Declaración sobre el divorcio y el nuevo matrimonio en la vida de la Iglesia Bautista Bethlehem

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Sobre esta Traducción
English: A Statement on Divorce & Remarriage in the Life of Bethlehem Baptist Church

© Desiring God

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Por John Piper sobre Divorcio & Nuevo Matrimonio

Traducción por Herta Nava


Esta declaración sobre el divorcio y el nuevo matrimonio es el producto de varios años de estudio y discusión por parte del Consejo de Diáconos de la Iglesia Bautista Bethlehem. La aprobación final del texto actual se produjo el 2 de mayo de 1989. Se debe considerar como la declaración oficial del Consejo que rige a la iglesia bajo la autoridad de Jesucristo y la congregación. Aunque existen aspectos de esta declaración que no forman parte de las convicciones personales de algunos diáconos y pastores, todos estamos de acuerdo es que esta declaración es la guía de la iglesia para la membresía y la disciplina. Con preferencia, debería leerse en conexión con el documento, The Meaning of Membership and Church Accountability (El significado de membresía y responsabilidad en la iglesia).

Contenido

Parte 1

Introducción

El divorcio es doloroso. En el plano emocional, es más devastador que la muerte de un cónyuge. Por lo general, pasan muchos años antes de que se alcance un acuerdo y muchos otros en reajustarse. El trastorno que causa en la vida de las personas es inmenso. El sentimiento de fracaso, culpa y temor son tortura para el alma. Como el salmista escribe, noche tras noche el esposo o esposa se acuesta con lágrimas en los ojos. El desempeño en el trabajo se hace difícil. La gente se aproxima o se aparta con sentimientos de duda y la soledad puede tornarse insoportable. La sensación de un futuro destruido puede consumirlo todo. Las contiendas frente al juez agravan la miseria personal.

Por otra parte, los niños a menudo se encuentran en una situación desesperante. Los padres conservan la esperanza de que las cicatrices no los dejen impedidos o arruinen sus propios matrimonios algún día. Las tensiones sobre la custodia y la manutención financiera profundizan las heridas durante años. Luego están los derechos de visita, incómodos y artificiales, que pueden extender la tragedia durante décadas.

A causa de éstos y muchos otros factores, las personas de corazón sensible lloran con aquellos que lloran y tratan de no agrandar la pena. A veces esta atención se confunde con compromiso. Las personas creen que la preocupación con amor es incompatible con la confrontación, que la ternura de Jesús y la dureza de sus exigencias no pueden ser ambas amor. Pero ciertamente eso no es correcto.

Jesús se preocupaba por los demás de manera extraordinaria. Su enseñanza sobre el divorcio y las nuevas nupcias también era firme: "Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe" (Marcos 10:9). De hecho, la confrontación firme y con amor fundada en las exigencias de Cristo ES una manera de preocuparse por los demás, puesto que una decisión que se basa en el pecado hace tanto daño a una persona como el sufrimiento emocional.

El gran desafío para la iglesia frente al divorcio y el nuevo matrimonio es amar bíblicamente. Juan escribió: "En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos” (1 Juan 5:2). En otras palabras, la prueba de amor verdadero hacia las personas no es solo la compasión de corazón sino también velar que el comportamiento esté conforme a los mandamientos de Dios. El gran desafío es armonizar las lágrimas de compasión con el amor firme de la obediencia. Este acto por sí solo honrará a Cristo y preservará la salud espiritual y poder de la iglesia.

¿Por qué existe una preocupación especial por el divorcio y el nuevo matrimonio?

Existen al menos nueve razones para dedicar un documento especial sobre nuestra posición al respecto.

  1. Las personas que llegan a Bethlehem quieren saber cuál es nuestra postura con respecto a este tema.
  2. En la misma iglesia, la gente necesita claridad sobre lo que piensa el liderazgo y cuál es la posición de la iglesia.
  3. El divorcio involucra un pecado mucho más destructivo que otros. El daño que causa un matrimonio destruido a los cónyuges, los niños y la red de relaciones los rodea es inmenso.
  4. El divorcio se expone a la luz pública debido a que nuestra sociedad considera que se debe tratar en las cortes civiles.
  5. El matrimonio, divorcio y nuevo matrimonio involucra votos solemnes y una unión física sagrada que no se da en ninguna otra relación.
  6. Entre todas las relaciones, el matrimonio tiene un carácter único puesto que está apartado por Dios para mostrar al mundo la relación entre su Hijo y su novia, la iglesia (Efesios 5:21-33). Por lo tanto, entre todos los vínculos humanos, la ruptura del mismo se convierte en un hecho extraordinario.
  7. El divorcio es parte de ese grupo de hechos que una vez que ocurren son muy difíciles de revertir. Decir "lo siento" puede compensar por muchos pecados contra otra persona. Pero el divorcio y nuevo matrimonio no pueden convertirse en algo correcto de la misma manera.
  8. El divorcio es planificado y con intencionalidad de uno o los dos cónyuges. No es lo mismo que un hábito contra el que uno lucha y tiene sus éxitos y fracasos.
  9. El divorcio ha alcanzado proporciones epidémicas en nuestra cultura al punto que incluso líderes seculares están buscando una manera de promover y preservar la estabilidad del hogar.

¿Es el divorcio o nuevo casamiento aquel pecado que no tiene perdón?

Cuando se empieza a hablar del divorcio de esta manera, es común que las personas pregunten si el divorcio es el pecado imperdonable. La respuesta está en los siguientes textos.

"...y sin derramamiento de sangre no hay perdón" (Hebreos 9:22).

"(Jesús dijo) porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados" (Mateo 26:28).

"...todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados" (Hechos 10:43).

"En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con las que blasfemen, pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno" (Marcos 3:28-29.).

"Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar" (Isaías 55:7).

"Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).

A partir de estas promesas maravillosas aprendemos que el perdón de los pecados está disponible gracias a la sangre derramada por Jesucristo. El perdón está disponible para todos los pecados, sin excepción. El perdón se recibe gratuitamente a través de la confianza en Cristo. Confiar en Cristo implica confesar el pecado como tal y apartarse del mismo para volverse a los caminos de Dios con gozo.

El único pecado que no tiene perdón es aquel que nos negamos a confesar y abandonar. Cometemos pecado imperdonable cuando nos aferramos a un pecado durante tanto tiempo y de manera tan tenaz que ya no podemos confesarlo y apartarnos del mismo. La blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31) es la resistencia a su trabajo de convicción al punto que se da por vencido dejando al pecador indefenso por su dureza de corazón.

Ni el divorcio ni el nuevo casamiento son en sí pecados imperdonables peores que el matar, robar, mentir o codiciar. "Todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres". Dios es fiel y justo para perdonar; Él honrará el sacrificio de su Hijo en todos los que confiesan su pecado y ponen su esperanza en la obra de salvación de Cristo.

El perdón NO es incondicional; está condicionado. Esto no quiere decir que se puede ganar. Quiere decir que el perdón es dado a quienes verdaderamente confían en Cristo. La confianza no es un acto por el cual se puede ganar algo sino que coloca la importancia en el valor de la gracia de Dios, no el valor de nuestras obras. Pero la confianza no es una mera aceptación de los hechos bíblicos. Implica una afirmación abundante de la voluntad de Cristo. Por lo tanto, confiar en Cristo implica confesar el pecado y armase para luchar contra el mismo.

Así, la forma más severa de disciplina de la iglesia (la excomunión) nunca es una simple respuesta al pecado pasado. Es siempre una reacción al pecado que una persona continúa afirmando o practicando. Ningún pecado pasado que se ha confesado, abandonado y al que se ha renunciado constituye base para recibir disciplina de parte de la iglesia.

Por lo tanto, el pecado marital se encuentra en la misma categoría que mentir, matar y robar cuando se trata de la disciplina de la iglesia y la membresía. Si alguno ha mentido, matado, robado o se ha divorciado de manera ilegítima, el asunto no es si puede recibir perdón. El asunto es si admite que lo que ha hecho es pecado. ¿Ha renunciado al mismo? ¿Hace lo necesario para corregir la situación?

Si se supiera que una persona de la iglesia afirma que mentir, matar o robar es una conducta apropiada para un cristiano, esa persona sería pasible de recibir disciplina de parte de la iglesia. No es porque ha mentido, matado o robado en el pasado que no puede ser perdonado sino porque camina afirmando en el PRESENTE que lo que es pecado no lo es.

O si una persona estuviera abiertamente planeando mentir, matar o robar con la intención de recibir perdón fácil después, esa persona sería pasible de recibir disciplina de parte de la iglesia.

De esta manera, el divorcio ilegítimo y el nuevo casamiento NO se encuentran en una categoría aparte. No son pecados imperdonables. Cuando se trata de disciplina de la iglesia y membresía, se deben tratar de la misma manera que se tratan otros pecados públicos.

Lo que hace del divorcio y el nuevo casamiento un tema de especial preocupación en la iglesia es que raramente alguien afirmará que mentir, matar y robar es correcto. Sin embargo, las personas a menudo afirman que divorciarse y casarse de nuevo es correcto.

En otras palabras, lo que causa conflicto generalmente no es el hecho de que el divorcio y el nuevo casamiento sean pecados imperdonables sino el hecho de que se reconozcan del todo como pecados, que se deben confesar (si ocurrieron en el pasado) y evitar (en el futuro).

Si una persona ha robado en el pasado y quiere unirse a la iglesia, nadie puede decir que afirmamos que el robo es un pecado imperdonable, siempre y cuando insistamos en que en que esa persona confiese su pecado y empiece a restituir a aquellos que ha defraudado. Un pecado no es imperdonable porque se puede confesar como pecado, renunciar al mismo como opción y corregir sus consecuencias (en lo posible).

Lo mismo sucede con el divorcio ilegítimo o las nuevas nupcias. No debería ser razón para mantener a nadie alejado de la iglesia ni para echarlo de la misma, ni más ni menos que otra persona con una vida pasada de robo. Sin embargo, debe existir una confesión de corazón del pecado cometido, un acto de renuncia y una afirmación de lo que es correcto, al igual que con otros pecados del pasado.

Cuando afirmamos el pacto de la iglesia, no solo afirmamos lo que nos comprometemos a hacer. También afirmamos lo que creemos que debe hacerse. En otras palabras, la membresía en la iglesia es un compromiso que implica compartir convicciones sobre lo que es correcto e incorrecto con respecto a la conducta (pacto de la iglesia) al igual que respecto a la doctrina (declaración de la fe). Sin esta convicción compartida, se pierde la posibilidad de que los unos pidan cuentas a los otros.

Entonces, el punto crucial con respecto el divorcio y el nuevo casamiento en Bethlehem es aquello en lo que podemos estar de acuerdo a partir de la Escritura con respecto a lo que está bien y lo que está mal. ¿Existe divorcio legítimo o nuevo casamiento en términos bíblicos que no sea pecado y que no necesite que lo confesemos y nos apartemos? Si es así, ¿cuáles son las circunstancias que lo definen?

Diversidad de puntos de vista en Bethlehem y la iglesia en general


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