Él Es la Fuente de Eterna Salvación para Todos los que le Obedecen

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English: He Is the Source of Eternal Salvation for All Who Obey Him

© Desiring God

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Por John Piper sobre Jesucristo
Una parte de la serie Hebrews

Traducción por Denise Odone


Hebreos 5:4-10

Y nadie toma este honor [del sumo sacerdote] para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón. 5De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó El que le dijo: Hijo mío eres Tú, Yo te he engendrado hoy [glorificó a Cristo]; 6como también dice en otro pasaje: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. 7Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; 8y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; 9y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, 10siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Contenido

Dignidad, Eternidad y Pureza

Quiero que el mensaje de hoy se base en tres palabras que describen a Cristo en este pasaje: dignidad, eternidad y pureza. Sé que estas son palabras difíciles para los niños, y tal vez aún para los adultos. Sin embargo, ¿saben lo que dicen los niños sabios? Los niños sabios dicen: “El pastor John usa algunas palabras difíciles y yo no las entiendo todas; pero es mejor que no use solo palabras que ya entiendo, porque si no, no diría muchas cosas importantes de la Biblia y mi entendimiento no crecería. Por eso, permítanme decirles, para los niños y los adultos, qué quiero decir con dignidad, eternidad y pureza.

Pero antes reflexionemos en lo más importante. El punto central de este pasaje (versículos 4-10) se encuentra en el versículo 9b: “[Cristo] Vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen”. Cristo es la fuente de eterna salvación (salvación de la culpa, la condenación, del poder del pecado, de la ira de Dios y del miedo a la muerte y a una vida de obras sin sentido). Y este versículo dice que toda la salvación viene de Cristo. Él es la fuente, o la causa, de esa salvación. Y es eterno: “Vino a ser fuente de eterna salvación”. Es para siempre. Comienza en esta vida y es después de la muerte, en el juicio y es para siempre y siempre. De esto trata el libro de Hebreos. De esto trata la biblia; la salvación que es para siempre fundada en Jesucristo.

Ese es el punto importante de estos versículos. “Cristo vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen”. El resto de estos versículos explica cómo pudo serlo Cristo. Allí es donde aparecen las palabras dignidad, eternidad y pureza. Quiero intentar mostrar con estos versículos que Cristo vino a ser la fuente de eterna salvación por su:

Dignidad significa decoro que da honra. Un perro tiene más dignidad que una hormiga; quiere decir que es digno de mayor honor. Por eso es que nadie se enoja cuando envenenamos a las hormigas, pero se enojarían si envenenáramos a todos los perros del vecindario. Los niños tienen mayor dignidad que los perros, porque los humanos son dignos de mayor honor que los perros. La sociedad protectora de animales recoge perros de la calle y les dan refugio a algunos de ellos. Pero nadie dejaría que hagan eso con los niños. Y Dios tiene más dignidad que los niños, o los adultos, porque él nos creó y le pertenecemos a él y es infinitamente superior a nosotros en todo sentido. Entonces dignidad significa decoro que da honra. Cristo tiene infinita dignidad como el Hijo de Dios.

Eternidad significa para siempre. Algo que es eterno, no tiene principio ni fin. Si algo es para siempre por un tiempo y luego no lo es, no es eterno. Si algo no existió por un tiempo largo y luego es creado o comienza a ser, no es eterno. Eternidad significa para siempre, hacia atrás y hacia adelante. Sin principio ni fin. Cristo es eterno siendo sacerdote según el orden de Melquisedec (lo cual explicaré un poco más adelante).

Pureza significa sin manchas, sin suciedad. Significa que cuando Jesús sufrió y fue tentado, no cedió en la impureza de la ira, la amargura, la maldición, la autocompasión e incredulidad. Pidió ayuda en oración y Dios lo ayudó para que se mantenga puro.

Cristo Es nuestra Fuente de Eterna salvación debido a Estas Cualidades

Ahora el punto más importante es este: Cristo vino a ser por nosotros una fuente de eterna salvación por su dignidad, eternidad y pureza.

Alguien podría preguntar: “¿Qué hay de su muerte por nuestros pecados? Pensé que vino a ser la fuente de salvación cuando murió por nuestros pecados. ¿Por qué hablar de su dignidad y eternidad y pureza como la manera en la que se convirtió en la fuente de eterna salvación?”. Esa es una muy buena pregunta. Hay tres razones.

Una es porque eso es lo que hace este texto: habla de la dignidad de Cristo como Hijo de Dios, su eternidad como sacerdote como Melquisedec y su pureza en el sufrimiento.

La segunda razón es que estas tres cosas explican por qué Jesús era el Salvador adecuado para que muera por nuestros pecados. Y cuando sabes por qué es el Salvador adecuado, tu confianza en tu salvación y tu Salvador es mayor; y cuando tu confianza es mayor, tienes más coraje para vivir el tipo de amor que arriesga la vida y tolera sacrificios como al que este libro llama en los capítulos 10-13.

La tercera razón de la que habla Hebreos sobre la dignidad, eternidad y pureza de Jesús como la manera en que vino a ser nuestra fuente de eterna salvación es que conocerlo a él, realmente conocer quién es, cómo es y qué experimentó, hace posible una relación personal con él. Cuanto menos sabemos de una persona, la posibilidad de tener una relación personal íntima con esa persona es menor. Debemos conocer al verdadero Jesús en la palabra de Dios. Debemos verlo en su dignidad como el Hijo de Dios y en su eternidad como sacerdote según el orden de Melquisedec y en su pureza en medio del increíble sufrimiento. Así es como podrás tener una relación personal con Jesús.

Por estas tres razones, al menos, Hebreos nos dice que Cristo se ha convertido en la fuente de eterna salvación por su dignidad, su eternidad y su pureza. Observemos estas tres cualidades por separado. Y oremos para que tu confianza sea mayor en tu salvación y se profundice el amor en tu relación personal con Jesús.

La Dignidad de Cristo, Glorificado por Dios el Padre

El versículo 4 comienza: “Y nadie toma este honor [del sumo sacerdote] para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón [Vea Éxodo 28:1]”. En otras palabras, el oficio de sumo sacerdote es un oficio de inmensa dignidad y no se puede decidir tenerlo. Dios tiene que llamarte a ello, como llamó a Aarón en el Antiguo Testamento.

Luego el versículo 5 dice: “De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó El que le dijo: Hijo mío eres Tú, Yo te he engendrado hoy [glorifica a Cristo de este modo]”. En otras palabras, Cristo no se glorificó a sí mismo con la dignidad del oficio de sumo sacerdote; Dios el Padre lo hizo. Pero lo que llama la atención de este versículo es que el título “Hijo de Dios” reemplaza al título de “Sumo Sacerdote”. La primera mitad del versículo dice que Cristo no se glorificó a sí mismo como sumo sacerdote, y esperamos que la segunda mitad del versículo diga: “No, Dios lo hizo sumo sacerdote”. Pero, en cambio, cita el Salmo 2:7 acerca de Dios engendrando a Cristo como a su Hijo.

El punto es, creo yo, que Cristo tiene la facultad de ser nuestro sumo sacerdote y ser la fuente de eterna salvación porque él es el Hijo de Dios, y fue Dios mismo el que le dio a Cristo la facultad para ello. Cristo es engendrado por Dios desde la eternidad; y Dios lo declaró Hijo de Dios en poder resucitándolo de los muertos (compara Hebreos 1:5; Hechos 13:33).

Entonces Dios tiene la dignidad para ser nuestro sumo sacerdote y ser la fuente de eterna salvación. Nadie más, sino el Hijo de Dios podría tener esa dignidad. Ningún otro ser en el universo tiene la dignidad que se requiere para obtener la eterna salvación. Requirió de una dignidad infinita. Ningún sacerdote del linaje de Aarón ni ningún ángel en el cielo podría tener esa dignidad. Solo uno podía tenerla, el Hijo de Dios. De esta manera, vemos cuán importante es conocer la dignidad de Cristo.

El infierno te rugirá un día con este mensaje (sobre todo cuando estés cerca de la muerte): tu salvación no alcanza; la culpa sigue estando allí; la condenación está sobre tu cabeza; y la ira de Dios no desaparece. En ese momento necesitarás la verdad acerca de la fundación de tu eterna salvación. Y la verdad que fortalecerá tu confianza en aquella hora es la verdad de que no tienes un sumo sacerdote corriente, sino uno que tiene la dignidad infinita del Hijo de Dios, y él, en consecuencia, se ha convertido en la fuente de eterna salvación.

La Eternidad de Cristo, Sumo Sacerdote por Siempre

En segundo lugar, consideremos la eternidad de Cristo como sacerdote, según el orden de Melquisedec. Él se convirtió en la fuente de eterna salvación porque él es un sacerdote eterno. Versículo 7: como dice en otro pasaje [Salmos 110:4] “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

Ahora Hebreos 7 toma la idea de Melquisedec en profundidad. Dejaré la mayoría de los pensamientos acerca de Melquisedec para el mensaje que habla de ello. Pero permítanme dejarles un resumen aquí. Melquisedec se menciona dos veces en el Antiguo Testamento (Génesis 14:18 y Salmos 110:4), y eso es todo. En Génesis se encuentra con Abram que volvía de conquistar y Melquisedec lo bendice y Abram le dio el diezmo. El texto dice sencillamente, “Él era sacerdote del Dios Altísimo”. No hay información sobre sus padres o su origen étnico. Aparece y desaparece hasta mil años después en el tiempo de David, quien nombra a Dios como que el Mesías es “Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. Y eso es todo. No hay nada más sobre Melquisedec hasta que este escritor lo nombra en Hebreos.

El punto es este: Melquisedec representa en el antiguo Testamento a un sacerdocio diferente al de Aarón y al de la tribu de Leví. Melquisedec se convirtió en una especie de indicador simbólico de un sacerdocio sin comienzo ni final. Es por eso que el Salmo 110 y Hebreos 5:6 subrayan la palabra “para siempre” (“Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”).

Volvamos a Melquisedec en el capítulo 7, aunque el punto aquí es este: Cristo no solo tiene la dignidad de ser Hijo de Dios, sino que también tiene la eternidad de ser “sacerdote según el orden de Melquisedec”. Cristo sabía lo que simbolizaba Melquisedec. Cristo es realmente sumo sacerdote, como dice Hebreos 7:3 “no teniendo principio de días ni fin de vida”. Tiene eternidad.

Esa es la segunda razón por la que se ha convertido para nosotros en una fuente de “eterna salvación”. Su muerte fue no solo infinitamente preciada e infinitamente efectiva porque tiene dignidad infinita, sino que sigue ministrando el efecto de esa muerte en el cielo por causa nuestra por siempre y siempre y nunca morirá. Tiene eternidad según el orden de Melquisedec.

Esto también sirve para tu confianza en cuanto al miedo, la duda, la tentación y la acusación. ¿Quieres ser un santo como los robles en vez de un santo como las totoras? La Biblia dice: “Y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1). Este es el tipo de cosas en las que hay que meditar: Cristo vino a ser fuente de eterna salvación porque tiene la dignidad de ser el Hijo de Dios y porque tiene la eternidad del sacerdocio de Melquisedec.

Esta es otra manera de decirlo. Puedes preguntarle a tus amigos, ¿no sería gratificante si las siguientes dos cosas fueran ciertas: 1) Si tuvieras un tesoro de un valor infinito (quiero decir infinito sin que le falte nada de verdadero valor); y 2) si tuvieras la certeza de que puedes seguir disfrutando de sus recursos infinitos por siempre y siempre, sin fin ni disminución? En otras palabras, un valor infinito de duración infinita es lo que nos traería completa satisfacción. Lo mejor que te puede pasar y un disfrute continuo. Luego diles que es exactamente por eso que eres cristiano, porque Cristo vino a ser la fuente de eterna salvación porque es el infinitamente preciado Hijo de Dios y porque su cuidado y apoyo nunca dejan de ser.

La Pureza de Cristo, Él Aprendió Obediencia

Hay una última base para nuestra eterna salvación. Cristo vino a ser la fuente de eterna salvación, no solo por su dignidad y eternidad, sino también por su pureza. Y no solo la pureza que tenía su ministerio como el Hijo de Dios, sino la pureza que tuvo para seguir adelante en el más duro sufrimiento.

Si preguntas, ¿su dignidad divina y su eternidad como sacerdote le dieron pureza automática? La respuesta es No. No fue automático. El versículo 8 dice: “Aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció”. Esto no quiere decir que pasó de ser desobediente a ser obediente. Quiere decir que pasó de no ser probado a ser probado y examinado. Pasó de la obediencia sin sufrimiento a la obediencia con un sufrimiento inefable. Quiere decir que el oro de su pureza natural fue puesto en el crisol y fundido con dolor caliente y transparente, para que pudiera aprender de la experiencia qué es el sufrimiento y probar que su pureza perseveraría.

¿Y esto vino automáticamente? No. El versículo 7 dice que oró y suplicó con gran clamor y lágrimas. Esta no fue ninguna prueba falsa de la pureza de Cristo. Todo en el universo dependía de esa prueba.

¿Fue breve? Algunos toman el versículo 7 para referirse solamente a la batalla en Getsemaní cuando derramó gotas de sangre y rogó a Dios. Yo no lo creo así. Noten la palabra “días” en el versículo 7: “En los días de su carne”. No solo una noche o un día, sino durante todos los “días de su persona” él estuvo luchando y orando y suplicando y clamando y llorando. No fue breve. Fue una vida de lucha contra el pecado.

Y cuando el versículo 7b dice que él estaba orando y clamando “al que podía librarle de la muerte”, ¿Quiere decir eso que estaba orando para que lo libre de la muerte física? ¿Ese era su mayor objetivo con su oración en los días de su carne? No lo creo, porque en el versículo 7 dice “fue oído”. Creo que quiere decir que Dios le dio lo que pidió y en el versículo 8 describe el efecto de la oración contestada: aprendió obediencia. Jesús estaba orando por la obediencia, por la pureza perseverante.

En otras palabras, Jesús sabía que había una muerte peor que la muerte. Mucho peor. La muerte física es lo suficientemente dolorosa y él deseaba que haya otra manera de hacer la voluntad del Padre que morir en la cruz. Pero mucho más horrible que morir en la cruz era la impureza de la incredulidad y la desobediencia. Esa era la gran y temible amenaza. Por eso oró toda su vida en contra de eso, y fue oído por su Padre y, en vez de ceder al pecado, aprendió obediencia por lo que sufrió.

Vino a ser fuente de eterna salvación debido a su dignidad como el Hijo de Dios, su eternidad como sacerdote según el orden de Melquisedec y su pureza en el crisol del sufrimiento inefable.

¿Tienes Esta Eterna Salvación?

Lo que deja una pregunta: ¿Tienes esta eterna salvación? No todos la tienen. El versículo 9 nos dice quién la tiene: “Y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen”. Los que obedecen a Cristo tienen la eterna salvación que él obtuvo para nosotros. ¿Estás obedeciéndole a Cristo? ¿O estás viviendo en desobediencia a su voluntad?

Hay una cosa muy clara de Hebreos: el obedecer a la voluntad de Cristo está primero y es más importante que el mandato de confiar en él, retener firme la gloria de nuestra esperanza (3:6), tener cuidado de un corazón malo de incredulidad (3:12), y acercarnos a Dios por ayuda (4:16). En otras palabras, el primer y más importante acto de obediencia es creer en las promesas de Dios (3:18-19) y confiar en él. Toda la demás obediencia, acorde a Hebreos, es el fruto de esta primera y el acto primero de obediencia (10:34; 11:8, 24–26; 13:5–6, 13–14). Entonces los actos diarios de obediencia práctica son la evidencia de este primer acto de obediencia de guardar la fe.

Si no estás obedeciéndole a Jesús, entonces te animo a que te arrepientas y a que dejes de poner tu esperanza en las promesas del pecado y comiences a ponerla en las promesas de Dios. Él es la fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, esto es, para todos los que esperan en sus promesas y viven conforme a ello.



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