La Chequera del Banco de la Fe/8 de Agosto
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- | <br>8 de Agosto<br>“Jehová el Señor me ayudará.” Isaías 50: 7.<br>Estas son, en profecía, las palabras del Mesías en el día de Su obediencia hasta<br>la muerte, cuando dio Su cuerpo a los heridores, y Sus mejillas a los que le<br>mesaban la barba. Él confiaba en el sustento divino, y esperaba en Jehová.<br>¡Oh alma mía, tus aflicciones son como el polvito de la balanza, comparadas con<br>las aflicciones de tu Señor! ¿Acaso no puedes creer que el Señor Dios te<br>ayudará? Tu Señor estaba en una posición peculiar; pues como el representante<br>de los hombres pecadores – su sustituto y su sacrificio- era necesario que el<br>Padre lo dejara, y lo condujera a experimentar la deserción del alma. Una tal<br>necesidad no es impuesta sobre ti: tú no estás obligado a clamar: “¿Por qué me<br>has desamparado?” El Salvador aun en esa condición confió en Dios, y ¿no<br>podrías hacerlo tú? Él murió por ti, y de esta manera hizo imposible que seas<br>dejado solo; por tanto, ten buen ánimo.<br>En los trabajos y en las pruebas de este día, digan: “Jehová el Señor me<br>ayudará.” Salgan valerosamente. Pongan su rostro como un pedernal, y tomen la<br>determinación de que ningún desmayo ni timidez se apoderarán de ustedes. Si<br>Dios ayuda, ¿quién puede impedirlo? Si están seguros de la omnipotente ayuda,<br>¿qué podría ser demasiado pesado para ustedes? Comiencen el día con gozo, y<br>no permitan que ninguna sombra de duda se interponga entre ustedes y el eterno<br>brillo del sol.<br> | + | <br>'''''8 de Agosto<br>'''''<br>'''''“Jehová el Señor me ayudará.” Isaías 50: 7.<br>'''''<br>Estas son, en profecía, las palabras del Mesías en el día de Su obediencia hasta<br>la muerte, cuando dio Su cuerpo a los heridores, y Sus mejillas a los que le<br>mesaban la barba. Él confiaba en el sustento divino, y esperaba en Jehová.<br>¡Oh alma mía, tus aflicciones son como el polvito de la balanza, comparadas con<br>las aflicciones de tu Señor! ¿Acaso no puedes creer que el Señor Dios te<br>ayudará? Tu Señor estaba en una posición peculiar; pues como el representante<br>de los hombres pecadores – su sustituto y su sacrificio- era necesario que el<br>Padre lo dejara, y lo condujera a experimentar la deserción del alma. Una tal<br>necesidad no es impuesta sobre ti: tú no estás obligado a clamar: “¿Por qué me<br>has desamparado?” El Salvador aun en esa condición confió en Dios, y ¿no<br>podrías hacerlo tú? Él murió por ti, y de esta manera hizo imposible que seas<br>dejado solo; por tanto, ten buen ánimo.<br>En los trabajos y en las pruebas de este día, digan: “Jehová el Señor me<br>ayudará.” Salgan valerosamente. Pongan su rostro como un pedernal, y tomen la<br>determinación de que ningún desmayo ni timidez se apoderarán de ustedes. Si<br>Dios ayuda, ¿quién puede impedirlo? Si están seguros de la omnipotente ayuda,<br>¿qué podría ser demasiado pesado para ustedes? Comiencen el día con gozo, y<br>no permitan que ninguna sombra de duda se interponga entre ustedes y el eterno<br>brillo del sol.<br> |
Última versión de 03:00 7 ago 2010
Por Charles H. Spurgeon
sobre Vida Devocional
Capítulo 222 del Libro La Chequera del Banco de la Fe
Traducción por Allan Aviles
8 de Agosto
“Jehová el Señor me ayudará.” Isaías 50: 7.
Estas son, en profecía, las palabras del Mesías en el día de Su obediencia hasta
la muerte, cuando dio Su cuerpo a los heridores, y Sus mejillas a los que le
mesaban la barba. Él confiaba en el sustento divino, y esperaba en Jehová.
¡Oh alma mía, tus aflicciones son como el polvito de la balanza, comparadas con
las aflicciones de tu Señor! ¿Acaso no puedes creer que el Señor Dios te
ayudará? Tu Señor estaba en una posición peculiar; pues como el representante
de los hombres pecadores – su sustituto y su sacrificio- era necesario que el
Padre lo dejara, y lo condujera a experimentar la deserción del alma. Una tal
necesidad no es impuesta sobre ti: tú no estás obligado a clamar: “¿Por qué me
has desamparado?” El Salvador aun en esa condición confió en Dios, y ¿no
podrías hacerlo tú? Él murió por ti, y de esta manera hizo imposible que seas
dejado solo; por tanto, ten buen ánimo.
En los trabajos y en las pruebas de este día, digan: “Jehová el Señor me
ayudará.” Salgan valerosamente. Pongan su rostro como un pedernal, y tomen la
determinación de que ningún desmayo ni timidez se apoderarán de ustedes. Si
Dios ayuda, ¿quién puede impedirlo? Si están seguros de la omnipotente ayuda,
¿qué podría ser demasiado pesado para ustedes? Comiencen el día con gozo, y
no permitan que ninguna sombra de duda se interponga entre ustedes y el eterno
brillo del sol.
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