Adicciones: Nuevas Perspectivas, Nuevas Formas de Liberarse de Ellas

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English: Addictions: New Ways of Seeing, New Ways of Walking Free

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Por Edward T. Welch sobre Consejería Bíblica
Una parte de la serie Journal of Biblical Counseling

Traducción por Ana Villoslada


Adicciones: nuevas perspectivas, nuevas formas de liberarse de ellas

por Edward. T. Welch.

La exposición de tus palabras imparte luz. Salmo 119-130.


La investigación sobre las adicciones necesita algo nuevo. Su perspectiva se ha visto controlada desde una única óptica, e incluso si esa óptica destaca algunas características de las adicciones, cuando se trata del único modo de verlo puede cegarlas igual que revelarlas. Reducir todos los debates sobre las adicciones a un solo ejemplo significaría sacrificar perspectivas útiles que aportan significado y entendimiento.

En el caso de las adicciones, el ejemplo de enfermedad ha sido el ejemplo a seguir que ha guardado celosamente su jardín. No se ha permitido que ninguna otra perspectiva amplíe nuestro entendimiento y mucho menos ofrecer una revisión conceptual a fondo. Claro que el ejemplo de enfermedad es útil, pone de manifiesto el modo en el que podemos sentirnos controlados por algo que no sea nuestra propia voluntad. Lo que no destaca es que la esclavitud que experimentamos es una esclavitud voluntaria.

Esta dependencia exclusiva en un ejemplo no es el único impedimento que encontramos en las discusiones sobre la adicción. Es incluso más problemático el hecho de que el ejemplo de la adicción esté perdiendo su cualidad metafórica. En lugar de decir que las adicciones son como una enfermedad, cada vez más personas dicen sencillamente que las adiciones son enfermedades.

En sentido literal, una enfermedad es una condición diagnosticable con una causa física. Visto de este modo, las adicciones no encajan en la definición. Incluso Alcohólicos Anónimos (AA) declara que “el alcoholismo es en gran parte una enfermedad espiritual que requiere sanidad espiritual 1. Aunque las personas adictas pueden mostrar algún tipo de diferencia física comparadas con las que nunca han tenido que luchar contra las adicciones, no hay motivo para pensar que estas diferencias biológicas sean algo más que el resultado de un consumo abusivo de una sustancia o la influencia de la adicción. Como influencia, estas diferencias son parecidas a los efectos de los amigos, de ser padres o de la posición socioeconómica. Pueden arrastrarnos o inclinarnos en ciertas direcciones negativas hacia una dependencia química pero pueden resistirse. No son el destino inevitable de nadie como pueden atestiguar muchos adictos "en rehabilitación". Como tal, la palabra enfermedad en su sentido más técnico no es una manera precisa de definir “adicción”.

Viendo como el ejemplo de enfermedad se está haciendo patente hasta convertirse en una realidad, y que el uso metafórico de enfermedad tiene limitaciones, una de las tareas de la teología de las adicciones es considerar otros ejemplos disponibles en las Escrituras. Considere cinco ejemplos diferentes de un comportamiento adictivo: idolatría, adulterio, insensatez, ataques de una bestia y luego, enfermedad.


Idolatría

Uno de los retratos más comunes de la condición humana y que captura tanto las adicciones que controlamos como las que están fuera de control es la idolatría. Desde esta perspectiva, el verdadero origen de la adicción se encuentra en que hemos elegido salir de los límites del reino de Dios y buscar bendición en la tierra de los ídolos. Al volvernos a los ídolos, estamos diciendo que deseamos algo de la creación más que al Creador.

Esto suena extraño en los oídos occidentales pero la idolatría es quizás el ejemplo más preponderante de las Escrituras y abundan sus potenciales aplicaciones. ¿Se ha percatado alguna vez de cuántas historias bíblicas podrían resumirse con estas preguntas?: “¿A quién adorará? ¿Al Creador o a la creación? ¿Dios u hombre? ¿Al Rey Divino o a ídolos inútiles?”. El argumento esencial del Antiguo Testamento trata de personas que encuentran irresistible la idolatría. Entonces Dios, mediante Jesús finalmente, viene a liberar a Su pueblo de sus prácticas idólatras. Por consiguiente, todo pecado se resume en idolatría (Ej.: Dt. 4:23, Ef. 5:5).

Los Diez Mandamientos dan especial importancia a las prohibiciones contra la idolatría. Los dos primeros mandamientos en especial reciben una considerable elaboración. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ningún ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos, y sobre la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen, pero que muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (Dt. 5:7-10).

¿Tenemos ídolos en nuestra sociedad? En la cultura occidental, rara vez nos hacemos ídolos visibles. Para detectar nuestros ídolos, tenemos que empezar por darnos cuenta de que los ídolos del Antiguo Testamento fueron palpables, expresiones físicas de otra lealtad y compromisos que fueron establecidos en el corazón humano. La prohibición contra la idolatría es finalmente contra los "ídolos del corazón" (Ez. 14:3).

Dese cuenta de la advertencia paternal al final de 1 Juan: “Queridos, manteneos alejados de los ídolos”. La carta de Juan ni siquiera menciona ídolos físicos, visibles. En su lugar, habla de “los deseos del hombre carnal, la codicia de los ojos y la vanagloria de lo que tiene y lo que hace”. Juan está preocupado por los baales invisibles e inicuos que son construidos más con el corazón que con las manos.

En otras palabras, las Escrituras nos permiten ampliar la definición de idolatría de modo que incluya cualquier cosa en la que pongamos nuestro afecto y en lo que nos deleitemos con un vínculo excesivo y pecaminoso. Por tanto, los ídolos que podemos ver como una botella, ciertamente no son todo el problema. La idolatría incluye cualquier cosa que adoremos: la codicia por el placer, el respeto, amor, poder, control o liberación del sufrimiento. Además, el problema no se encuentra fuera de nosotros localizado en una tienda de licores o en internet, el problema está dentro de nosotros. El alcohol y las drogas sirven básicamente para satisfacer a ídolos profundos. El problema no es la sustancia idolatra, es la falsa adoración del corazón.

Renunciamos vivir para la gloria de Dios y nos volvemos a los objetos de adoración que esperamos que nos ofrezcan lo que queremos. ¿La recompensa deseada? El objetivo de toda idolatría es manipular al ídolo en nuestro propio beneficio. Esto quiere decir que no queremos ser controlados por ídolos, en su lugar, queremos usarlos. Por ejemplo, cuando Elías se enfrentó a los adoradores de Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18), los profetas de Baal se sajaron e hicieron todo lo posible para manipular al Baal para hacer su voluntad. Los idólatras no quieren nada por encima de ellos, incluyendo a los ídolos. Sus dioses fabricados tienen el propósito de ser meros reyes marionetas, un medio para lograr un fin.

Lo mismo pasa con la idolatría moderna. No queremos ser controlados por el alcohol, las drogas, el sexo, el juego, la comida o lo que sea. No; queremos que esas sustancias o actividades nos den lo que nosotros queremos: buenas sensaciones, una mejor autoestima, una sensación de poder o cualquier cosa que nuestro corazón esté deseando.

No obstante, los ídolos no cooperan. En lugar de llegar a dominarlos, nos esclavizan y comenzamos a parecernos a ellos. Igual que los ídolos son sordos, mudos, ciegos, no sienten y son irracionales, así “se volverán como ellos, los que los hacen, y todos los que en ellos confían" (Salmo 115:8).

¿Cómo pueden estos ídolos inanimados ejercer tanto poder? Dominan mediante una silenciosa pero poderosa presencia que se esconde detrás de cada ídolo, el mismo Satán. Igual que la obediencia hacia Dios manifiesta nuestra lealtad con Él, de la misma forma demostramos nuestra afinidad con Satán cuando ponemos nuestro afecto en creaciones. Así, la Palabra de Dios nos recuerda: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne [alcohol o drogas], sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12).

Hasta ahora, este debate es relevante para cualquiera. Ponemos nuestro afecto en nosotros mismos y elegimos ídolos que puedan (esperamos) satisfacernos y evitamos adorar al Dios verdadero. ¿Pero qué hay sobre los diferentes tipos de adicción? ¿Podemos establecer algunas distinciones entre una persona adicta al alcohol y otra adicta al trabajo? ¿Deberíamos destacar que todos los comportamientos adictivos son iguales a expensas de las claras diferencias? Después de todo, no todo el mundo tiene un estilo de vida encubierto por el que aparentemente lo sacrificarían todo. ¿Cuál es la diferencia entre los ídolos satisfechos con un gran cheque, el respeto de los colegas o el adorable amor de una esposa y los ídolos que son satisfechos con sensaciones físicas o alteraciones de la mente?

La respuesta es importante: algunos ídolos enganchan nuestras pasiones y deseos carnales. Este grupo de adicciones incluyen drogas (legales e ilegales), alcohol, pecado sexual y comida. Estas idolatrías pueden dar placer físico, descargar la tensión física y aliviar los deseos físicos. Esas recompensas son difíciles de resistir.

Cuando las sensaciones físicas se han afianzado como una sustancia habitual para satisfacer la vida de una persona, se superpone otro círculo. El corazón se vuelve algo más que una fábrica de ídolos. Junto con la producción incesante de ídolos y demandas de satisfacción, el corazón también se vuelve un esclavo de los deseos físicos del cuerpo.

En vista de la facilidad con la que nuestros deseos carnales pueden ser atrapados en un fuego cruzado con nuestra alma, no sorprende que el apóstol Pablo nos implorase que estuviésemos alerta. "De esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado" (1 Co. 9:26-27). Con esto, el apóstol Pablo reitera que nada que no sea una declaración de guerra, podrá desplazar a nuestros ídolos favoritos.

Ahora, haga esto más personal. Piense en alguno de los ídolos que expresa con deseos carnales. El sexo, las drogas y la comida son los más obvios. Contemple alguno que parezca menos importante, como por ejemplo el deseo por comer golosinas. Sabe que no las necesita y puede que se sienta lleno después de comer pero si están al alcance quizás experimenta un fuerte deseo por comerlas. Entonces usted racionaliza o hace tratos consigo mismo: “Me tomaré un helado ahora y me saltará el postre esta noche” o “¿qué va a significar un puñado de M&M’s? ¿Estoy bajo la ley?”. La estrategia es la misma que usa el que abusa de una sustancia. Es interesante que como en el caso de la mayoría de personas que abusan del alcohol o de las drogas, si al final las golosinas no están al alcance, los deseos se minimizan 2.

¿Alguna vez ha intentado ponerse a dieta? Es una de las disciplinas espirituales más difíciles. ¿Cuántas veces ha comenzado una dieta para dejarla sólo unos días después? Al sentirse culpable lo intenta otra y otra vez. Eso es lo que experimenta el que abusa de una sustancia.

¿Alguna vez se ha visto flirteando con tentaciones sexuales como una mirada penetrante o fantasías sexuales? ¿Alguna vez se ha visto capturado por el encanto de la pornografía? ¿Alguna vez se ha visto implicado en alguna inmoralidad sexual incluso cuando era consciente de que Dios nos llama a ser santos (1 Ts. 4:3)? Estos son más ejemplos de cómo las pasiones carnales y placenteras son objetivos favoritos de nuestros corazones idólatras. En lugar de huir de los placeres físicos temporales que son inicuos o disfrutar sencillamente de placeres que son don de Dios sin ser dominados por ellos, enseguida ponemos la visión periférica y sólo vemos “una vez más”. El autocontrol sobre los deseos carnales es un ejercicio de fe que dura toda una vida; las recaídas son comunes.

¿Puede ver cómo el tema bíblico de la idolatría encaja como guante en mano con las adicciones modernas? Los adictos creen a menudo que han encontrado la vida pero cualquier recompensa que experimenten es de corta duración y un engaño. Están ciegos ante el hecho de que están celebrando un banquete en la tumba.

Para el adicto la droga es dios. Es el ser supremo, el todo poderoso en la vida del adicto. La persona está subyugada a su voluntad, sigue sus mandamientos, la droga es la definición de felicidad y le da el sentido del amor. Cada chute de droga en sus venas es un chute de amor divino y hace que el adicto se sienta resplandeciente con la gracia de Dios 3.

Tyler comenzó a fumar marihuana a la edad de 13 años. La presión de sus colegas fue la razón principal. Poco sabía que ya había inclinado un poco la cabeza a otro ídolo. Aunque conocía a Dios, él adoraba al dios “opinión de los demás" y "mis colegas pensarán que soy guay". Las drogas parecían satisfacer estos deseos gobernantes. Incluso si ni siquiera se colocó la primera vez que fumó (ni tampoco le gustó), se sintió aceptado. Le enorgullecía que los demás supiesen que fumaba, así que continuó. Su objetivo por supuesto, no era adorar a la marihuana sino utilizarla para sus propios objetivos.

Poco a poco, la droga comenzó a representar la idolatría que había en su corazón. Su marihuana se convirtió en un objeto de adoración. Pensaba en ella, en cómo conseguirla e incluso evitaba a sus amigos para poder realizar sus rituales de culto. Para cuando tenía 15 años, Tyler estaba en una clínica de rehabilitación, esclavizado y fuera de control. Su ídolo lo había traicionado.

Los adictos han desertado del Dios vivo. En lugar de adorar en el templo del Señor, realizan rituales adictivos que les dan más sensación de poder, placer o identidad. En su adicción ven una forma de magia. No obstante, las promesas del ídolo son mentiras. Cualquier identidad, poder o paz que estos aporten es temporal y falsa. Sólo existen dos alternativas: poner su fe en un Dios afectuoso y por tanto conocer la libertad, o poner su fe en ídolos (Satán) y ser esclavizado. Curiosamente, nuestro orgullo egoísta prefiere la esclavitud.

“Jim, me pregunto si alguna vez se ha dado cuenta de que para usted, el alcohol es muy parecido a los ídolos de la Biblia. Estos ídolos salieron como ayudadores. Las personas pensaron que no podían confiar totalmente en que Dios pudiese proveerles de lo que necesitaban por lo que buscaron bendición en otro dioses. En el Antiguo Testamento estos falsos dioses eran la respuesta para la lluvia o la fertilidad. Hoy en día, nos preocupa menos la lluvia o la fertilidad pero estamos muy preocupados en liberarnos del dolor, en nuestra identidad o autoestima. Me pregunto si el alcohol era un camino para rellenar los vacíos de su identidad. Me pregunto si se convirtió en un modo de encontrar “bendiciones” como poder o placer fuera de Dios o junto con Dios”.

“Pero esta es la realidad asesina de la idolatría. Los ídolos acaban teniendo el dominio sobre nosotros".

“Parece que no hay escapatoria de las preguntas esenciales de la vida: ¿A quién vas a adorar? ¿Quién será el rey? ¿Quién tendrá el dominio?”.

¿Son conscientes los adictos cuando toman estas decisiones idólatras? En la mayoría de los casos, no. Recuerde, estamos mirando lo que se esconde entre bastidores. Por su propia naturaleza, el pecado está encubierto. Como personas que queremos ayudar, necesitamos algo muy poderoso para romper el lazo de los ídolos. Ruegos, lágrimas, gritos o amenazas no penetrarán. Es inútil razonar. No podemos decir sencillamente “deje de tomar drogas, tome el control de sí mismo, deje de adorar ídolos”. Ellos necesitan el poder de Dios (1 Co. 1:18), el mensaje de Cristo crucificado y resucitado. Otras terapias pueden ofrecer sensatez pero sólo estas buenas noticias son lo suficientemente poderosas para liberar el alma.


Adulterio

La idolatría es un tema especialmente destacado en las Escrituras que traen nueva luz al entendimiento de las adicciones. El adulterio es un ejemplo de acompañamiento, sobre todo porque la idolatría es finalmente una relación personal que ha ido mal. El adulterio acentúa los rasgos más íntimos de la idolatría. El sentimiento de ser controlado y ser dominado por otro, las mentiras y la obsesión están todos ahí. El objeto idólatra no obstante, es una persona (o funciona como tal).

Asista a una reunión de AA y escuche su forma de hablar. Habrá ocasiones en las que pueda pensar que las personas tuvieron aventuras, que están hablando sobre algo que amaban. Hubo una vez en la que no pensaban en nada más que en ese objeto; se sentían completos cuando lo tenían.

[Mi esposa] me dijo que yo tendría que hacer una elección: o la cocaína o ella. Antes de que terminase la frase, sabía lo que iba a pasar así que le dije que pensase mucho lo que iba a decir. Para mí estaba claro que no había elección. Amo a mi esposa pero no voy a elegir nada por encima de la cocaína. Es enfermizo pero así fueron a parar las cosas. Nada ni nadie está antes de la coca 4.

El ejemplo nos recuerda al joven insensato al que le hacen señas para que se acerque a la casa de la adúltera (Pr. 7). Esta historia de lujuria subrepticia comienza de manera bastante inocente. Un joven está deambulando por la calle pero lleva cierta intención en sus pasos. Es como si estuviese arrojando la piel del plátano para que poder caerse. Está anocheciendo y está caminando en dirección a una casa en particular, una donde sabe que vive una mujer sexualmente provocativa. Cuando la mujer lo ve, le lanza palabras seductoras y pronto le sigue la seducción. Sí, durante un momento hubo placer pero era el placer de un animal que está comiéndose el cebo de una trampa mortal. Su banquete sensual era en realidad un banquete en la tumba (Jue. 13-16). Seguramente no haya ninguna otra narrativa que represente la naturaleza irracional del pecado de manera tan clara. Para cuando Sansón encontró en Dalila su pareja, ya era un veterano de las relaciones imprudentes pero con Dalila su lujuria desafió toda razón. Una y otra vez se descubrió como una traidora pero Sansón estaba intoxicado con ella. Él era el clásico ejemplo de hombre igualmente responsable y desesperadamente fuera de control.

¿Cómo se puede aplicar esto a un adicto que lucha? El adulterio introduce un lenguaje más personal para los adictos. Se permiten llevar una vida secreta que al final saldrá a la luz. El engaño es frecuente, las personas le son infieles a sus cónyuges e inician una relación con sus amantes. ¿Por qué lo hacen? ¿Sobre todo cuando pueden ocasionar tanto dolor a ellos y a los demás? Lo hacen porque aman el placer y la atención aduladora de la otra persona, porque aman sus deseos sobre todas las cosas, porque sienten que lo necesitan. La relación se convierte en su vida.

Pero aún queremos preguntarle: “¿Por qué echaste a perder todo lo que tenías por esta aventura?” Y seguirá sin haber una respuesta satisfactoria. El pecado no es racional, no tiene sentido, no mira al futuro, no considera las consecuencias. Lo único que conoce es: “QUIERO, QUIERO MÁS”. Por ejemplo, Jim era un bebedor empedernido. ¿Cómo podrían las palabras del adulterio (la "aventura" de Jim con la botella) hablarle?

“Jim, parece que el alcohol se convirtió en su amante. Su identidad estaba envuelta en su relación con ella. Le ha dado todo tipo de cosas buenas. Ella rellenaba cualquier vacío que sintiese en su sentido de la identidad. Lo más probable es que la extrañe, intente visitarla, sueñe con ella y la recuerde con cariño. Se sorprenderá de cuántas cosas le recuerdan a ella pero no olvide que era una traicionera. En realidad era una serpiente venenosa y sus buenos tiempos eran realmente un banquete en la tumba. Su objetivo era su muerte”.

“El objeto de su amor ha sido una botella que a veces sació sus deseos. Nuestro objetivo es encontrar algo que es mucho más hermoso que ella. Por supuesto que hablaremos de en qué se equivocó pero es mucho más importante que hablemos de Jesús, el único que tiene que ser su primer amor. Y la única manera de aprender a amarlo es conociéndolo en la Biblia".

“Hay que recordar una cosa más: el adulterio es complejo. Nos movemos hacia él a causa de nuestros deseos egoístas pero al final, la adúltera nos controla. Por lo que aunque en cierta medida la botella es nuestro enemigo, el verdadero enemigo son los deseos egoístas de nuestro propio corazón. Tendremos que pelear con cosas que vemos como el alcohol, y con otras que no vemos, como los deseos de nuestro corazón".

Está claro que cuando le decimos esto a Jim, la Palabra de Dios amplía este tema hasta incluirnos a todos. Jesús dijo: “Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt. 5:28). Santiago 4 indica que aquellos que combaten, experimentan el mismo problema de raíz que Jim. Nosotros decimos a nuestros deseos: “Yo quiero”. Recuerde que la adicción no es una experiencia alejada de cualquiera de nosotros.


Insensatez

La insensatez es otro tema que se solapa con la idolatría y el adulterio. El libro completo de Proverbios que examina la sabiduría y la insensatez, es de lectura obligada ya que va directo al corazón de nuestras batallas diarias. Existen dos caminos diferentes: el camino del sabio y el camino del insensato. La insensatez se caracteriza por la desconsideración y las decisiones por seguir un camino que es brevemente placentero pero finalmente doloroso. Nuestra inclinación natural es hacia este camino en particular.

El insensato, aunque se cree sabio ante sus propios ojos, actúa de manera obviamente ridícula. Algunos teólogos hablan sobre las “influencias noéticas del pecado”. Noético quiere decir que el pecado influye en la manera de pensar. Dicho directamente: el pecado nos vuelve necios, no de manera intelectual sino moral.

Ellos [los idólatras] no saben ni entienden, porque Él ha cerrado sus ojos para que no vean y su corazón para que no comprendan (…) Se alimenta de cenizas; el corazón engañado le ha extraviado (Is. 44:20).

La atención del insensato se distrae, nunca se concentra en la sabiduría. Ignora todas las consecuencias. Está persuadido de que su camino es el correcto, por lo que no hay ninguna razón para escuchar a los demás; piensa que siempre se saldrá con la suya pero será puesto en evidencia; se mueve por sus sentimientos sin pensar que pueden engañarlo. Por supuesto que a veces el insensato siente las consecuencias de su comportamiento y que incluso puede alcanzar a ver cómo ha causado dolor a otros pero las consecuencias no son disuasorias. El modelo destructivo se repite porque se disfruta con la insensatez (Prov. 17:24; 9; 14:12; 28:26; 15:3; 14:8; 17:2; 27:22; 26:11).

Como con la idolatría, las Escrituras pintan un dibujo por retocar, esperando devolvernos a nuestros sentidos. También nos promete que Dios dará la gracia a aquéllos que lo deseen para que puedan dejar los ídolos y tomar el camino de la sabiduría. La trinidad de Dios se deleita en repartir sabiduría a aquéllos que la pidan y Él la da generosamente.


Atacados por una bestia

Hasta ahora, la definición de adicción que se ha ido desarrollando es la de una esclavitud voluntaria que muestra signos tanto de falta de determinación como de victimismo. Un ejemplo que destaca especialmente la naturaleza victimista de la idolatría es la de ser capturados por una bestia salvaje. Tanto Satán como el pecado son como animales salvajes. "Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 P. 5:8). De igual modo, el pecado yace a la puerta y desea dominarnos (Gn. 4:7).

Aquí no hay sutilezas. No hay mujeres atractivas cortejándolo; no hay ídolos haciendo promesas que no pueden cumplir. Es simplemente la vieja historia de siempre en su cara, una guerra para apartarlo. Satán y el pecado persiguen, esclavizan y cuánto antes veamos la intención, más oportunidades tendremos de estar preparados.

“Jim, ¿alguna vez se ha visto volviéndose espiritualmente vago? ¿Yendo en punto muerto? Puede que algunas personas sean capaces, al menos superficialmente, de salirse con la suya pero parte de la benignidad de Dios con usted es que usted tiene que estar permanentemente alerta. Es como si hubiese una bestia esperando solamente a que usted baje la guardia. Puede golpearlo en cualquier parte y en cualquier lugar, vence cuando creemos que se ha marchado.

“A primera vista, la bestia es el alcohol pero cuando miramos más de cerca: "hemos visto al enemigo y somos nosotros”. Es el momento de prepararse para la batalla. Incluso si no se siente capaz de vencer al enemigo ahora mismo (a veces pienso que ni siquiera quiere), el plan de Dios para usted es estar sobrio. Si Él le ha llamado para que esté sobrio, Él le dará todo lo que necesita para pelear. Y aunque no parezca suficiente, voy a seguir luchando con usted”.


Enfermedad

Como es lógico, las Escrituras utilizan la enfermedad como metáfora para nuestro estado espiritual. De hecho, uno de los pasajes más conocidos de las Escrituras utiliza el ejemplo de la enfermedad y la sanidad.

“Toda su cabeza está malherida, todo su corazón está afligido. De la planta del pie a la cabeza no hay en él nada sano, sino golpes, verdugones y heridas recientes; no han sido curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” (Is. 1:5-7).

“Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados” (Is. 53:5-6).

¿Conoce a alguien o ha sido usted seducido por un tipo de enfermedad? Aquí está el punto de contacto. Las Escrituras, enfatizan claramente que el pecado tiene muchas cosas en común con una enfermedad. Por ejemplo, afecta a todo nuestro ser, es doloroso, lleva a la muerte y es completamente trágico. No obstante, también hay modos en los que el pecado no es una enfermedad. Se trata más bien de algo que hacemos en lugar de atraparlo, lo confesamos en lugar de tratarlo, la enfermedad está en nuestros corazones más que en nuestro cuerpo y solamente con el perdón y la limpieza encontrada en la sangre del Gran Doctor basta para traer sanidad profunda.


Rasgos comunes de todos los ejemplos bíblicos

Hemos destacado algunos ejemplos útiles de la Biblia pero ya hay un mensaje claro. Dado que las adicciones son ejemplos de idolatría que afectan a cualquiera, deberíamos suponer que los principios de cambio para las adicciones serán muy similares a los de cualquier otro tipo de problema pecaminoso.

•No lo disculpe. Eso sólo fomentaría las consecuencias de auto-engaño traídas por el pecado.

•Confiéselo como un pecado hacia Dios.

•Mire a Jesús como al Único que muestra la gracia y la misericordia para con los idólatras.

•Crezca en fe conociendo a su Dios ya que Él se revela a sí Mismo en las Escrituras.

•Aprenda a deleitarse en la obediencia. Intente descubrir las Escrituras para encontrar modos de obedecer.

•No dependa sólo de usted sino reúnase con otras personas y déjese aconsejar por personas sabias.

•Persiga la sabiduría, la capacidad o la vida en santidad que viene de la alabanza al Señor. Y persígala con agresividad. No se contente con evitar el pecado, ódielo.

•Dese cuenta de que la adicción, como todo pecado, no se impone sobre nosotros a menos que hayamos estado dispuestos a cuidar las semillas del pecado en nuestra imaginación. Por tanto, el cambio debe ser más profundo que una declaración de cambio de actitud. Nuestro objetivo es el corazón.


¿Le parece duro o sin afecto? Si es así, el problema puede ser una respuesta refleja a cualquier discusión sobre el pecado. La palabra “pecado” puede usarse como un club pero no obstante, lo que estamos examinando es lo que llamamos buenas noticias: el reino de Dios ha venido en la persona de Jesucristo y Él ha liberado a los cautivos. Esto es motivo de celebración, es hermoso, es el mismísimo camino hacia la vida. Es el camino en el cual Dios nunca se cansa de extender Su gracia y Su misericordia: "el SEÑOR espera para tener piedad de vosotros, y por eso se levantará para tener compasión de vosotros” (Is. 30:18). Los adictos deben saber que van a recibir un don y los que ayudan a los adictos deben saber cómo dar este don de manera apropiada a su coste y belleza. Hay que presentar los dones preciosos de la manera más atractiva posible. Estos bellos dones dan lugar a una respuesta muy activa, una nueva manera de caminar libre. ¡La verdadera paz y libertad proceden de ir a luchar con usted mismo!


Permanecer en guerra

Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza (Mt. 11:12).

Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno (Mt. 18:8).

Hay una montaña rusa hacia el verdadero autocontrol. Bajo lo que parece ser una conducta apacible de los que no son dirigidos por sus deseos, se encuentra el corazón de un guerrero. El autocontrol no es para los tímidos. Cuando queremos crecer en él, no sólo cultivamos una exuberancia por Jesucristo, también nos estamos exigiendo a nosotros mismo odiar el pecado.

Por eso reflexione de nuevo. ¿Cuándo fue la última vez que dijo "no" a algo por obediencia a Cristo cuando en realidad era difícil decir que no? Quizás pueda decir "no" a la cocaína con mucha facilidad pero se queda mirando comerciales provocativos. Quizás pueda decir “no” a la segunda o tercera bebida pero nunca se perderá un postre (aunque usted se promete todas las semanas cambiar sus hábitos alimenticios). Cualquier deseo terrenal que no obtiene un “no” por respuesta es codicia que traspasa su deseo por el mismo Jesús. Teniendo esto en mente, nos damos cuenta rápido de que el autocontrol no es solamente un ejercicio de auto-mejora. Es una disciplina básica de una batalla espiritual que apuesta alto. La única actitud posible frente a deseos fuera de control es una completa declaración de guerra.

En realidad, se ha declarado la guerra. El enemigo ya ha realizado un ataque preventivo, las pasiones carnales ya “combaten contra el alma" (1 P. 2:11). Sólo tenemos que estar despiertos por fe para ocuparnos del contraataque.

“Tened cuidado cómo andáis” (Ef. 5:15) “Revestíos con toda la armadura de Dios” (Ef. 6:11) “Ceñid vuestro entendimiento para la acción” (1 P. 1:13) “Obrando con toda diligencia" (2 P. 1:5) “Sed de espíritu sobrio, estad alerta” (1 P. 5:8)


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