¿Qué clase de personas debemos ser?

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English: What Sort of Persons Ought You To Be?

© Desiring God

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Por John Piper sobre Los Tiempos del Fin
Una parte de la serie Precious & Magnificient Promises: Nine Sermons on 2 Peter

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


2 Pedro 3:10-14

Para poder entender 2 Pedro 3:10-14, tenemos que recordar que Pedro tiene en consideración una enseñanza falsa, la cual, según el versículo 4, dice: "¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación". En otras palabras, los falsos maestros (cf. 2:1) rechazaban el segundo advenimiento de Cristo, porque (entre otras razones) la enseñanza tradicional de que su venida incluiría un cataclismo en la naturaleza en todo el mundo, simplemente no es creíble, en vista de lo invariable y constante que la naturaleza ha sido durante miles de años. El hecho de que Pedro encare esta clase de falsa enseñanza, explica en gran manera su descripción muy unilateral del fin de los tiempos, en los versículos 10-14.

Contenido

Justo lo que los Falsos Maestros Necesitan Oír

Lo que quiero decir con una descripción unilateral del final es esto: Toda la discusión acerca del final empezó en el versículo 4, con los burlones que negaban el segundo advenimiento de Cristo. Pero, después de eso, Pedro ni siquiera lo vuelve a mencionar. Solo trata un aspecto de ese advenimiento - su efecto sobre el mundo. Su descripción del final es muy simple: el fuego destruirá el cielo, la tierra y todo lo que está en ella (v.10) y habrá nuevos cielos y nueva tierra en su lugar (v.13). Él no muestra de qué manera esta descripción se relaciona al segundo advenimiento de Cristo, el rapto, la tribulación, el milenio, el juicio según las obras o la forma en la que los cristianos encontrarán su camino hacia los nuevos cielos y la nueva tierra.

Mi punto es que la razón por la cual Pedro se decide por esta descripción del final, simplificada y poderosa, es que tenía en consideración una falsa enseñanza que necesitaba escuchar este énfasis, y estaba tratando de salvar a los nuevos convertidos de ser atraídos hacia esta herejía. Hemos visto a qué estaban consagrados estos falsos maestros: estaban consagrados al mundo (1:4; 2:5. 20; 3:6). Se aprovechaban de la doctrina de la gracia de Dios (Judas 1:4) y de la doctrina de la libertad espiritual (2:19) para justificar su indulgencia sexual ilícita (2:2, 14), su amor por el dinero (2:14-16) y su amor por el elogio humano (2:10,18). Y ellos respaldaban todo esto con la negación del regreso de Cristo, de cualquier manera que pudiera interrumpir su devoción al mundo. Por lo tanto, tiene sentido que Pedro debiera dar una respuesta simple y unilateral: ¡El mundo que aman se va a quemar! No se rindan a los placeres del mundo; no se dediquen a acumular dinero; no se pasen la vida construyendo monumentos para que el mundo los elogie. Todo se va a quemar.

Pedro habría desafilado la espada de su advertencia si hubiera dado una descripción larga y detallada de cómo se ensamblaban todos los eventos del final de los tiempos. Y hay una lección para nosotros aquí. Tratar de ensamblar las muchas descripciones bíblicas del final de los tiempos en un sistema coherente es una iniciativa teológicamente legítima, siempre y cuando honremos el verdadero significado de cada descripción. Pero, no debemos olvidar que, cuando se trata de aplicar el futuro al presente para despertar la esperanza, estimular la sobriedad o motivar la piedad, los escritores bíblicos generalmente se centraron en una o dos partes de la descripción para hacer tomar conciencia de su valor. Esto es lo que hace Pedro, y supongo que eso es lo que debemos hacer en nuestro habitual testimonio y exhortación.

El Día que Vendrá el Señor

Volvamos a nuestro texto y prestemos una atención detallada a las advertencias de Pedro. Versículo 10: "Pero, el día del Señor vendrá como ladrón". Fue Jesús quien juntó estas dos cosas: el día del Señor y la imagen del ladrón. Él dijo en Mateo 24:42-43 (LBLA): "Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene. Pero comprended esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa". El apóstol Pablo tomó las enseñanzas de Jesús y las difundió a la iglesia de Tesalónica (1 Tesalonicenses 5:2-4) de esta manera: "el día del Señor vendrá así como un ladrón en la noche; que cuando estén diciendo: Paz y seguridad, entonces la destrucción vendrá sobre ellos repentinamente, como dolores de parto a una mujer que está encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que el día os sorprenda como ladrón". Por lo tanto, el día del Señor que vendrá como ladrón implica tres cosas: 1) el día del Señor incluye el advenimiento de Nuestro Señor Jesús; 2) será repentino, inesperado y destructivo para los no creyentes - como la llegada de un ladrón; pero, 3) traerá liberación y salvación para aquellos que estén alertas, haciendo el trabajo que les asignó el Maestro.

Pero, Pedro va más lejos y enfatiza la destrucción del presente orden mundial por medio del fuego: "El día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas". En el versículo 12, usa un término diferente: "el día de Dios", que significa lo mismo que "el día del Señor"; y repite que "los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán". Detengámonos un momentos en esta frase "el día del Señor".

En el Antiguo Testamento, el día del Señor era el tiempo futuro cuando Dios reivindicaría su santo nombre, juzgaría a los no creyentes y reuniría a su pueblo en un nuevo reino de justicia y paz. Podemos ver de dónde sacó Pedro su descripción si analizamos algunas de las profecías del Antiguo Testamento. Por supuesto, al principio de la lista debe estar la que Pedro citó en Hechos 2:20 el día de Pentecostés (Joel 2:30-31): el Señor dice "Y haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y terrible". Luego, Sofonías 1:14-18:

"Cercano está el gran día del Señor,
cercano y muy próximo.
El gran día del Señor es amargo;
allí gritará el guerrero.
Día de ira aquel día,
día de congoja y angustia,
día de destrucción y desolación,
día de tinieblas y lobreguez,
día nublado y de densa oscuridad,
día de trompeta y grito de guerra
contra las ciudades fortificadas
y contra los torreones de las esquinas.
Traeré angustia sobre los hombres,
y andarán como ciegos
porque han pecado contra el Señor;
su sangre será derramada como polvo
y su carne como estiércol.
Ni su plata ni su oro
podrán librarlos
en el día de la ira del Señor,
cuando por el fuego de su celo
toda la tierra sea consumida;
porque Él hará una destrucción
total y terrible
de todos lo habitantes de la tierra"

Y Malaquías, quien también se refiere al día del Señor (4:5), lo describe así en 3:2; 4:1-2:

"¿Pero, quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando Él aparezca? Porque Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos... Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, en el que todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego - dice el Señor de los ejércitos - que no les dejará ni raíz ni rama. Mas para vosotros, que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud de sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo".

Vean también Isaías 2:11-17; 13:9-13; Amos 5:18-20; Joel 13:14-16; Salmo 102:25ff.; 2 Tesalonicenses 1:8; Hebreos 12:29.

Por lo tanto, no esta diciendo algo nuevo e inesperado. Durante casi ochenta siglos, ha existido la expectativa de que la ira de Dios desencadenaría una fogosa destrucción de los impíos y del mundo que idolatran.

Nuevos Cielos y Nueva Tierra

Podría resultarnos extraño que Dios fuera a destruir el mundo que Él creó y que alguna vez llamó "bueno en gran manera" (Génesis 1:31). Pero, recuerden Romanos 8:20,21, el cual dice que no solo la humanidad, sino el mundo natural fue sujeto a la vanidad cuando el pecado entró en el mundo. Pablo dice: "Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios". Pablo no nos dice cómo ocurrirá esta gran transformación de la creación. Pero, me inclino a decir que la descripción de Pedro de una destrucción fogosa, en los versículos 10 y 12, no se refiere a una aniquilación de la creación, sino más bien una purificación catastrófica y a una transformación sobrenatural de la creación, mientras Dios revierte la maldición y convierte en nuevas todas las cosas. En los versículos 6 y 7, esto se sugiere a través de la comparación entre la destrucción por medio del agua en los días de Noé y la destrucción mediante el fuego en el final. El agua no aniquiló, sino que purificó. Por lo tanto, el fuego no aniquila, sino que purifica y transforma la creación.

En el versículo 13, Pedro se aferró a la promesa de "nuevos cielos y nueva tierra en los cuales mora la justicia". La promesa proviene de Isaías 65:17-18 donde Dios dice: "Pues he aquí, Yo creo nuevos cielos y una tierra nueva y no serán recordadas las cosas primeras, ni vendrán a la memoria. Pero, gozaos y regocijaos para siempre en lo que yo voy a crear". Cuando Pedro enfatiza que este mundo nuevo será un mundo en el que more la justicia, quiere decir que la causa para destruir al mundo viejo fue la injusticia del hombre, y que aquellos que se desvían de la justicia de la fe no serán incluidos en el mundo nuevo.

Qué Permanecerá y Qué No

En estos versículos, Pedro no enfatiza que los incrédulos van a ser juzgados. En el capítulo 2, lo hizo repetidamente; acá está implícito. El énfasis aquí no recae en la destrucción de la gente sino, como dice el versículo 10, "en la destrucción de la tierra y de las obras que hay en ella". Y de acuerdo al versículo 11, es la destrucción de la tierra y sus obras lo que nos debe motivar a la santidad y a la piedad. El versículo 11 dice: "Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera ¿qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad?" ¿Cuál es la motivación?

La mayoría de las personas tratan de encontrar un significado en la vida construyendo algo que no esté solamente hoy aquí y desaparezca mañana. Nos esforzamos por vencer nuestro sentimiento de ser finitos produciendo algo. Algunos desarrollan una buena cartera de valores y obtienen un gran sentido de poder y de éxito al mirar sus casas y analizar detalladamente sus finanzas. Otros ganan reputación profesional mediante su habilidad y trabajo intenso y obtienen un gran sentido de poder y de éxito de sus grandes responsabilidades y del número de personas que recurren a ellos por liderazgo. Algunas personas desarrollan expresiones artísticas y se exaltan en lo que crearon. Otros, simplemente, tienen hobbies y colecciones (de monedas, escarabajos o botones) y ganan un sentido de superioridad por el tamaño de sus colecciones, la exquisitez de sus jardines, el brillo de sus automóviles o las maravillas de su nueva computadora Apple. En 2 Pedro, los falsos maestros se llenaban los bolsillos con dinero (2:14-16); se elevaban sobre la autoridad (2:10), adquirían reputación como astutos intérpretes de las severas cartas de Pablo (3:16; 2:18) y se entregaban al libertinaje sexual. La respuesta que nos da Pedro a nosotros y a ellos es: va a ser quemado.

La consecuencia del versículo 11 es: lo único que va a sobrevivir a los fuegos del juicio en esta tierra son las expresiones de santidad y piedad. Crecí viendo, casi todos los días, esa vieja placa negra escrita en blanco y con una cadena plateada. Estaba colgada en nuestra escalera en Greenville. Ahora está colgada en nuestra cocina para que la vean nuestros hijos. Dice: "Solo hay una vida, que pronto pasará. Solo lo que se hace para Cristo permanecerá". Esa es la esencia del versículo 11: todo se va a quemar, excepto los frutos de la santidad. Una vida vivida para el mundo irá vacía al juicio; una vida vivida para Cristo estará cargada de riquezas eternas.

Cuando se abren las puertas principales del Metro Domo, uno sale propulsado con la ráfaga de viento por la presión de aire interna. Imagínense a una persona en la primera muestra de pájaros tropicales del Metro Domo que se pasa todo el día juntando plumas y luego, con la mejor y más grande colección de plumas de pájaros en sus brazos (de lo cual está muy orgulloso), se acerca a la puerta, esta se abre y las plumas se vuelan por toda la calle 5ta. y la avenida Chicago. ¿Ridículo? Sí. Pero, es una imagen efectiva de la persona que trata de construir un significado para su vida con dinero, con una reputación profesional, con arte o con hobbies. Todo va a desaparecer y él va a estar delante de Cristo completamente avergonzado. La lección es esta: pongan sus vidas bajo el foco de la eternidad; evalúen esto desde el punto de observación de Dios y dedíquense a lo que va a permanecer (cf. Mateo 6:19-21; Corintios 7:31; 1 Juan 2:17).

El versículo 12 dice que, cuando uno espera el día de la venida de Dios de esta manera, lo va a apresurar. El versículo 9 dice que Dios está retardando este día para que podamos arrepentirnos. Sigue diciendo que arrepentirse y vivir una vida de santidad ayuda a eliminar la causa de la tardanza. No apresuramos el día en un sentido absoluto, puesto que Hechos 1:7 nos enseña que el Padre ha fijado los tiempos y las épocas con su propia autoridad; y en Marcos 13:22, Jesús dijo que el Padre sabe la hora del regreso de su Hijo. Pero, desde nuestro punto de observación, podemos apresurar el día al cumplir las condiciones previas del regreso de Cristo, es decir, la prédica del Evangelio a todas las naciones (Marcos 13:10) y el arrepentimiento de la totalidad de los gentiles quienes deben entrar antes del final (Romanos 11:25). Evidentemente, Pedro cree que vivir en santidad y piedad, realmente va a cumplir estas condiciones y apresurar el Día de Dios.

Sin Mancha o Impureza

Finalmente, quiero que observemos en los versículos 13 y 14 la motivación para vivir justamente. Esta vez no es "Piensen en lo que podrían perder en el tiempo que se avecina", sino "Miren lo que ganan". El versículo 13 dice que: "según la promesa de Dios, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia". Luego, el versículo 14 delinea la inferencia de esta esperanza para la vida diaria: "Por tanto, amados, puesto que aguardáis estas cosas, procurad con diligencia se hallados por Él en paz, sin mancha o impureza". ¿Cómo podemos, nosotros pecadores, esperar que se nos halle sin mancha o impureza (a diferencia de los falsos maestros que son manchas e impurezas, 2:13; cf.1 Pedro 1:19)? Hay una semejanza sorprendente con este versículo en Juan 1:7: "Si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros (esto es semejante a vivir en paz), y la sangre de Jesús su hijo nos limpia de todo pecado (esto es semejante a vivir sin mancha o impureza)". Pero, noten que ambas, la paz y la pureza, o el compañerismo y la purificación, dependen de nuestro caminar en la luz puesto que Dios está en la luz. Cuando Pedro dice: "Procurad con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha o impureza", quiere decir lo mismo que dice Juan: "Anden en la luz"; y lo mismo que Judas dice en el versículo 21: "Conservaos en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna".

¿Dónde vamos a encontrar el poder de caminar en la luz para permanecer en el amor de Dios y alcanzar fervorosamente la pureza y la paz cuando los placeres impíos nos tienten? Respuesta:

"Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina".

Mientras tengamos esperanza en un nuevo cielo y en una nueva tierra en los cuales more la justicia y en los que la gloria y la excelencia de Dios cubra la tierra como el agua al mar - mientras disfrutemos esa promesa y tengamos esperanza en ella, un poder divino nos enciende con un fervor por la pureza y la paz.

Estas dos motivaciones nos da Dios para nuestra santificación: 1) que la tierra y todos los logros vanos del hombre se van a quemar y solo los frutos de la santidad permanecerán; 2) que la promesa de nuevos cielos y una nueva tierra brilla tan fuerte con la justicia y la gloria de Dios, que ¡cómo no vamos a caminar en la luz!


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