Preparándose para el Matrimonio: Ayuda para las Parejas Cristianas/El Objetivo que Sobrepasa: El Matrimonio Vivido para la Gloria de Dios

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English: Preparing for Marriage: Help for Christian Couples/The Surpassing Goal: Marriage Lived for the Glory of God

© Desiring God

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Por John Piper sobre Matrimonio
Capítulo 3 del Libro Preparándose para el Matrimonio: Ayuda para las Parejas Cristianas

Traducción por Manuel Bento Falcón


Mi tema en este capítulo es “El Matrimonio Vivido para la Gloria de Dios.” La palabra decisiva en este tema es “para.” “Matrimonio Vivido para la Gloria de Dios.” El tema no es: “La gloria de Dios para vivir el matrimonio.” Y no es: “Matrimonio vivido por la gloria de Dios.” Sino: “El matrimonio vivido para la gloria de Dios.”

Esta palabrita “para” significa que hay un orden de prioridad. Hay un orden de ultimidad. Y el orden es claro: Dios es final, y el matrimonio no lo es. Dios es la Realidad más importante; el matrimonio es menos importante — mucho menos importante, infinitamente menos importante.

El matrimonio existe para magnificar la verdad y el valor y la belleza y la grandeza de Dios; Dios no existe para magnificar el matrimonio. Hasta que este orden no sea vívido y valorado-hasta que no sea visto y saboreado-el matrimonio no se experimentará como una revelación de la gloria de Dios sino como un rival de la gloria de Dios.

Considero mi título, “El matrimonio vivido para la gloria de Dios”, como una respuesta a la pregunta: ¿Por qué el matrimonio? ¿Por qué hay matrimonio? ¿Por qué existe el matrimonio? ¿Por qué vivimos en matrimonios?

Quiere decir que mi tema forma parte de una pregunta mayor: ¿Por qué existe cualquier cosa? ¿Por qué existe usted? ¿Por qué existe el sexo? ¿Por qué existen la tierra y el sol y la luna y las estrellas? ¿Por qué existen los animales y las plantas y los océanos y las montañas y los átomos y las galaxias?

La respuesta a todas estas preguntas, incluida la del matrimonio es: Todos existen por y para la gloria de Dios. Es decir, existen para magnificar la verdad y el valor y la belleza y grandeza de Dios. No de la forma que magnifica un microscopio, sino de la forma que magnifica un telescopio.

Los microscopios magnifican haciendo que las cosas pequeñas se vean mayores de lo que son. Los Telescopios magnifican haciendo que cosas inimaginablemente grandes parezcan lo que verdaderamente son. Los microscopios alejan de la realidad la apariencia del tamaño. Los telescopios acercan la apariencia de tamaño a la realidad.

Cuando digo que todas las cosas existen para magnificar la verdad y el valor y la belleza y la grandeza de Dios, quiero decir que todas las cosas- y el matrimonio en particular-existen para mover la apariencia de Dios en la mente de las personas hacia la Realidad.

Dios es inconcebiblemente grande e infinitamente valioso y sin igual en belleza. “Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable.” (Salmos 145:3, LBLA). Todo lo que existe debería magnificar esa realidad. Dios Clama a través del profeta Isaías (43:6-7, LBLA), “Trae a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra, a todo el que es llamado por mi nombre, y a quien he creado para mi gloria” (énfasis añadido). Hemos sido creados para mostrar la gloria de Dios. Pablo concluye los primeros once capítulos de su gran carta a los Romanos con la exaltación de Dios como la fuente y final de todas las cosas: “Porque de El, por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria para siempre. Amén.” (11:36, LBLA, énfasis añadido). Lo hace más claro aún en Colosenses 1:16, donde dice, “Porque en El [Cristo] fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, ... todo ha sido creado por medio de El y para El.” (Énfasis añadido).

Y ay de nosotros si creemos que “para Él” significa “para Su necesidad,” o “para Su beneficio,” o “para Su mejora.” Pablo dejó claro como el cristal en Hechos 17:25 que Dios no “es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas” (LBLA). No, el término “para Su gloria” y “para Él” significa, “para hacer ver Su gloria,” o “para mostrar Su gloria,” o “para la magnificencia de Su gloria.”

Tenemos que dejar que esto profundice en nosotros. Una vez hubo Dios, y sólo Dios. El universo es Su creación. No es co-eterno junto a Dios. No es Dios. “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.... . Todas las cosas fueron hechas por medio de El” (Juan 1:1, 3, LBLA). Todas las cosas. Todo lo que no es Dios fue hecho por Dios. En consecuencia, una vez sólo hubo Dios.

Por tanto Dios es una realidad absoluta. Nosotros no lo somos. El universo no lo es. El matrimonio no lo es. Somos derivados. El universo tiene una importancia secundaria, no primaria. La raza humana no es la realidad definitiva, ni el valor definitivo, ni la vara de medir definitiva sobre lo que es bueno o lo que es verdadero o lo que es bello. Dios lo es. Dios es el único absolutamente definitivo en la existencia. Todo lo demás viene de Él y a través de Él y para Él.

Ese es el punto de partida para entender el matrimonio. Si lo comprendemos mal, todo va mal. Y si lo comprendemos bien, -verdaderamente bien en nuestras cabezas y corazones- entonces el matrimonio se verá transformado por ello. El matrimonio se convertirá en aquello para lo fue creado por Dios-una muestra de la verdad y el valor y la belleza y la grandeza de Dios.

Esto nos lleva a una conclusión muy simple-simple y al mismo tiempo de largo alcance. Si queremos que el matrimonio tenga en el mundo y en la iglesia el papel que se supone que debe tener-es decir, si queremos que el matrimonio glorifique la verdad y el valor y la belleza y la grandeza de Dios-debemos enseñar y predicar menos sobre el matrimonio y más sobre Dios.

La mayoría de la gente joven hoy día no llevan a su cortejo y matrimonio una gran visión sobre Dios-quien es Él, cómo es Él, cómo actúa. En el mundo casi no hay ninguna visión de Dios. Él ni siquiera está en la lista de invitados. Es simple e impresionantemente omitido. Y en la iglesia la visión de Dios que las parejas jóvenes llevan a su relación es tan pequeña en lugar de ser inmensa, y tan marginal en lugar de ser central, y tan vaga en lugar de ser clara, y tan impotente en lugar de decisiva en todo, y tan poco inspiradora en lugar de arrebatadora, que cuando se casan, el pensamiento de vivir el matrimonio para la gloria de Dios no tiene significado ni da contentamiento.

Que significará la “gloria de Dios” para una joven esposa o esposo que casi no dedica tiempo ni pensamiento a conocer la gloria de Dios, o la gloria de Jesucristo, Su divino hijo...

¿Cómo va la gente a vivir sus vidas de forma que sus matrimonios muestren la verdad y el valor y la belleza y la grandeza de su gloria, cuando no dedican casi ninguna energía o tiempo a conocer y a estimar esta gloria?

Quizás pueda ver por qué durante los últimos treinta años de ministerio pastoral he llegado a ver la misión de mi vida y la misión de nuestra iglesia en términos muy básicos: esto es, existo-nosotros existimos-para esparcir la pasión por la supremacía de Dios en todas las cosas para el gozo de todas las gentes. Esa es nuestra forma de tratar con la necesidad. Hasta que no haya una pasión por la supremacía y la gloria de Dios en los corazones de la gente casada, el matrimonio no se vivirá para la gloria de Dios.

Y no habrá pasión por la supremacía y la gloria de Dios en los corazones de la gente casada hasta que Dios mismo, en Sus múltiples glorias, sea conocido. Y no será conocido en sus múltiples glorias hasta que los pastores y los maestros hablen de Él de manera incansable, constante, profunda, bíblica, fiel, distintiva, con claridad y pasión. El matrimonio vivido para la gloria de Dios será el fruto de las iglesias impregnadas con la gloria de Dios.

Así que vuelvo a decir, si queremos que el matrimonio glorifique la verdad y el valor y la belleza y la grandeza de Dios, debemos enseñar y predicar menos sobre el matrimonio y más acerca de Dios. No es que prediquemos en exceso acerca del matrimonio, sino que predicamos poco sobre Dios. Simplemente Dios no es magnificentemente central en las vidas de la mayoría de nuestra gente. No es el sol alrededor del cual todos los planetas de nuestras vidas diarias se mantienen en órbita y encuentran su lugar apropiado y asignado por Dios. Él es más como la luna, que crece y mengua, y puedes continuar durante noches y nunca pensar acerca de Él.

Para la mayoría de nuestra gente, Dios es marginal y hay cien cosas buenas que usurpan Su lugar. El pensar que sus matrimonios podrían ser vividos para Su gloria mediante la enseñanza de la dinámica de las relaciones, siendo la gloria de Dios tan periférica, es como esperar que el ojo humano glorifique las estrellas cuando no contempla el cielo nocturno ni ha comprado nunca un telescopio.

Así que conocer a Dios y estimar a Dios y valorar la gloria de Dios sobre todas las cosas, incluyendo a su cónyuge, es la clave para vivir el matrimonio para la gloria de Dios. Esto es verdad en el matrimonio tanto como en cualquier otra relación Dios es más glorificado en nosotros cuando nosotros somos más satisfechos en Él.

He aquí la llave que abre un millar de puertas. La satisfacción superior en Dios sobre todo lo terrenal, incluyendo a su esposo y a su salud y a su propia vida (Salmos 63:3, LBLA, “tu misericordia es mejor que la vida”) es la fuente de una gran paciencia sin la cual los esposos no pueden amar como Cristo, y las esposas no pueden seguir como la novia de Cristo, la iglesia. Efesios 5:22-25 deja en claro que los esposos toman su ejemplo de liderazgo y amor de Cristo, y las esposas toman el ejemplo de sumisión y amor de la devoción de la iglesia por la que Él murió. Y estos actos de amor complementarios - dirigir, y someterse - son insostenibles para la gloria de Dios sin una satisfacción superior en todo lo que Dios es para nosotros en Cristo.

Permítanme decirlo de otra forma. Hay dos niveles en los que la gloria de Dios puede brillar en un matrimonio Cristiano: Uno es a un nivel estructural cuando ambos esposos cumplen los papeles que Dios tenía para ellos - el hombre como líder en semejanza a Cristo, la esposa como defensora y seguidora de ese liderazgo. Cuando se viven esos papeles, la gloria del amor de Dios y la sabiduría en Cristo se muestra al mundo.

Pero hay otro nivel más profundo y fundamental en el que la gloria de Dios debe brillar si estos papeles se sostienen como Dios los diseñó. El poder e impulso para sobrellevar la auto-negación y el morir a uno mismo diario, mensual y anual que será necesario para amar a una esposa imperfecta y respetar a un esposo imperfecto debe venir de una satisfacción superior que da esperanza y sostiene el alma. No creo que nuestro amor por nuestras esposas o el de ellas por nosotros glorifique a Dios hasta que fluya de un corazón que se deleita en Dios más que en el matrimonio.

El matrimonio será preservado para la gloria de Dios y formado para la gloria de Dios cuando la gloria de Dios es más preciosa para nosotros que el matrimonio. Cuando podemos decir junto con el apóstol Pablo (en Filipenses 3:8), “estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (LBLA)-cuando podemos decir eso sobre el matrimonio - sobre nuestro esposo o esposa- entonces ese matrimonio se vivirá para la gloria de Dios. Quiero cerrar intentando decir esto de otra forma más, esto es, con un poema que escribí para mi hijo el día de su boda.

Ámala Más y Ámala Menos
Para Karsten Luke Piper
En Su Boda con
Rochelle Ann Orvis
29 de Mayo, 1995

El Dios al que hemos amado, y en
El cual hemos vivido, y que ha sido
Nuestra Roca estos veintidós buenos años
Contigo, ahora nos ordena, con dulces lágrimas,
Que te dejemos marchar: “Un hombre dejará
A su padre y a su madre, se unirá
De aquí en adelante a su mujer, y serán
Una sola carne sin avergonzarse y libres.”
Esa es la palabra de Dios hoy,
Y somos felices de obedecer.
Porque Dios te ha dado una novia
Que responde a cada oración que hemos clamado
Durante más de veinte años, nuestro clamor
Por ti, antes de que conociésemos su nombre.

Y ahora pides que te escriba
Un poema-algo arriesgado, a la luz
De lo que sabes: que soy más
Un predicador que un poeta o
Artista. Soy honrado por
Tu valentía, y cumplo.
No protesto a estos dulces confines
De pares rimados y líneas medidas
Son viejos amigos. Les gusta cuando
Les pido que me ayuden una vez más
Para reunir sentimientos en forma
Y mantenerlos cálidos y duraderos.
Así que nos encontramos en días recientes,
E hicimos que la inundación de amor y alabanza
Y el consejo del corazón de un padre
Fluyesen dentro de las orillas del arte.
He aquí una porción de la corriente,
Hijo mío: un poema sermón. Su tema:
Una regla doble del amor que impacta;
Una doctrina en una paradoja:
Si ahora quieres a tu esposa bendecir,
Ámala más y ámala menos.

Si en los años que vienen, por alguna
Extraña providencia de Dios, llegas
A tener las riquezas de este mundo,
Y, sin dolor, caminas por el escenario
Al lado de tu esposa, asegúrate en salud
De amarla, ámala más que la riqueza.

Y si tu vida es tejida en
Cien amistades, y tejes
Una tela festiva de todos
Tus dulces afectos, grandes y pequeños,
Asegúrate, sin importar si se desgarra,
De amarla, ámala más que a los amigos.

Y si llega un punto en que
Estés cansado, y la pena susurre, “Hazte
Un favor. Vamos, se libre;
Abraza las comodidades conmigo.”
¡Conoce esto! Tu esposa sobrepasa a estas:
Así que ámala, ámala más que a la comodidad.

Y cuando tu lecho matrimonial sea puro,
Y no haya la más ligera tentación
De lujuria por nadie sino tu mujer,
Y todo sea éxtasis en la vida,
Un secreto protege de esto:
Ámala, ámala más que al sexo.

Y si tu paladar se vuelve refinado,
Y eres movido por lo que la mente
Del hombre puede hacer, y deslumbrado por
Su artesanía, recuerda que el “por qué”
De todo este trabajo está en el corazón;
Así que ámala, Ámala más que al arte.

Y si tu mismo alguna vez eres
La artesanía que todos los críticos coinciden
Ser digna de gran estima,
Y las ventas exceden tus mayores sueños,
Cuídate de los peligros del nombre.
Y ámala, ámala más que a la fama.

Y si, para tu sorpresa, no para la mía,
Dios te llama por algún extraño diseño
A arriesgar tu vida por una gran causa,
No dejes que el miedo o el amor te den pausa,
Y cuando encares la puerta de la muerte,
Entonces ámala, ámala más que a al aliento.

Sí, ámala, ámala, más que a la vida;
Oh, ama a esa mujer llamada tu esposa.
Ámala con tu mejor yo terrenal.
No te aventures más de esto. Si no, que a menos
Que quieras que tu amor se vuelva la fachada de un tonto,
Asegúrate de amarla menos que a Dios.

No es sabio o amable llamar
A un ídolo por nombres dulces, y caer
Como en humildad, frente
A una semejanza de tu Dios. Adora
Sobre tu mejor enamorada sobre la tierra
Sólo al Dios que le da a ella valor
Y ella sabrá en segundo lugar

Que tu gran amor también es gracia,
Y que tus altos afectos ahora
Fluyen libremente desde un voto
Tras esas promesas, hechas primero
A ti por Dios. No se marchitarán
Porque están enraizadas en el torrente
Del Gozo Celestial, que tú estimas
Y estimas más que el pan y la vida,
Que tu darás a tu esposa.

El mayor regalo para dar a tu mujer
Es amar a Dios por encima de su vida.
Y por tanto te pido ahora que bendigas:
Ámala más amándola menos.

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