Los Nudos de la Vida Necesitan a Jesús

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English: Life’s Knots Need Jesus

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Natalia Micaela Moreno


Frigia era un antiguo reino en lo que hoy es el centro de Turquía. Según la leyenda, una vez Frigia estaba sin un rey. Un día, un oráculo pagano declaró que el siguiente hombre que condujera un carro de bueyes en la ciudad capital de Frigia, Telmeso, sería el nuevo rey. Ese hombre era un granjero llamado Gordias.

El hijo de Gordias, Midas (que más tarde se convirtió en el rey con el toque dorado), decidió honrar a su recién exaltado padre dedicando el carro de bueyes al dios frigio, Sabacio, y lo ató a un poste usando un nudo tan complejo que se consideró imposible desatar: el nudo gordiano. Otro oráculo pronunció que el que resolviera el enigma del nudo gobernaría Asia.

Pasaron siglos y el carro de bueyes permaneció firmemente atado al poste. Entonces vino Alejandro Magno, conquistó, y se topó con el nudo. Siendo el decisivo líder guerrero que era, se deshizo del nudo inescrutable cortándolo con su espada. Y se dirigió a conquistar Asia.

El nudo gordiano se ha convertido en un símbolo parabólico de problemas complejos intratables y la espada de Alejandro ha sido un símbolo parabólico para soluciones de liderazgo decisivas e inteligentes.

Nuestros Nudos Gordianos

En el reino de nuestras almas, cada uno tenemos nuestros nudos gordianos, ¿no? Algunos de ellos son dilemas intelectuales impenetrables sobre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana, la naturaleza del sufrimiento, el origen del mal, la eternidad de Dios, la Trinidad, etc. Presionamos sobre estos y descubrimos nuestros límites y con suerte aprendemos a exultar con Pablo diciendo,

¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33, LBLA)

Los nudos más dolorosos son los complejos enredos espirituales, emocionales y psicológicos del pecado residente o la debilidad temperamental, la discapacidad, la adversidad circunstancial y las experiencias pasadas traumáticas. Combinados juntos, estos a menudo dan forma a cómo pensamos y lo que hacemos en maneras que nos confunden.

Intentamos desenredarlos. Intentamos resolverlos. Pero cuanto más trabajamos en ellos, más complejos encontramos los nudos. La consejería y ciertos tipos de terapias ciertamente pueden ayudarnos de la misma manera que los maestros, las discusiones y los libros pueden ayudar con las dificultades intelectuales.

La consejería sólo nos ayudará hasta cierto punto. La terapia no tiene el poder para curarnos. Nosotros descubrimos nuestros límites. Y gritamos junto con Pablo:

“¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). ¿Quién puede desatar estos perpetuados por el pecado y desesperadamente entrelazados nudos de dolor?

Ninguno de nosotros puede. El pastor humano más dotado, consejero, o experto psicológico es incapaz de desatar completamente los nudos que nos enredan. Tampoco puede cualquiera de nosotros hacer una espada nosotros mismos que cortará a través de ellos.

Nuestro Conquistador Tiene la Espada

La respuesta a nuestro grito es la misma que Pablo declara en el siguiente versículo:

Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. (Romanos 7:25)

Hay alguien que puede resolver el acertijo de nuestros nudos gordianos. Él es el conquistador. “Y su nombre es: . . . El Verbo de Dios” y “de su boca sale una espada afilada” (Apocalipsis 19:13, 15). Y con esa espada, todo lo que es pecaminoso en nosotros y todo lo que es parte de la inutilidad de esta era (Romanos 8:20) será cortado.

En el Calvario, Jesús el Grande dio el golpe decisivo a cada nudo pecaminoso de cada santo que alguna vez le perteneciera. En esta era, toda promesa de Dios es sí en Cristo y tiene poder para cortar nuestros nudos con verdades y liberarnos, si las creemos (2 Corintios 1:20, Juan 8:32). Y en la era por venir, cada nudo gordiano inducido por el Edén habrá sido destruido.

Suelta la Espada en Tus Nudos

Hay algunos nudos que nunca podrás desatar por tu cuenta. Pero hay alguien que puede desatarlos. Jesús, el Creador de nuestros cuerpos y psique, el Hacedor de nuestras almas, el Único que realmente sabe cómo estamos conformados y qué necesitamos, esencialmente nos aconseja una sola cosa para nuestros corazones atribulados: “Creed en Dios, creed también en mí.” (Juan 14:1). Jesús quiere que le miremos, que le escuchemos, y que creamos en él.

La clave para lidiar con nuestros nudos gordianos no, en última instancia, la introspección y análisis. El asesoramiento y las terapias efectivas tendrán como objetivo ayudarnos a ver más claramente qué mentiras están interfiriendo con nuestra creencia en Jesús para que podamos contrarrestarlas. Pero la llave hacia la libertad, la espada del Espíritu (Efesios 6:17) que cortará los nudos de las mentiras, es creer en las palabras de Jesús (Juan 8:32, Juan 15:7).

Las palabras de Cristo están vivas y activas y son la espada más filosa (Hebreos 4:12) y en él toda promesa de Dios es sí para nosotros. Solo Él nos liberará (Juan 8:32).


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