Nuestra Esperanza: La Redención De Nuestros Cuerpos
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Esperanza
Una parte de la serie Hope in God!
Traducción por Desiring God
Romanos 8:18-25
Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. 19 Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza 21 de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
La semana pasada, en esta serie de mensajes sobre la esperanza, comenzamos a preguntar: « ¿cuál es el contenido de nuestra esperanza?, ¿cómo cristianos qué es lo que estamos esperando?»
Respondimos diciendo: primero que todo estamos esperando "la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús” (Tito 2:13).
Esta semana responderemos diciendo: “aguardamos la redención de nuestros cuerpos”. Romanos 8:23: “aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo”.
Veamos El Contexto De Este Verso
Lo primero que Pablo está diciendo en este párrafo (8:18ss) es que, independientemente del dolor, sufrimiento, frustración, o decepción que soporte un hijo de Dios en este tiempo presente, todo parecerá como nada cuando sea comparado con la gloria de Dios que los hijos de Dios experimentaremos en el tiempo venidero: “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”.
Si no conociéramos de los sufrimientos de Pablo pudiéramos pensar que esto era un simple consuelo (un esfuerzo para consolar a los santos al estilo torre de marfil). Pero nosotros sí conocemos los sufrimientos de Pablo.
Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes. 25 Tres veces he sido golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo. 26 Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y desnudez. 28 Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias. (2da a los Corintios 11:24-28)
No hace falta mucha imaginación para conocer el tremendo agravio que ese tipo de vida debió traer a la vida de Pablo. Escuchamos el eco de su miseria cuando dice: “nuestro hombre exterior va decayendo”. Él quiere decir que su cuerpo está decayendo. La palabra “decayendo” en el original es utilizada para referirse al óxido que corroe al hierro, a los meses que destruyen la ropa, al hambre que desgasta el cuerpo: “nuestro hombre exterior va decayendo”.
Pero en este contexto específico (2da a los Corintios 4:16-18) él establece el mismo énfasis que hay en nuestro texto (Romanos 8:18): “Pues esta aflicción leve y pasajera [¡una declaración increíble!] nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación”. En Romanos 8:18, cuando Pablo dice: “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”, está pensando en un peso de gloria que está más allá de toda comparación
Entonces, a partir de este punto inicial, de que la esperanza de gloria hace que el sufrimiento sea tolerable, Pablo vuelve atrás para explicar por qué está tan seguro de que esa gloria está realmente en camino.
Verso 19: “Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios”. Vea dos realidades en este verso:
Una es que los hijos de Dios no han sido revelados todavía. La creación espera la revelación de los hijos de Dios. Creo que esto significa que aun está oculto lo que seremos cuando compartamos la gloria de Dios. Parecemos débiles e imperfectos como el resto de la humanidad, sufrimos como el resto, el día de la gloria no ha llegado.
La otra realidad que debemos notar en el verso 19 es que la creación –los árboles, la yerba, las nubes, los lagos, las ovejas, las vacas, los caballos, los leones, los monos, la luna y las estrellas- toda la creación anhela profundamente el día en que los hijos de Dios serán como realmente son en gloria. La creación es como un pequeño niño sentado en el auditorio antes de que comience la música, y pregunta una y otra vez: « ¿Cuándo comienza mamá? ¡¿Ya?!»
¿Por qué tiene Pablo la autoridad de hablar de la creación como si pudiera sentir su anhelo, o su gran expectación? Él nos responde en el verso 20: “Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza”.
Dos Cosas Han Sido Integradas A La Creación
Una es la vanidad: “la creación fue sometida a vanidad”. Hay frustración, y dolor, e imperfección en toda la creación.
La otra es la esperanza. La vanidad existe: “por causa de aquel que la sometió, en la esperanza”. La frustración, el dolor, y la imperfección no estaban destinados a ser el fin. Eran temporales.
Dios sujetó a la creación a vanidad, ¡pero lo hizo “en la esperanza”! Es decir, Dios maldijo a la creación con la vanidad con el propósito de que abundara en esperanza. Por eso Pablo puede hablar de la creación como de quien tiene un profundo anhelo en el sentido de que su vanidad contiene el propósito de Dios, propósito que está lleno de esperanzas.
Es como si yo mirara, unas semanas atrás, por la ventana de mi cocina y viera las desnudas ramas del árbol Catalpa1 y dijera: «ese pobre y desnudo árbol de Catalpa espera con un profundo anhelo por el calor y resplandor de la primavera”. Dios lo sujetó todo a la vanidad de los nudos del árbol, de la desnudez de sus hojas, pero lo hizo en esperanza, en la esperanza de la primavera. Y creo que la primavera es un recordatorio anual, para que no nos demos por vencidos, porque un día llegará una primavera que será eterna.
Entonces el verso 21 nos dice cuál es la esperanza de la creación: “la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios”. En otras palabras, la esperanza que Dios tiene guardada para la creación, es para permitir que la creación participe o comparta la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Cuando los hijos de Dios hereden su gloria, toda la creación heredará su gloria.
“Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra”. Y Dios tiene la intención de que la herencia de sus hijos sea una herencia gloriosa, no algo vano. Por tanto, toda la tierra será glorificada cuando llegue el día en que los hijos de Dios reciban su herencia.
Resumamos ahora los versos 18-21 esbozando el pensamiento hacia atrás. Verso 21: algún día toda la creación compartirá la gloria de los hijos de Dios. Por tanto, verso 20: la vanidad que vemos en la creación no es un callejón sin salida; está llena de esperanza. Por tanto, verso 19: La creación es como un niño pendiente con todo su ser, inclinado sobre la cuerda junto a la calle, esperando con ansiedad para que comience el desfile. Por tanto, verso 18: Podemos cobrar ánimo, porque los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de compararse con la gloria venidera.
Ahora con este conocimiento estamos listos para escuchar la verdad real acerca del tiempo presente en que vivimos. En los versos 22-23 Pablo dice:
Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.
La verdad real de este tiempo es que mientras dure toda la creación, incluyendo a los cristianos, lo hará gimiendo bajo la carga de cuerpos que no han sido redimidos. Digámoslo de nuevo, la redención de nuestro cuerpo (v.23) no es todavía una realidad presente. Debemos esperarla, hasta entonces, gemimos, nos sentimos enfermos, cansados, y desanimados.
Toda la vanidad de la creación ataca no solo al mundo incrédulo, también nos ataca a nosotros quienes estamos investidos por el Espíritu Santo: “nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo… ”. Esto significa que el Espíritu Santo en este tiempo no quita a plenitud el gemido de nuestros cuerpos no redimidos. Él es la primicia, el sello, y el adelanto de la redención. Pero en este tiempo, no quita todo el dolor, todo el sufrimiento y la frustración.
Por el contrario, él es el Espíritu de esperanza. Verso 24: “Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?”
Sabemos que esa paciencia es el fruto del Espíritu. Y sabemos que esa paciencia es el fruto de la esperanza. Por tanto sabemos que la obra del Espíritu Santo es inspirarnos una y otra vez con la esperanza en medio de nuestros gemidos. Él nos da la paciencia para soportar hasta el final recordándonos y haciéndonos sentir que el sufrimiento de este tiempo presente no es digno de ser comparado con la gloria que será revelada a los hijos de Dios.
Así que hoy quiero que pensemos solo en este aspecto de nuestra esperanza –a saber, que vendrá el día en que nuestros cuerpos serán redimidos y no habrá más lamento.
Cuando comencé a meditar sobre este aspecto de nuestra esperanza como cristianos, vi rápidamente un peligro acechando entre los arbustos. Si establecemos nuestra esperanza en nuestros propios cuerpos redimidos que serán liberados del dolor y el sufrimiento, y la incapacidad, y los lamentos, ¿no corremos el riesgo de convertirnos en el centro de nuestra esperanza?
El peligro es muy real. Porque hay muchas personas que abrazan la religión cristiana (al menos en apariencia) porque tienen demasiado miedo del dolor físico del infierno, y quieren las comodidades físicas del cielo, pero no tienen un corazón para Dios. Si Dios no estuviera en el cielo, no habría problema, con tal de que estuvieran físicamente cómodos, y pudieran divertirse. Dios no es el centro de su esperanza, y ellos están engañándose a sí mismos creyendo que verán el Reino.
¿Deberíamos entonces establecer nuestras esperanzas en un cuerpo redimido, o es este un pensamiento demasiado materialista? ¿Puede usted esperar por un cuerpo redimido y permitir que Dios siga siendo el centro de su esperanza?
Mientras reflexionaba en esta pregunta, una pregunta más básica se me ocurrió, a saber, ¿por qué tenemos cuerpo en primer lugar? ¿Por qué Dios no nos creó solo como espíritus? ¿Por qué creó un mundo material, físico, y luego creó seres humanos con cuerpos físicos para vivir? Si pudiéramos responder esta pregunta, entonces podremos conocer por qué Dios tiene la intención de redimir esos cuerpos, y además, por qué debemos esperar que lo hará.
Preguntemos entonces, ¿hay enseñanza en el Nuevo Testamento que responda a la pregunta de por qué tenemos cuerpos? ¿Cuál era el propósito de Dios al crearnos con cuerpos físicos? Considere algunos textos y si no cree que el Nuevo Testamento sí da una respuesta, vea.
1ra a los Corintios 6:13b:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor.
Pudiéramos comenzar diciendo que, cualquiera que sea la razón por la que se nos ha dado cuerpos, ¡el cuerpo es para el Señor! Existimos no solo en nuestras almas, también en nuestros cuerpos PARA DIOS. ¿En qué sentido?
1ra a los Corintios 6:19-20:
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo.
¿Cómo, entonces, es el cuerpo “para el Señor”? En este sentido: nuestros cuerpos fueron creados en el principio, y ahora han sido re-comprados del pecado a fin de convertirlos en una habitación del Espíritu y mostrar la gloria de Dios.
Pablo nos da una ilustración específica a partir de su propia experiencia en Filipenses 1:20. Él enfrenta la perspectiva de la tortura y la muerte, y dice:
Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que con toda confianza, aun ahora, como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte.
Así que la razón por la que tenemos cuerpos es que Cristo pueda ser exaltado y Dios pueda ser glorificado en ellos. En un sentido nuestros cuerpos son como instrumentos de música destinados a tocar canciones de alabanzas a Dios. O como herramientas destinadas a lograr los propósitos de Dios. O armas destinadas a pelear por la causa de Dios.
Considere el conocido texto de Romanos 12:1.
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.
Aquí nuestros cuerpos son representados como sacrificios que ofrecemos a Dios en un acto de adoración. Así que la razón por la que tenemos cuerpos es que podamos tener un modo de adorar a Dios que no tendríamos si fuéramos espíritus sin cuerpo.
O considere Romanos 6:13:
Ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Aquí la razón por la que tenemos cuerpos es proveer caminos alternativos para ocuparnos en la obediencia a Dios que no tendríamos si fuéramos espíritus sin cuerpo. Nuestros cuerpos nos dan una alternativa para hacer que la adoración y la obediencia sean algo visible y tangible.
Si solo fuéramos espíritus sin cuerpo todavía podríamos adorar y obedecer como los ángeles lo hacen en los cielos. Pero Dios es tan celoso por la demostración de su gloria que concibió una dimensión de la realidad que no existía antes, a saber, el universo físico, material. Y lo creó y puso hombres en ella, con cuerpos físicos, a fin de crear otros caminos alternativos para publicar las riquezas inagotables de su gloria y para que sus criaturas pudieran disfrutar esas riquezas.
Así que Pablo dice que nuestros cuerpos nos proveen caminos para exaltar, adorar, y obedecer a Dios, caminos que no tendríamos si no tuviéramos cuerpos.
Por tanto, esta es la respuesta a la pregunta que nos hicimos anteriormente, a saber, ¿por qué tenemos cuerpos en primer lugar? ¿Por qué no nos creó Dios simplemente espíritus? La respuesta es que tenemos cuerpos por amor al Señor. ¡El cuerpo es para el Señor! Tenemos cuerpos porque Dios está apasionada y creativamente comprometido con la demostración de su gloria y su justicia; y esa demostración la hará en tantos modos como sea posible.
Ahora volvemos a nuestro texto en Romanos 8:23 y a nuestra pregunta original, si debemos poner nuestra esperanza en nuestros cuerpos redimidos.
Nosotros mismos, quienes tenemos las primicias del Espíritu, gemimos internamente a medida que esperamos la adopción como hijos, la redención de nuestros cuerpos. Porque fuimos salvados en esta esperanza.
Pablo nos enseña a esperar la redención de nuestros cuerpos. Él dice que está bien no querer estar herido, no querer estar en un sillón de ruedas, ni en muletas, que es bueno desear librarse de la cortisona, y del Tylenol,2 y desear escuchar y ver como lo hacíamos cuando teníamos veinte años, que es bueno desear ser lindos y apuestos, y desear ser enérgicos y fuertes.
Esa es la promesa del cuerpo redimido, cuando la gloria reemplace el lamento. La promesa tiene, al menos tres partes:
Todo dolor y enfermedad y deformidad e incapacidad serán quitados.
Todo pecado, que tan a menudo utiliza al cuerpo como su base de operaciones, será quitado.
Y esto no es porque nos libraremos de nuestros cuerpos, sino porque de alguna forma espiritual, misteriosa y maravillosa tendremos nuevos cuerpos glorificados que son capaces de tocar, oler, degustar, escuchar y ver.
¿Deberíamos entonces, establecer nuestra esperanza en un cuerpo redimido, o es eso un pensamiento demasiado materialista? ¿Puede usted tener esperanzas de un cuerpo redimido y tener todavía su esperanza centrada en Dios?
La respuesta bíblica es sí, deberíamos poner nuestra esperanza en un cuerpo redimido. “en esperanza hemos sido salvos”. Esperémosla con paciencia.
Y sí, podemos poner nuestra esperanza en un cuerpo redimido y ser todavía personas con nuestra esperanza centrada en Dios; porque hemos visto que la razón por la que Dios nos creó con cuerpos es proveernos de nuevos e inesperados modos de ofrecer sacrificios de adoración, y darnos nuevos instrumentos obediencia.
Permítanme terminar hablando a los niños, y a aquellos que todavía se sienten como niños. Cuando era niño, me fue difícil emocionarme con el cielo. Me parecía que ir al cielo significaba dejar un maravilloso mundo de emociones para entrar en un monótono mundo de aburrimiento.
Estoy seguro de que era por mucho, mi error. Probablemente no amaba lo suficiente a Jesús para querer estar con él a cualquier costo. Pero me hubiera ayudado mucho conocer mejor lo que la Biblia dice acerca de la resurrección. Por eso déjenme asegurarme de que todos ustedes sepan qué esperar.
El propósito supremo de Dios para ustedes no es tener nuestras almas o espíritus, sin cuerpo, flotando alrededor suyo en una especie de mansión en los cielos. Su propósito es resucitar nuestros cuerpos de entre los muertos, y convertirlos en cuerpos nuevos, hermosos, saludables, y fuertes. Su propósito supremo no es alejarnos de la Tierra para pasar la eternidad en los cielos, sino crear un cielo nuevo y una nueva tierra donde viviremos en felicidad por los siglos de los siglos.
Y si esta nueva tierra donde viviremos por los siglos, fuera a ser completamente diferente a nuestra presente Tierra, entonces ¿por qué se molestaría Dios en resucitar nuestros cuerpos de entre los muertos? ¿Por qué no empezar simplemente con cuerpos diferentes si es que va a empezar de nuevo con un mundo diferente? Bien, la respuesta es que el mundo no será completamente diferente. Nuestros viejos cuerpos serán hechos nuevos en la resurrección, y nuestra vieja Tierra será hecha nueva cuando Jesús venga.
Por tanto, puedo decir con gran confianza que si usted confía en Jesucristo como su Salvador y le sigue como su Señor, no habrá nada bueno y agradable en su vida sobre esta tierra que pueda perder algún día. Todo lo malo será quitado, pero todo lo bueno y las experiencias felices se mantendrán en la nueva tierra para siempre.
Usted tendrá el mejor cuerpo que pueda imaginar, y podrá jugar, y escalar, y nadar, y correr y saltar, y columpiarse, y esquiar, y patinar sobre ruedas y patinetas, y montar bicicletas, y hacer excursiones, y brincar y caerse y rebotar; y cualquiera de las cosas que hace cuando está muy, muy contento.
Así que cuando piense acerca del futuro y en lo que estará haciendo por los siglos de los siglos después que muera y después que Jesús vuelva, piense en estas cosas. Pero solo recuerde esto: la razón por la que estas cosas le harán feliz, y la razón por la que nunca más estará triste, es que cuando juegue, escale, nade, corra, salte, monte bicicleta, haga excursiones, salte, se deje caer, o rebote, estará utilizando su cuerpo para obedecer a Dios y alabar su nombre, maravilloso y grande. Dios será el centro de su vida, y es por eso que nunca más estará triste.
Y ¿no es lógico entonces que comencemos desde ahora a prepararnos para aquel gran momento, utilizando nuestro cuerpo como sacrificio vivo de alabanzas y como instrumento de justicia para la gloria de Dios?
1 Árbol de adorno, de la familia de las Bignoniáceas, de unos diez metros de altura, con hojas en verticilo, grandes y acorazonadas, flores en hacecillos terminales, blancas, con puntos purpúreos, y por fruto vainas largas, casi cilíndricas. Microsoft® Encarta® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. [Nota del Traductor]
2 Tylenol: nombre de la firma de un medicamento contra el dolor hecho en Norteamérica. Babylon English-Spanish Autor/a: Babylon Ltd. [Nota del Traductor]
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