Abramos el almacén de gracia de Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Nada disminuirá nuestra fe como mirar aquello de lo que carecemos.
Descubro que mientras más me fijo en mi falta de recursos, en las fortalezas que no tengo y en las debilidades que tengo más pesado se vuelve el peso de la falta de creencia y más difícil se vuelve la carrera de la fe (Hebreos 12:1).
Observar la escasez da energía a nuestros miedos y drena nuestra esperanza. La escasez nos dice que no tenemos lo suficiente para efectuar un pago, para satisfacer las necesidades, para cumplir un plazo de entrega, para predicar un sermón, para arreglar el matrimonio, para instruir a los hijos, para consolar a los necesitados, para derrotar el pecado o para superar las debilidades. No nos arriesgamos cuando prevemos escasez.
Por otra parte, mirar la abundancia da energía a nuestro valor y nos llena de esperanza. La abundancia significa que hay más que suficiente para satisfacer nuestras necesidades y nos motiva a soñar en grande y a ser generosos con los demás.
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No tenemos escasez
Abandonados a nosotros mismos, tenemos una escasez horriblemente real. Sin Dios en este mundo tendríamos una muy buena razón para sentirnos desesperanzados (Efesios 2:12).
Pero la buena nueva es que somos cristianos y ya no tenemos escasez, nadie. Cristo no sólo pagó nuestros pecados inconmensurables (Colosenses 2:14), sino que también adquirió para nosotros “todas las cosas” (Romanos 8:32). ¡Todas las cosas! Lo que tenemos es una vasija de aceite de la provisión de Dios que nunca se agotará (1 Reyes 17:14). Tenemos una cuenta bancaria que no podremos sobregirar.
Si esta no ha sido nuestra experiencia, nos veremos tentados a limitar esta afirmación casi increíble. Pero no podemos limitarla y ser fieles a la Biblia. Esta no es una escatología totalmente cumplida de la teología de la prosperidad. Es lo que la Biblia nos dice inequívocamente sobre lo que debemos esperar experimentar justo en esta era:
- “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
- “Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
Son promesas fabulosas. No son promesas de salud inquebrantable (Filipenses 2:25-27) o de prosperidad extravagante (Filipenses 4:12). Son promesas de que Dios satisfará toda necesidad para que abundemos en toda buena obra y seamos enriquecidos en todo para ser generosos en todo (2 Corintios 9:11).
La llave del almacén
Estas promesas de provisión son inequívocas, pero no son incondicionales. La condición es la fe (Mateo 17:20; Juan 11:40; Santiago 1:5–7). Abrimos la vasija de las provisiones de Dios y accedemos a la cuenta bancaria ilimitada de Dios ejercitando la fe. Debemos actuar conforme a las promesas, o no nos beneficiaremos de su contenido.
La incredulidad contempla lo que percibimos como escasez y desalienta. La incredulidad no piensa que habrá algo en la vasija y por eso no la abre. La incredulidad no piensa que los fondos en la cuenta estarán disponibles y por lo tanto no los retira.
La incredulidad puede existir con alarmante facilidad junto con un asentimiento a una doctrina firme. Podemos afirmar la verdad de estas promesas, pero si somos renuentes a actuar conforme a ellas, estas no nos darán su generosidad, ya que en realidad no creemos en ellas.
En estas promesas Dios nos muestra Su almacén de abundante provisión. La fe es la llave que abre el almacén, ¡y Dios desea que nosotros abramos Su almacén! ¡Él desea que tengamos Su abundante gracia! Aun así, Dios nos pide fe, porque “sin fe es imposible agradar a Dios”, pero Él “es remunerador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
Dejemos de observar la escasez
Ahora bien, si son como yo, en este momento dirán: “¡Lo sé! Pero que me digas que no tengo suficiente fe no me ayuda a tener más. ¡Eso sólo me muestra mi escasez y me hace sentir derrotado! ¡Muéstrame cómo tener más fe!”.
¡Bien! Cuando nos hartamos y nos cansamos de ser discípulos de “poca fe” (Lucas 12:28), estamos listos para dar los pasos para cambiar.
El cambio comienza cuando dejamos de observar nuestra escasez. Debemos dejar de contemplar nuestras carencias: carencia de recursos, de sabiduría y de poder, incluso nuestra carencia de fe. Nuestra escasez nos desmotiva y nos derrota. Nuestra escasez agota la fe. Por esta razón Satanás nos acusa, intenta resaltar nuestra bancarrota y, sobre todo, nos motiva a pensar en nosotros mismos tanto como sea posible. No quiere que busquemos a Jesús ni toda la abundante gracia que él adquirió para nosotros.
Busquemos primero el reino
Pero si buscamos a Jesús, él nos mostrará cómo incrementar nuestra fe. Primero dice:
- Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados. Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas. (Lucas 12:29–31)
Jesús nos dice que no contemplemos la escasez del mundo, sino que busquemos el reino del Padre. Hagamos de las prioridades de Su reino nuestras principales prioridades y Dios satisfará todas nuestras necesidades. ¿Cuáles prioridades específicas? Preguntémosle a Dios y busquemos en las Escrituras. Él aclarará eso.
Luego Jesús dice:
- No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino. Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye. Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. (Lucas 12:32–34)
Jesús nos dice que ejercitemos la fe despojándonos en realidad de nuestros ídolos de seguridad y dando más de lo que creemos que podemos dar. El desafío de Jesús es que pongamos a prueba la promesa y que no temamos. ¡Nuestro Padre se deleita en darnos el reino y todos sus tesoros!
Apartemos así el peso de nuestra escasez:
- No observemos la escasez.
- Busquemos nuestra Fuente de abundante gracia y de abundancia sin fin, la cual en este momento está disponible para nosotros.
- Busquemos primero el reino del Padre.
- Tomemos medidas para eliminar nuestras falsas seguridades y para dar con generosidad radical.
La promesa de Dios es que, si hacemos esto, Lo veremos obrar y nuestra fe aumentará.
Citas bíblicas tomadas de LBLA.
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