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English: Without Good Friends, You Will Die

© Desiring God

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Por John Piper sobre Perseverancia de los Santos

Traducción por Javier Matus


Transcripción de audio

“Exhortaos los unos a los otros cada día” (Hebreos 3:13, LBLA).

¿Sabes por qué dice cada día? Porque cada día nos están mintiendo. Así es. Nuestra carne nos miente, el mundo nos miente, el diablo nos miente. Recordemos el mensaje de Andy Nasselli. Las redes sociales y toda la publicidad, todos los programas de TV, todas las películas —todos mienten. Todos ellos mienten. Todos los días nos mienten. Por tanto, no es accidental que Hebreos 3:13 diga: “Exhortaos los unos a los otros cada día”.

Si tenemos un grupo cristiano pequeño que se reúna cada dos semanas, está bien. Solamente tratemos de utilizar mucho el correo electrónico y de hablar por teléfono. En otras palabras, las pequeñas reuniones —semanales o quincenales— son para establecer relaciones que hacen que esto continúe cada día. Si creemos que no necesitamos esto cada día, no sabemos a qué nos estamos enfrentando. Personalmente, estoy muy agradecido por el correo electrónico y las personas que aman mi alma y tienen el valor de decirme las cosas.

Este es nuestro llamado. Es nuestro llamado como cristianos. No importa qué ocupación o vocación llevemos a cabo, este es nuestro llamado.

Lo que sea que tengamos que decir, lo que sea que tengamos que hacer. ¿No está claro lo que necesitamos decir? Si la esencia del engaño, el pecado, la dureza, la incredulidad, la apostasía, la destrucción eterna, si la esencia de ese engaño es que “Dios es menos deseable que ___”, ¿qué vamos a decir? “¡Él es mejor, Él es mejor! ¡Cristo es mejor! Su camino es mejor —de mil maneras experienciales y bíblicas. ¡Él es mejor!”

Eso es lo que vamos a decir. Hebreos 11 lo ilustra diciendo: “Considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto” (Hebreos 11:26).

Y si eso es lo positivo que vamos a decir, lo negativo también es cierto. Moriremos si no damos la vuelta. Diremos: “Los tesoros de los egipcios son fugaces, no vayas allá. Perecerás en el Mar Rojo si vas allá. Morirás en el desierto si vas allá”. Y les advertiremos.

Tengo una carta aquí que me enviaron. Me encanta guardar cartas. Esta es de cuando las personas escribían cartas, en 1992, escrita a mano por una joven que asistía aquí en los años ochenta. Estaba viviendo en fornicación y su conciencia la estaba molestando, y vino a verme. Sacamos eso a la luz, y después de un rato le dije: “¿Sabes que si sigues en esto, te irás al infierno? ¿Cierto?”.

Esto es lo que ella escribió siete años después. Hablamos en 1985, esto fue escrito en 1992:

Me pregunto si recuerda a una yo mucho más joven sentada en su oficina y diciéndole que temía que Dios tuviera que usar un accidente automovilístico u otro suceso horrible para llamarme la atención. Usted me apuntó a que las consecuencias de mi decisión deliberada de seguir pecando no serían nada menos que el mismo infierno. Nunca antes alguien me había dicho que me dirigía al infierno, siendo hija de misioneros y “salva” a los seis años. Fue un momento decisivo en mi vida y he querido agradecerle y contárselo desde entonces. Le aseguré a mamá que una advertencia como esa conversación en 1985 me hizo sentir más amada, después de escuchar lo que realmente piensa al respecto al escuchar su mensaje. El que me amara lo suficiente como para decírmelo, siendo una desconocida en ese entonces, significa más que nunca con el eco en mis oídos, que su compasión me alcanzó.

Decimos: “¡Él es mejor!” Y decimos: “Si no das vuelta y luchas contra esto, perecerás”. Lo decimos a nuestro compañero de cuarto, lo decimos a nuestro hijo, y lo decimos a cualquiera.


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