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Traducción por Javier Matus


“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5).

- Hebreos 13:5-6

A través de los siglos, los teólogos cristianos han reconocido que, aunque la Ley se presenta con gran detalle a través del Pentateuco, encontramos un resumen de la misma en los Diez Mandamientos. Estas diez leyes ofrecen algunas formas prácticas en las que podemos expresar concretamente el agradecimiento que tenemos por nuestra salvación.

Cuando vemos estos mandamientos podríamos estar tentados a pensar que todos ellos son radicalmente diferentes entre sí. Sin embargo, éste no es el caso. Muchos teólogos han señalado que uno de estos pecados prohibidos es en realidad la raíz de muchos males. Este pecado prohibido es la codicia (Ex. 20:17).

John Owen ha dicho que “la codicia es un deseo desordenado de disfrutar de más dinero del que tenemos, o del que Dios se complace en darnos.” Este comentario fue hecho en respuesta al pasaje de hoy del libro de Hebreos y es absolutamente cierto. Antes de abordar Hebreos 13:5-6, notaremos que la codicia tiene una aplicación más amplia ya que incluye deseos desordenados por cualquier cosa que no tengamos (Ex. 20:17).

Es fácil ver cómo este pecado conduce a todos los demás. Los deseos impíos por personas que no sean el propio cónyuge llevan al adulterio. El codiciar la riqueza de otro conduce al robo. El desmesuradamente desear poder y prestigio pueden conducir a la mentira, el asesinato, la idolatría y otras formas de pecado.

Una advertencia contra la codicia es uno de los puntos que debemos entender del pasaje de hoy. Se nos dice que seamos contentos con lo que tengamos y que seamos libres del amor al dinero. El dinero en sí no es malo; más bien, el deseo desordenado de tener más de lo que Dios nos ha dado es lo que nos conduce a toda clase de maldad (ver 1 Tim. 6:10).

Si no tenemos cuidado, la codicia puede convertirse en una de esas cosas que causa que tropecemos y seamos descalificados de la carrera de la fe. Sin embargo, Dios, en su misericordia, nos ha dado esta advertencia para cultivar la perseverancia de los santos. La solución es, como el resto del pasaje dice, ser contentos con lo que tengamos. Para la gran salvación que se nos ha concedido, es lo único que necesitaremos. Por otra parte, también se nos recuerda que Dios nunca nos desamparará, y por lo tanto no debemos temer porque el Señor es nuestro ayudador. Como dijo John Calvin, “Mientras tengamos tal Ayudante, no hay razón para temer.”

Coram Deo

¿Está contento con lo que tiene? ¿O hay algo que no es suyo que codicie? En oración, pida al Señor que le revele esas cosas que usted codicia. Tome algunas medidas para evitar este pecado —tales como buscar la rendición de cuentas, evitar ciertas situaciones tentadoras, y renunciar a aquellas cosas que ha adquirido a través de la codicia.

Pasajes para Estudio Adicional

Deut. 5:21
Prov. 12:12
Lucas 12:15
1 Tim. 6:6-10

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