La Glorificación: Transformados Conforme A La Imagen De Cristo, Para La Supremacía De Cristo

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English: Glorification: Conformed to Christ for the Supremacy of Christ

© Desiring God

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Por John Piper sobre Glorificación (Resurrección Del Cuerpo)
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written

Traducción por Desiring God


Romanos 8:28-30

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. 29 Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.

Considere conmigo una de las implicaciones del “porque” que aparece al comienzo del verso 29. Esta palabra significa que el verso 29 y los versículos siguientes son un sostén, o un argumento, o un fundamento, o base para la promesa que aparece en el verso 28. En otras palabras, Pablo escribe el verso 29 a fin de que usted se sienta más confiado en la promesa del verso 28. «Yo te prometo», dice Dios «que todas las dificultades de tu vida cooperarán para tu bien, porque yo te conocí de antemano, y te predestiné, y te llamé, y te justifiqué, y te glorifiqué. Sé por tanto, fuerte y arriésgate, y ve a los lugares difíciles de necesidad y muestra al mundo, por tu amor, que confías en Dios y sus promesas mucho más que en las riquezas o las armas, o la policía, o los sistemas de seguridad por alarmas, o más que en los buenos vecinos, o que los sistemas de cuidado médico».

Contenido

¿Por qué en este texto hay argumentos y no simplemente autoridad?

Pero aquí está el dilema: si Dios nunca miente, y él promete en el verso 28 que todo cooperará para nuestro bien, entonces ¿cómo es que nuestra fe en esta promesa puede fortalecerse con el argumento de los versos 29-30? Quiero decir, Dios ha hablado en el verso 28 y Dios es Dios, y su Palabra es infalible e inquebrantable ¿No deberíamos creerla solamente porque la dijo? ¿Por qué Pablo da argumentos? ¿Cómo es que los argumentos pueden aumentar nuestra confianza en algo que Dios ha dicho?

Antes que yo intente responder estas preguntas, asegúrense de ver la importancia que tienen. Esto realmente tiene que ver con la razón por la que tenemos el tipo de Biblia que tenemos. Dios pudo habernos dado una lista de afirmaciones acerca de su naturaleza y carácter, y una lista de mandamientos para obedecer. Ciertamente todo hubiera sido mucho más rápido. Pero en lugar de eso, nos dio (como en el ejemplo de Romanos) argumentos extensos y complejos, y explicaciones y razonamientos. En los evangelios nos da una narración de las obras de Jesús, una colección de las enseñanzas de Jesús y un grupo provocativo de sus parábolas. En el Antiguo Testamento nos dio rápidas perspectivas de la historia de Israel e reportes sobre el origen del mundo, y algunos atisbos de la vida interna de los salmistas, y poderosas visiones y sermones de los profetas y colecciones de proverbios.

¿Cuál es el objetivo de esta pródiga revelación de los caminos de Dios en el mundo? Esa es la interrogante que realmente tenemos cuando preguntamos: ¿Por qué defiende Pablo a Romanos 8:28 con los argumentos de los versos 29-30? ¿Por qué no dijo simplemente qué es lo que Dios promete hacer por nosotros y confió en la fe que tendríamos para ser fuertes y agarrarnos de las promesas?

La Fe Es Una Respuesta A La Revelación De La Luz

La respuesta –al menos una parte importante de la respuesta- es que la fe no es un salto hacia la oscuridad, sino una respuesta a la revelación de la luz. Si la fe estuviera fundamentada solo en la autoridad impuesta, entonces la Biblia no hubiera sido escrita como lo fue, y la historia de la redención no hubiera sido planeada como lo fue. La fe no está basada simplemente en la autoridad impuesta (como: «Dios inspiró el verso 28 por tanto créelo ¡Punto! ¡No se necesita un fundamento! ¡No se necesita una explicación!»). La fe no es una respuesta a la autoridad impuesta; la fe es una respuesta a la revelación de luz, no de la luz física, sino de la luz espiritual.

Volvámonos hacia 2da a los Corintios 4:4-6 para ver esta verdad y avanzar un poco más en el texto de hoy. Lo que Pablo dice en estos versos es que el evangelio de Cristo es la revelación de esta luz espiritual. Él llama a esta luz espiritual de dos formas, una en el verso 4 y otra en el verso 6. El verso 4 dice: “en los cuales el dios de este mundo [creo que es Satanás] ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean [¡!] el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios”

Cuando el evangelio es predicado debemos ver la gloria de Cristo, de hecho, debemos ver a Cristo como la imagen misma de Dios. Esta es la razón por la que se escribieron los cuatro evangelios, por ejemplo, los evangelios no son libros de una sola oración: «Cristo es glorioso y Cristo es Dios» ¡Eso es cierto! Sin embargo, la fe no es la respuesta a la autoridad impuesta, tampoco es un salto a la oscuridad. Es una respuesta a la luz de la gloria en la persona y obra de Cristo. Es por eso que la persona y obra de Cristo son espléndidamente mostradas en los cuatro evangelios y los Hechos, y las epístolas, y Apocalipsis.

Esta es la razón por la que Pablo dice en el verso 5: “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús”. «Predicarnos a nosotros mismos no les ayudaría a ver a Cristo. Predicar a Cristo como Señor y ponernos a nosotros mismos en la humilde posición de servidores, ¡eso les ayudará a ver la gloria de Cristo de modo que puedan sentir un fundamento seguro para su fe!».

Entonces, en el verso 6, Pablo describe a la misma luz espiritual de un modo diferente al verso 4. Dice: “Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo”. Esta es la misma verdad sobre la luz que se menciona en el verso 4, pero es expresada con palabras diferentes. Según el verso 4 debemos ver “la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios”. Y según el verso 4 debemos ver “el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios”. Y según el verso 6 debemos ver la “gloria de Dios en la faz de Cristo”. La “gloria de Dios” es la “gloria de Cristo”, y la “imagen de Dios” es la “faz de Cristo” –y con relación a esta faz, entiendo que se refiere al retrato de todo su ser, su carácter, naturaleza y persona.

Este es el mensaje: la fe no es un salto a la oscuridad. Hay luz en todos estos versos. La fe es una respuesta a la luz de la revelación que Dios hace de sí mismo en Cristo, en la historia, y especialmente en el evangelio. Por tanto, para ayudar a las personas a creer, y para sostener la fuerza de nuestra propia fe, necesitamos conocer “fíjese en la palabra “conocimiento” en el verso 6: “conocimiento de la gloria de Dios”), necesitamos conocer cómo Cristo actuó, lo que hizo, lo que dijo, cómo pensó, cómo habló, cómo sufrió, y cómo todo esto contribuyó para los planes de Dios. Esta es la forma en que la gloria de Cristo resplandece para que nosotros la veamos. Y al ver esto es que la fe surge y así es sostenida y fortalecida.

La Relación Con Romanos 8:29

Ahora, aquí vemos la relación que tiene todo esto tiene con Romanos 8:29. Pablo quiere que tengamos fe en la promesa de Romanos 8:28 –Dios hará que todo obre para nuestro bien- a fin de que seamos radicales, arriesgados, amorosos, sacrificados, es decir: cristianos con una mentalidad de guerreros. Pero sabe que la fe no se basa en la autoridad impuesta o en las simples declaraciones. La fe surge en respuesta a la revelación de la gloria de Dios. Es por esto que hace lo que hace en los versos 29-30: nos muestra algunos de los caminos de Dios. Nos da una perspectiva espectacular de la obra soberana y salvadora de Dios, de la obra que vemos desde la eternidad y hasta la eternidad (desde el conocimiento previo, o amor previo, o selección previa de Dios en la eternidad pasada, hasta la glorificación final de su pueblo en la eternidad futura). Ver la gloriosa obra de Dios en Cristo, en el verso 29 no es solo una información incidental; es la revelación de quién es Dios, cómo Dios actúa, cómo Dios nos ama, y salva y protege. El propósito es mostrar la luz del conocimiento de la gloria de Dios en Cristo. Y hacer que nuestra fe en la promesa de Romanos 8:28 sea algo que nunca sería sin este conocimiento. Afirme su mirada en la gloria de Dios según los hechos narrados en Romanos 8:29-30.

Ahora, hay otras dos preguntas acerca de esta revelación los versos 29-30 con las que quiero lidiar en esta mañana antes de seguir con los versos 31 y siguientes en la semana siguiente. Una es: ¿Por qué no se menciona la santificación en la cadena que lleva desde el conocimiento hasta la glorificación? Y la otra es: ¿Por qué dice Pablo (en el verso 29) que el propósito de nuestra predestinación no es solo ser conformados a la imagen del Hijo de Dios, sino que es “para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”?

¿Por Qué No Se Menciona La Santificación En Esta Cadena?

Primero, ¿dónde aparece la palabra santificación en estos versos? Ustedes recuerdan qué es la santificación. Fue el tema del capítulo 6. Recuerde el verso 22: “Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna”. Así que la santificación es el proceso gradual en que nos volvemos santos, lo que nos lleva hacia la vida eterna.

¿Por qué no se menciona en esta inquebrantable cadena de Romanos 8:29-30? Pablo menciona 5 enlaces en la cadena: Porque a los que de [1] antemano conoció, también los predestinó [...] 30 y a los que [2] predestinó, a ésos también llamó; y a los que [3] llamó, a ésos también justificó; y a los que [4] justificó, a ésos también [5] glorificó” ¿Por qué no dijo: «y a los que justificó, santificó, y a los que santificó, glorificó»?

Esto es importante porque alguien pudiera decir: «bien, como la santificación no está en la cadena, podemos concluir que no es necesaria para llegar al cielo, como sí lo son las otras características de los que aman a Dios»; o pudiera decir que «la santificación no es obra de Dios en el mismo sentido en que sí lo son las otras características de los que aman a Dios». Las dos inferencias serían un error fatal. La santificación es necesaria para el cielo ¡Es por eso que Romanos 6:22 dice que el fruto de nuestra santificación es vida eterna (vea Hebreos 12:14; Gálatas 5:21; 1ra a los Corintios 6:9)! Y el hecho que sea el fruto de nuestra santificación hace que la santificación sea mucho más importante porque es, entonces, la obra de Dios en nosotros, así que la necesidad de ser santificados para alcanzar la vida eterna no nos aleja de Dios hacia nosotros. No acerca desesperados hacia Dios.

Por ejemplo, Pablo dice en Filipenses 1:6: “estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”. Y Filipenses 2:12b-13: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; 13 porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito”. Y 1ra a los Corintios 15:10: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí”.

Así que la santificación es necesaria y es también la obra de Dios. ¿Por qué, entonces, no es mencionada entre la justificación y la glorificación? Creo es porque en la mente de Pablo la santificación está incluida dentro de la glorificación. De manera que, en efecto, sí la menciona como parte de la cadena ¿Por qué pienso así? ¿Cuál es la base bíblica para este argumento?

El fundamento viene de 2da a los Corintios 3:18. Pablo describe aquí cómo somos transformados a la imagen de Cristo –así es como somos santificados, sucede cuando miramos a Cristo- la visión espiritual de que hablamos al principio (fíjese en el contexto). Él dice: “Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”.

Ahora, lo más relevante para nosotros en este verso es la palabra “gloria”. Nuestra transformación gradual en la imagen de Cristo es, según Pablo, una transformación “de gloria en gloria”. Y dice además que es por Señor, esta es esencialmente la obra del Señor. De modo que ser glorificados, en la mente de Pablo, no es solo la transformación al final de los tiempos, en la resurrección cuando obtengamos nuestros cuerpos nuevos; es también el proceso de transformarnos moral y espiritualmente según ese objetivo.

Así que en su mente, cuando dijo en Romanos 8:30: “a los que justificó, a ésos también glorificó”, él quiso decir que Dios obra para asegurarse de que aquellos a quienes justifica, a esos también transforma de un nivel de gloria hasta otro (santificación) y los hará alcanzar la perfección finalmente con los cuerpos nuevos y glorificados, cuerpos como el de Cristo (Hebreos 12:23; Filipenses 3:21). Así que esta santificación progresiva –la transformación según la imagen de Jesús- es cierta, porque fue tan firmemente planificada y obrada por Dios como lo fueron nuestra predestinación, llamado, justificación y glorificación final.

¿Por Qué La Meta Es Que Cristo “Sea El Primogénito Entre Muchos Hermanos”?

Lo que obviamente nos lleva hasta la última pregunta: Claramente el verso 29 dice que el propósito de nuestra predestinación es que seamos semejantes a Cristo. Así que la santificación también está aquí, en el verso 29: “a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo”. De modo que nuestra santidad, nuestra santificación, nuestra transformación a la imagen de Jesús es el propósito de Dios desde la eternidad para nuestra vida. Predestinación significa: predestinado para ser hecho conforme a Jesús. A esto deberíamos estar consagrados. Oremos y estudiemos y luchemos y creamos para ser como Jesús.

Ahora, mi pregunta es: ¿Por qué continúa Pablo diciendo: “para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”? Colosenses 1:18 da la respuesta: “El es el principio, el primogénito [la misma palabra que aparece en Romanos 8:29: πρωτότοκος] de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía”. Cristo murió y resucitó de entre los muertos como el primogénito de muchos hermanos y hermanas para ser visto y disfrutado por ellos y por otros como el preeminente, el superior, el gloriosamente grande.

En otras palabras, nuestro destino de ser iguales a Cristo tiene que ver con ser preparados para ver y deleitarnos en su superioridad. Debemos tener su carácter y semejanza para conocerle, y verle, y amarle, y admirarle, y engrandecerle. Al añadir las palabras: “para que El sea el primogénito entre muchos hermanos” Pablo deja en claro que Cristo es y será siempre superior a nosotros, y que debemos ser santos para estar con él y deleitarnos para siempre en él.

Pruébese A Sí Mismo

Sin estas últimas palabras, en el verso 29, ¡cuán fácilmente nos deslizaríamos hacia un punto de vista en el que la santificación estaría centrada en el hombre, y que haría que nosotros y nuestra semejanza a Cristo fuéramos la meta suprema! Esa es una meta, pero no es la meta suprema. La exaltación de Cristo es la meta suprema, considere por tanto algunas preguntas para probarse usted mismo a medida que terminamos ¿Está usted persiguiendo su propia gloria, o la gloria de Cristo? Tome, como ejemplo, algunos atributos de Cristo que debiéramos perseguir.

Todo en estos versos –toda la obra de Dios, su elección, su predestinación, su llamado, su justificación, su santificación, su glorificación- todo ha sido diseñado por Dios no para exaltarnos, sino para liberarnos y acomodarnos a fin de que podamos deleitarnos en exaltar a Jesús eternamente.

Así que les imploro: Pongan su atención y los sentimientos de su corazón en la gloria de Cristo, para que sean transformados de gloria en gloria a su imagen; para que puedan disfrutar a plenitud de aquello para lo que fueron hechos, de la exaltación a Cristo.



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