¿Por Qué los Grupos Pequeños?/Apendice: ¿Qué Significa Para Mí?
De Libros y Sermones BÃblicos
El estudio bíblico semanal comenzó muy cómodo y fácil de predecir. Después de partir el pastel, como de costumbre, los miembros reparten el café y se acomodan en sus nichos alrededor de la sala. Charlie, el líder, dio la señal que estaba comenzando, tal como lo ha venido haciendo con regularidad y sin misericordia todas las semanas, y comenzó con la pregunta, ¿Bueno, que significan estos versículos para ustedes?
La discusión siguió con un patrón familiar. Cada uno respondió lo que los versículos significaban para ellos y el grupo obtuvo el consenso general semanal – por lo menos en los versículos más fáciles. No obstante, todos sabían lo que venía: otro confrontamiento entre Donnell y María. Donnell había sido cristiano por muchos años y se había nombrado asimismo teólogo residente. Por alguna razón parecía que él siempre terminaba en una confrontación fuerte con María quien era una cristiana relativamente nueva, pero una entusiasta estudiante de la Biblia.
Y la escena se repetía cada vez que se llegaba a los versículos difíciles. El pasaje promovía interpretaciones conflictivas. Donnell argumentaba vehemente por las interpretaciones de su pastor anterior, que para el resto del grupo usualmente parecían un poco forzadas. Pero era María, siendo nueva y más directa, quien lo desafiaba. Como no conocía la Biblia muy bien todavía, ella refería el versículo difícil a su experiencia cristiana de una forma que contradecía la interpretación de Donnell. Donnell entonces intensificaba sus esfuerzos.
Este estancamiento generalmente terminaba con Charlie, el líder, o Betty, la pacifista residente trayendo una resolución a la discusión. Uno de ellos calmadamente concluía diciendo, “Bueno, este es otro ejemplo de cómo la lectura de la Biblia es una cuestión de interpretación personal y cómo los versículos pueden significar una cosa a una persona y otra cosa a otra”. Los miembros del grupo partían con un vago sentimiento hueco en sus corazones.
El Barna Research Group recientemente llevó a cabo una encuesta sobre lo que los americanos creen y se confirma lo que esta pequeña ilustración demuestra: estamos en peligro de convertirnos en una nación de relativistas. La encuesta de Barna preguntó, ¿Existe la verdad absoluta? Sorprendentemente 66% de los adultos americanos respondieron que “no existe la verdad absoluta; que diferentes personas pueden definir la verdad en formas conflictivas y aún ser correctas”. Esta figura aumenta al 72% cuando se refiere a edades de entre los 18 y los 25 años.
Antes que tiremos las primeras piedras, nosotros los evangélicos debemos preguntarnos si estamos sin pecado en esta área, especialmente cuando tomamos en cuenta nuestro medio para interpretar la Biblia. Yo creo que sin darnos cuenta estamos contribuyendo a la proliferación del malestar del pensar relativista. Es más, nuestros grandes respaldos educacionales – escuela dominical, estudio bíblico de adultos, y sermones – pueden estar ayudando a proliferar esta enfermedad.
Un Sinnúmero de Señales Confusas
¿”Qué significa este versículo para ti”? Es impresionante cuántas veces usamos este cliché como señal para dar apertura a los estudios interpretativos de la Biblia y las clases en la escuela dominical. Pero la pregunta puede enviar un sinnúmero de señales confusas. Primero, confunde el significado original del pasaje con la relevancia personal del pasaje. Este punto ha sido irrebatiblemente hecho a través del crítico literario E.D. Hirsch, Jr., en su libro Validez en la Interpretación. Hirsch acierta que “el significado es aquel que es representado en el texto; el significado original del autor. Mientras que la relevancia entabla una relación entre ese significado y una persona, o un concepto, o una situación, o cualquier otra cosa imaginable”.
El significado del texto nunca cambia. Nuestra primera meta es descubrir este significado original estable. En contraste, la relevancia del texto para mí y para otros, es fluido y flexible.
Al confundir estos dos aspectos dentro del proceso de la interpretación, nosotros los evangélicos leemos la Biblia basándonos en una interpretación relativista. Si significa una cosa para ti y algo contradictorio para mí últimamente no podemos apelar a ninguna corte. No podemos nunca establecer ni validar la interpretación correcta. En realidad, nuestro lenguaje y enfoque sugiere que no podrá nunca haber un conceso.
Dentro de grupos cristianos conservadores este pensar ha contribuido trágicamente a que las personas lleguen a ver la autoridad de Dios en los más poderosos predicadores de la Palabra en vez de en la Palabra en sí. Esto explica la súplica de Donnell, “Pero mi pastor dice…..”
Segundo, la pregunta ¿”Qué significa este versículo para ti”? refleja una desviación en la determinación de los significados que ha venido sucediendo ya por un siglo en el mundo literario. El ejercicio clásico era de primero enfocar en el autor y su perspectiva histórica y (después) emocional en la vida. A principios del siglo veinte el enfoque cambió hacia el texto, y los autores perdieron su derecho especial de explicar lo que su texto significaba. Los textos, supuestamente toman vida propia aparte de los autores.
Sin embargo, esta desviación no termina con el texto. El foco para determinar el significado ha recaído sobre el interprete. El lector supuestamente “crea el significado”.
Aplicado al estudio bíblico, la interpretación se convierte en no descubrir la verdad absoluta de la Palabra de Dios, sino en cuántas personas hemos podido persuadir a tomar nuestro punto de vista acerca de lo que el texto nos revela a nosotros, basado en que el sistema que usamos para explicar es internamente el más coherente y satisfactorio. Lo mejor que podemos esperar de nosotros mismos es persuadir a otros que se unan a nuestra comunidad de interpretación, por lo menos hasta que otra interpretación más coherente y satisfactoria surja.
Dentro del mundo académico, este énfasis de crear significados ha sido denominado ampliamente como “crítica del lector basada en su interpretación”. Ha tenido un impacto enorme sobre muchas disciplinas dentro de ambas, la comunidad universitaria y nuestra amplia cultura; desde la interpretación literaria hasta la interpretación de la Constitución de los Estados Unidos.
Evitando la Relatividad
¿Qué podemos hacer para evitar esta relatividad?
Primero, necesitamos limpiar nuestro lenguaje cuando hablamos de las Escrituras. Si queremos discutir el significado del texto, entonces debemos preguntar, ¿“Qué significa este versículo o texto”? Si queremos discutir la relevancia personal del texto, entonces debemos preguntar, ¿”Cuál es la relevancia? o ¿qué te da a entender este texto”? Segundo, debemos diferenciar entre nuestra posición emocional (tolerante y sensible) y nuestro punto de vista hacia la verdad (algo absoluto, que puede ser determinado). Mostramos sensibilidad pero evitamos ceder demasiado territorio.
Establecer significados correctos implicaría mucho esfuerzo interpretativo. Cuándo surgen desacuerdos es muy tentador retirarse de la tarea difícil y refugiarse tras la tolerancia y la sensibilidad. Al contrario, acompañado de una actitud de amor y sensibilidad deberíamos enfatizar que solo una de esas interpretaciones conflictivas es la correcta. Esta interpretación correcta puede confirmarse como la más probable, primordialmente argumentando el contexto inmediato del tema principal del pasaje.
Nosotros, los maestros de la Biblia, sentimos la presión que los americanos ejercen sobre nosotros para su inmediata aplicación. Estamos entonces constantemente tentados a omitir la tarea difícil de determinar el significado del texto bíblico y entrar rápidamente a la relevancia personal del texto. Debemos preguntarnos, ¿“Cuándo fue la última vez que durante la enseñanza del pasaje nos tomamos el tiempo para establecer su contexto”? Ese tipo de esfuerzo usará parte del tiempo que le dedicaremos a la enseñanza y es muy difícil mantener interesante una exposición del contexto histórico o literario. El desafío es presentar las vidas de otras personas y sus preguntas de manera que sean tan interesantes como la nuestra.
Muchos de nosotros nos negamos a establecer el contexto literario del pasaje siguiendo la trayectoria del argumento del libro bíblico o no establecemos el contexto histórico a través de la lectura de los antecedentes, ya sea en un diccionario bíblico, enciclopedia bíblica o un buen comentario bíblico.
¿Porqué, cada vez, vemos de menos el valor en establecer el contexto histórico y literario del pasaje? En creer que la Palabra de Dios nos habla directamente a nosotros, ignoramos que El también se dirige a nuestras necesidades a través de los contextos históricos y literarios de los personajes de la Biblia.
La recompensa por tal esfuerzo es que tenemos los controles y la salvaguarda del contexto original que el Espíritu Santo usó cuando inspiró el pasaje. La ausencia de tal esfuerzo aumenta la posibilidad de que surjan significados erróneos, énfasis equivocados y aplicaciones incorrectas. Puede que hasta que se llegue a negar el poder del Espíritu Santo en nuestra enseñanza del pasaje.
Enfocándose en los sentimientos de necesidad de los oyentes es fácil terminar con la gran necesidad de la búsqueda desesperada de pasajes relevantes. El actual énfasis en la prédica de temas cortos y estudios bíblicos basados en temas específicos, sin querer está contribuyendo a alimentar la aplicación del relativismo. El elevar el contexto del oyente por sobre el contexto de la Biblia es un error fundamental. En vez de mantener el contexto bíblico y nuestro contexto contemporáneo en una línea dinámica, asumimos que el contexto contemporáneo es el más importante.
Esto puede ser más peligroso de lo que pensamos, ya que presupone una perspectiva mundial existencial y humanista. Por lo tanto, corresponde a que cada individuo exprima algún sentido de vida a través de su opción personal. Si nosotros, sin caer en cuenta contribuimos a la perspectiva de este mundo, Dios y Su Palabra son reducidos a simplemente un elemento más de ayuda dentro de ese bufé de opciones en la vida que traen satisfacción.
Sería mucho mejor confrontar un sentimiento genuino de necesidad y luego desafiar la perspectiva mundial que envuelve esa necesidad. El contexto de nuestra cultura – una visión mundial existencialista y humanista – necesita ser confrontada dentro de un contexto bíblico – una visión mundial centrada en Dios y su historia. Versículos aislados de su contexto literario pocas veces llegan a alcanzar tal confrontación. Párrafos completos discutidos dentro del fluir de argumentos más amplios se acercan más a esa meta.
Rociando versículos individuales dentro de un sermón de tópicos o adjuntándolos al final de un estudio bíblico orientado a necesidades no dirige al oyente hacia el Dios del texto pero al maestro del texto. Esto es más probable que suceda con los oyentes baby-boomers (aquellos nacidos durante la alta natalidad, entre 1945 y 1950), quienes tienden a seguir la orientación de las personas en vez de las autoridades.
Nuestras Necesidades No Son Suficientes
Un ejemplo de cómo funciona esto puede ser mejor ilustrado analizando un estudio bíblico que consta de una serie de cuatro partes, tomando en cuenta el fuerte sentimiento de necesidad de felicidad de los americanos.
Podemos recordar que la carta de Pablo a los Filipenses se trataba de “gozo” y “regocijo”. Una rápida lectura confirma la presencia de esas palabras. Ya hemos determinado nuestra necesidad general en esta serie (una gran necesidad de felicidad), y ya hemos asumido nuestra conclusión general en esta serie (Dios quiere satisfacer nuestra necesidad de felicidad). Por lo tanto, lo que estamos buscando son puentes bíblicos interesantes y específicos que nos lleven de nuestro objetivo hacia nuestra conclusión. Hasta aquí, todo está bien, pero de aquí en adelante se torna más difícil.
Primero nos enfrentamos con cuánto tiempo y energía vamos a dedicar al descubrimiento de los antecedentes históricos, culturales y literarios de la Epístola a los Filipenses. Pareciera muy sencillo: La verdadera felicidad y gozo resulta del conocimiento de Cristo y por consiguiente, poder regocijarse bajo cualquier circunstancia. Una serie de un estudio bíblico de cuatro partes podría tomar esta forma:
- Gozo en las amistades (Fil 1:3-5)
- Gozo en la perseverancia (Fil 1:25-26)
- Gozo en equipos de trabajos (Fil 2:1-4)
- Gozo en la paz de Dios (con un tono bajo evangelista) (Fil 4:4-7)
Aquí se expone una serie de un libro de la Biblia que mantiene alguna continuidad (esto satisface al grupo de mayor edad). Enfocamos las necesidades emocionales significativas que existen dentro de nuestra cultura, de ambos cristianos y no cristianos (esto satisface a aquellos de entre 40 y 60 años de edad). Y enfocamos algunos asuntos claves que la gente enfrenta (esto satisface a aquellos que están por debajo de los 40 años).
Pero en vez de llevar a cabo la difícil tarea de investigar el contexto histórico y literario de la epístola, hemos errado en asumir que nuestro contexto era el contexto principal. Hemos entonces distorsionado el significado de estos cuatro pasajes.
La perspectiva existencial, por ejemplo, propone la felicidad y el gozo como una meta. Si interpretamos esta epístola con nuestra perspectiva obsesionada a la satisfacción también distorsionamos la comprensión de Pablo del evangelio en Filipenses. Si gozo y paz personal son nuestra principal preocupación, el evangelio se reduce a simples medios que Dios ha dado para que recibamos ese tipo de satisfacción. Se convierte en una ayuda existencial.
Pero la perspectiva bíblica ve el gozo como una consecuencia de involucrarse a la causa del evangelio. Al interpretar dentro del contexto original literario e histórico las ocho aplicaciones de la palabra evangelio que Pablo emplea en Filipenses podemos ver que el evangelio era algo que los Filipenses compartían en entre sí (1:5) y donde Evodia y Sintique compartían en las luchas de Pablo (4:2-3). El evangelio era algo que Pablo defendía y confirmaba (1:7) y el cual suplía las normas de conducta de los Filipenses mientras ellos se esforzaban por la fe (1:27). Irónicamente, los presentes sufrimientos de Pablo resultaron de gran ayuda para el mayor progreso del evangelio (1:12), y el servicio que Timoteo prestó a Pablo ayudó aún más a promover el evangelio (2:22).
El evangelio, entonces, no es algo que existe solamente para nuestro progreso y satisfacción personal (aunque sí incluye estas cosas). Más bien, el evangelio es algo al cual debemos entregarnos para su progreso y realización. El evangelio es el programa de Dios para bendición mundial.
Solamente entrando al contexto cultural, histórico y literario de Filipenses podremos alcanzar este conocimiento. Requiere hacer un puente significante sobre las brechas temporales, culturales y de lenguaje. Pero ¿no es por eso que Dios ha dado a la iglesia maestros con dones espirituales que pueden sacar provecho a la extremada riqueza que existe en instrumentos y ayuda para los estudios bíblicos?
Una breve visita a una buena librería cristiana podrá reforzar rápidamente la realidad de que ninguna otra gente en la historia de la iglesia ha sido bendecida con semejante selección de material de ayuda para estudios bíblicos, que hasta marea. Nuestro justo castigo no es la escasez de recursos pero la escasez de conocimiento acerca de las necesidades.
Debemos establecer el contexto original histórico y literario de los pasajes bíblicos. Ya hecha esta tarea, entonces podremos pasar a determinar las necesidades que el pasaje atiende. Pero el texto y no nuestro concernir, inicialmente determina el enfoque. Al ignorar la necesidad de esta tarea es arriesgarse a deslizarse hacia el relativismo. Encontramos muy poca protección contextual en esta tierra al ¿“qué significa para mí”?, y probablemente muy poco de la voz de Dios. __________________________________ Walt Russell es profesor asociado de lenguaje y literatura del Nuevo Testamento en la Escuela Talbot de Teología, Universidad de Biola, La Miranda, California. Este artículo fue primero publicado el 26 de Octubre de 1992 en Christianity Today. Usado con permiso del autor.
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