La caída de Satanás y la victoria de Cristo

De Libros y Sermones Bíblicos

Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por John Piper
Indice de Autores
Leer más sobre Jesucristo
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: The Fall of Satan and the Victory of Christ

© Desiring God

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por John Piper sobre Jesucristo
Una parte de la serie Spectacular Sins and Their Global Purpose in the Glory of Christ

Traducción por Samuel S. Alvarado

Génesis 3:1-15

La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el SEÑOR había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? —Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: "No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán." Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal. La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera. Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el *hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? El hombre contestó:—Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: —La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el SEÑOR le preguntó a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me engañó, y comí —contestó ella. Dios el SEÑOR dijo entonces a la serpiente: «Por causa de lo que has hecho, ¡maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.»

Al llegar a Génesis 3, aparentemente, todo está bien. Génesis 1:31 nos informa que, “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.” Dios no creó nada que fuera malo. Todo era muy bueno.

Luego al inicio del capítulo tres, de repente aparece esta serpiente, y se ve claramente malvada porque cuestiona la palabra de Dios. Versículo 1: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? Es maligna y engañosa y destructiva. Dios dijo en Génesis 2:17, “El día que de él comas [del arbol] ciertamente morirás.” Pero la serpiente dijo en el versículo 4: “¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.” Por eso, comenta Jesús de él en Juan 8:44 que es un mentiroso y un asesino. “Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!”

Satanás, aquella serpiente antigua

Quién es esta serpiente? La respuesta más completa se da en Apocalipsis 12:9: “Así fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña al mundo entero. Junto con sus ángeles, fue arrojado a la tierra.” Así que la serpiente en el jardín es el demonio (que significa calumniador), y Satanás (que significa acusador), y el engañador del mundo entero. Jesús lo llama “el maligno” (Mateo 13:19) y “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Los fariseos lo llaman “Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mateo 12:24). Pablo dice que él es “el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4) y el “príncipe de la potestad del aire” que “gobierna las tinieblas.” (Efesios 2:2).

Él es con quien nos topamos en Génesis 3. Ya es un maligno, un engañador, y un asesino cuando aparece en el jardín de Dios. En el versículo 15, Dios le habla a la serpiente y la enjuicia: “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.” Esto parece como una guerra entre las dos simientes: “entre tu simiente y la de ella.” Pero en la siguiente cláusula, resulta algo diferente: “su simiente te aplastará la cabeza.” Su simiente - ¿de quién? Respuesta: de la mujer. ¿Y, de quién será la cabeza? (“te aplastará la cabeza”) Respuesta: obviamente de la serpiente y no de su simiente.

El aplastamiento de Satanás en la Cruz

Ya viene el día, dice Dios, cuando (y no solo tu simiente) serás derrotado y eliminado de la tierra. Te aplastará la simiente de esta mujer (ver Romanos 16:20 y Hebreos 2:14). La simiente perfecta de la mujer, Jesucristo, dio el golpe decisivo cuando murió en la cruz. Es una de las razones por las que el eterno Hijo de Dios tuvo que hacerse hombre; porque tenía que ser la simiente de la mujer que aplastaría a Satanás.

Colosenses 2:14-15 describe lo que Dios hizo para todos aquellos quienes ponen la confianza en Su Hijo, cuando murió en la cruz: “Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.” Cuando Cristo murió por nuestros pecados, Satanás fue desarmado y derrotado. Se le arrancó de la mano el arma que tenía con poder destructivo eterno—la acusación de ser culpables ante Dios y de merecer la muerte y perecer con él. Cuando murió Cristo, se anuló la acusación. Jamás perecerá el que confía en Cristo. Satanás no nos puede separar del amor de Dios en Cristo (Romanos 8:37-39).

La insurrección de Satanás

La pregunta que pide a gritos una respuesta es la siguiente: ¿de dónde vino Satanás? Y, ¿por qué permite Dios su actividad homicida? Simplemente aparece en Génesis. Entre la perfección que se describe en Génesis 1:31 (“y consideró que era muy bueno”) y la existencia de la maldad en Génesis 3, sucedió algo. Se corrompió la creación buena. La pequeña epístola de Judas y la segunda epístola de Pedro en el Nuevo Testamento nos dan pistas de lo que sucedió. Judas 1:6 nos dice, “Y a los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran Día.” Y segunda de Pedro 2:4 dice, “Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo metiéndolos en tenebrosas cavernas, y reservándolos para el juicio.”

Por lo que se indica aquí, existieron huestes celestiales de ángeles. Y algunos de ellos, incluyendo a Satanás, “pecaron,” o como lo describe Judas 1:6, “no mantuvieron su posición de autoridad.” En otras palabras, se trató de un tipo de pecado de insurrección. Un deseo de poder y de autoridad más de lo que les fue designado por Dios y bajo la autoridad de Dios. Así que Satanás empezó como un ángel creado que, junto con otros ángeles, se rebelaron contra Dios, lo rechazaron como Rey y como la fuente de su satisfacción, y buscaron exaltarse a sí mismos y presumir de determinación propia. No querían ser subordinados. No quisieron que Dios los enviara a servir a otros (Hebreos 1:14). Quieren ser su propia autoridad y exaltarse por encima de Dios.

El origen del pecado de Satanás

Entonces, volvemos a preguntarnos: ¿Por qué? ¿Cómo pudo haber pasado? No existe una respuesta fácil. De hecho, la mejor respuesta bíblica provoca más preguntas. Así que, en esta era, mientras sabemos que “conozco de manera imperfecta” (1 Corintios 13:12), algunas personas encuentran una solución útil interpretando esto como una indicación de que los ángeles tenía voluntad libre y que Dios no pudo ejercer sobre ellos la influencia suficiente para que siguieran adorándolo. Pero esto no me parece factible. Simplemente no da respuesta a la pregunta: ¿Cómo es posible que un ángel, perfectamente santo en la presencia infinitamente bella de Dios, pudiera usar su voluntad libre para que de repente se llenara de odio hacia Dios?

Un enfoque fallido

La idea de que Dios no pudo prevenir esta rebelión, y que se debió a la voluntad autodeterminante nata de ángeles sin pecado no constituye una solución al problema. No explica por qué unos seres perfectamente santos despreciarían por su propia voluntad a Aquel quien los creó adorándolo. Esta idea tampoco encaja con lo que dice la Biblia en referencia al dominio de Dios sobre el diablo.

Un enfoque bíblico

El enfoque que yo tomo para saber cómo pensar sobre el origen del pecado de Satanás es el de leer todo en la Biblia con esta perspectiva: ¿qué relación existe entre Dios y la voluntad de Satanás? ¿Se encuentra Dios impotente ante la voluntad de los poderes malignos? ¿Existe un poder ajeno a Dios que limita Su autoridad sobre los malignos? ¿O se presenta Dios en toda la Biblia como el que tiene el derecho y la autoridad para restringir a Satanás cuando el quiera? Y si es así, entonces, ¿por qué no simplemente lo destruye?

Cuando leo la Biblia, esto es lo que encuentro; es tan grande la autoridad y el poder de Dios que solo alcanzamos a ver una pequeñísima parte.

El dominio soberano de Dios sobre Satanás

1. Aunque Satanás se conoce como “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31), Daniel 4:17 establece que, “el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien Él quiere.” Y Salmo 33:10-11 dice, “El Señor frustra los planes de las naciones; desbarata los designios de los pueblos. Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre, los designios de su mente son eternos.” Sí, Satanás es el “soberano de este mundo” pero el máximo soberano—Dios—tiene la última palabra.

2. Aunque espíritus inmundanos están en todas partes dando lugar al engaño y al homicidio, Jesucristo tiene autoridad absoluta sobre ellos, y Marcos 1:27 dice, “Les da órdenes incluso a los espíritus malignos, y le obedecen.” Cuando Cristo le ordena algo al diablo, el diablo obedece.

3. Satanás es un león rugiente, en ronda y en busca a quién devorar. Pedro nos dice, “Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos” (1 Pedro 5:8-9). En otras palabras, “el sufrir” es lo que Satanás usa para tratar de devorar a los santos. Pero Pedro dice en 1 de Pedro 3:17, “Si es la voluntad de Dios, es preferible sufrir por hacer el bien que por hacer el mal.” Si es que esta es la voluntad de Dios. Este sufrimiento, estas fauces del león rugiente, se abren y se cierran solo por la voluntad de Dios.

4. Es cierto, Satanás ha sido un homicida desde el principio, Jesús así lo dijo (Juan 8:44). Pero, ¿acaso arrebató Satanás el don de vida de la mano de quien la da? No. Deuteronomio 32:39 nos dice, “¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi poder.” Y Santiago proclama en Santiago 4:15, “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.” No si es la voluntad de Satanás, viviremos y haremos esto o aquello. El Señor da y el Señor quita. Y su nombre es bendito (Job 1:21).

5. Cuando quiso Satanás destruir a Job y probar que Dios no era su tesoro, tuvo que pedirle permiso a Dios antes de atacar sus posesiones con la destrucción y su cuerpo con enfermedad. En Job 1:12, Dios declara, “Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima.” Tienes mi permiso para atacar, mas no para rebasar los límites que Yo he puesto.

6. Satanás es el gran tentador. Él quiere que pequemos. Lucas nos dice que Satanás fue el que instigó a Pedro para que negara a Jesús tres veces. Pero, ¿pudo hacer esto Satanás sin el permiso de Dios? Consideren lo que Jesús le dijo a Simón Pedro en Lucas 22:31-32: “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.”

Satanás no podía hacer lo que él quería con Pedro sin el permiso de Dios. Y cuando se le concedió, igual como con Job, Dios le marcó una frontera: “No destruirás a Pedro; solo puedes hacerle tropezar esta noche.” Fue por eso que Jesús dijo, “Cuando te hayas vuelto a mí [y no si acaso] fortalece a tus hermanos.” Jesús, y no Satanás, tiene la última palabra en todo. Y Satanás puede avanzar solo hasta donde tiene permiso y nada más.

7. Pablo nos dice en 2 Corintios 4:4 que “El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos.” Pero este poder para cegar a la gente, ¿será acaso un poder absolute? ¿Puede Dios resistir este poder y anularlo? Claro que lo puede hacer. Dos versículos más después Pablo nos dice, “Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.” En otras palabras, se rinde el efecto cegador de Satanás a la luz de Dios cuando Él dice, “Que exista la luz.”

Dios gobierna cada movimiento de Satanás

Ahora, volvamos al tema del origen de la vida pecaminosa de Satanás. ¿Se encuentra Dios sin poder ante la voluntad de Sus propios ángeles? ¿Existe un poder que sea ajeno a Él que pudiera limitar su dominio sobre ellos? Mi conclusión es que de principio a fin, la Biblia presenta a Dios con dominio sobre Satanás y sus demonios. Él tiene el derecho y el poder para restringirlos en cualquier momento y como Él quiera.

Por ende concluyo que Dios permitió la caída de Satanás, no porque se halló incapaz de prevenirlo, sino porque tenía un propósito para que fuera así. Como nunca se puede sorprender a Dios, los permisos que otorga tienen propósitos muy definidos. Si escoge permitir algo, lo hace por algún motivo—una razón infinitamente sabia. Cómo ocurrió el pecado en el corazón de Satanás, eso no lo sabemos. Dios no nos lo ha dicho. Lo que sí sabemos es que Dios tiene soberanía sobre Satanás, y por tal motivo, la voluntad de Satanás no se ejerce sin haberla autorizado Dios. Por consiguiente, cada movimiento de Satanás es parte de los propósitos y del plan de Dios. Y es cierto de tal modo que jamás se le puede acusar a Dios de pecado. Dios es infinitamente santo y también infinitamente poderoso. Satanás es maligno y se encuentra bajo el gobierno todo sabio de Dios.

¿Por qué no eliminar a Satanás?

Por qué, entonces, simplemente no elimina Dios a Satanás? Él tiene el derecho y el poder para hacerlo. Y Apocalipsis 20:10 dice que un día así lo hará. ¿Por qué no lo echó al Lago de Fuego el día que se rebeló? ¿Por qué permitir tanta destrucción en la humanidad a través de los siglos?

La respuesta máxima, como lo vimos la semana pasada, es que “todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16). Al final, el Hijo de Dios, Jesucristo, recibirá mayor honra si Él derrota a Satanás a través de sufrir, con paciencia y humildad, con servilismo a Dios, sufrimiento, y por la muerte, en lugar de hacerlo con poder desenfrenado. Y entre más honrado sea el Hijo, más sera el gozo para todos aquellos quienes lo aman.

Para la plenitud de la gloria de Cristo

La gloria de Cristo alcanza su ápice en el sacrificio obediente de la cruz donde Jesús triunfó sobre el diablo (Colosenses 2:15). Jesús dijo, “Ahora [en estos momentos finales] es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él” (Juan 13:31). Pablo dice, “Predicamos a Cristo crucificado . . . el poder de Dios y la sabiduría de Dios” (1 de Corintios 1:23-24). Jesús le explicó a Pablo que la espina de Satanás en el cuerpo de Pablo, “Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 de Corintios 12:9). Satanás, y todo el dolor que él da causa, al final sirven para magnificar el poder y la sabiduría y el amor y la gracia y la misericordia y la paciencia y la ira de Cristo Jesús. No lo hubiéramos conocido en la plenitud de su gloria si no hubiera derrotado a Satanás del modo que lo hizo.

Cómo ubicarnos ante el maligno

Quiero terminar con una pregunta práctica y relevante: ¿Cómo debemos ubicarnos ante lo maligno? ¿Qué debemos pensar o sentir o qué acción a tomar ante la maldad satánica? Por ejemplo: la muerte de un niño atacado por un perro; la muerte de los tres mineros que trataron de salvar a sus compañeros; las centenas de personas que murieron en un terremoto de Perú; la maldad que ustedes confrontan en sus vidas. Esta es mi respuesta en forma de resumen: ocho actitudes que deberíamos de tomar ante la maldad; y cuatro que jamás deberíamos de hacer.

  1. Espera la maldad. “No se extrañen del fuego de la prueba que están soportando como si fuera algo insólito”. (1 Pedro 4:12).
  2. Soporta la maldad. “El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:7; Marcos 13:13).
  3. Dar gracias por el efecto refinador de la maldad cuando llega contra uno. “Dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:20; 1 Tesalonicenses 5:18; Romanos 5:3-5).
  4. Odiar la maldad. “El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.” (Romanos 12:9).
  5. Orar por escapar de la maldad. “Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.” (Mateo 6:13).
  6. Descubrir la maldad. “No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad; sino más bien denúncienlas.” (Efesios 5:11).
  7. Vencer la maldad con el bien. “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.” (Romanos 12:21).
  8. Resistir la maldad. “Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” (Santiago 4:7).

Pero, por el otro lado:

  1. Jamás pensar que este mundo maligno está fuera del control de Dios. “[Él] hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad” (Efesios 1:11).
  2. Jamás acceder a la idea de que a razón del maligno aleatorio, la vida es absurda y sin significado. “¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! . . . Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. A él sea la gloria por siempre.” (Romanos 11:33, 36).
  3. Jamás rendirse ante el pensamiento que Dios peca, o que es injusto en su modo de gobernar el universo. “El SEÑOR es justo en todos sus caminos.” (Salmos 145:17).
  4. Jamás dudar si Dios está totalmente de nuestro lado en Cristo. Si ustedes han confiado en él con la vida, entonces están en Cristo. Jamás dudar de que todo lo maligno que nos llegue en la vida—aun si terminara por quitarla—el la disciplina amorosa, purificadora, salvadora del padre. No es una expresión de castigo en ira. Todo eso cayó sobre Cristo Jesús, nuestro sustituto. “Porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.” (Hebreos 12:6).

Cuando rechazamos los planes del demonio y confiamos en el poder y la sabiduría y la bondad de Dios por medio de Cristo, cumplimos el propósito de Dios al permitirle la vida de Satanás. Glorificamos el valor infinitamente superior de Jesús.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas