¿Cómo no leer una parábola?
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En la parábola de los arrendatarios, el dueño del viñedo finalmente envía a su hijo a recolectar los frutos que los arrendatarios se rehusaron a darles a sus sirvientes. Los arrendatarios habían golpeado y matado a los sirvientes, pero el dueño dijo: “Respetarán a mi hijo” (Marcos 12:6). | En la parábola de los arrendatarios, el dueño del viñedo finalmente envía a su hijo a recolectar los frutos que los arrendatarios se rehusaron a darles a sus sirvientes. Los arrendatarios habían golpeado y matado a los sirvientes, pero el dueño dijo: “Respetarán a mi hijo” (Marcos 12:6). |
Última versión de 18:20 21 may 2021
Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Carlos Diaz
En la parábola de los arrendatarios, el dueño del viñedo finalmente envía a su hijo a recolectar los frutos que los arrendatarios se rehusaron a darles a sus sirvientes. Los arrendatarios habían golpeado y matado a los sirvientes, pero el dueño dijo: “Respetarán a mi hijo” (Marcos 12:6).
Esto suena como si Dios, quien es representado por el dueño, pensara que a su Hijo no lo matarían, sino que sería bien recibido. Esto podría contradecir la verdad de que Dios envió al Hijo precisamente a morir (Juan 18:18; Isaías 53:10).
Así que alguien podría intentar afirmar que Marcos 12:6 apoya la visión de que Dios no sabía qué sucedería al Hijo de Dios en su venida.
La forma común de defender la presciencia de Dios y la predestinación de la muerte de Cristo por Dios (Hechos 4:27-28) es decir que las parábolas no son alegorías.
Es decir, no deberíamos insistir en que cada detalle de una parábola tenga una contraparte en la idea general que la parábola exprese. Eso es cierto, pero en este caso podemos ir más lejos.
La parábola finaliza así: “¿Ni aun esta Escritura habéis leído: 'La piedra que desecharon los constructores, esa, en piedra angular se ha convertido; esto fue hecho de parte del Señor, y es maravilloso a nuestros ojos'?” (Marcos 12:10-11).
En otras palabras, Jesús resalta que ya en el salmo 118, escrito cientos de años antes de la venida del Hijo, el plan ya había sido diseñado: El Mesías será rechazado y asesinado, y resucitará de entre los muertos. Y todo esto es “obra del Señor”.
La muerte del Hijo no fue una sorpresa. Fue un plan.
Así que la parábola misma nos dice que no interpretemos estas palabras del dueño: “Respetarán a mi hijo” como parte de la forma en que Dios está siendo representado. Eso es lo que un dueño humano podría decir. Es algo secundario en lo que la parábola expresa.
Lo que Dios dijo, de hecho, fue: “Los constructores rechazarán a mi Hijo y Yo lo haré Señor y Cristo”.
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