La Chequera del Banco de la Fe/6 de Febrero
De Libros y Sermones BÃblicos
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- | La ciudad está llena de zozobras, y quien tiene que ir allí cada día descubre que | + | La ciudad está llena de zozobras, y quien tiene que ir allí cada día descubre que es un lugar de gran desgaste. Está llena de ruido, y de actividad, y de alboroto y de duro trabajo: sus tentaciones, y pérdidas y aflicciones son muchas. Pero ir allí con la bendición divina le quita el filo a su dificultad; permanecer allí con esa bendición es encontrar placer en sus deberes, y la fortaleza que requieren sus exigencias. Una bendición en la ciudad tal vez no nos haga grandes, pero nos mantendrá buenos; tal vez no nos haga ricos, pero nos conservará honestos. Ya sea que seamos obreros, o empleados de oficina, o gerentes, o comerciantes, o magistrados, la ciudad nos brindará oportunidades para que seamos útiles. Allí donde hay cardumen, hay buena pesca, y es esperanzador trabajar para nuestro Señor en medio de las apretujadas muchedumbres. Podríamos preferir la quietud de la vida en el campo; pero si somos llamados a la ciudad, hemos de preferirla ciertamente porque allí hay espacio para nuestras energías. Hoy hemos de esperar cosas buenas debido a esta promesa, y nuestro cuidado ha de ser tener un oído abierto a la voz del Señor, y una mano dispuesta a ejecutar su orden. La obediencia trae la bendición. “En guardar sus mandamientos hay grande galardón.” |
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Revisión de 15:39 19 jul 2010
Por Charles H. Spurgeon
sobre Vida Devocional
Capítulo 38 del Libro La Chequera del Banco de la Fe
Traducción por Allan Aviles
6 de Febrero
“Si oyeres la voz de Jehová tu Dios, bendito serás tú en la ciudad.” Deuteronomio 28: 2, 3.
La ciudad está llena de zozobras, y quien tiene que ir allí cada día descubre que es un lugar de gran desgaste. Está llena de ruido, y de actividad, y de alboroto y de duro trabajo: sus tentaciones, y pérdidas y aflicciones son muchas. Pero ir allí con la bendición divina le quita el filo a su dificultad; permanecer allí con esa bendición es encontrar placer en sus deberes, y la fortaleza que requieren sus exigencias. Una bendición en la ciudad tal vez no nos haga grandes, pero nos mantendrá buenos; tal vez no nos haga ricos, pero nos conservará honestos. Ya sea que seamos obreros, o empleados de oficina, o gerentes, o comerciantes, o magistrados, la ciudad nos brindará oportunidades para que seamos útiles. Allí donde hay cardumen, hay buena pesca, y es esperanzador trabajar para nuestro Señor en medio de las apretujadas muchedumbres. Podríamos preferir la quietud de la vida en el campo; pero si somos llamados a la ciudad, hemos de preferirla ciertamente porque allí hay espacio para nuestras energías. Hoy hemos de esperar cosas buenas debido a esta promesa, y nuestro cuidado ha de ser tener un oído abierto a la voz del Señor, y una mano dispuesta a ejecutar su orden. La obediencia trae la bendición. “En guardar sus mandamientos hay grande galardón.”
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