Un texto infalible no es lo mismo que una interpretación infalible

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English: Inerrant Text ≠ Inerrant Interpretation

© The Gospel Coalition

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Por Derek Rishmawy sobre Interpretación Bíblica

Traducción por The Gospel Coalition


Hace poco me encontré con unos escritores que cuestionaban el valor de afirmar la inerrancia o infalibilidad de la Biblia, los cuales tratan de definir el vínculo entre el texto y la interpretación. Uno de ellos cuestionaba en voz alta la coherencia de reclamar un texto infalible cuando eres un pecador finito, cuyas facultades son limitadas, probablemente influenciado por el pecado y la voluntad propia, y cuyas interpretaciones por lo tanto resultarían defectuosas. El otro, un poco más audaz, afirmó la doctrina innecesaria, diciendo que solo sirve a la arrogancia humana, dando importancia adicional a las propias declaraciones falibles del reclamante. Aunque ambas objeciones son bastante comprensibles, y la primera bastante razonable, estas comparten una falla en común: no distinguir entre afirmaciones teológicas que se están realizando sobre la misma Biblia, y las de nuestra interpretación de la Biblia. En otras palabras, es la diferencia entre la inspiración y la iluminación, y la relación de ambas con el texto.

Infalibilidad e Inspiración vs. Iluminación

Para que quede claro desde el principio, la inspiración es una doctrina acerca del origen y la naturaleza del texto de la Escritura. La doctrina clásica sobre la inerrancia o infalibilidad de la Biblia (y sí, estoy usando los términos como sinónimos), es también acerca de la naturaleza del texto que Dios ha inspirado a través de los autores humanos en el pasado. Es aproximadamente la idea de que todo lo que la Biblia habla, lo dice con "veracidad absoluta", sin falsedad adjunta. Por otra parte, la doctrina de la iluminación nos habla de la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones y mentes para vencer nuestra resistencia pecaminosa a la verdad de lo que él ha inspirado. Sí, esta relacionado con el texto, pero se refiere a su recepción, no su producción o naturaleza. Mientras nuestra comprensión de ambas doctrinas afectará nuestra aproximación al texto, la iluminación se ocupa más directamente con el tema de la interpretación y la comprensión. Afirmar, pues, que Dios ha inspirado un texto inerrante no es reclamar que mi interpretación de este es infalible, también. Eso implicaría una afirmación sobre iluminación que ningún teólogo reformado ortodoxo haría. Entonces, ¿Cuál, podríamos preguntarnos, es el beneficio de reclamar esta absoluta veracidad del texto, incluso cuando admitió la posible y, de hecho, probable imperfección de toda interpretación humana? Puedo pensar en por lo menos dos.

Un Dios Confiable

La primera tiene que ver con el carácter de Dios. Como Kevin Vanhoozer ha mostrado en su libro, First Theology (Primera Teología), las afirmaciones que hacemos sobre el texto de la Escritura están ligadas a los reclamos que hacemos sobre el Dios que fue autor de ella. Las dos doctrinas están mutuamente informando y, aunque distinguibles, están finalmente entrelazadas en nuestra doctrina de la revelación. Un texto falible implica ya sea un Dios falible, uno con una preocupación cuestionable por la verdad, o un Dios lejano y no involucrado con la verdad. Ninguna de estas opciones me lleva a una profunda seguridad del evangelio, en la que mi salvación depende. Como señala Andrew Wilson: "Me parece extraño decirle a la gente que toda la Biblia representa la palabra de Dios, y la palabra de Dios es completamente veraz, pero que algunas partes de la Biblia no son completamente veraces". No tan inspirador que digamos. Por otra parte, un texto infalible está ligado a la idea de un Dios totalmente confiable y perfectamente honesto, que se preocupa acerca de la comunicación efectiva de la verdad a su pueblo. Como era de esperar, esa es la imagen de Dios que encontramos en las Escrituras. Por supuesto, una buena doctrina reformada permitiría una descripción más sutil de cómo Dios quiso darse a conocer a nosotros a través de autores, conceptos y lenguajes plenamente humanos. De todos modos, estas preguntas tienen sentido dentro de una doctrina de la Escritura que asume un Autor fundamentalmente digno de confianza.

Motivación para luchar con el texto

Entonces, un texto infalible nos da una razón profunda para luchar realmente con este. A menudo oímos que apelar a un texto infalible cierra la conversación e identifica una interpretación propia con la Palabra del Señor. El argumento sostiene que un texto básicamente digno de confianza, pero aún falible significa que tenemos que luchar y humildemente abrirnos a la conversación con los demás, la experiencia, y cosas similares. No puedo decir que he encontrado este un argumento levemente convincente. Sí, hay una grave tentación para los creyentes entrenados en ciertos círculos conservadores de cortar el diálogo y evadir la tensión, las preguntas y la profunda confianza necesaria para creer en medio de estas interrogantes. Eso puede ocurrir y tristemente ocurre. De todos modos, cuanto más alto sea tu concepto del texto, más debería guiarte a una lucha real con el texto, dado que tú piensas que es la verdad de Dios al final.

Cuando se trata de la cuestión de las contradicciones en la Biblia, GK Beale señala que, lejos de finalizar con la lucha intelectual con el texto, un alto concepto de la veracidad de las Escrituras dará lugar a un estudio más profundo, oración, conversación con otros intérpretes, y lucha para discernir cuál es la verdad. Del mismo modo, la conciencia de que estas son las mismas palabras de Dios debería conducir a un enfoque humilde, el cual no se jacta tanto de su propio conocimiento, sino que tiembla ante la idea de tergiversar la Palabra de Dios.

En cambio, cuando se tiene un texto falible, tan pronto como llegas a un pasaje difícil, uno que no puedes coincidir rápidamente con otro, o uno que encuentras repugnante, tienes la opción fácil de "sólo ser honesto", "tomarlo como lo que es", y "admitir" que está mal. Por lo general, este proceso no sucede de una vez pero cuanto más se pulsa el botón de borrar, más fácil es presionarlo de nuevo. Aquí nos topamos con la ironía de la objeción. Para afirmar un texto falible tienes que fijar arrogantemente tu propia razón incluyendo las presuposiciones culturales al entender el texto que estás pronunciando desviado y falso.

En este punto vemos cómo la infalibilidad afecta a nuestras interpretaciones. Pero esto no es una garantía con el fin de reforzar nuestras afirmaciones arrogantes de corrección. En cambio, alimenta un humilde esfuerzo para escuchar la voz de nuestro fiel Dios, el cual habló con la verdad en las Escrituras.

Para un excelente análisis del problema de hermenéutica en una era postmoderna, el significado de la infalibilidad, y la naturaleza de la doctrina, recomiendo el trabajo de Kevin Vanhoozer de la Sociedad Teológica Evangélica: "Lost In Interpretation: Truth, Scripture, and Hermeneutics" (Perdidos en la interpretación: Verdad, Escritura y Hermenéutica) como lectura adicional.


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