La Chequera del Banco de la Fe/20 de Diciembre

De Libros y Sermones Bíblicos

Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por Charles H. Spurgeon
Indice de Autores
Leer más sobre Vida Devocional
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: Faith's Checkbook/December 20

© Public Domain

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Charles H. Spurgeon sobre Vida Devocional
Capítulo 356 del Libro La Chequera del Banco de la Fe

Traducción por Allan Aviles


20 de Diciembre

“Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?” Isaías 51: 12, 13.

El texto mismo ha de ser tomado como la porción para hoy. No hay necesidad de abundar sobre él. Tú que tiemblas, léelo, créelo, aliméntate de él, y arguméntalo delante del Señor.

La persona que temes es, después de todo, sólo un hombre; mientras que quien promete consolarte es Dios, tu Hacedor, y el Creador del cielo y de la tierra. El consuelo infinito protege con creces de un peligro muy limitado.

“¿Dónde está el furor del que aflige?” Está en la mano del Señor. Es únicamente la furia de una criatura moribunda; furia que llegará a un fin tan pronto como el aliento abandone las fosas nasales. ¿Por qué, entonces, deberíamos temer a alguien que es tan frágil como nosotros mismos? No deshonremos a nuestro Dios convirtiendo en un dios al hombre insignificante. Podemos convertir en un ídolo a un hombre, teniéndole un miedo excesivo o rindiéndole un amor desordenado. Tratemos a los hombres como hombres, y a Dios como Dios; y entonces proseguiremos calmadamente por el sendero del deber, temiendo a Dios, y no temiendo a nadie más.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas