Primeros Pasos en la Fe/Un Libro Sin Igual
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Steve Shank
sobre La Biblia
Capítulo 4 del Libro Primeros Pasos en la Fe
Traducción por Covenant Life Church
Como vimos en el estudio anterior, Dios te salvó por medio de tocar el núcleo duro e inerte de tu espíritu y darte vida. Haber nacido de nuevo es el milagro más grandioso que jamás recibirás. No será, por cierto, el último hecho sobrenatural de tu vida, pero seguirá siendo el más profundo. Todas las demás experiencias espirituales no podrán compararse con este evento culminante.
Ahora que estás espiritualmente vivo en Cristo, tienes una capacidad creciente de comprender verdades espirituales. Puedes entender ahora los misterios espirituales que antes te parecían irrelevantes o posiblemente hasta ridículos. Dios te ha empezado a revelar que la Biblia es un libro viviente...no en el sentido que te traerá los zapatos o que te arrimará la silla a la mesa de la cocina, pero viviente en el sentido de que sus palabras penetran profundamente en tu corazón y enfocan cuestiones específicas de tu vida.
— Octavius Winslow
Todo nuevo creyente debe tener una hambre creciente de conocer el contenido de la Biblia. Está escrito: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Al estudiar la Palabra de Dios, encontrarás que da un nuevo enfoque a tu concepto de Dios, de ti mismo y de los demás. De hecho, comenzará a darle forma a tu vida entera. Como un mapa de carreteras, empezará a mostrarte los pasos que debes tomar. Empezará a cambiar las actitudes de tu corazón, las palabras de tu boca y las prioridades que gobiernan tu vida.
Encontrarás que esta Palabra viviente sabe más de ti que lo que sabes de ti mismo. No sólo te enseñará quién eres sino que también te revelará la multifacética naturaleza del Dios a quien sirves.
No es magia, pero...
Muchos consideran la Biblia como una lista de “haz esto” y “no hagas eso”. ¡Qué concepto tan triste y torcido de este magnífico libro! La Biblia contiene las palabras mismas del Dios Todopoderoso. Ha sido preservada a través de los siglos como el instrumento primordial de comunicación con su pueblo. Cuando los seguidores de Cristo leen la Biblia, el Espíritu Santo habla a través suyo y graba su contenido en sus corazones. La Palabra de Dios nos guía, sana, conforta, confronta, alienta, advierte, convence y cambia a fin de conformarnos más a la imagen de Jesús.
Sin una dieta diligente de la Palabra de Dios, es imposible lograr un progreso espiritual auténtico. Todo adelanto espiritual duradero que alguna vez consigas dependerá de que renueves tu mente con los pensamientos de Dios contenidos en su Palabra (Romanos 12:2). No te sientas abrumado por todo lo que no sabes. No te preocupes por las secciones que te resultan confusas o difíciles de entender. A estas alturas, regocíjate porque tienes en tu mano un libro hecho de papel, cuero, tinta y engomado que—al ser estudiado con un corazón humilde y dispuesto a aprender—cobra vida con sus respuestas relevantes y su orientación para tu vida.
La Biblia es tu clave para llegar a ser lo que Dios quiere que seas. No sólo te mostrará qué hacer (y qué dejar de hacer), sino que creará en ti ¡un anhelo por lo que ella requiere! Mejor aún, al guardar la Palabra de Dios en tu corazón (Salmo 119:11), estarás capacitado para cumplir ese anhelo—desarrollar una serie de nuevos hábitos y pensamientos que complacen a Dios.
❏ Interpretar que Dios te está diciendo
que te vuelvas a la cama
❏ Tomar varias tazas de café
❏ Pedirle a Dios que te ayude a entender
lo que lees y seguir adelante
❏ Consultar tu horóscopo
❏ Buscar una versión de la Biblia
publicada como historieta
Estos últimos párrafos casi parecen una descripción de una varita mágica, ¿no es cierto? La Biblia no es mágica, pero es sobrenaturalmente poderosa, y debemos acercarnos a ella con una actitud de reverencia (Isaías 66:2). Porque al ir digiriendo sus enseñanzas, al ir entregando nuestra mente y voluntad a su verdad, empieza a ocurrir una misteriosa transformación—empezamos a reflejar la imagen de Jesucristo.
El año pasado se vendieron más Biblias que ningún otro libro en el mundo. Lo mismo sucedió hace cinco años. Hace quince años. Hace cincuenta años. De hecho, la Biblia es el libro de mejor venta de todos los tiempos, y reafirma esa posición cada año.
¿Qué libro ha sido traducido a más de 1,500 idiomas? La Biblia. ¿Por qué? Porque millones han descubierto lo que tú también descubrirás: que la Palabra de Dios transforma poderosamente la vida de los que se acercan a ella hambrientos de la verdad...y listos para un cambio duradero.
Lo que la Biblia dice de la Biblia
¿Te imaginas andar en auto en un país que no tiene reglas de tránsito? ¡Sería un desastre! Sin nada más que su instinto para guiarles, los conductores tendrían suerte de llegar a la primera o segunda esquina sin ser demolidos.
Todo el que quiere manejar un vehículo tiene que contar con un manual o una guía para aprender cómo sobrevivir en las carreteras. De la misma manera, cada creyente necesita la Biblia para vivir la vida cristiana. Presenta los parámetros. Establece las normas. La Palabra de Dios debe ser la autoridad completa y final en cada área de tu vida. Por cierto no puedes encaminar tu vida siguiendo las señales de la sociedad moderna. Todo lo que el creyente piensa, dice y hace debe ser determinado por la Palabra de Dios.
A menos que te hayas formado en un ambiente en que la Biblia era respetada y obedecida, estas últimas afirmaciones te pueden resultar un poco asombrantes. Hasta quizás te preguntes: ¿Por qué? ¿Qué califica a la Biblia para ser la autoridad determinante en mi vida? Son buenas preguntas. Al buscar la respuesta, dejemos que la Biblia hable por sí misma.
La Biblia es inspirada por Dios. “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
— Millard Erickson
La expresión “inspirada” significa que Dios, no el hombre, produjo este libro, aunque usó instrumentos humanos. Como ha escrito John Stott: “Él [Dios] tomó las mentes, las plumas, los corazones, las educaciones, las lenguas de los hombres y los inspiró a escribir exactamente lo que él quería decir.” No existe otro libro que pueda reclamar un autor divino. Cada palabra, desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21 es la palabra perfecta, infalible de Dios para la humanidad. Esto es lo que da a la Biblia su autoridad.
La Biblia es “viviente.” “Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece” (1 Pedro 1:23).
La Biblia no es un registro histórico mustio de un Dios que actuó en milenios pasados. Es un documento viviente que habla al pueblo de Dios en cada generación y cultura. Aunque fue escrita hace miles de años, la sabiduría de la Biblia es eterna. Ofrece comprensión y discernimiento para cada dilema o desafío que enfrentes. Al leerla, el Espíritu Santo te revelará cosas y te ayudará a aplicarlas a tu experiencia cotidiana.
Se dijo de Moisés que “recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros” (Hechos 7:38). Sus palabras, y todas las demás palabras en la Biblia, siguen vivas y nos hablan a nosotros en la actualidad.
La Biblia es penetrantemente poderosa.“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).
La Palabra de Dios no tiene igual. No tiene rivales. Sobrepasa por mucho cualquier otra pieza de literatura o ciencia. De todas las “espadas de dos filos” que el hombre ha inventado—la espada de la psicología, la espada del racionalismo, la espada de la educación—ninguna puede penetrar y cambiar el corazón como puede hacerlo la Biblia.
La Biblia es suficiente para dar respuesta a cada situación. No hay nada como la Biblia que provea las pautas morales, la sabiduría práctica, la esperanza o el alimento para el alma del ser humano. Consuela a la viuda, convence al pecador, imparte sabiduría a la madre y al padre de familia, reconcilia a esposos y esposas, alienta al desesperado, sana al enfermo y fortalece al cansado. La Palabra de Dios es más filosa que ninguna otra espada de dos filos y corta profundamente en cada condición que la humanidad posiblemente pueda enfrentar.
La Biblia es intachable. “En cuanto a Dios, su camino es perfecto; acrisolada es la palabra del Señor” (Salmo 18:30).
Las Escrituras no contienen errores ni se contradicen. Más grandiosa que la más grandiosa obra literaria, es una comunicación intachable de su Autor a sus lectores. La Palabra no capitula ante la evaluación del hombre; más bien, evalúa al hombre. Cada parte del hombre. Y los juicios que hace son exactos en todos los detalles.
La Biblia está por sobre todas las cosas. “Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré a tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre y tu palabra sobre todas las cosas” (Salmo 138:2). La Palabra de Dios no busca el consejo de nadie. No necesita aprobación ni aval humano. Aunque algunos no esten de acuerdo con ella y la odien, ignoren o quemen, eso ni empeligra ni reta su autoridad para nada.
La opinión que el hombre tiene de la Palabra de Dios es totalmente irrelevante porque es Dios, no el hombre, el que ha elevado las Escrituras sobre todas las cosas. Él ha establecido que su palabra es central y suprema. La Palabra de Dios llevará a cabo todo lo que Él ha decretado (Isaías 55:11). Aunque muchos la han desafiado y se han burlado de ella a través de los siglos, la Palabra de Dios está muy por encima de las objeciones pusilánimes de sus detractores. Las Escrituras permanecerán para siempre, y ni una palabra de ellas pasará. Hacemos bien en acercarnos a la Biblia con reverencia, sometiéndonos a su sabiduría y disfrutando de las maravillosas revelaciones de Dios.
Estudia como si tu vida dependiera de ello
Vivo en una ciudad costera, en donde nuestro periódico local reporta con frecuencia sobre las condiciones para la pesca. En cierta ocasión reportó un suceso espeluznante ocurrido en la zona. El asunto fue así.
Una embarcación fletada había salido a pescar. Después de varias horas picó un pez. Uno grande. Interrumpiendo la calma, una de las líneas empezó el inconfundible “ziiing” que todos habían estado esperando. El primer oficial de cubierta entró inmediatamente en acción, guiando al pescador novicio mientras el pez espada luchaba frenéticamente para soltarsedel anzuelo.
Durante dos horas, el pez de más de 300 kilos y el barco de 18 metros libraron una batalla sin tregua. Por fin, el gigantesco pez apareció en la superficie, exhausto, y empezó a flotar silenciosamente sobre su costado. No quedaba un gramo de resistencia en su extenuado y majestuoso cuerpo. Pero ni el tranquilo cielo azul, ni el agua profunda en que se encontraban dejaban sospechar lo que pronto sucedería.
El primer oficial, que había sido testigo de este drama docenas de veces, rutinariamente tomó la línea y empezó a maniobrar a fin de colocar al pez en posición para subirlo a bordo. Sabía que la técnica correcta era enlazar la línea una vez alrededor de su mano enguantada y su antebrazo. Así, si el pez daba un súbito tirón, podía soltar la línea y ésta se deslizaría fácilmente del brazo. Pero esta vez, por alguna razón, el oficial enlazó la línea dos veces alrededor del brazo.
Con una sacudida inesperada y violenta de su poderosa cola, el pez espada hizo un último esfuerzo por escapar. La línea se enredó alrededor de la muñeca del oficial. En un segundo fue tirado por la borda. Los demás en el bote observaron horrorizados cómo el gigantesco pez empezaba a nadar tranquilamente hacia el fondo del mar, llevándose al primer oficial a la rastra. Nunca más apareció.
El primer oficial pagó un precio horrible por no hacer una tarea en la forma como debía hacerse. Tratar de atrapar un pez de 300 kilos que está dominado por el pánico es algo que no debe encararse a la ligera. Lo mismo se aplica a la vida cristiana. Intentar vivir para Cristo sin la dieta constante de la Palabra de Dios es coquetear con peligro serio.
¿Cómo debes acercarte a la Palabra de Dios? Como si tu vida dependiera de ello—porque de ello depende. Te recomiendo el método LPPMMA: Lee, Piensa, Pregunta, Memoriza, Medita y Aplica. No es un acrónimo muy interesante, pero quizás te ayude a recordar los seis pasos necesarios para aprovechar al máximo las Escrituras.
Lee. No te puedes beneficiar de la Biblia sin leerla. Eso es bastante obvio. Pero a fin de leerla con eficacia, tienes que detenerte un poco y relacionarte con ella. Reserva un momento en tu día para leer un par de capítulos sin apuros, saturando lentamente tus pensamientos con la verdad. Apaga el estereo. Déjate de pensar en tus planes para la próxima semana o en las vacaciones que pronto tomarás. Centra tuspensamientos en escuchar cómo Dios te habla por medio de su Palabra. Para la mayoría, temprano en la mañana es el mejor momento para leer. Requiere irte a la cama lo suficientemente temprano como para despertarte con la mente despejada y no estar comatoso. (¿Notas cómo la Palabra de Dios ya está afectando tus costumbres? ¡Cuando es la pasión y prioridad de tu vida, afecta hasta la hora que te vas a dormir!)
Aunque toda la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, el nuevo creyente debe elegir su dieta con cuidado. Muchos empiezan a prisa en Génesis, para sólo acabar muriendo una muerte lenta a la mitad de Levítico. Una manera de dar variedad es leer un capítulo de los libros históricos o proféticos del Antiguo Testamento, luego un capítulo de los libros poéticos (Job, Salmos 20 o Proverbios), seguido de un capítulo del Nuevo Testamento. El lector promedio como yo, puede hacer todo esto en 20 minutos. Otra opción es leer un libro de la Biblia capítulo por capítulo.
Escudriñar sistemáticamente las Escrituras es vital para tu crecimiento espiritual. Abundan las excusas de por qué no podemos o no lo hacemos, pero... ¿Cómo puedo decirlo con tacto?... son todas falsas. Siempre encuentras el tiempo para hacer lo que te es importante.
Mi esposa sale a correr casi todos los días. ¿Cómo encuentra el tiempo? No lo encuentra—aparta el tiempo, porque correr es importante para ella. ¿Por qué corro yo una o dos veces al año? Porque para mí es importante evitarlo.
el cuadrado que lo indique. En una escala
de 1 a 8, ¿En qué posición estás?
❏ Diariamente
❏ 2-3 veces a la semana
❏ Semanalmente
❏ 2-3 veces al mes
❏ Una vez por mes
❏ Ocasionalmente
❏ No sé
❏ Nunca
Yo prefiero otro deporte y lo practico muy seguido. Ya sabes por qué. Porque es importante para mí. Pero a mi esposa no le interesa mi deporte así que no lo practica. Si queremos crecer como creyentes, tenemos que apartar el tiempo para leer la Biblia fielmente. En caso contrario, dice el autor Donald Whitney: “restringimos severamente el flujo principal de la gracia santificadora de Dios hacia nosotros.”4
Piensa. A veces llego al final de un pasaje bíblico y me doy cuenta de que he estado pensando en todo menos en lo que leía. He pasado momentos de estudio bíblico planeando una excursión con mis amigos, o mentalmente mejorando mi estilo en algún deporte o ¡peor! Cuando te pase esto (y es inevitable), es mejor hacer una pausa por un instante y pedirle a Dios que te ayude a enfocar tus pensamientos. Luego, obliga a tu mente distraída a pensar en lo que dice la página.
Pregunta. Cuando recibo una carta personal, instintivamente quiero saber: “¿De quién es?” La segunda pregunta que me viene a la mente es: “¿Qué le estará pasando que lo incitó a escribirme?” Hacer preguntas como éstas durante el estudio bíblico te ayudará muchísimo a comprender las verdades espirituales más profundas de un pasaje. ¿Quién es el autor? ¿Quién es su público? ¿Cuál es el contexto cultural e histórico de este libro en particular? ¿Qué te dice el pasaje acerca de ti mismo, de Dios o de alguna verdad bíblica? Un buen estudio bíblico tiene las respuestas a muchas de estas preguntas en sus notas introductorias o de estudio. Otras herramientas útiles para estudiar son: una concordancia, un diccionario bíblico y un atlas de la Biblia.
Memoriza. Me sorprende la cantidad de gente que afirma que no puede memorizar versículos de la Biblia. Esta es la gente que puede decir de memoria la lista de jugadores de su favorito de fútbol, el número de teléfono de todos sus amigos, los ingredientes y medidas de 20equipo recetas de cocina, o los días, horas y canales de sus programas favoritos de TV. Pero cuando de memorizar la Palabra de Dios se trata, están convencidos de que tienen el cerebro de un mosquito. Cuando de memorizar la Palabra de Dios se trata, la cuestión no es tu habilidad sino tu motivación. Déjame darte una ilustración.
Cierto día me dispuse a ayudar a mis hijos a aprender unos versículos bíblicos. Me miraban como si les hubiera pedido que se arrojaran por el Río Amazonas en una bañera. Estaban convencidos de que era demasiado difícil. Así que hice un trato con cada uno. A fin de recibir el dinerito que les daba semanalmente, ellos tenían que memorizar cada semana un mínimo de tres versículos de mi elección. De otra manera,!nada!
— Donald Whitney
A los dos o tres días se sabían los versículos de memoria y podían recitarlos a la perfección. Hmmmmm...Esto me llevó a un par de conclusiones. Primera, mis hijos podían aguantar el esfuerzo mental de memorizar versículos bíblicos.
Segunda, si seguíamos así quedaría en bancarrota. Tengo la costumbre de escribir versículos en tarjetas de fichero, de unos 7.5 x 13 cm. y de repasarlos durante el día. Mi esposa muchas veces coloca los versículos cerca del fregadero de la cocina para poder leerlos mientras trabaja. Esta sencilla disciplina es una manera buenísima de inscribir la Palabra de Dios en tu mente y tu corazón.
Meditación. Aunque los primeros cuatro pasos son importantes para absorber la Palabra, ninguno tiene el impacto espiritual de la meditación. Piensa cuidadosamente en esta cita de Carlos Spurgeon, el pastor británico que cautivó a miles con su predicación a mediados del siglo XIX:
Nuestra vida no se nutre meramente por escuchar un poco a esto y luego a aquello y luego a otra porción de la verdad divina. Escuchar, leer, marcar y aprender requieren digerir interiormente para completar su utilidad, y el digerir internamente la verdad radica mayormente en meditar sobre ella. ¿Por qué es que algunos cristianos, aunque escuchan muchos sermones, no logran mas que avances pequeños en su vida espiritual? Porque no dedican tiempo para estar a solas y meditar profundamente en la Palabra de Dios.6
La meditación bíblica nada tiene que ver con los altares budistas ni los mantos de azafrán. La palabra meditación significa sencillamente “hablar con uno mismo” o reflexionar sobre un pensamiento. Piensa en una vaca rumiando repetidamente— eso es lo que hace el cerebro cuando meditas en algo.
— Thomas Brooks
La gente medita todo el tiempo sin darse cuenta. Medita sobre el ensayo que debe presentar antes del fin del curso. Medita sobre el tema de la reunión de la semana próxima o el costo de las reparaciones que tiene que hacer en la casa. He visto a personas en el transporte público tan ensimismadas en algo que las consumen, ¡que hasta hablan solas!
La meditación es trabajo—a veces trabajo agotador. ¿Por qué? Porque tu mente tiende a ser tu parte más indisciplinada. No obstante, Dios sigue ordenando al creyente que medite en su Palabra. Reflexiona en el siguiente comentario de John Flavel, pastor puritano del siglo XVI:
Sentimos un profundo desagrado por la meditación. Esto no es cuestión de temperamento. El recluso o introvertido no tiene ninguna ventaja sobre el cristiano activo, ocupado. La verdadera meditación es una obra que, por naturaleza, nos indispone, pero es una a la cual el Espíritu Santo impulsa en quienes mora, a los que han confiado en Jesucristo. A la obra de la meditación... los creyentes deben aplicarse; pero primero tienen que reconocer que es un deber y comprender lo que involucra.8
Piensa en pasajes bíblicos. Memorízalos. Recítatelos a ti mismo continuamente. Enfatiza diferentes partes de un versículo y considera los diversos sentidos de la palabra que aparecen. Por ejemplo, tu meditación del Salmo 1:2 podría ser algo así:
“Sino que en la ley del Señor está su deleite...”
¿Por qué “deleite” y no alguna otra palabra? ¿Qué significa deleitarse en algo? ¿En qué me deleito yo?
“Sino que en la ley del Señor está su deleite...”
¿Cómo puede la ley ser un deleite? ¿Qué actitud tengo hacia la ley?
“Sino que en la ley del Señor está su deleite...”
¿Qué implica el título “Señor”? ¿Cómo reacciono a las autoridades humanas? ¿A la autoridad de Dios?
Medita en el texto. Mastícalo. Extrae de él las ideas sin precio que alimentan e inspiran tu espíritu. Si deseas beneficiarte de la disciplina espiritual de la meditación, éstos son los requisitos: una voluntad sometida a la Palabra de Dios, un corazón hambriento por todo lo que Dios dice y una mente enfocada en el pasaje en mano.
Aplicación. La última parte del estudio bíblico, y a menudo la más descuidada, es la aplicación. “Como masticar sin tragar,” escribe Donald Whitney, “así también la meditación es incompleta sin algún tipo de aplicación. Si no aplicamos esos versículos a la vida no tendrán más valor duradero para nosotros que lo que tendrían para un loro.”9
No puedes crecer como creyente a menos que aprendas a aplicar la Palabra de Dios a tu vida. Aplicación, no meramente información, debe ser siempre el objetivo definitivo al estudiar las Escrituras.
Una de las maneras más efectivas de aplicar las Escrituras es interactuar con ellas usando un formato de preguntas y respuestas. Concluyamos dialogando con dos versículos que consolidan todo este estudio:
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda
buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)
¿Muestra este pasaje algo acerca de Dios?
Claro que sí. Él personalmente ha “inspirado” la Biblia haciéndola existir. Me ha dado un recurso que es práctico. Y le interesa profundamente el efecto de su Palabra en mí.
¿Me muestra este pasaje algo especial sobre mí mismo?
Ser justo y recto no es algo que sucede al azar—tengo que capacitarme para serlo. Esa capacitación incluye la amonestación y corrección. ¿Estoy dispuesto a pagar precio por la justicia y rectitud? ¿Me he sometido a la enseñanza de la Biblia y convencido que es inspirada por Dios? De ser así, puedo aspirar a estar “equipado para toda buena obra”— ¡qué potencial! Mi vida no carece proposito. ¡Dios tiene trabajo para mi!
— R. C. Sproul
¿Me dice este pasaje que deje de hacer o que empiece a hacer algo?
Me muestra cuatro usos específicos de la Biblia: enseñar, reprender, corregir e instruir en justicia. ¿Sé lo que significan estas cosas? ¿Las estoy haciendo? Este pasaje me dice que me capacite perfectamente para toda buena obra. ¿Cuál es mi estado actual? ¿En qué aspectos estoy poco capacitado? ¿Qué partes de la Biblia debería estar estudiando a fin de estar mejor capacitado?
Hay muchas otras preguntas que te podrías hacer después
de estudiar estos dos versículos. Lleva tiempo y concentración,
pero este diálogo activo con las Escrituras transformará tu estudio
de una faena tediosa a una aventura diaria. Su aplicación es
esencial, porque sólo entonces ocurre un verdadero crecimiento
espiritual. Sólo entonces va sucediendo un cambio medible.
Sólo entonces tiene la Palabra de Dios el impacto sobre tu vida
que Él intenta que tenga. �
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1. ¿Qué impresiones de la Biblia tenías antes de ser creyente?
2. Si la Biblia es “la manera principal [de Dios] de comunicarse
con su pueblo” (página 16) cuáles son otros medios?
3. ¿Puedes traer a mente una ocasión cuando la Palabra de Dios
te guió en una situación o decisión específica?
4. ¿Te ha sucedido alguna vez que un versículo de la Biblia en
particular te impactó pareciendo “saltar de la página”? Describe
al grupo tu experiencia.
5. ¿Qué parte de la Biblia estás leyendo estos días? ¿Cuándo la
lees? ¿Tienes un lugar favorito para leerla?
6. ¿Tienes ideas que puedas compartir con el grupo que hayan
hecho que tu propio estudio bíblico sea más consistente y
provechoso?
7. Como grupo, escojan cualquier pasaje bíblico y dediquen
cinco minutos a formular preguntas sobre el mismo. (Refiéranse
a la página 24)
8. ¿Estás dispuesto a vivir bajo la autoridad de las Escrituras?
Spiritual Disciplines for the Christian Life by Donald
Whitney (Colorado Springs, CO: NavPress, 1991)
How to Read the Bible for All It’s Worth by Gordon Fee
and Douglas Stuart (Grand Rapids, MI: Zondervan
Publishing House, 1982)
Knowing Scripture by R.C. Sproul (Downers Grove, IL:
InterVarsity Press, 1977)
Como Estudiar e Interpretar la Biblia por R. C. Sproul
(Disponible por Editorial Unilit)
Lectura Eficaz de la Biblia, La por Gordon Fee and
Douglas Stuart (Disponible por Editorial Vida)
26
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