Qué hacer cuando carecemos de oración

De Libros y Sermones Bíblicos

Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por Jon Bloom
Indice de Autores
Leer más sobre Oración
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: What to Do When We’re Prayerless

© Desiring God

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Jon Bloom sobre Oración

Traducción por Andrea Ledesma


La falta de oración no es, necesariamente, un problema de disciplina. De raíz, es un problema de fe.

La oración es la lengua madre de la fe. John Calvin llamó a la oración «el principal ejercicio de la fe» (citado en "Enjoying Your Prayer Life", 12). Por eso, cuando la fe despierta y se eleva en nuestro interior, la oración no se siente como una carga u obligación, sino como algo natural. Así es como la fe habla más instintivamente.

A través de la Biblia, la fe y la oración están indisolublemente conectadas. Uno de los ejemplos más claros es el enunciado de Jesús en Juan 15:7: «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho». «Permanecer» en Jesús es fe, si creemos por completo en sus palabras. Pedir lo que deseas es oración. Según la Biblia, «confiad en Él en todo tiempo» (Salmo 62:8), «orad en todo tiempo en el Espíritu» (Efesios 6:18), «creed en Dios» (Juan 14:1), y pedid a Dios (Lucas 11:9). La oración es el principal ejercicio de la fe.

También, según Juan 15:7, la palabra y la fe de Dios y, por consiguiente, la oración están indisolublemente conectadas. La fe es una respuesta a la palabra de Dios: «Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo» (Romanos 10:17). Tal y como Tim Keller lo indica: «Si las palabras de Dios son su presencia activa y personal (ver Juan 1:1-3 e Isaías 55:10-11), entonces confiar en las palabras de Dios significa confiar en Dios» (Prayer: Experiencing Awe and Intimacy with God, 53). Entonces, si confiamos en Dios (en las promesas de Dios, 2 Pedro 1:4), y Dios nos dice que si confiamos en él «pidamos lo que querramos» (Juan 15:7), la expresión natural de nuestra fe en Dios es la oración.

La principal causa de la falta de oración

En primer lugar, cuando hablo de «la falta de oración», no me refiero a estar completamente sin orar. Me refiero a estar relativamente sin orar, a que no estamos en ningún lugar cercano a «orar sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17). No conversamos con Dios en oración, así que la oración se siente como un ejercicio agotador, aburrido, y quizás en vano, que realizamos de prisa o evitamos. Cuando de verdad oramos, nuestras oraciones parecen ineficaces y sin poder, lo que nos lleva a orar menos. No tenemos internalizada la idea de «orar en todo tiempo, y no desfallecer» (Lucas 18:1).

Entonces, ¿qué está mal?

Si la oración es la lengua madre de la fe y luchamos contra la falta de oración, lo primero que debemos hacer es buscar un problema de la fe. En algún lugar, existe un colapso de fe y, hasta que no lo arreglemos, el problema persistirá.

¿Cómo lo arreglamos? Lo discutiremos en un minuto, pero en primer lugar, hablemos de qué no arreglar primero.

El rol de la disciplina en la oración

Por lo general, el primer intento que realizamos para enmendar nuestra falta de oración es tratar de ser «más disciplinados» al momento de orar. Observamos a superhéroes, mentores y pares que, al parecer, llevan de vidas oración poderosas y emocionantes, y concluimos en que, posiblemente, la solución sea hacer lo que ellos hacen o hicieron. Si nos levantamos más tempranos y usamos una lista, una aplicación o un acrónimo más efectivos, solucionaremos nuestro problema. Como veremos, los métodos son necesarios y beneficiosos, pero la idea de «más disciplina» es una falsa esperanza si el problema es la fe.

Considera la oración como un tren. La fe es el motor de la oración, las promesas de Dios son el combustible, y la disciplina son los rieles. Casi siempre, la falta de oración se produce por un motor atascado. Para que la oración siga funcionando, primero debemos volver a poner en marcha el motor de la fe con el combustible de las promesas de Dios.

Como ven, la disciplina no le brinda energía al tren de la oración. La fe le da energía al tren a medida que confías en la palabra de Dios. Pero la disciplina guiará al tren. Los rieles de la planificación, la estructura y los métodos son necesarios. Pero, el mejor momento para llegar a ellos es cuando hayas alimentado el motor, ya que, cuando la fe está encendida, quieres seguir adelante con la oración. Y es más probable que el Espíritu te guíe para elegir los mejores rieles para tu tren de la oración.

Ayuda para luchar contra la falta de oración

Cuando nos falta la oración, lo que primero que debemos abordar es la causa de nuestro déficit de fe. Aquí se detallan unas cuantas sugerencias para hacerlo:

1. Recuerda la gracia del pasado de Dios: Lo escribo en primer lugar porque, en mi experiencia, cuando mi fe se va desgastando y ni siquiera sé por qué, recordar cómo Dios me ha sido fiel en el pasado prepara mi motor de fe para confiar en su gracia futura por lo que sea que cause mi incredulidad presente. «Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza» (Lamentaciones 3:21).

2. Encuentra la fuga: ¿En qué parte de tu tanque de gasolina está la fuga? Si las promesas de Dios son el combustible de la fe, entonces existe una promesa (o promesas) en la que no crees. Busca los miedos, los hábitos pecaminosos indulgentes, el enojo sin resolver, la amargura, la decepción, etc. A menudo, no lleva tanto tiempo encontrarlos. A veces, sin embargo, son complicados porque algo se ha enredado en una experiencia del pasado que está enterrada y que aún causa desorden en tu mente. Si esta es la razón, pídeles a los creyentes fieles que te ayuden a solucionarlo. Pero cuando lo identifiques, nómbralo. Tenlo claro.

3. Arrepentirse de la incredulidad: Una falta de fe es pecado. Es una deshonra hacia la palabra de Dios, que es probada (Proverbios 30:5). Debemos arrepentirnos de la incredulidad. Pero a Dios le encanta ayudar a que nuestra incredulidad (Marcos 9:24) se vuelva creencia. En realidad, la santificación es, en gran medida, un proceso de crecimiento hacia la confianza en el Señor con todo nuestro corazón (Proverbios 3:5). Como hizo con Tomás, Jesús nos extiende sus manos con cicatrices para recordarnos que nuestra incredulidad se paga y nos dice: «No seas incrédulo, sino creyente» (Juan 20:27).

4. Recarga el tu motor de fe con promesas: Las promesas de Dios son el combustible que enciende el motor de la fe. Lleva tu atención desde la incredulidad hacia las promesas en las que Dios quiere que creas. Generalmente, no es tan difícil como parece que fuera a serlo. Es grandioso lo proderosas que son las promesas de Dios. Puedes sentirte completamente diferente después de media hora de haber recordado la lealtad de Dios en el pasado y algunas promesas sin ningún cambio en tus circunstancias. La diferencia recae en creer.

5. Anima tu motor de fe con recursos: Aquí se detallan algunos de los tantos recursos que pueden ayudarte a mejorar tu motor de fe y crear rieles que ayuden a tu tren de oración:

«Disfruta tu vida de oración» (Enjoy Your Prayer Life) de Michael Reeves. Puedes leerlo en 30 a 40 minutos. Se divide en 14 capítulos de un par de páginas cada uno, por lo que es fácil incorporarlo a tus devociones. Me sirvió mucho.

Oración: Experimentar el asombro y la intimidad con Dios (Experiencing Awe and Intimacy with God): un libro nuevo y excelente escrito por Tim Keller que aborda los problemas del motor y de los rieles en profundidad. Actualmente, lo estoy leyendo y sintiendo los beneficios.

Una vida de oración: Conectarse con Dios en un mundo de distracciones (Connecting with God in a Distracting World): este libro, escrito por Paul Miller, me ha dado fuerzas. Con compasión, su servicio pastoral para con nosotros, quienes luchamos con la oración, nos ayuda a mejorar nuestros motores y a construir rieles de ayuda.

Combatir la incredulidad: Vencer el pecado con un placer superior (Defeating Sin with Superior Pleasure): este libro, escrito por John Piper, es un lugar maravilloso para recargarte con promesas para darle energía a tu motor de fe y te ayudará a combatir las formas más comunes de la incredulidad.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas