de Cristo. Sin embargo, existe la tentación de pasar de la gratitud por el don, a la obsesión con el don.

«Los setenta regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre; y El les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os hará daño. Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos» (Lucas 10:17-20)

Nos maravillamos tanto del poder de Dios trabajando en nosotros, que nos olvidamos que Cristo es mucho más grande en sí mismo. Nos olvidamos qué tan grande es el don de la salvación, que podríamos conocer a Cristo para siempre.

El corazón humano es tan afecto al legalismo, que sin una constante meditación en la gracia de Dios dada a nosotros en Cristo, nos podemos imaginar que nuestros logros espirituales reflejan nuestro estado espiritual. Buscar a Cristo tiene el efecto contrario. Nos enseña que la salud espiritual que tenemos, se encuentra solamente en Cristo, y que cada logro que tenemos en el ministerio, se encuentra solamente en Cristo. Toda la gloria es solamente para El.

Si no entendemos que nuestra vida devocional es primariamente buscar a Cristo, podríamos ver que el desarrollo de nuestros dones en el ministerio, son el objetivo final de nuestras devociones. Anhelamos conocer mejor la Biblia para ministrar mejor a la gente. Anhelamos orar más, de manera que nuestro ministerio florezca. Anhelamos tener devocionales que sean un mejor modelo para nuestra gente. Todos estos son buenos deseos, mientras que no rivalicen con la primacía de buscar a Cristo, como el fin supremo de nuestros devocionales. ¡Jesús mismo debe ser nuestro deseo principal!

Un verdadero santo, cuando está disfrutando de verdaderos descubrimientos de la dulce gloria de Dios y de Cristo, tiene su mente cautivada y comprometida por lo que él ve por sí mismo, para aguantar de pie ese tiempo para verse a sí mismo y a sus logros. Esto podría ser una pérdida, que él no puede soportar, el apartar sus ojos del precioso objeto de su contemplación, a fin de examinar su propia experiencia, y emplear tiempo meditando en uno mismo, acerca de cuan grande es este logro y que buena historia tengo ahora para contarle a otros.

La Búsqueda de Cristo Relativiza Nuestra Vida Devocional

Nuestra carne puede hacer un ídolo aún de nuestra adoración del verdadero Dios. Dejamos de adorar a Cristo y comenzamos a adorar la adoración de Cristo. Sutilmente damos la vuelta a nuestros pensamientos, de manera que busquemos los medios sin poder ver el fin. Seguimos nuestras devociones en vez de seguir a Cristo a través de nuestra vida devocional. Podemos apartar tiempo cada día, tener un plan maravilloso para leer la Biblia, tener un diario de oración el cual lo seguimos consistentemente, y aún así, olvidar la búsqueda de Cristo en esas actividades.

A través del resto de este artículo, mientras vemos cómo la búsqueda de Cristo es la búsqueda de la humildad, de la justificación por la fe, el poder espiritual, la mortificación y el cielo, debemos recordar que no es el acto de tener un tiempo de quietud lo que nos da esas cosas. Las recibimos solamente por la gracia, contenido solamente por la fe.

Así, la vida devocional de un pastor, será de gran importancia para la salud espiritual del mismo, no porque sea un fin en sí misma, sino porque es el medio principal de la búsqueda de Cristo y su gloria. Cristo es el objeto de nuestras devociones, pero también es la fuente de nuestra devoción.

Puede ser obvio el apuntar que “la grandeza de conocer a Cristo viene de un gran conocimiento de Cristo” Continuamente se nos dice que hoy podemos tener la mejor vida posible de una manera que deja muy poco espacio para estudiar y alabar al mismo Señor Jesucristo. Muy seguido hablamos de Cristo como el que ha hecho muchas cosas por nosotros. La extraordinaria verdad del evangelio no es que de alguna manera Cristo es grande porque ha hecho mucho por nosotros. En vez de eso, el evangelio es sorprendente porque Cristo, quien es grande en sí mismo, ha tenido misericordia de pecadores como nosotros; que Cristo, quien es el todo en todo, fue humillado hasta la muerte en una cruz por aquellos que fueron rebeldes condenados. Cristo, que es el resplandor de la gloria del Padre, la espléndida manifestación de la perfección divina, es merecedor de nuestra adoración por quien es El.

La Búsqueda de Cristo es la Búsqueda de la Humildad

Por lo tanto, todas nuestras facultades y habilidades se reducen a la insignificancia, comparadas a la suprema grandeza de conocer a Jesucristo nuestro Señor.

Winston Churchill una vez describió a su oponente político Clement Atlee como: “Un modesto pequeño hombre que tiene mucho por qué ser modesto” Si lo comparamos con Churchill, tal vez la acusación fue justa. Pero cuando nos comparamos con Cristo, tenemos mucho por qué ser humildes. El, no solamente es el eterno, infinitamente glorioso Hijo de Dios —se humilló a sí mismo, hasta la muerte en una cruz. No hay nada más humillante que la cruz de Cristo. Mientras reflexionamos y buscamos a Jesucristo en su muerte, nuestra actitud debe ser igual a la suya.

En su libro Humildad: la Verdadera Grandeza, el autor C. J. Mahaney, muy adecuadamente nos provee una “lista práctica de las formas (que él ha encontrado) para debilitar al orgullo y cultivar la humildad” El escribe, “Para mí la parte más útil de esta lista ha sido esta: Reflexiona sobre la maravilla de la cruz. Creo que esto será el hábito y la práctica más importante para ti también. Para ser verdaderamente serio y bien intencionado en humillar el orgullo y cultivar la grandeza, cada día tienes que hacer una revisión de la majestuosa cruz en la cual murió el Príncipe de Gloria”.

La Búsqueda de Cristo es Buscar la Justificación por la Fe

Al buscar a Cristo, estamos buscando una vida centrada en el evangelio. ¿Cómo podemos buscar a Cristo y no buscar el evangelio? El evangelio está en el centro del corazón de Cristo. Al buscar a Cristo somos condenados por nuestra total inhabilidad de complacer a Dios. Cuando reconocemos la grandeza de Jesús, cualquier pretensión acerca de nuestra propia grandeza será destruida, y caeremos sobre nuestras rodillas clamando como Pedro: «apártate de mi, Señor, porque soy hombre pecador» Y sin embargo, escucharemos a Jesús respondiendo: «No temas», no como una negación de nuestra perversidad, sino para salir triunfante en nuestro beneficio. En la búsqueda de Cristo, nosotros reconocemos cuán maravillosa es la justicia de Cristo que ha sido imputada a nosotros.

“He observado que cuando estoy más desanimado y encuentro mi trabajo pastoral más deprimente que gozoso, un cambio gradual y peligroso se apodera de mis pensamientos acerca de mí mismo. Olvido que soy un cristiano que ha encontrado en Cristo un lugar de descanso. La verdad de que soy una persona, que a pesar de mi pecado ha sido aceptada y perdonada a través de la fe en el Señor Jesucristo, está descuidada. Parece que me he vuelto extrañamente descuidado del hecho que he sido transformado, por la pura gracia divina, en un hijo de Dios; que El me a concedido el don de su Espíritu y que he experimentado la realidad de su presencia y de su poder en mi vida y en mi trabajo, En vez de eso, me enfoco en mi trabajo como pastor. Luego, en una especie de retorcida manera, sin duda inflamada por el mismo Satanás, mi atención va directamente hacia los fracasos, temores y frustraciones del trabajo”.

La Búsqueda de Cristo es la Búsqueda de la Mortificación y la Devoción

Si vamos a ser útiles en el ministerio, debemos estar dolorosamente concientes de nuestra necesidad de mortificación. Personalmente debemos reconocer nuestro pecado que tan fácilmente nos enreda. Sabemos que debemos desecharlo. Pero fallamos en reconocer que esto solo pude ser hecho fijando nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. (Hebreos 12:1-2) Si la búsqueda de Cristo no es de la manera en que buscamos la mortificacón, entonces terminaremos buscando la mortificación por la ley.

Este es el triste enfrentamiento en que cualquier pobre criatura se puede involucrar. Un alma bajo el poder de convicción de la ley es presionada a luchar contra el pecado, pero no tiene fuerzas para el combate. Ellos deben luchar, pero nunca pueden conquistar, son iguales a los hombres que confían en la espada del enemigo con el propósito de ser sacrificado. La ley los lleva y el pecado los devuelve. Algunas veces, ellos verdaderamente piensan que han frustrado al pecado, cuando solamente han levantado el polvo que no ven, esto es, cubren sus sentimientos naturales de miedo, de pena y angustia, los cuales les hacen creer que han conquistado al pecado, cuando éste no ha sido tocado. Para ese tiempo, ya están fríos, deben dar batalla otra vez; y la concupiscencia que creyeron vencida, parece que no ha sufrido ninguna herida.

Sin embargo, mientras buscamos a Cristo por fe, se nos da todo lo que necesitamos para la vida y la santidad. En Cristo podemos conocer el poder de su resurrección.

Como celosos trabajadores por la gloria de Cristo, yo estoy particularmente ansioso por que mantengas comunión diaria con Jesús, porque así como es con las bendiciones de nuestro pacto, así es con nuestro trabajo y labor por la fe; todas las cosas dependen de El. Todo nuestro fruto se encuentra en Jesús. Recuerda sus propias palabras: «Separados de mí, nada podéis hacer» Nuestro poder para trabajar viene totalmente de su poder. Si trabajamos eficazmente, siempre debe ser de acuerdo al trabajo efectivo de su poder en nosotros y a través de nosotros.

Y una vez que conocemos el poder de la resurrección de Jesús, entonces aún la hermandad de compartir sus sufrimientos, se convierte en gozo que buscamos cuando buscamos a Cristo. Nosotros no buscamos el sufrimiento por lo que significa, buscamos a Cristo sabiendo que cuando compartimos en Cristo, estaremos compartiendo en sus sufrimientos. Entonces contaremos los sufrimientos como un gozo y un privilegio, sabiendo que «esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación» ¿Por qué? Porque al buscar a Cristo, «llevamos siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo» (2 COR 4:10 y 17) En las manos transformadoras de nuestro Señor, nuestros sufrimientos presentes se convierten en un misericordioso recordatorio de cómo estamos muertos para este mundo, por la resurrección de Jesús, estamos viviendo para un mundo donde no habrá sufrimiento y que dejará de ser.

La Búsqueda de Cristo es la Búsqueda del Cielo

Insiste en obtener tal disposición de mente, que tú puedas escoger el cielo como tu herencia y hogar; y lo puedas anhelar intensamente, teniendo el deseo de cambiar este mundo y todos sus encantos para obtener el cielo. Insiste en tener tu corazón centrado en el cielo y en los encantos del cielo, tanto que te regocijes cuando Dios te llame para dejar a tus mejores amigos y comodidades por el cielo, y para gozar de Dios y de Cristo. Debes estar persuadido de caminar en el camino que lleva al cielo.

Nosotros sabemos que este mundo no es digo de ser vivido. Pastores y toda la gente, deben ser personas que reconocen que la inversión en el otro mundo es infinitamente más importante que las inversiones en este mundo. Pero, ¿Es esto por nuestro amor por Cristo?

Si tú pudieras tener el cielo sin ninguna enfermedad, con todos los amigos que tuviste en la tierra, con toda la comida que siempre te gustó, con todas las actividades recreativas que siempre disfrutaste, y con todas las bellezas naturales que viste, con todos los placeres físicos que siempre probaste, y sin ningún conflicto humano y sin desastres naturales, ¿estarías satisfecho con el cielo, si Cristo no estuviera allí?

En el cielo ya no necesitamos buscar a Cristo por la fe, porque lo veremos cara a cara. Buscar a Cristo por fe ahora, es perseguir el día cuando la fe se convertirá en vista, y Cristo tendrá toda la gloria.

La Gran Necesidad de Nuestras Iglesias: Pastores Buscando a Cristo

La gran necesidad de nuestras iglesias, son pastores que conozcan a Jesús, pastores entregados a la búsqueda de Cristo, aún antes de buscar el ministerio. Mientras la búsqueda de Cristo sea solamente el medio para obtener otra cosa (incluido el ministerio), entonces, tenemos a idólatras como nuestros pastores. Pablo explica en Filipenses 3, que sólo hay dos alternativas: aquellos que están preocupados en ganar a Cristo y ser encontrados en El, y aquellos que viven por obras y no por gracia, que viven por su propia gloria y no por la gloria de Cristo.

Nuestras iglesias necesitan pastores que se entiendan primero a ellos mismos, y más importante, que sean ovejas que buscan al Gran Pastor, y que guíen de acuerdo a la devoción que le tienen a El.

Mi oración es que esta serie de artículos acerca de la vida devocional de un pastor, sirva para animar y sea de ayuda práctica para que los pastores sigan buscando a Cristo a través de una rica vida devocional. Que nunca olvidemos la incomparable grandeza de conocer a Cristo Jesús nuestro Señor.


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