¿Por qué es la ley dulce como la miel?

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English: Why Is the Law Sweet Like Honey?

© The Gospel Coalition

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Por John Starke sobre Teología Bíblica

Traducción por The Gospel Coalition


Los cristianos modernos pueden ser edificados cuando el salmista habla sobre la ley de Dios en el Salmo 119 y dice que es sabia, capaz de mantener a un hombre puro, y es una fortaleza. Si quieres sabiduría, pureza, y estabilidad, ve a la ley de Dios. Todo está ahí.

Sin embargo, cuando el salmista dice que la ley es "dulce como la miel" (Salmos 119:103) nos confundimos. En otro lado el salmista dice que si la ley no hubiera sido su deleite, entonces habría perecido en su aflicción (Salmos 119:92). En el Salmo 19, el salmista de nuevo dice de la ley que es "más dulce que la miel" y "deseable más que el oro" (Salmo 19:10). Aun C.S. Lewis en sus Reflexiones sobre los Salmos nosdice: "Puedo entender que un hombre puede, y debe, respetar estos "estatutos", y tratar de obedecerlos y asentarlos en su corazón. Pero es muy difícil encontrar cómo pueden ser, por decirlo así, deliciosos; cómo son vigorizantes". ¿Cómo responde Lewis? Él dice: "Su deleite en la ley es un deleite en haber tocado firmeza, así como el deleite de un peatón en sentir el suelo duro bajo sus pies después que un atajo falso lo ha enredado en terrenos lodosos".

Lewis contempla lo que sucedía cuando un Judío comparaba su forma de adorar con el paganismo a sus alrededores:

Cuando pensaba en la prostitución sagrada, sodomía sagrada, y los bebes siendo arrojados al fuego por Moloch, su propia "ley" debía deslumbrar con un brillo extraordinario al voltear a verla. Más dulce que la ley; o...como agua montañosa, como aire fresco después de un calabozo, como cordura después de una pesadilla.

Como siempre, Lewis nos trae cierta luz. Ahora, no estoy seguro de que él llega al corazón del gozo del salmista. Suena más cómo si Lewis estuviera describiendo la sabiduría de la ley sobre el paganismo. Y la experiencia que describe arriba parece más como un descanso en vez del regocijo que describe el salmista. ¿Qué si no tuviéramos los rituales paganos con los cuales hacer el contraste? ¿Seguiríamos deleitándonos? Yo creo que sí.

Comunión con Dios

¿En dónde está el deleite?

En un sentido, Lewis está en lo correcto al señalar el lado experiencial del deleite del salmista. Como Jonathan Edwards comentó, puedes creer que la miel es dulce intelectualmente, pero no puedes sentir su dulzura hasta que la pruebas. Para el salmista, al practicar la ley comprobaba que era un deleite, puesto que una y otra vez en la Biblia vemos que la obediencia no es un ejercicio frío sino una forma de comunión con Dios.

David, en el Salmo 32, describió la miseria de sus huesos siendo consumidos por no arrepentirse de sus pecados (Salmos 32:3). Su energía se secaba al experimentar el desagrado de Dios. Por el contrario, en Proverbios 3:7-8 leemos: "No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal. Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos". Pudieran darse más ejemplos, pero Jesús nos da claridad en el Sermón del Monte diciendo: "Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios". La santidad trae gozo porque crea una visión más clara de la grandeza de Dios. La obediencia limpia nuestro paladar, por así decirlo, del engaño del pecado. No podemos probar y ver la bondad del Señor si nos estamos satisfaciendo con nuestros deseos pecaminosos. El pecado es engañoso (Hebreos 3:13), nublando nuestra visión de Cristo. Magnifica nuestros ídolos y nuestro propio ser en lugar de magnificar a Cristo, quien a través de el Espíritu Santo nos transforma a su imagen de gloria en gloria (2 Corintios 3:18; 1 Juan 3:2-3).

Prueba Decisiva

La prueba decisiva de este deleite viene cuando la obediencia se encuentra con el sufrimiento. El más claro ejemplo es Jesús orando en el Jardín de Getsemaní, en agonía ante el terror de la copa venidera, aun sudando sangre (Lucas 22:44). William Lane describió vívidamente la agonía de Cristo: Su "terrible tristeza y ansiedad es el horror de Aquel que vive totalmente para el Padre, y que cuando vino a estar con el Padre en el interludio antes de la traición, encontró el infierno y no el cielo abierto delante de Él, y se tambaleó y rasgó su pecho".

Aun cuando Jesús oraba al Padre que pasara de Él la copa, su cuestionamiento no estaba cubierto por el deseo que las cosas fueran diferentes, sino por su deseo de que se haga la voluntad de Dios: "Si es Tú voluntad...pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Él podía aceptar la voluntad de Dios de cara a la agonía y la desesperación porque era la voluntad del Padre. Jesús dijo que obedecer la voluntad del Padre era su comida (Juan 4:34), su carne y su bebida. La obediencia satisface los más profundos dolores de hambre. En el jardín, nada aterrorizaba más a Jesús que la copa venidera, pero nada lo satisfacía más que hacer la voluntad del Padre.

Cuando Dios le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo amado en Génesis 23, Abraham le dijo a Isaac mientras subían la montaña: "Dios proveerá un sacrificio"; posiblemente diciéndose a si mismo, ¡Debe existir otra manera! Y La hubo. Dios proveyó una manera. Cuando Jesús oró: "¿Puede haber otra manera?" no la hubo.

Para los Cristianos que a través de la historia han sido llevados a tribulaciones y sufrimientos por su obediencia, esta verdad se abre como un botiquín, puesto que la obediencia de Jesús no es solamente un ejemplo. Si Jesús fuera solo un ejemplo de obediencia, entonces se convertiría en una ley más que nos oprimiría. Pero para el quebrantado, el atribulado y el que sufre, la obediencia de Jesús nos recuerda que cuando estamos sufriendo, o cuando nuestras oraciones no son contestadas, o cuando somos tentado a sentirnos abandonados por Dios, sabemos que si Él no nos abandonó en el jardín bajo esas circunstancias, Él no nos va a abandonar el día de hoy.

Jesús obedeció la voluntad de su Padre y experimentó la amargura para que cuando usted obedezca la voluntad de Dios pueda experimentar dulzura.

Cuando usted ve ese tipo de amor, se da cuenta que es lo que andaba esperando toda su vida. Ni la familia, ni los amigos, ni su cónyuge, ni el reconocimiento profesional le pueden llegar a satisfacer de esta manera. Todos los otros amores le van a decepcionar; éste no. Obedecer no es solamente escoger hacer el bien sobre el mal; es escoger estar satisfecho en Dios sobre cualquier otra cosa. Si la obediencia es solo una decisión ética, lo está haciendo mal.

Cuando usted ve este amor, puede confiar en el Padre, obedecerlo y seguirlo, aun cuando lo dirija a través de sufrimiento. Obedecerlo significa estar cerca de Él, verlo; y eso es más dulce que la miel.


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